jueves, 9 de agosto de 2012

CURSO DE MILAGROS- DIA 221 capitulo y leccion


IV. Los obstáculos a la paz

1. A medida que la paz comience a extenderse desde lo más pro­fundo de tu ser para abarcar a toda la Filiación y ofrecerle des­canso, se topará con muchos obstáculos. 2Algunos de ellos los tratarás de imponer tú. 3Otros, parecerán provenir de otras par­tes: de tus hermanos, o de diversos aspectos del mundo externo. 4La paz, no obstante, los envolverá dulcemente a todos, exten­diéndose más allá de ellos sin obstrucción alguna. 5La extensión del propósito del Espíritu Santo desde tu relación a otras perso­nas para incluirlas amorosamente dentro de ella, es la manera en que Él armonizará medios y fin. 6La paz que Él ha depositado, muy hondo dentro de ti y tu hermano, se extenderá quedamente a cada aspecto de vuestras vidas, rodeándoos a ambos de radiante felicidad y con la sosegada certeza de que gozáis de absoluta protección. 7Y vosotros llevaréis su mensaje de amor, seguridad y libertad a todo aquel que se acerque a vuestro tem­plo, donde la curación le espera. 8No tendréis que esperar para darle esto, pues le llamaréis y él os responderá, reconociendo en vuestra llamada la Llamada a Dios. 9Y vosotros lo albergaréis y le daréis descanso tal como se os dio a vosotros.

2. Todo esto es lo que harás. 2Para ello, no obstante, la paz que ya mora en lo más profundo de tu ser debe primero expandirse y transponer los obstáculos que situaste ante ella. 3Esto es lo que harás, pues nada que se emprenda con el Espíritu Santo queda inconcluso. 4No puedes estar seguro de nada de lo que ves fuera de ti, pero de esto sí puedes estar seguro: el Espíritu Santo te pide que le ofrezcas un lugar de reposo donde tú puedas descansar en Él. 5Él te contestó, y entró a formar parte de vuestra relación. 6¿No quieres corresponder a Su gracia, y entablar una relación con Él? 7Pues fue Él quien le confirió a tu relación el regalo de la santidad, sin la cual te habría resultado eternamente imposible apreciar a tu hermano.

3. Él sólo te pide que aceptes por Él la gratitud que le debes. 2Y cuando contemplas a tu hermano con infinita benevolencia, lo estás contemplando a Él. 3Pues estás mirando allí donde Él está, y no donde no está. 4No puedes ver al Espíritu Santo, pero puedes ver a tus hermanos correctamente. 5Y la luz en ellos te mostrará todo lo que necesites ver. 6Cuando la paz que mora en ti se haya extendido hasta abarcar a todo el mundo, la función del Espíritu Santo aquí se habrá consumado. 7¿Qué necesidad habrá de ver entonces? 8Cuando Dios Mismo haya dado el paso final, el Espí­ritu Santo reunirá todas las gracias que le hayas dado y toda la gratitud que le hayas ofrecido, y las depositará dulcemente ante Su Creador en el nombre de Su santísimo Hijo. 9Y el Padre las aceptará en Su Nombre. 10¿Qué necesidad hay de ver, en presen­cia de Su gratitud?

A. El primer obstáculo: El deseo de deshacerte de la paz

1. El primer obstáculo que la paz debe salvar es tu deseo de des­hacerte de ella. 2Pues no puede extenderse a menos que la conser­ves. 3Tú eres el centro desde donde ella irradia hacia afuera, para invitar a otros a entrar. 4Tú eres su hogar: su tranquila morada desde donde se extiende serenamente hacia el exterior, aunque sin abandonarte jamás. 5Si la dejases sin hogar, ¿cómo podría entonces morar dentro del Hijo de Dios? 6Si la paz se ha de dise­minar por toda la creación, tiene que empezar contigo, y desde ti extenderse a cada hermano que llame, y llevarle descanso por haberse unido a ti.

2. ¿Por qué querrías dejar a la paz sin hogar? 2¿Qué es lo que crees que tendría que desalojar para poder morar contigo? 3¿Cuál parece ser el costo que tanto te resistes a pagar? 4La pequeña barrera de arena todavía se interpone entre tu hermano y tú. 5¿La reforzarías ahora? 6No se te pide que la abandones sólo para ti. 7Cristo te lo pide para Sí Mismo. 8El quiere llevar paz a todo el mundo, mas ¿cómo lo podría hacer, sino a través de ti? 9¿Dejarías que un pequeño banco de arena, un muro de polvo, una aparente y diminuta barrera se interpusiese entre tus hermanos y la salva­ción? 10Sin embargo, este diminuto residuo de ataque que toda­vía tienes en tanta estima para poder usarlo contra tu hermano, es el primer obstáculo con el que la paz que mora en ti se topa en su expansión. 11Este pequeño muro de odio todavía quiere opo­nerse a la Voluntad de Dios, y mantenerla limitada.

3. El propósito del Espíritu Santo se encuentra en paz dentro de ti. 2Mas aún no estás dispuesto a dejar que se una a ti completa­mente. 3Todavía te opones un poco a la Voluntad de Dios. 4Y esa pequeña oposición es un límite que quieres imponerle a toda ella. 5La Voluntad de Dios es una sola, no muchas. 6No tiene opuestos, pues aparte de ella no hay ninguna otra. 7Lo que todavía quieres conservar detrás de tu pequeña barrera y mantener separado de tu hermano parece ser más poderoso que el universo, pues da la impresión de restringir a éste y a su Creador. 8Y lo que este pequeño muro pretende es nublar el propósito del Cielo y mante­nerlo oculto de él.

4. ¿Rechazarías la salvación que te ofrece el dador de la salvación? 2Pues en eso es en lo que te has convertido. 3De la misma manera en que la paz no podría alejarse de Dios, tampoco podría alejarse de ti. 4No tengas miedo de este pequeño obstáculo, 5pues no puede frenar la Voluntad de Dios. 6La paz fluirá a través de él, y se unirá a ti sin impedimentos. 7No se te puede negar la salvación. 8Es tu meta. 9Aparte de eso no hay nada más que elegir. 10No tie­nes ninguna meta aparte de la de unirte a tu hermano, ni ninguna aparte de aquella que le pediste al Espíritu Santo que compartiese contigo. 11El pequeño muro se derrumbará silenciosamente bajo las alas de la paz. 12Pues la paz enviará a sus mensajeros desde ti a todo el mundo, y las barreras se derrumbarán ante su llegada con la misma facilidad con la que superará aquellas que tú interpon­gas.

5. Vencer al mundo no es más difícil que superar tu pequeño muro. 2Pues en el milagro de tu relación santa -una vez libre de esa barrera- se encuentran todos los milagros. 3No hay grados de dificultad en los milagros, pues todos ellos son lo mismo. 4Cada uno supone una dulce victoria de la atracción del amor sobre la atracción de la culpabilidad. 5¿Cómo no iba a poder lograrse esto dondequiera que se emprendiese? 6La culpabilidad no puede levantar barreras reales contra ello. 7Y todo lo que parece interponerse entre tu hermano y tú tiene que desaparecer por razón de la llamada que contestaste. 8Desde ti que respon­diste, Aquel que te contestó quisiera llamar a otros. 9Su hogar reside en tu relación santa. 10No trates de interponerte entre Él y Su santo propósito, pues es también el tuyo. 11Permítele, en cam­bio, que extienda dulcemente el milagro de vuestra relación a todos los que están incluidos en dicho milagro tal como fue con­cedido.

6. Reina un silencio en el Cielo, una feliz expectativa, un pequeño respiro lleno de júbilo en reconocimiento del final de la jornada. 2Pues el Cielo te conoce bien, tal como tú lo conoces a él. 3Nin­guna ilusión se interpone entre tu hermano y tú ahora. 4No pon­gas tu atención en el pequeño muro de sombras. 5El sol se ha elevado por encima de él. 6¿Cómo iba a poder una sombra impe­dir que vieses el sol? 7De igual modo, las sombras tampoco pue­den ocultar de ti la luz en la que a las ilusiones les llega su fin. 8Todo milagro no es más que el final de una ilusión. 9Tal fue la jornada; tal su final. 10Y en la meta de verdad que aceptaste, a todas las ilusiones les llegará su fin.

7. El insignificante y demente deseo de deshacerte de Aquel que invitaste y expulsarlo, no puede sino generar conflicto. 2A medida que contemplas el mundo, ese insignificante deseo, desarraigado y flotando a la deriva, puede posarse brevemente sobre cualquier cosa, pues ahora no tiene ningún propósito. 3Antes de que el Espí­ritu Santo entrase a morar contigo parecía tener un magno propó­sito: la dedicación fija e inalterable al pecado y a sus resultados. 4Ahora deambula sin rumbo, vagando a la deriva, causando tan sólo mínimas interrupciones en la llamada del amor.

8. Este minúsculo deseo, esta diminuta ilusión, este residuo microscópico de la creencia en el pecado, es todo lo que queda de lo que en un tiempo pareció ser el mundo. 2Ya no es una inexora­ble barrera a la paz. 3Su vano deambular hace que sus resultados parezcan ser más erráticos e impredecibles que antes. 4Sin embargo, ¿qué podría ser más inestable que un sistema ilusorio rígidamente organizado? 5Su aparente estabilidad no es otra cosa que la debilidad que lo envuelve, la cual lo abarca todo. 6La varia­bilidad que el pequeño residuo produce indica simplemente cuán limitados son sus resultados.

9. ¿Cuán poderosa puede ser una diminuta pluma ante las inmen­sas alas de la verdad? 2¿Podría acaso oponerse al vuelo de un águila o impedir el avance del verano? 3¿Podría interferir en los efectos que el sol veraniego produciría sobre un jardín cubierto de nieve? 4Ve con cuánta facilidad se puede levantar y transportar este pequeño vestigio para no volver jamás. 5Despídete de él con alegría, no con pesar, pues de por sí no es nada ni significaba nada cuando la fe que tenías en su protección era mayor. 6¿No preferirías darle la bienvenida al cálido sol veraniego en lugar de poner tu atención en un copo de nieve que está derritiéndose, y tiritar pensando en el frío invernal?

SEGUNDA PARTE

Introducción

1. Las palabras apenas significarán nada ahora. 2Las utilizaremos únicamente como guías de las que no hemos de depender. 3Pues lo único que nos interesa ahora es tener una experiencia directa de la verdad. 4Las lecciones que aún nos quedan por hacer no son más que introducciones a los períodos en que abandonamos el mundo del dolor y nos adentramos en la paz. 5Ahora empezamos a alcanzar el objetivo que este curso ha fijado y a hallar la meta hacia la que nuestras prácticas han estado siempre encaminadas.

2. Lo que nos proponemos ahora es que los ejercicios sean sólo un preámbulo. 2Pues aguardamos con serena expectación a nuestro Dios y Padre. 3Él nos ha prometido que Él Mismo dará el paso final. 4Y nosotros estamos seguros de que Él cumple Sus prome­sas. 5Hemos recorrido un largo trecho, y ahora lo aguardamos a Él. 6Continuaremos pasando un rato con Él cada mañana y cada noche, mientras ello nos haga felices. 7No vamos a considerar el tiempo ahora como una cuestión de duración. 8Dedicaremos tanto tiempo como sea necesario a fin de lograr el objetivo que perse­guimos. 9No nos olvidaremos tampoco de nuestros recordatorios de cada hora, y recurriremos a Dios siempre que nos sintamos tentados de olvidarnos de nuestro objetivo.

3. Durante el resto de los días venideros seguiremos utilizando un pensamiento central para introducir nuestros períodos de descanso y para calmar nuestras mentes, según lo dicte la necesi­dad. 2No obstante, no nos contentaremos únicamente con practi­car los demás instantes santos con los que concluye este año que le hemos dedicado a Dios. 3Diremos más bien algunas palabras sencillas a modo de bienvenida, y luego esperaremos que nues­tro Padre Se revele a Sí Mismo, tal como ha prometido que lo hará. 4Lo hemos invocado y Él ha prometido que Su Hijo recibirá respuesta siempre que invoque Su Nombre.

4. Ahora venimos a Él teniendo únicamente Su Palabra en nues­tras mentes y en nuestros corazones, y esperamos a que Él dé el paso hacia nosotros que nos ha dicho, a través de Su Voz, que no dejaría de dar una vez que lo invitásemos. 2Él no ha dejado solo a Su Hijo en su locura, ni ha traicionado la confianza que éste tiene en Él. 3¿No le ha hecho acaso Su fidelidad acreedor a la invitación que Él espera para hacernos felices? 4Le extenderemos esa invita­ción y Él la aceptará. 5Así es como transcurrirán nuestros momen­tos con Él. 6Expresaremos las palabras de invitación que Su Voz sugiere y luego esperaremos a que Él venga a nosotros.

5. La hora de la profecía ha llegado. 2Ahora es cuando las anti­guas promesas se honran y se cumplen sin excepción. 3No queda ningún paso que el tiempo nos pueda impedir dar. 4Pues ahora no podemos fracasar. 5Siéntate en silencio y aguarda a tu Padre. 6Él ha dispuesto que vendrá una vez que hayas reconocido que tu voluntad es que Él venga. 7Y tú nunca habrías podido llegar tan lejos si no hubieses reconocido, por muy vagamente que fuese, que ésa es tu voluntad.

6. Estoy tan cerca de ti que no podemos fracasar. 2Padre, Te entre­gamos estos santos momentos como muestra de agradecimiento por Aquel que nos enseñó a abandonar el mundo del pesar a cam­bio del que Tú nos diste como sustituto. 3Ahora no miramos hacia atrás. 4Miramos hacia adelante y fijamos la mirada en el final de la jornada. 5Acepta de nuestra parte estas humildes ofren­das de gratitud, mientras contemplamos, a través de la visión de Cristo, un mundo que está más allá del que nosotros construimos y que aceptamos como sustituto total del nuestro.

7. Y ahora aguardamos en silencio, sin miedo y seguros de Tu llegada. 2Hemos procurado encontrar el camino siguiendo al Guía que Tú nos enviaste. 3Desconocíamos el camino, pero Tú no te olvidaste de nosotros. 4Y sabemos que no Te olvidarás de nosotros ahora. 5Sólo pedimos que Tus promesas de antaño se cumplan tal como es Tu Voluntad. 6Al pedir esto, nuestra voluntad dispone lo mismo que la Tuya. 7El Padre y el Hijo, Cuya santa Voluntad creó todo lo que existe, no pueden fracasar en nada. 8Con esta certeza daremos estos últimos pasos que nos llevan a Ti, y descansaremos confiadamente en Tu Amor, el cual jamás defraudará al Hijo que Te llama.

8. Y así damos comienzo a la parte final de este año santo que hemos pasado juntos en busca de la verdad y de Dios, Quien es su único creador. 2Hemos encontrado el camino que Él eligió para que nosotros lo siguiésemos, y decidimos seguirlo tal como Él quiere que hagamos. 3Su Mano nos ha sostenido. 4Sus Pensamien­tos han arrojado luz sobre las tinieblas de nuestras mentes. 5Su Amor nos ha llamado incesantemente desde los orígenes del tiempo.

9. Quisimos privar a Dios del Hijo que Él creó para Sí. 2Quisimos que Dios cambiara y fuera lo que nosotros queríamos hacer de Él. 3Y creímos que nuestros desquiciados deseos eran la verdad. 4Ahora nos alegramos de que todo esto haya desaparecido y de que ya no pensemos que las ilusiones son verdad. 5El recuerdo de Dios despunta en los vastos horizontes de nuestras mentes. 6Un momento más y volverá a surgir. 7Un momento más, y nosotros que somos los Hijos de Dios, nos encontráremos a salvo en nues­tro hogar, donde Él desea que estemos.

10. A la necesidad de practicar casi le ha llegado su fin. 2Pues en esta última etapa llegaremos a entender, que sólo con invocar a Dios, toda tentación desaparece, 3En lugar de palabras, sólo necesitamos sentir Su Amor. 4En lugar de oraciones, sólo necesitamos invocar Su Nombre. 5Y en lugar de juzgar, sólo necesitarnos aquie­tarnos y dejar que todas las cosas sean sanadas. 6Aceptaremos la manera en que el plan de Dios ha de terminar, tal como aceptamos la manera en que comenzó. 7Ahora ya se ha consumado. 8Este año nos ha llevado a la eternidad.

11. Las palabras tendrán todavía cierta utilidad. 2Cada cierto tiempo se incluirán temas de especial relevancia, cuya lectura debe preceder a la de nuestras lecciones diarias y a los períodos de experiencia profunda e inefable que deben seguir a éstas. 3Estos temas especiales deberán repasarse cada día hasta que se te ofrezca el siguiente. 4Debes leerlos lentamente y reflexionar sobre ellos por un rato antes de cada uno de esos santos y benditos instantes del día. 5He aquí el primero de estos temas especiales.

1. ¿Qué es el perdón?

1. El perdón reconoce que lo que pensaste que tu hermano te había hecho en realidad nunca ocurrió. 2El perdón no perdona pecados, otorgándoles así realidad. 3Simplemente ve que no hubo pecado. 4Y desde este punto de vista todos tus pecados quedan perdonados. 5¿Qué es el pecado sino una idea falsa acerca del Hijo de Dios? 6El perdón ve simplemente la falsedad de dicha idea y, por lo tanto, la descarta. 7Lo que entonces queda libre para ocupar su lugar es la Voluntad de Dios.

2. Un pensamiento que no perdona es aquel que emite un juicio que no pone en duda a pesar de que es falso. 2La mente se ha cerrado y no puede liberarse. 3Dicho pensamiento protege la pro­yección, apretando aún más sus cadenas de manera que las dis­torsiones resulten más sutiles y turbias; menos susceptibles de ser puestas en duda y más alejadas de la razón. 4¿Qué puede interponerse entre una proyección fija y el objetivo que ésta ha elegido como su deseada meta?

3. Un pensamiento que no perdona hace muchas cosas. 2Persigue su objetivo frenéticamente, retorciendo y volcando todo aquello que cree que se interpone en su camino. 3Su propósito es distor­sionar, lo cual es también el medio por el que procura alcanzar ese propósito. 4Se dedica con furia a arrasar la realidad, sin ningún miramiento por nada que parezca contradecir su punto de vista.

4. El perdón, en cambio, es tranquilo y sosegado, y no hace nada. 2No ofende ningún aspecto de la realidad ni busca tergiversarla para que adquiera apariencias que a él le gusten. 3Simplemente observa, espera y no juzga. 4El que no perdona se ve obligado a juzgar, pues tiene que justificar el no haber perdonado. 5Pero aquel que ha de perdonarse a sí mismo debe aprender a darle la bienvenida a la verdad exactamente como ésta es.

5. No hagas nada, pues, y deja que el perdón te muestre lo que debes hacer a través de Aquel que es tu Guía, tu Salvador y Pro­tector, Quien, lleno de esperanza, está seguro de que finalmente triunfarás. 2Él ya te ha perdonado, pues ésa es la función que Dios le encomendó. 3Ahora tú debes compartir Su función y per­donar a aquel que Él ha salvado, cuya inocencia Él ve y a quien honra como el Hijo de Dios.

LECCIÓN 221

Que mi mente esté en paz y que todos mis pensamientos se aquieten.

1. Padre, hoy vengo a Ti en busca de la paz que sólo Tú puedes dar. 2 Vengo en silencio. 3Y en la quietud de mi corazón -en lo más recóndito de mi mente- , espero y estoy a la escucha de Tu Voz. 4Padre mío, háblame hoy. 5Vengo a oír Tu Voz en silencio, con certeza y con amor, seguro de que oirás mi llamada y de que me responderás.

2. Y ahora aguardamos silenciosamente. 2Dios está aquí porque esperamos juntos. 3Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. 4Acepta mi confianza, pues es la tuya. 5Nuestras mentes están unidas. 6Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo.

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