jueves, 24 de noviembre de 2011

APRENDER A MANEJAR LOS CELOS - IX Parte - (Basado en las Investigaciones de Ayala Malach Pines) Hoy expondre los capitulos: 24, 25 y 26.

Los celos cumplen una función

Un amorío puede ser una forma de comunicación o una forma de huida, pero los celos que desencadena son siempre un tema que concierne a la relación de pareja. Según el enfoque sistémico los celos siempre cumplen una función en la relación. Si bien los experimenta y expresa uno solo de los compañeros son parte de una relación de pareja en particular y reflejan una perturbación de una familia en particular.

Un buen ejemplo de esto aparece en el libro de Robert Barker The Green-Eyed Marriage: Surviving Jealous Relatioships (El matrimonio de ojos verdes. Cómo sobrevivir a las relaciones dominadas por los celos). El doctor Barker no es un terapeuta sistémico sino más bien un terapeuta psicodinámico que considera que los celos son “el resultado de problemas psicológicos y de conducta de larga data y profundamente arraigados en la persona celosa”. A pesar de esta clara asignación de culpa, el caso es un ejemplo maravilloso de la noción sistémica de la función que cumplen los celos para ambos miembros de la pareja, una conclusión exactamente opuesta a la que extrajo el doctor Barker.

Darryl y Lucy estuvieron casados diez años y a lo lar go de ese período las peleas entre ellos fueron constantes. En una situación típica de las que desembocaban en una pelea, Darryl comenzaba a hacer insinuaciones indicando que quería tener relaciones sexuales, y Lucy se mostraba entusiasmada. Entonces, ella mencionaba al pasar algo que despertaba los celos de Darryl. La discusión terminaba con uno de los dos durmiendo en el sofá de la sala.

Si bien Darryl puede haber sido el miembro celoso de la pareja, lo cierto es que Lucy aportaba lo suyo para que las escenas de celos se repitieran. El doctor Barker observa correctamente que “ambos obtenían algún beneficio importante de la continuación del conflicto”.

Tanto Darryl como Lucy tenían largas historias de problemas sexuales. Darryl tenía frecuentes episodios de eyaculación precoz y estaba angustiado por su rendimiento sexual. Lucy sufría de un problema crónico que se traducía en una sensibilidad exacerbada ante el contacto y la presión en la zona genital que le provocaba aversión al coito.

Lucy utilizaba los celos de Darryl para reducir al mínimo los contactos sexuales. Cuando él se insinuaba, ella provocaba sus celos. La respuesta típica de él hacía que el resultado fuera el previsible: peleaban, y el sexo quedaba postergado. La recompensa para Lucy era una “absolución de culpa y cargo respecto del sexo”: ella no se negaba. Ella estaba dispuesta hasta que él empezaba otra vez con sus ce los. Darryl también quería una excusa para evitar el sexo y la angustia por su desempeño en esa situación. Las discusiones en torno a los celos le procuraban una forma aceptable de evitarlo.

Darryl y Lucy ilustran hasta qué punto los celos son un tema de la pareja. Aun en el caso en que uno de los miembros aparece como “anormalmente celoso” es legítimo preguntar en qué se está beneficiando el compañero no celoso con el problema de celos. La pregunta es particularmente importante si los celos han sido un problema para la relación durante un lapso prolongado.

Uno de los descubrimientos más comunes al trabajar con parejas en las que uno de los esposos es “anormalmente celoso” es que el esposo “no celoso” tiene una buena razón, psicológicamente hablando, para permanecer en la relación. Como lo ilustra el caso de Darryl y Lucy, a veces esa razón es tan importante que el esposo “no celoso” se toma el trabajo de alimentar los celos del otro.

Lucy provocaba los celos de Darryl en un intento de ocultar un problema sexual. En otros casos, las discusiones basadas en los celos pueden ser aprovechadas para distraer la atención de otros problemas de los esposos, de la relación, o de ambas instancias.

Además de ocultar otros problemas, los celos también pueden cumplir una función positiva; en dosis moderadas pueden agregarle emoción a la relación. Como veremos en la sección acerca de los celos en las relaciones abiertas, a los swingers, por ejemplo, les gusta mirar a su compañero mientras tiene relaciones sexuales con alguna otra persona. La explosión de celos que sienten alimenta su interés sexual por sus compañeros.

Otras parejas disfrutan del drama que producen los celos. Ambos miembros de la pareja identifican el drama con la pasión, y mantienen viva la pasión en la relación contribuyendo a que se produzcan escenas de celos. Un caso de este tipo es el del amante celoso que es un hombre de negocios exitoso y viaja con frecuencia al extranjero. Como no puede soportar la idea de que su novia se quede en casa sola la lleva con él en casi todos sus viajes. En las raras ocasiones en que esto no es posible hace frecuentes llamadas telefónicas des de el otro lado del Atlántico a la casa de ella, o de sus amigos, e incluso a restaurantes, para tratar de controlarla.

La novia, que es una mujer de aspecto no muy agracia do, creció en una familia pobre. Adora los viajes al extranjero y la atención que su amante celoso le presta. Para alimentar esos celos se entrega a sembrar pequeños indicios acerca de hombres con los que tuvo algún encuentro mientras él estuvo ausente. Sin embargo, cuando él le hace visitas sor presa para controlarla, siempre la encuentra charlando inocentemente con un grupo de amigos o con una amiga. Cuan do eso sucede, y sucede a menudo, ella lo acusa de ser patológicamente celoso. Tienen una “pelea terrible” y luego hacen el amor con pasión. Este esquema ha estado funcionando durante ocho años, y no se avizora un final ni para los celos ni para la pasión. Los miembros de una pareja como ésta pueden tratarse con furia pero lo cierto es que les encanta el drama que sus celos desencadenan. Difícilmente acudan a una terapia con motivo de los celos, y cuando se encuentran con un compañero que no es celoso o infiel, ese compañero les resulta “aburrido”. Los celos mantienen encendido el fuego sexual en la relación.

Es innegable que los celos producen excitación y pueden hacer que la vida se torne más interesante. Además, pueden hacer que su compañero parezca más deseable. Si el hombre de negocios que acabo de describir no contemplase a su novia con los ojos cargados de celos sino como el resto del mundo, ella perdería sin duda mucho de su atractivo.

Algunas personas alimentan los celos del compañero cuando sienten que éste está dando por descontado su amor. Algunas lo hacen porque les procura una sensación de poder sobre su compañero celoso. Otras lo hacen como una forma de venganza, usando a su compañero celoso para curar su ego, herido por esta relación o por una relación anterior.

En todos estos casos, no basta con que uno de los miembros de la pareja quiera crear un problema de celos. Es necesario que los dos estén en connivencia para que el problema de celos se mantenga vigente en la relación. Ésta es la razón por la cual, según el enfoque sistémico, la mejor forma de tratar los celos es considerarlos como un problema de la pareja, aun en el caso de que uno de los miembros sea “anormalmente” celoso.

Trabajar los celos como un problema de la pareja permite lograr cambios más rápidos porque requiere que los dos participen del tratamiento. En el caso de Lucy y Darryl, por ejemplo, ¿qué habría sucedido si Darryl hubiera acudido a la terapia individual para hacer frente a sus “celos anormales”? Sin duda la terapia se habría centrado en la sensación de ineptitud sexual de Darryl, que era la causa de sus celos. Cambiar esa sensación requiere un proceso lento y prolongado. Cambiar el patrón destructivo de la relación que contribuye a que aparezca un problema de celos puede aliviar el problema mucho más rápidamente.

Si usted está en una relación con un compañero “anormalmente” celoso, probablemente le cueste aceptar la idea de que usted también juega un papel activo en la vigencia del problema de celos. Es mucho más fácil culpar al compañero que hacerse cargo de la responsabilidad que a uno le cabe en la configuración de la relación que comparte. Sin embargo, a la larga, culpar al compañero no es la mejor solución. Hacerse cargo de la responsabilidad, que no es lo mismo que aceptar una culpa, significa que uno ejerce cierto control sobre el problema. Si uno acepta que aportó lo suyo para crear el problema, puede obtener un cierto alivio de la certeza de que también puede jugar un papel activo en resolverlo.


El tratamiento de los “celos anormales”
mediante el enfoque sistémico
Mark sufría de lo que su psicoanalista caracterizó como “celos delirantes”. El diagnóstico se basaba en un conjunto de síntomas: Mark no podía dejar de atormentarse con los amoríos que su esposa podía estar viviendo. Decía que sus celos eran “como un gas venenoso que lo invadía todo”. Cada vez que llegaba a su casa del trabajo controlaba en el coche de su esposa los kilómetros que había recorrido para asegurarse de que no había salido de la ciudad para encontrarse con sus amantes imaginarios. Revisaba su ropa interior para ver si había manchas que denunciaran que había tenido relaciones sexuales con esos “amantes”. Verificaba el contenido de la billetera de su esposa para comprobar si había pruebas de un amorío ilícito que ella hubiera podido dejar allí. Para descubrir si ella hablaba por teléfono con sus “amantes” mientras él no estaba en la casa, ponía un cabello en el tubo. Si el cabello no estaba allí cuando él volvía, aquello sería una clara señal de que había hablado con algún amante. Pero cada vez que volvía y el cabello no estaba donde lo había coloca do lo asaltaba la incertidumbre: no podía saber con certeza si el cabello había desaparecido a causa de un llamado de su esposa o arrastrado por el viento.
Lo más significativo en el diagnóstico de los celos delirantes, sin embargo, era que los celos de Mark no tenían fundamento. Su esposa siempre le había sido fiel. Como el terapeuta de Mark tenía una orientación psicodinámica, su terapia se centró en la función que los celos cumplían en la dinámica de la vida interior de Mark.
Aunque éste era un caso de celos “anormales”, Mark ya había tenido un problema de celos cuando su esposa lo conoció, se enamoró y decidió casarse con él. ¿Qué fue lo que le atrajo de él en los primeros tiempos de su relación? ¿Pudo haber tenido algo que ver con los celos?
He trabajado en casos similares y he descubierto que los compañeros no celosos realmente disfrutan de los celos al comienzo. La razón, en muchos casos, es que perciben los celos como una señal de amor y compromiso con la relación.
Lamentablemente no sabemos qué fue lo que a la es posa de Mark la atrajo en el comienzo de la relación porque ella nunca participó en la terapia. Como Mark, su esposa y el terapeuta definieron el problema como “los celos patológicos de Mark”, éstos fueron el núcleo de su psicoterapia individual.
Tal vez usted recuerde que en el análisis de los ce los como la sombra del amor, los rasgos y conductas que más nos atraen cuando conocemos a nuestro compañero son a menudo los que después nos provocan la mayor aflicción en la relación. Esta afirmación, como vimos, también es válida para los celos. Si usted tiene como compañero a una persona celosa una de las cuestiones más importantes e interesantes que puede explorar es qué fue lo que le atrajo de su compañero cuando le conoció. La comprensión de la atracción nos ayuda a entender los celos. Ann y Leonard son un ejemplo de esto.

Cap. 26  
Los celos en el comienzo de una relación
Ann y Leonard se conocieron cuando ella tenía diecisiete años. Leonard, que en ese momento tenía veinticuatro años, le parecía a Ann no sólo mayor sino también más maduro y digno de admiración que los jóvenes de la edad de ella. Le encantaba que la hubiera convertido en el centro de su mundo y que se ocupara de todas sus necesidades. Pero ahora, después de veintidós años de matrimonio, Ann quiere divorciarse. La razón: “los celos patológicos de Leonard”. “Me asfixia”, dice Ann. “Leonard es tan celoso que no me deja respirar. Me siento prisionera. No puede soportar que yo tenga mis propios intereses. No me deja salir sola. Me sigue a todas partes. Me tiene harta.” Leonard, por su parte, dice que sigue amando a Ann como cuando se casaron. “Me preocupa que salga sola de noche”, dice. “Esa es la única razón por la que la sigo y por la que quiero saber adónde va y con quién. Creo que mi preocupación es normal y está perfectamente justificada. Pregúnteselo a cualquier hombre y verá que está de acuerdo conmigo.”
Desde el momento en que se conocieron y durante los primeros años del matrimonio a Ann le encantaba ser el centro del mundo para Leonard. Su preocupación y su actitud protectora eran para ella una señal de amor. La hacían sentirse segura. Leonard era el padre amoroso que ella nunca tuvo. Ahora, siente que su actitud protectora no es otra cosa que posesividad, y que su preocupación revela celos patológicos. Ser el centro de su mundo ya no la hace sentir segura, porque ese mundo se ha transformado en una jaula. Ann y Leonard crearon un círculo vicioso en el que Ann respondía a los ce los de Leonard retrayéndose y él respondía a su creciente retraimiento con más celos.
Dean y Melanie: del compañero celoso a la parejaDean y Melanie acudieron a terapia por lo que Dean llamaba los “celos patológicos” de Melanie. Decía que yo tenía que “arreglarla” porque él “ya no aguantaba más”. Melanie estaba de acuerdo con el rótulo y apreciaba la solidaridad de Dean al venir a la terapia con ella.
Durante nuestra exploración del problema se puso en evidencia que Melanie tenía una razón para estar celosa. Cuando se conocieron, Dave estaba comprometido para casarse con otra mujer y al mismo tiempo estaba teniendo un amorío con la hermana de aquella mujer. Le contó a Melanie todas sus idas y venidas para tratar de manejar estas dos relaciones mientras comenzaba una tercera con ella. Uno puede preguntarse, por supuesto, por qué Melanie se involucró con un hombre que ella sabía que estaba comprometido y además engañaba a su novia. Pero como señalé más atrás, las preguntas de ese tipo son irrelevantes para un terapeuta sistémico.
Varios años después de casarse Dean y Melanie tuvieron una pelea y se separaron por un corto tiempo. Después, Melanie se enteró de que durante la separación Dean había tenido un amorío con su secretaria. Dean usó todos sus “viejos artilugios” para evitar que Melanie se enterara del amorío. Este amorío, el punto más alto de la “historia de engaños” de Dean, llevó a Melanie a sospechar de cualquier cosa que pudiera ser una pista para descubrir un nuevo amorío. Sus sospechas pusieron furioso a Dean, quien según su pro pio testimonio ahora era “inocente como un cordero”. No entendía por qué Melanie tenía que sacar a relucir cosas que eran “historia antigua”. Su conclusión fue que estaba “patológicamente celosa”.
Si bien Melanie estaba de acuerdo con Dean en que tenía un problema con los celos, argumentó en su defensa que antes nunca había sido celosa, ni con sus novios ni con su ex esposo.
Como suele ocurrir, el problema de celos de Dean y Melanie estaba relacionado con lo que cada uno de ellos consideraba más atractivo del otro cuando se conocieron. Melanie se sintió atraída por el encanto y el carisma de Dean: “Era, y todavía sigue siéndolo, un hombre muy atractivo”. Dean se sintió atraído por la sensibilidad y la atención que le prestaba Melanie: “Desde el primer momento sentí que era alguien que podía construir un hogar para mí”. Ahora, el atractivo que Dan tiene para las otras mujeres se ha convertido en una fuente inagotable de tensión para Melanie, en tanto que la excesiva sensibilidad de Melanie somete a Dean a una tensión análoga.
A Dean le parecía que cada contacto que tenía con otra mujer era para Melanie un factor desencadenante de celos. Argumentaba con fervor que todas las cosas que había hecho en el pasado eran “insignificantes y triviales” comparadas con su “honestidad y lealtad actuales”. A Melanie, en cambio, le parecía que sus sospechas estaban perfectamente justifica das por la conducta de Dean en el pasado. Lo que desencadenaba sus celos era algo bien definido: todas las situaciones en las que estaban involucradas mujeres y en las que se presentaba la más mínima posibilidad de que Dean la engañara. El solo hecho de ver a Dean en contacto con una mujer atractiva y pensar que podía sentirse atraído por esa mujer o incluso tener un amorío con ella y ocultarlo era suficiente para que Melanie enfureciera de celos.
Cuando caminaban juntos por la calle, a veces ocurría que Dean se encontraba con una mujer que conocía y cruzaba con ella unas pocas palabras. Sabía que esto era suficiente para despertar las sospechas de Melanie, que comenzaba a acribillarlo a preguntas acerca de la mujer y de su relación con ella. Estos interrogatorios llegaron a enfadar a Dean hasta el punto de que finalmente se negó a contestar. “Sé cómo funciona su mente”, decía, “y me vuelve loco.”
El “incidente de los arañazos” fue la gota que rebalsó la copa. Melanie advirtió que Dean tenía arañazos en la espalda, y él no recordaba cómo se los había hecho. Melanie pensaba que no había forma de que fuese él mismo el que se los hubiese hecho. Cuando empezó a preguntarle por los arañazos Dean sintió que “algo explotaba” en su cabeza. Dice que no sabía lo que hacía. Comenzó a golpear a Melanie. Semejante violencia los conmovió y atemorizó a ambos, y ésa fue la verdadera razón por la que solicitaron la terapia.
Al tratar de discernir cómo cada uno de ellos había contribuido a la dinámica de su problema de celos, Melanie afirmó que su principal problema era su falta de confianza en Dean. Si Dean juraba decirle la verdad —aun en el caso de que se sintiera atraído por otra mujer, incluso si tenía una aventura— estaba segura de que podría manejar la situación. Pero Dean se negaba a prometerlo. Consideraba que las sospechas de Melanie eran infundadas y sus interrogatorios le resultaban intolerables. “Basta de esta locura”, dijo. “Melanie tiene un problema y es ella la que tiene que resolverlo.” Como ambos se mantenían firmes en sus posiciones, les pedí que invirtieran los roles y que me explicaran cada uno la posición del otro.
La tarea les resultó difícil a los dos. Melanie tuvo gran des dificultades para expresar en todo su alcance el resentimiento y la furia de Dean ante sus sospechas. Dean tuvo problemas para expresar en toda su magnitud lo herida que estaba Melanie y cuánto desconfiaba de él. Era como si Dean y Melanie tuvieran antenas hipersensibles, él para captar los celos de ella y ella para captar su posible infidelidad. Una vez que ambos comprendieron en toda su magnitud lo que sentía el otro pudieron centrar sus esfuerzos en “bajar el volumen” de sus respectivas respuestas.
Dean aceptó decirle a Melanie la verdad acerca de sus aventuras amorosas, reales o posibles, con otras mujeres. A cambio de ello, Melanie prometió fiarse de él, dejar de sospechar de cada mujer con la que él tenía algún contacto y poner fin a sus interrogatorios. Aunque esta solución puede parecer demasiado simple para que funcione, en este caso funcionó. Melanie dejó de ser una “persona celosa”. La última vez que hablé con Dean y Melanie, dos años después de que sellaran su pacto, no habían vuelto a tener problemas con los celos. Una razón por la que el pacto funcionó fue que intentaron resolver el problema juntos. Otra razón fue la buena voluntad de Melanie, que aceptó fiarse ciegamente de la palabra de Dean. Una vez que lo prometió, ella quedó convencida de que él nunca más volvería a mentirle.
Esto no significa que todas las “personas celosas” dejarán de serlo en el momento preciso en que su compañero o compañera prometen ser veraces en cuanto a sus relaciones amorosas con otras personas. Otras parejas pueden necesitar soluciones diferentes. El desafío es, en cada caso, descubrir la solución que funciona.
Los teóricos sistémicos Paul Watzlawick, John Weakland y Richard Fisch dan un ejemplo de la forma en que se activa un sistema de celos, y de cómo se mantiene y se perpetúa. Una esposa se siente excluida de la vida de su esposo y comienza a hacerle preguntas. El esposo siente que los interrogatorios de su esposa son una intrusión, y entonces se retrae. Ese retraimiento hace aumentar la angustia y las sospechas de ella, de manera que sus esfuerzos por “averiguar” se tornan más persistentes y desesperados. Los celos y las sospechas de ella hacen crecer el resentimiento de él y lo llevan a distanciarse y retraerse aún más. Esposo y esposa se encuentran atrapados en una situación sin salida. La esposa (en este caso el compañero celoso) se da cuenta de que si sigue interrogando a su marido probablemente lo empuje a retraerse enfadado o a dar una respuesta forzada tratando de tranquilizarla que, en última instancia, no la tranquilizará en absoluto. El esposo (en este caso el compañero no celoso) se da cuenta de que su retraimiento aumenta la desconfianza y los celos de la esposa pero al mismo tiempo tiene miedo de que la revelación de cualquier información pueda exacerbar el problema. En otros casos, el esposo puede ser el compañero celoso y la esposa el no celoso. Sea como fuere, el sistema celoso se activa, se mantiene y se perpetúa conforme a un esquema similar.
Los terapeutas sistémicos Won-Gi Mi, Stefanie Wilner y Miranda Breit proponen una técnica que puede ayudar a una pareja cuando se presenta este problema de “doble vínculo”. Han llamado a esta técnica “Honestidad escrupulosa”.’ Se le sugiere al compañero no celoso que sea inquebrantablemente honesto en cada detalle de la vida cotidiana y que le proporcione al compañero celoso la mayor cantidad posible de información. Este flujo incesante de información ayuda a que se disipe la angustia del compañero celoso, que se había sentido excluido y sospechaba que estaban ocurriendo acontecimientos supuestamente clandestinos.
En otra técnica, llamada “Dar vuelta la tortilla”, se le pide al compañero no celoso que represente el papel del celoso. La atención y el renovado interés que esto conlleva le facilitan al compañero celoso recobrar la perdida confianza en sí mismo, y le permiten al no celoso volver a apreciar las cualidades más positivas de su compañero.



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