C. El tercer obstáculo: La atracción de la muerte
1. A ti y a tu hermano, en cuya relación especial el
Espíritu Santo entró a formar parte, se os ha concedido liberar -y ser liberados-
del culto a la muerte. 2Pues esto fue lo que se os ofreció, y
vosotros lo aceptasteis. 3No obstante, tenéis que aprender más
acerca de este extraño culto, pues encierra el tercer obstáculo que la paz debe
superar. 4Nadie puede morir a menos que elija la muerte. 5Lo
que parece ser el miedo a la muerte es realmente su atracción. 6La
culpabilidad es asimismo algo temido y temible. 7Mas no ejerce
ningún poder, excepto sobre aquellos que se sienten atraídos por ella y la
buscan. 8Y lo mismo ocurre con la muerte. 9Concebida por
el ego, su tenebrosa sombra se extiende sobre toda cosa viviente porque el ego
es el "enemigo" de la vida.
2. Mas una sombra no puede matar. 2¿Qué
es una sombra para los que viven? 3Basta con que la pasen de largo
para que desaparezca. 4¿Y qué ocurre con aquellos cuya consagración
no es a la vida; los "pecadores" enlutados, el lúgubre coro del ego,
quienes se arrastran penosamente en dirección contraria a la vida, tirando de
sus cadenas y marchando en lenta procesión en honor de su sombrío dictador,
señor y amo de la muerte? 5Toca a cualquiera de ellos con las
dulces manos del perdón, y observa cómo desaparecen sus cadenas, junto con las
tuyas. 6Ve cómo se despoja del ropaje de luto con el que iba
vestido a su propio funeral y óyele reírse de la muerte. 7Gracias a
tu perdón puede escapar de la sentencia que el pecado quería imponerle. 8Esto
no es arrogancia. 9Es la Voluntad de Dios. 10¿Qué podría
ser imposible para ti que elegiste que Su Voluntad fuese la tuya? 11¿Qué
significado podría tener la muerte para ti? 12Tu dedicación no es a
la muerte ni a su amo. 13Cuando aceptaste el glorioso propósito del
Espíritu Santo en vez del ego, renunciaste a la muerte y la substituiste por la
vida. 14Ya sabemos que ninguna idea abandona su fuente. 15Y
la muerte es el resultado del pensamiento al que llamamos ego, tan
inequívocamente como la vida es el resultado del Pensamiento de Dios.
i. El cuerpo incorruptible
3. El pecado, la culpabilidad y la muerte se
originaron en el ego, en clara oposición a la vida, a la inocencia y a la
Voluntad de Dios Mismo. 2¿Dónde puede hallarse semejante oposición,
sino en las mentes enfermizas de los desquiciados, que se han consagrado a la
locura y se oponen firmemente a la paz del Cielo? 3Pero una cosa es
segura: Dios, que no creó ni el pecado ni la muerte, no dispone que tú estés
aprisionado por ellos. 4Pues Él no conoce ni el pecado ni sus
resultados. 5Las figuras amortajadas que marchan en la procesión
fúnebre no lo hacen en honor de su Creador, Cuya Voluntad es que vivan. 6No
están acatando Su Voluntad, sino oponiéndose a ella.
4. ¿Y qué es ese cuerpo vestido de negro que quieren
enterrar? 2Es un cuerpo que ellos consagraron a la muerte, un
símbolo de corrupción, un sacrificio al pecado, ofrecido a éste para que se
cebe en él y, de este modo, siga viviendo; algo condenado, maldecido por su
hacedor y lamentado por todos los miembros de la procesión fúnebre que se
identifican con él. 3Tú que crees haber sentenciado al Hijo de Dios
a esto eres arrogante. 4Pero tú que quieres liberarlo no
haces sino honrar la Voluntad de su Creador. 5La arrogancia del
pecado, el orgullo de la culpabilidad, el sepulcro de la separación, son todos
parte de tu consagración a la muerte, lo cual aún no has reconocido. 6El
brillo de culpabilidad con el que revestiste al cuerpo no haría sino
destruirlo. 7Pues lo que el ego ama, lo mata por haberle obedecido. 8Pero
no puede matar a lo que no le obedece.
5. Tú tienes otra consagración que puede mantener al
cuerpo incorrupto y en perfectas condiciones mientras sea útil para tu santo
propósito. 2El cuerpo es tan incapaz de morir como de sentir. 3No
hace nada. 4De por sí, no es ni corruptible ni incorruptible. 5No
es nada. 6Es el resultado de una insignificante y descabellada idea
de corrupción que puede ser corregida. 7Pues Dios ha contestado a
esta idea demente con una Suya, una Respuesta que no se ha alejado de Él, y
que, por lo tanto, lleva al Creador a la conciencia de toda mente que haya oído
Su Respuesta y la haya aceptado.
6. A ti que estás dedicado a lo incorruptible se te
ha concedido, mediante tu aceptación, el poder de liberar de la corrupción. 2¿Qué
mejor manera puede haber de enseñarte el primer principio fundamental de un
curso de milagros, que mostrándote que el que parece ser más difícil se puede
lograr primero? 3El cuerpo no puede hacer otra cosa que servir a tu
propósito. 4Tal como lo consideres, eso es lo que te parecerá que
es. 5La muerte, de ser real, supondría la ruptura final y absoluta
de la comunicación, lo cual es el objetivo del ego.
7. Aquellos que tienen miedo de la muerte no ven con
cuánta frecuencia y con cuánta fuerza claman por ella, implorándole que venga
a salvarlos de la comunicación. 2Pues consideran que la muerte es un
refugio: el gran salvador tenebroso que libera de la luz de la verdad, la
respuesta a la Respuesta, lo que acalla la Voz que habla en favor de Dios. 3Sin
embargo, abandonarte a la muerte no pone fin al conflicto. 4Sólo la
Respuesta de Dios es su fin. 5El obstáculo que tu aparente amor por
la muerte supone y que la paz debe superar parece ser muy grande. 6Pues
en él yacen ocultos todos los secretos del ego, todas sus insólitas artimañas,
todas sus ideas enfermizas y extrañas imaginaciones. 7En él radica
la ruptura final de la unión, el triunfo de lo que el ego ha fabricado sobre
la creación de Dios, la victoria de lo que no tiene vida sobre la Vida Misma.
8. Bajo el polvoriento contorno de su mundo distorsionado,
el ego quiere dar sepultura al Hijo de Dios, a quien ordenó asesinar, y en cuya
putrefacción reside la prueba de que Dios Mismo es impotente ante el poderío
del ego e incapaz de proteger la vida que Él creó contra el cruel deseo de
matar del ego. 2Hermano mío, criatura de Dios, esto no es más que un
sueño de muerte. 3No hay funeral, ni altares tenebrosos, ni
mandamientos siniestros, ni distorsionados ritos de condena a los que el cuerpo
te pueda conducir. 4No pidas que se te libere de eso. 5Más
bien, libera al cuerpo de las despiadadas e inexorables órdenes a las que lo
sometiste y perdónalo por lo que tú le ordenaste hacer. 6Al
exaltarlo lo condenaste a morir, pues sólo la muerte podía derrotar a la vida.
7¿Y qué otra cosa, sino la demencia, podría percibir la derrota de
Dios y creer que es real?
9. El miedo a la muerte desaparecerá a medida que la
atracción que ésta ejerce ceda ante la verdadera atracción del amor. 2El
final del pecado, que anida quedamente en la seguridad de tu relación, protegido
por tu unión con tu hermano y listo para convertirse en una poderosa fuerza al
servicio de Dios, está muy cerca. 3El amor protege celosamente los
primeros pasos de la salvación, la resguarda de cualquier pensamiento que la
pudiese atacar y la prepara silenciosamente para cumplir la imponente tarea
para la que se te concedió. 4Los ángeles dan sustento a tu recién
nacido propósito, el Espíritu Santo le da abrigo y Dios Mismo vela por él. 5No
tienes que protegerlo, ya dispones de él. 6Pues es inmortal,
y en él reside el final de la muerte.
10. ¿Qué peligro puede asaltar al que es
completamente inocente? 2¿Qué puede atacar al que está libre de
culpa? 3¿Qué temor podría venir a perturbar la paz de la
impecabilidad * misma? 4Si bien lo que se te ha concedido todavía
se encuentra en su infancia, está en completa comunicación con Dios y contigo.
5En sus diminutas manos se encuentran, perfectamente a salvo, todos
los milagros que has de obrar, y te los ofrece. 6El milagro de la
vida es eterno, y aunque ha nacido en el tiempo, se le da sustento en la
eternidad. 7Contempla a ese tierno infante, al que diste un lugar de
reposo al perdonar a tu hermano, y ve en él la Voluntad de Dios. 8He
aquí el bebé de Belén renacido. 9Y todo aquel que le dé abrigo lo
seguirá, no a la cruz, sino a la resurrección y a la vida.
11. Cuando alguna cosa te parezca ser una fuente de
miedo, cuando una situación te llene de terror y haga que tu cuerpo se
estremezca y se vea cubierto con el frío sudor del miedo, recuerda que siempre
es por la misma razón: el ego ha percibido la situación como un símbolo de
miedo, como un signo de pecado y de muerte. 2Recuerda entonces que
ni el signo ni el símbolo se deben confundir con su fuente, pues deben representar
algo distinto de ellos mismos. 3Su significado no puede residir en
ellos mismos, sino que se debe buscar en aquello que representan. 4Y
así, puede que no signifiquen nada o que lo signifiquen todo, dependiendo de la
verdad o falsedad de la idea que reflejan. 5Cuando te enfrentes con
tal aparente incertidumbre con respecto al significado de algo, no juzgues la
situación. 6Recuerda la santa Presencia de Aquel que se te dio para
que fuese la Fuente del juicio. 7Pon la situación en Sus manos para
que Él la juzgue por ti, y di:
8Te
entrego esto para que lo examines y juzgues por mí.
9No dejes que lo
vea como un signo de pecado y de muerte, ni que lo use para destruir.
10Enséñame
a no hacer de ello un obstáculo para la paz, sino a dejar que Tú lo uses por
mí, para facilitar su llegada.
LECCIÓN 227
Éste es el instante santo de mi liberación.
1. Padre, hoy es el día en que me libero porque
mi voluntad es la Tuya. 2Pensé hacer otra voluntad. 3Sin
embargo, nada de lo que pensé aparte de Ti existe. 4Y
soy libre porque estaba equivocado y las ilusiones que abrigaba no afectaron
en modo alguno mi realidad. 5Ahora renuncio a ellas y las pongo a
los pies de la verdad, a fin de que sean para siempre borradas de mi mente. 6Éste
es el instante santo de mi liberación. 7Padre, sé que mi
voluntades una con la Tuya.
2. Y de esta manera, nos encontramos felizmente de vuelta en el Cielo, del
cual realmente jamás nos ausentamos. 2En este día el Hijo de Dios
abandona sus sueños. 3En este día el Hijo de Dios regresa de nuevo a
su hogar, liberado del pecado y revestido de santidad, habiéndosele restituido
finalmente su mente recta
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