10. Alaba, pues, al Padre por la perfecta cordura de
Su santísimo Hijo. 2Tu Padre sabe que no tienes necesidad de nada. 3Esto
es así en el Cielo, pues, ¿qué podrías necesitar en la eternidad? 4En
tu mundo ciertamente tienes necesidad de cosas. 5El mundo en el que
te encuentras en un mundo de escasez porque estás necesitado. 6Sin
embargo, ¿te podrías encontrar a ti mismo en un mundo así? 7Sin el
Espíritu Santo la respuesta sería no. 8Pero debido a Él, la
respuesta es un gozoso sí. 9Por ser el mediador entre los dos
mundos, Él sabe lo que necesitas y lo que no te hará daño. 10El
concepto de posesión es un concepto peligroso si se deja en tus manos. 11El
ego quiere poseer cosas para salvarse, pues poseer es su ley. 12Poseer
por poseer es el credo fundamental del ego y una de las piedras angulares de
los templos que se erige a sí mismo. 13El ego exige que deposites en
su altar todas las cosas que te ordena obtener, y no deja que halles gozo
alguno en ellas.
11. Todo lo que el ego te dice que necesitas te hará
daño. 2Pues si bien el ego te exhorta una y otra vez a que obtengas
todo cuanto puedas, te deja sin nada, pues te exige que le des todo lo que
obtienes. 3Y aun de las mismas manos que lo obtuvieron, será
arrebatado y arrojado al polvo. 4Pues donde el ego ve salvación, ve
también separación, y de esta forma pierdes todo lo que has adquirido en su
nombre. 5No te preguntes a ti mismo, por-lo tanto, qué es
lo que necesitas, pues no lo sabes, y lo que te aconsejes a ti mismo te hará
daño. 6Pues lo que crees necesitar servirá simplemente para
fortificar tu mundo contra la luz y para hacer que no estés dispuesto a
cuestionar el valor que este mundo tiene realmente para ti.
12. Sólo el Espíritu Santo sabe lo que necesitas. 2Pues
Él te proveerá de todas las cosas que no obstaculizan el camino hacia la luz. 3¿Qué
otra cosa podrías necesitar? 4Mientras estés en el tiempo, Él te
proveerá de todo cuanto necesites, y lo renovará siempre que tengas necesidad
de ello. 5No te privará de nada mientras lo necesites. 6Mas
Él sabe que todo cuanto necesitas es temporal, y que sólo durará hasta que
dejes a un lado todas tus necesidades y te des cuenta de que todas ellas han
sido satisfechas. 7El Espíritu Santo no tiene, por lo tanto, ningún
interés en las cosas que te proporciona. aLo único que le interesa
es asegurarse de que no te valgas de ellas para prolongar tu estadía en el
tiempo. 8Sabe que ahí no estás en casa, y no es Su Voluntad que
demores tu jubiloso regreso a tu hogar.
13. Deja, por lo tanto, todas tus necesidades en Sus
manos. 2Él las colmará sin darles ninguna importancia. 3Lo
que Él te provee no conlleva ningún riesgo, pues Él se asegurará de que no
pueda convertirse, en un punto tenebroso, oculto en tu mente y que se conserva
para hacerte daño. 4Bajo Su dirección viajarás ligero de equipaje y
sin contratiempos, pues Él siempre tiene puestas Sus miras en el final de la
jornada, que es Su objetivo. 5El Hijo de Dios no es un
viajero por mundos externos. 6No importa cuán santa pueda volverse su
percepción, ningún mundo externo a él contiene su herencia. 7Dentro
de sí mismo no tiene necesidades de ninguna clase, pues la luz sólo necesita
brillar en paz para dejar que desde sí misma sus rayos se extiendan quedamente
hasta el infinito.
14. Siempre que te sientas tentado de emprender un
viaje inútil que no haría sino alejarte de la luz, recuerda lo que realmente
quieres, y di:
2El Espíritu.
Santo me conduce hasta Cristo, pues, ¿a qué otro sitio querría ir?
3¿Qué
otra necesidad tengo, salvo la de despertar en Él?
15. Síguele luego lleno de júbilo, confiando en que
Él te conducirá a salvo a través de todos los peligros que este mundo pueda presentar
ante ti para alterar tu paz mental. 2No te postres ante los altares
del sacrificio, ni busques lo que sin duda perderías. 3Conténtate
con lo que, sin duda también, has de conservar, y no pierdas la calma, pues el
viaje que estás emprendiendo hacia la paz de Dios, en cuya quietud Él quiere
que estés, es un viaje sereno.
16. En mí ya has superado cualquier tentación que
pudiera demorarte. 2Juntos recorremos la senda que conduce a la
quietud, que es el regalo de Dios. 3Tenme en gran estima, pues, ¿qué
otra cosa puedes necesitar, sino a tus hermanos? 4Te devolveremos la
paz mental que juntos tenemos que encontrar. 5El Espíritu Santo te
enseñará cómo despertar a lo que nosotros somos y a lo que tú eres. 6Ésta
es la única necesidad real que hay que satisfacer en el tiempo. 7Salvarse
del mundo consiste sólo en eso. 8Mi paz te doy. 9Acéptala
de mí en gozoso intercambio por todo lo que el mundo te ha ofrecido para luego
arrebatártelo. 10Y la extenderemos como un manto de luz sobre la
triste faz del mundo, en el que ocultaremos a nuestros hermanos del mundo, y a
éste de ellos.
17. Solos no podemos cantar el himno redentor. 2Mi
tarea no habrá concluido hasta que haya elevado todas las voces junto con la
mía. 3Sin embargo, no es propiamente mía, pues así como ella es el
regalo que yo te hago, fue asimismo el regalo que el Padre me hizo a mí a
través de Su Espíritu. 4Su sonido desvanecerá toda aflicción de la
mente del santísimo Hijo de Dios, donde la aflicción no puede morar. 5En
el tiempo, la curación es necesaria, pues el júbilo no puede establecer su
eterno reino allí donde mora la aflicción. 6Tú no moras aquí, sino
en la eternidad. 7Eres un viajero únicamente en sueños, mientras
permaneces a salvo en tu hogar. 8Dale las gracias a cada parte de ti
a la que hayas enseñado a que te recuerde. 9Así es como el Hijo de
Dios le da las gracias a su Padre por su pureza.
LECCIÓN 142
Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.
(123)
Gracias Padre por los regalos que me has
concedido.
(124)
Que no me olvide de que soy uno con Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario