lunes, 31 de octubre de 2011

APRENDER A MANEJAR LOS CELOS - V parte - (Basado en las Investigaciones de Ayala Malach Pines) Hoy expondre los capitulos: 12, 13 y 14

                                                          
¿Existe la «personalidad celosa"?

 
Las personas que han tenido varias relaciones íntimas que han terminado a causa de sus celos suelen comentar que han sido celosas desde pequeñas. Esto ha hecho que algunos psicólogos de la personalidad sostengan que existe algo así como una "personalidad celosa". Las diferencias observables entre las personas en cuanto a su propensión a reaccionar con celos, aseguran, no sólo son válidas y confiables desde el punto de vista de su prolongación en el tiempo: se verifican también en las familias.

Mi experiencia personal me lleva a creer que poner a ciertos individuos el marbete de "personalidades celosas" no les hace ningún bien, e incluso puede ser perjudicial. Más útil resulta considerar que las personas tienen diferentes predisposiciones a los celos. Como vimos al principio, los celos se originan en los primeros años de vida. Y vuelven a desencadenarse cada vez que se percibe la amenaza de la pérdida de una relación amorosa valorada. Es común que las personas a quienes los psicólogos de la personalidad rotulan como "personalidades celosas" hayan pasado por una experiencia más traumática asociada con la infidelidad, los celos o la pérdida de amor en su infancia, y, en consecuencia, están más predispuestas a reaccionar poniéndose celosas en etapas posteriores de sus vidas.

¿Cuán celoso era usted en sus primeros años de vida?

. ¿Durante la infancia?

. ¿Durante la adolescencia?

. ¿Durante la juventud?

. ¿Durante la edad adulta?

De las personas que yo investigué, la mayoría afirma ron haber sido más celosas en la adolescencia. Es posible que durante este período tormentoso, todas las experiencias, en tre ellas los celos, sean más intensas. También es posible que los adolescentes sean más propensos a sentir el temor de perder a su amado porque en esa etapa de la vida las relaciones se caracterizan por una falta de compromiso mutuo.

Los interrogados acusaron niveles decrecientes de ce los después de la adolescencia (menos durante la juventud que durante la adolescencia, y menos durante la edad adulta que durante la juventud). Hay varias formas de interpretar estos datos. Es posible que a lo largo del tiempo las personas desarrollen mejores estrategias para hacer frente a los celos. Es posible que, con la experiencia, eviten relaciones en las que resulta probable que los celos se desencadenen a menudo. Es posible que con la edad la mayoría de las personas adquieran más seguridad en ellas mismas y estén así menos propensas a sentirse amenazadas por ciertos desencadenantes de los celos. Es posible que con el paso del tiempo la mayoría de las parejas desarrollen un cierto grado de seguridad en su relación y estén entonces menos propensas a ver los incidentes desencadenantes de celos como amenazas importantes. Y es posible que la creciente apertura que se observa en la sociedad en general y en la institución del matrimonio en particular haya causado una decadencia generalizada de los celos.

El hecho de que las personas que eran más celosas que otras en la infancia también tiendan a ser más celosas que otras en etapas posteriores de la vida sustenta la noción de que las personas tienen predisposiciones estables a los celos. Ese género de predisposición es influida por la constelación familiar. Los psicólogos del desarrollo sitúan las raíces de los celos de los adultos en la rivalidad entre hermanos. El patrón psicológico de reacción a los factores desencadenantes de los celos en épocas posteriores de la vida, sostienen, está determinado por las primeras experiencias de celos del niño cuando su deseo de disponer con exclusividad de la madre es amenazado por un hermano.

De acuerdo a mis investigaciones, cuanto más herma nos varones mayores tenía una persona, mayor era su pro pensión a ser celosa. Cuantos más hermanos menores tenía, menor era su propensión a ser celosa. El número de hermanas no estaba relacionado con los celos. Esto sugiere que la presencia de un hermano no es en y por sí misma un factor desencadenante de los celos. El factor desencadenante tiene que ser un hermano que esté en una posición ventajosa (un hermano varón mayor tiene ventajas tanto desde el punto de vista de la edad como del sexo en nuestra sociedad patriarcal). Los celos en la edad adulta están influidos por la envidia que uno siente en la infancia por las ventajas de que goza el hermano y por el triángulo de celos que se establece en ese período con ese hermano y la madre.

Si realmente tenemos una predisposición a los celos, podemos esperar que en algún momento la gente que nos rodea lo advierta. Y así ocurre. ¿La mayoría de los que le conocen bien le consideran una persona celosa? Cuanto más celoso sea (o considere que es), más alta será la probabilidad de que la gente que le conoce bien le considere una persona celosa. El tormento de los celos es difícil de ocultar.

Si es difícil ocultarles nuestros celos a aquellos que nos conocen, mucho más difícil es ocultárselos a nuestros compañeros íntimos. Ellos no sólo son los que probablemente más provocarán nuestros celos sino también sus testigos privilegiados. La gente tiene menos propensión a mostrar una conducta celosa en público o en relaciones ocasionales que a hacerlo en las relaciones íntimas. Una razón obvia es que es más probable que los celos aparezcan en una relación íntima que en una relación ocasional menos valorada. Otra razón es que por lo general la conducta celosa suele ser considerada socialmente inaceptable en nuestra cultura.

¿Las personas con quienes usted ha tenido una relación de intimidad le consideran celoso? Cuanto más celo so se sienta usted mayor será la probabilidad de que su compañero lo considere celoso (mucho más aún que las otras personas que le conocen bien). La razón parece bastante simple: usted es celoso, y su compañero, no puede evitar advertirlo y "decirlo tal cual es". ¿Correcto? No necesariamente. También es posible que cuanto más lo considere celoso su compañero más propenso esté usted a considerarse celoso. Su compañero puede decirle que usted es celoso por muchas razones, de las cuales sólo una es que usted es verdaderamente celoso. Otra razón, como vimos, es que él, o ella, tenga fantasías en las que se ve involucra do sexualmente con otras personas, o tenga amoríos rea les, y le haga pensar a usted que es excesivamente celoso para disculpar su propia conducta.

Cuando pregunté a mis entrevistados qué era, según pensaban ellos, lo que provocaba los celos, una de las respuestas más comunes fue "la inseguridad personal". Algunas personas, y también algunos investigadores, creen que los celos son una parte de la personalidad de una persona, y que aquellos que son inseguros en general también son inseguros en sus relaciones íntimas, y que esa inseguridad se manifiesta como celos)

Suena bastante sencillo, ¿no es así? Sin embargo, la explicación que ocupó el segundo lugar fue: "Los celos son el resultado del temor a resultar desprestigiado". Tercera en la escala fue: "Los celos son el resultado de la debilidad de la relación". La cuarta fue: "Los celos son el resultado de sentirse excluido y dejado de lado".

El temor a resultar desprestigiado, el sentimiento de exclusión y los problemas de la relación no son partes estables de la personalidad de una persona. Se relacionan más bien con la dinámica de una situación o relación específicas.

Esto nos retrotrae a la noción (presentada anteriormente) según la cual los celos siempre son resultado de una interacción entre una cierta predisposición y un cierto acontecimiento desencadenante. La predisposición a los celos está relacionada con otras características de la personalidad tales como, por caso, la inseguridad. Si la predisposición habrá de manifestarse o no, depende de la relación misma: de los problemas que se presenten en las relaciones que se entablan con otras personas así como de la confianza y el nivel de seguridad que los compañeros tengan en cada relación.

En definitiva, que la predisposición a los celos se manifieste o no depende también en parte del estado mental en que usted se encuentre en ese momento y que puede no tener nada que ver con los celos. ¿Cómo describiría usted su estado mental? Cuanto mejor sea su estado mental menores serán las probabilidades de que sufra los tormentos de los celos. Pero, por supuesto, si usted está inmerso en una crisis de celos, eso no tendrá el mejor de los efectos sobre su estado mental.

¿Cómo describiría usted su estado físico? Un pobre estado físico, en menor medida que el estado mental, también se asocia con una tendencia más pronunciada a experimentar celos. Cuanto mejor sea su estado físico en general, menores serán las probabilidades de que los celos lo dominen.

A diferencia de los datos que se refieren a los primeros antecedentes de los celos en nuestra infancia, con respecto a los cuales poco es lo que podemos hacer, sí es posible en cambio traducir los datos acerca de la correlación entre nuestros estados mental y físico y los celos a recomendaciones específicas.

En razón de que más adelante hay una sección dedicada a diversas técnicas para hacer frente a los celos, en este momento recuerde simplemente que si usted se siente atormentado con frecuencia por los celos, una forma de prepararse para enfrentar el problema es mejorar su salud mental y física en general. Puede mejorar su salud mental acudiendo a una terapia, aprendiendo técnicas de relajación, o haciendo cosas que lo hagan sentir bien. Cuando usted se siente mejor psicológicamente, la probabilidad de que sus celos lo dominen es mucho menor, aun cuando otros de los factores que influyen en la situación no hayan cambiado. Análogamente, si usted mejora su estado físico, su capacidad para hacer frente a todas las tensiones de su vida, entre ellas los celos, mejorará. Si a usted le gusta bailar, por ejemplo, ponga música con mucho ritmo y baile quince minutos todos los días, especialmente cuando esté deprimido. Eso tendrá un efecto positivo tanto en su estado de ánimo como en su estado físico, lo que probablemente le ayude a manejar más eficazmente sus celos.
                                   

              

                            Una palabra acerca de los celos moderados


Hasta aquí nos hemos dedicado particularmente a las formas extremas de los celos, es decir aquellas que provocan un dolor y una furia tremendos. Los celos no siempre alcanzan esos extremos: también se presentan en dosis más moderadas. ¿Con qué frecuencia experimenta usted celos moderados? Cuando experimenta celos moderados, ¿cuánto suelen durar?
La mayoría de las personas experimentan celos moderados con mucha más frecuencia que celos extremos ("cada vez que lo veo flirtear con una mujer atractiva", "cada vez que ella expresa admiración por otro hombre"). Esa experiencia dura mucho menos (más que días, segundos), y es mucho menos dolorosa y traumática. De hecho, algunas personas incluso dicen que este tipo de celos le agregan cierto condimento a sus relaciones. Una mujer que se describe a sí misma como felizmente casada explica:
"Cuando lo veo flirteando con una mujer atractiva -los ojos le brillan y tiene una ex presión radiante- me recuerda lo guapo que es. Siento una punzada de celos, pero no es un sentimiento desagradable. Hasta podría decir que en cierta medida me agrada. Le agrega emoción a nuestra relación, es como una forma de coqueteo. Me da la certeza de que no debo dar por descontado su amor... Si me mantengo serena es porque me siento segura de su amor, y sé que cuando lleguemos a casa vamos a hablar de aquella otra mujer, y nos vamos a reír de todo el episodio."
Los celos son como la pimienta. Úselos con moderación y le agregarán sabor a la relación. Pero usados en demasía pueden quemar. De hecho, en uno de mis estudios acerca del agotamiento del matrimonio descubrí que cuanto más intensos eran los celos que experimentaban las personas en su relación, más probable era que ésta se agotara) Con los celos moderados parece verificarse lo contrario.
La "persona celosa" y la "persona no celosa"
Volvamos ahora al tema de la definición que cada uno hace de sí mismo como celoso o no celoso. Las personas que se describen a sí mismas como celosas aseguran también que sufren los celos más intensamente y con más frecuencia que las que se describen como no celosas. En el primer grupo, los celos se desencadenan más fácilmente y duran más tiempo. Estas personas consideran que sus celos son un verdadero problema y reconocen haber experimentado celos en todas las etapas de sus vidas. Los otros los ayudan a confirmar su percepción de sí mismos como personas celosas. Las personas que les conocen bien y las que han tenido relaciones íntimas con ellas las consideran celosas.
Sin embargo, como hemos visto a lo largo de esta sección, las personas que se describen a sí mismas como no ce losas también experimentan celos cuando una amenaza se cierne sobre una relación importante. Más aún, los experimentan con los mismos síntomas físicos, emocionales y cognitivos que las personas que se definen a sí mismas como celosas. Los experimentan como reacción a factores desencadenantes similares y en un orden de importancia similar: un amorío con alguien a quien conocen y envidian provoca los celos más intensos, y los celos que provoca un amorío con alguien a quien no conocen y a quien tienen en baja estima son los menos intensos.
Si bien los factores desencadenantes y la experiencia concreta de los celos son similares en ambos grupos, hay una serie de diferencias entre las relaciones de quienes se describen como personas celosas y de quienes se consideran personas no celosas. Las personas no celosas se sienten más seguras de su relación, esperan que dure más tiempo y están más seguras de que sus compañeros nunca les han sido infieles. En contraste con esto, ocurre que entre las personas que se describen como celosas, aun cuando tengan buenas razones para sentirse inseguras en sus relaciones y experimentar ce los, algunas perciben sus celos como un rasgo de su personalidad. No dicen: "Estoy sintiendo estos celos porque mi marido, con quien estoy casada desde hace treinta y cinco años, ha tenido un amorío". Dicen más bien: "Estoy sintiendo es tos intensos celos porque soy una persona celosa". La primera respuesta implica que el problema es producto de la situación y que, por lo tanto, puede tener solución. La segunda implica que el problema es inherente a la personalidad del individuo y, por lo tanto, es mucho más difícil de solucionar.
Habida cuenta de que hay entre la gente un gran consenso acerca de cuáles son los factores desencadenantes de los celos y cómo se los experimenta, es sorprendente que haya quienes prefieren explicarlos como un rasgo de personalidad frente al cual es poco lo que se puede hacer, y en cambio otros los expliquen en el contexto de una situación particular en la que lo que se puede hacer es muchísimo.
Es posible, desde luego, que algunas personas vean sus celos como un rasgo de personalidad porque ello explica conductas que de otro modo resultarían inaceptables. Los celos sexuales están ampliamente aceptados como fundamentos de indignación moral en nuestra cultura. El "sentirse ce loso" sirve como explicación o excusa para una variedad muy amplia de acciones hostiles, amargas y violentas. Sin el con texto legitimador de los celos estas mismas acciones serían consideradas síntomas de una severa patología y perturbación mental.
No es sorprendente que las personas que se describen a sí mismas como celosas tiendan también a atribuir más efectos positivos a los celos y los consideren más positivos en general que las personas que se describen a sí mismas como no celosas. Por ejemplo, las personas celosas tienden a creer que los celos nos enseñan a no dar por descontado el amor, hacen que las relaciones duren más tiempo, inducen al compromiso, aportan emoción a las relaciones anodinas, hacen que el compañero de uno parezca más deseable y que uno ponga a su relación bajo análisis.
Pero aunque ser una "persona celosa" puede servir para disculpar ciertas conductas inaceptables ("Es por eso que no quiero que bailes con nadie más que yo"; "Es por eso que tuve una rabieta"), a la larga provoca más problemas que los que resuelve. La razón: reduce enormemente nuestra libertad de acción y nuestra capacidad de hacer frente a los factores desencadenantes de los celos.
Dicho esto, vuelvo ahora a la pregunta planteada al comienzo de esta sección: ¿Es usted una persona celosa?
Sea cual fuere su respuesta, probablemente esté interesado en aprender algo acerca de las raíces inconscientes de sus celos, que son el tema de la próxima sección.


                                                      Cap. 14
                          Las raíces inconscientes de los celos sentimentales
"Quien despierta a los perversos demonios que habitan imperfectamente domados un alma humana y quiere combatirlos, ha de hallarse preparado a no salir indemne de tal lucha."
SIGMUND FREUD
Los celos son normales y universales
Según Freud los celos son universales no porque sean innatos sino porque son inevitables. Nadie puede escapar a ellos porque se originan en dolorosas experiencias infantiles que todos compartimos. Estos traumas infantiles universales vuelven a experimentarse cada vez que se despiertan nuestros celos en la edad adulta.
Puesto que todo el mundo los experimenta, los celos son, por definición, normales. Freud describe los celos como "uno de esos estados afectivos, como la tristeza, que hemos de considerar normales. De este modo, cuando parecen faltar en el carácter y en la conducta de un individuo, deducimos justificadamente que han sucumbido a una enérgica represión y desempeñan, en consecuencia, en su vida anímica in consciente un papel tanto más importante."
En la perspectiva de Freud, si uno no experimenta ce los cuando una relación importante está siendo amenazada, hay algo en uno que no está del todo bien. Es semejante a no sentir tristeza cuando muere alguien que a uno le interesa mucho. Lo más probable es que una respuesta así signifique que uno está esforzándose por reprimir sus sentimientos u ocultárselos a los demás, además de a uno mismo.
Cincuenta y seis años después de la publicación del trabajo de Freud sobre los celos, un psiquiatra llamado Emil Pinta publicó un artículo titulado Pathological Tolerance (Tolerancia patológica). Describe un síndrome clínico por el cual una persona que debería responder poniéndose celosa no lo hace. Pinta cita varios casos en los que un esposo o una esposa aceptaron una relación sexual entre su compañero y una tercera persona.
En un caso, John (de veinticinco años) estaba casado con Sharon (de treinta y tres). Michael (de diecisiete), un desertor de la secundaria que en un principio había sido con tratado para ayudar con las faenas de la granja, vivía con ellos y se había convertido en el amante de Sharon. Ésta insistía en que amaba a los dos hombres y que no deseaba optar por uno de ellos. A John no le gustaba nada tener otro hombre en la casa haciéndole el amor a su esposa, pero era renuente a marcharse o a presionar a Sharon para que se decidiera entre él y Michael.
En otro caso, Lana (de veintiséis años) estaba casa da con Jack (de treinta y dos). Durante el año previo al comienzo de su terapia, otra mujer, Marilyn (de treinta y dos años) vivió con ellos en su casa y compartió sexual- mente a Jack. Marilyn y Jack trabajaban durante el día, y Lana se quedaba en la casa cuidando a los dos hijos que Marilyn tenía de un matrimonio anterior. Lana se describió a sí misma diciendo que se sentía "no valorada e incomprendida" por Jack, Marilyn y los niños. La razón primor dial por la que comenzó la terapia fue "para lograr que los chicos me obedezcan". Era consciente de que su relación con Jack y Marilyn era emocionalmente destructiva, pero se negaba a contemplar la posibilidad de marcharse o de insistir en que Marilyn se fuese.
Pinta sugiere que la dinámica de la tolerancia pato lógica es idéntica a la de los celos patológicos. Volveremos a la dinámica de la tolerancia patológica (y a los dos triángulos) después de examinar la dinámica de los celos patológicos. Por ahora, creo que la mayoría de las personas estaría de acuerdo con Pinta en que, tanto en el caso de John como en el de Lana, hay algo que no es demasiado "normal" en su falta de celos y en el conjunto de la relación en la que están inmersos.
Un síndrome clínico similar a la tolerancia patológica es el escotoma psicológico (ceguera), la incapacidad para advertir o interpretar correctamente situaciones que para virtualmente cualquier otra persona son desencadenantes obvios de los celos. Un ejemplo de escotoma psicológico que tal vez usted recuerde del principio uno es el del esposo cuya esposa flirtea con todo hombre que se le cruce y se va a la cama con cualquiera que se lo proponga, y el esposo es el único que no lo sabe y ni siquiera lo sospecha. Una mujer que se involucró sexualmente con un hombre cuya esposa parecía estar sufriendo de escotoma psicológico describe así esta extraña experiencia:
"Estábamos bailando tan provocativamente -prácticamente 'haciéndolo'- que creo que no había nadie en la fiesta que no se diera cuenta de que algo estaba pasando. Nadie salvo su esposa, que charlaba con sus amigas y de vez en cuando nos dispensaba una sonrisa. Sé que a ella no le gusta bailar, y el esposo dice que tampoco le gusta el sexo, de modo que cuando su marido lo está 'haciendo' con otras mujeres, ella simple mente no lo advierte. Y como él insiste en que necesita tener sexo todos los días y para ella una vez cada tres meses es más que suficiente, es mucho lo que no ve. Quién sabe, tal vez se sien te aliviada de que alguien esté haciendo el 'trabajo sucio' por ella."

Apuntes tomado de: http://www.inteligencia-emocional.org/cursos-gratis/celos/index.htm






                                                    

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