Capítulo 19
LA CONSECUCIÓN DE LA PAZ
I. La curación y la fe
1. Dijimos anteriormente que cuando una situación se
ha dedicado completamente a la verdad, la paz es inevitable. 2La
consecución de ésta es el criterio por medio del cual se puede determinar con
seguridad si dicha dedicación fue total. 3Mas dijimos también que es
imposible alcanzar la paz sin tener fe, pues lo que se le entrega a la verdad
para que ésta sea su único objetivo, se lleva a la verdad mediante la
fe. 4Esta fe abarca a todo aquel que esté involucrado en la
situación, pues sólo de esta manera se percibe la situación como significativa
y como un todo. 5Y todo el mundo tiene que estar involucrado, pues,
de lo contrario, ello implicaría que tu fe es limitada y que tu dedicación no
es total.
2. Toda situación que se perciba correctamente se
convierte en una oportunidad para sanar al Hijo de Dios. 2Y éste se
cura porque tú tuviste fe en él, al entregárselo al Espíritu Santo y
liberarlo de cualquier exigencia que tu ego hubiese querido imponerle. 3Ves,
por consiguiente, que es libre, y el Espíritu Santo comparte esa visión
contigo. 4Y puesto que la comparte, la ha dado, y así, Él cura a
través de ti. 5Unirse a Él en un propósito unificado es lo que hace
que ese propósito sea real, porque tú lo completas. 6Y esto es curación.
7El cuerpo se cura porque viniste sin él y te uniste a la Mente en
la que reside toda curación.
3. El cuerpo no puede curarse porque no puede causarse
enfermedades a sí mismo. 2No tiene necesidad de que se le
cure. 3El que goce de buena salud o esté enfermo depende enteramente
de la forma en que la mente lo percibe y del propósito para el que quiera
usarlo. 4Es obvio que un segmento de la mente puede verse a sí mismo
separado del Propósito Universal. 5Cuando esto ocurre, el cuerpo se
convierte en su arma, que usa contra ese Propósito para demostrar el
"hecho" de que la separación ha tenido lugar. 6De este
modo, el cuerpo se convierte en el instrumento de lo ilusorio, actuando en
conformidad con ello: viendo lo que no está ahí, oyendo lo que la verdad nunca
dijo y comportándose de forma demente, al estar aprisionado por la demencia.
4. No pases por alto nuestra afirmación anterior de
que la falta de fe conduce directamente a las ilusiones. 2Pues
percibir a un hermano como si fuese un cuerpo es falta de fe, y el cuerpo no
puede ser usado para alcanzar la unión. 3Si ves a tu hermano como un
cuerpo, habrás dado lugar a una condición en la que unirse a él es imposible. 4Tu
falta de fe en él te ha separado de él y ha impedido vuestra curación. 5De
este modo, tu falta de fe se ha opuesto al propósito del Espíritu Santo y ha
dado lugar a que se interpongan entre vosotros ilusiones centradas en el
cuerpo. 6Y el cuerpo parecerá estar enfermo, pues lo habrás
convertido en un "enemigo" de la curación y en lo opuesto a la
verdad.
5. No puede ser difícil darse cuenta de que la fe
tiene que ser lo opuesto a la falta de fe. 2Mas la diferencia en
cómo ambas operan no es tan obvia, aunque se deriva directamente de la
diferencia fundamental que existe entre ellas. 3La falta de fe
siempre limita y ataca; la fe desvanece toda limitación y brinda plenitud. 4La
falta de fe siempre destruye y separa; la fe siempre une y sana. 5La
falta de fe interpone ilusiones entre el Hijo de Dios y su Creador; la fe
elimina todos los obstáculos que parecen interponerse entre ellos. 6La
falta de fe está totalmente dedicada a las ilusiones; la fe, totalmente a la
verdad. 7Una dedicación parcial es imposible. 8La verdad
es la ausencia de ilusiones, las ilusiones, la ausencia de la verdad. 9Ambas
no pueden coexistir ni percibirse en el mismo lugar. 10Dedicarte a
ambas es establecer un objetivo por siempre inalcanzable, pues parte de él se
intenta alcanzar a través del cuerpo, al que se considera el medio por el que
se procura encontrar la realidad mediante el ataque. 11La otra parte
quiere sanar y, por lo tanto, apela a la mente y no al cuerpo.
6. La transigencia que inevitablemente se hace es
creer que el cuerpo, y no la mente, es el que tiene que ser curado. 2Pues
este objetivo dividido ha otorgado la misma realidad a ambos, lo cual sería
posible sólo si la mente estuviese limitada al cuerpo y dividida en pequeñas
partes que aparentan ser íntegras, pero que no están conectadas entre sí. 3Esto
no le hará daño al cuerpo, pero mantendrá intacto en la mente el sistema
de pensamiento ilusorio. 4La mente, pues, es la que tiene necesidad
de curación. 5Y en ella es donde se encuentra. 6Pues
Dios no concedió la curación como algo aparte de la enfermedad, ni estableció
el remedio donde la enfermedad no puede estar. 7La enfermedad y el
remedio se encuentran en el mismo lugar, y cuando se ven uno al lado del otro,
reconoces que todo intento de mantener a la verdad y a la ilusión en la mente,
donde ambas necesariamente están, es estar dedicado a las ilusiones. aMas
cuando éstas se llevan ante la verdad y se ve que desde cualquier punto de
vista son completamente irreconciliables con ella, se abandonan.
LECCIÓN 217
No soy un
cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.
1.
(197) No puede ser sino mi propia gratitud la que me
gano.
2¿Quién debe dar gracias por mi salvación sino yo mismo? 3¿Y
cómo sino a través de la salvación puedo encontrar el Ser a Quien debo estarle
agradecido?
4No
soy un cuerpo. 5Soy libre.
6Pues
aún soy tal como
Dios me creó.
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