lunes, 17 de octubre de 2011

Constelaciones familiares y pareja. Una experiencia con HELLINGER.

HOMBRE: quisiera ver mi relación con las mujeres.
HELLINGER: siempre es interesante con las mujeres ¿no? Vamos a comenzar entonces con una mujer. Necesito una mujer como representante (señala a una). Quédate ahí y tú - dirigiéndose a él - te colocas frente a ella.
(Ambos están frente a frente, se miran, él se mueve un poco, ella empieza también a moverse como de lado, como haciendo un semicírculo, como jugando, sus miradas se cruzan, ella sonríe, juega, él está serio y se avanza un poco, ella con las manos detrás sigue moviéndose cada vez que él avanza).
¡No es tan fácil con las mujeres! Necesito otra mujer. Colócate frente a él. Tú eres su madre (las dos mujeres están al lado una de otra mirándole, ahora más la madre, él sigue mirando serio y se avanza hacia su madre que tiene su mano derecha extendida. Se abrazan pero él lo hace como si fuera una niña, su madre le rechaza)
De la manera en la que uno trata a su madre, así trata también a las mujeres.(La madre le coge la cabeza y lo atrae hacia ella como a un hijo, él se pone de rodillas).
A las madres las ganamos a través del respeto, también con humildad. (La madre tiene la cabeza de él entre su pecho y le acaricia, él se levanta y quiere hacer lo mismo que al principio...)
Aún no aprendió nada... (Él se vuelve a arrodillar y se abraza a ella como un hijo). Por supuesto, él es una excepción. Todos los demás hombres tienen más suerte con sus madres, la respetan en serio... Es sorprendente la paciencia que tiene esa madre, ¿no? (ahora la madre mira también a la otra mujer).
Simplemente mírale a los ojos y tú sólo mírala a los ojos, desde abajo hacia arriba y luego dile: “tú eres la grande, yo el pequeño”. Vuelve a mirarla a los ojos y dile: “gracias, ahora tomo tu amor”.
Y ahora te pones de pie y vuelves a mirar a la otra mujer (él se vuelve y avanza hacia ella hasta quedar cerca frente a frente. Se arrodilla ante ella y ella retrocede un poco mirando a la madre. Él cruza sus manos sobre su pecho y baja la cabeza).
Mírala a los ojos y dile: “estoy al servicio” (ella se arrodilla con él, frente a frente, se cogen las manos y se miran, se van acercando). Dile a ella: “lo siento, ahora realmente lo siento”.
Creo que lo tenemos (madre e hijo se abrazan).
Todo lo demás podemos imaginárnoslo. Bueno, esto fue todo. Y sí, el amor es un trabajo difícil.
HOMBRE: me veía muy pequeño con ella.
HELLINGER: quiero decir algo general acerca de la relación de pareja. Es toda una tarea, nos exigen lo último, lo máximo, no hay una relación de pareja cómoda, a través de la relación de pareja crecemos durante toda una vida, no hay final a la vista. Cada día es un nuevo desafío. Y la relación de pareja es un evento contra la muerte. La vida sólo puede continuar si hay relaciones de pareja. El futuro de la vida humana depende de las relaciones de pareja. Por eso los niños no pueden formar una relación de pareja ni aquellos que, siendo adultos, se comportan como niños. ¿Y cómo se comportan los niños? Todo el tiempo esperan conseguir algo y eso para los niños está bien. Esperan que la madre siempre esté si ellos necesitan algo. Y más adelante, muchos no aguantan que la madre dé y ellos tomen. Porque aquél que sólo espera siempre, ¿ve la grandeza de su madre?
Voy a hacer una pequeña meditación con vosotros.
Cerrad los ojos.
¿Cuál es el mayor milagro de la vida humana? No hay milagro mayor que la madre.
En la naturaleza, no hay acontecimiento mayor que el nacimiento de un niño. Y aquello que le precede.
Tampoco hay una entrega más grande al servicio de la vida. No hay nada que vaya más allá de la grandeza de la madre.
Ahora, imaginad las imágenes que tenéis de vuestra madre, ¡qué imágenes ridículas!, sin respeto alguno. Durante muchos años estuvo siempre para nosotros, siempre.
¿Lo hemos tomado?, ¿le hemos dado espacio en nuestra alma a su grandeza y a su amor?, ¿cuánto hemos tomado de nuestra vida entonces?, ¿podemos tomar algo de nuestra vida sin la mirada hacia la madre y sin la mirada hacia aquella fuerza creadora, a cuyo servicio ella se encontraba, al convertirse en nuestra madre junto con nuestro padre?
Y ahora nos imaginamos que la tomamos en toda su grandeza, y todo lo que ella hizo además aún cuando estaba débil, cuando cometió errores y también cuando nos causó dolor. ¿Qué es eso comparado a su grandeza como madre?
Y en ese sentido no hay diferencia entre las madres. En ese sentido, todas ellas son igualmente grandes. Y ahora lo tomamos en nuestro corazón, su grandeza y su amor.
Y cuánto más tomamos de ello, ¿qué ocurre con nosotros?, ¿qué ocurre con nuestra fuerza?, ¿qué ocurre con aquello que podemos hacer, lograr?, ¿de qué manera diferente y cuanto más servimos a la vida?, grande con abundancia que va más allá, que rebosa.
Y así, cuando tomamos a nuestra madre de esa manera en nuestro corazón, nos encontramos con una pareja. ¿Para qué en realidad? Al servicio de la vida. Y todo lo demás que forma parte de una relación de pareja, tiene como meta el servicio a la vida. Y si hemos tomado a nuestra madre, estamos capacitados para ello.
Y esto también vale a la inversa. Aquellos que son madres o padres, son conscientes de su grandeza al servicio de la vida. Y frente a sus hijos, permanecen siempre grandes. ¡Qué fuerza de repente! Al servicio de la vida, hacia los propios hijos. ¿Cómo están?, ¿están más felices?
Dirigiéndose al interesado: tú también estás más feliz.
HOMBRE: sí, sí, muy feliz.
HELLINGER: bueno, suerte.
Entonces aquí se trataba del éxito en la vida y en la profesión...
Una observación que hemos hecho últimamente: cuando alguien sufre fracasos, ¿en qué se basa ese fracaso? Ha perdido la relación con su madre. Entonces, nuestra relación con nuestra madre, ¿cómo es?
Si tenemos una buena relación, tenemos éxito.
Si la relación con la madre tiene algún disturbio, fracasamos. Todo depende de eso, de la relación hacia la madre, nuestra suerte o nuestra desdicha. Y eso vale por supuesto en primer plano para la relación de pareja. Allí donde ambos miembros de una pareja tienen una buena relación con la madre, es inevitable ser feliz y también que sus hijos lo sean.
Entonces, ¡hacia la madre vamos! Y luego hacia la felicidad.

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