X. Tu liberación de la culpabilidad
1. Estás acostumbrado a la noción de que la mente
puede ver la fuente del dolor donde ésta no está. 2El dudoso
servicio de tal desplazamiento es ocultar la verdadera fuente de la
culpabilidad y mantener fuera de tu conciencia la percepción plena del que
dicha noción es demente. 3El desplazamiento siempre se perpetúa
mediante la ilusión de que la fuente de la culpabilidad, de la cual se desvía
la atención, tiene que ser verdad, y no puede sino ser temible, o, de lo
contrario, no habrías desplazado la culpabilidad hacia lo que creíste que era
menos temible. 4Estás dispuesto, por consiguiente, a mirar a toda clase
de "fuentes", siempre y cuando no sea la fuente que yace más adentro
con la que no guardan relación alguna.
2. Las .ideas dementes no guardan ninguna relación
real, pues por eso es por lo que son dementes. 2Ninguna relación
real puede estar basada en la culpabilidad ni contener una sola mancha de
culpabilidad que mancille su pureza. 3Pues todas las relaciones en
las que la culpabilidad ha dejado impresa su huella se usan únicamente para
evitar a la persona y evadir la culpabilidad. 4¡Qué relaciones tan
extrañas has entablado para apoyar este extraño propósito! 5Y te
olvidaste de que las relaciones reales son santas, y de que no te puedes valer
de ellas en absoluto. 6Son para el uso exclusivo del Espíritu Santo,
y esto es lo que hace que sean puras. 7Si descargas tu culpabilidad
sobre ellas, el Espíritu Santo no puede entonces usarlas. 8Pues al
apropiarte para tus propios fines de lo que deberías haberle entregado a Él, Él
no podrá valerse de ello para liberarte. 9Nadie que en cualquier
forma que sea quiera unirse a otro para salvarse él solo, hallará la salvación
en esa extraña relación. 10No es una relación que se comparta, y,
por consiguiente, no es real.
3. En cualquier unión con un hermano en la que
procures descargar tu culpabilidad sobre él, compartirla con él o percibir su
culpabilidad, te sentirás culpable. 2No hallarás tampoco
satisfacción ni paz con él porque tu unión con él no es real. 3Verás
culpabilidad en esa relación porque tú mismo la sembraste en ella. 4Es
inevitable que quienes experimentan culpabilidad traten de desplazarla, pues
creen en ella. 5Sin embargo, aunque sufren, no buscan la causa de su
sufrimiento dentro de sí mismos para así poder abandonarla. 6No
pueden saber que aman, ni pueden entender lo que es amar. 7Su mayor
preocupación es percibir la fuente de la culpabilidad fuera de sí mismos, más
allá de su propio control.
4. Cuando mantienes que eres culpable, pero que la
fuente de tu culpabilidad reside en el pasado, no estás mirando en tu interior.
2El pasado no se encuentra en ti. 3Las extrañas
ideas que asocias con él no tienen sentido en el presente. 4Dejas,
no obstante, que se interpongan entre tú y tus hermanos, con quienes no
entablas verdaderas relaciones en absoluto. 5¿Cómo puedes esperar
valerte de tus hermanos como un medio para solventar el pasado y al mismo
tiempo verlos tal como realmente son?. 6Aquellos que se valen de sus
hermanos para resolver problemas que no existen no pueden encontrar la
salvación. 7No la quisiste en el pasado. 8¿Cómo puedes
esperar encontrarla ahora si impones tus vanos deseos en el presente?
5. Resuélvete, por consiguiente, a dejar de ser como
has sido. 2No te valgas de ninguna relación para aferrarte al
pasado, sino que vuelve a nacer cada día con cada una de ellas. 3Un
minuto, o incluso menos, será suficiente para que te liberes del pasado y le
entregues tu mente a la Expiación en paz. 4Cuando les puedas dar la
bienvenida a todos, tal como quisieras que tu Padre te la diese a ti, dejarás
de ver culpabilidad en ti mismo. 5Pues habrás aceptado la Expiación,
la cual seguía refulgiendo en tu interior mientras soñabas con la culpabilidad,
si bien no la veías porque no buscabas dentro de ti.
6. Mientras de algún modo creas que está justificado
considerar a otro culpable, independientemente de lo que haya hecho, no buscarás
dentro de ti, donde siempre encontrarías la Expiación. 2A la
culpabilidad no le llegará su fin mientras creas que está justificada. 3Tienes
que aprender, por lo tanto, que la culpabilidad es siempre demente y que no
tiene razón de ser. 4El propósito del Espíritu Santo no es
desvanecer la realidad. 5Si la culpabilidad fuese real, la Expiación
no existiría. 6El propósito de la Expiación es desvanecer las
ilusiones, no considerarlas reales y luego perdonarlas.
7. El Espíritu Santo no conserva ilusiones en tu
mente a fin de atemorizarte, ni te las enseña con miedo para mostrarte de lo
que te ha salvado. 2Eso de lo que te ha salvado ha desaparecido. 3No
le otorgues realidad a la culpabilidad ni veas razón alguna que la justifique. 4El
Espíritu Santo hace lo que Dios quiere que haga, y eso es lo que siempre ha
hecho. 5Ha visto la separación, pero sólo conoce la unión. 6Enseña
a sanar, pero sabe también lo que es la creación. 7El Espíritu Santo
quiere que veas y enseñes tal como Él lo hace, y a través de Él. 8No
obstante, lo que Él sabe tú lo desconoces aunque es tuyo.
8. Ahora se te concede poder sanar y enseñar, para
dar lugar a lo que algún día será ahora, 2pero que de momento aún no
lo es. 3El Hijo de Dios cree estar perdido en la culpabilidad, solo
en un mundo tenebroso donde el dolor le acosa por todas partes desde el
exterior. 4Cuando haya .mirado en su interior y haya visto la
radiante luz que allí se encuentra, recordará cuánto lo ama su Padre. 5Y
le parecerá increíble que jamás hubiese podido pensar que su Padre
no le amaba y que lo condenaba. 6En el momento en que te des cuenta
de que la culpabilidad es una locura totalmente injustificada y sin ninguna
razón de ser, no tendrás miedo de contemplar la Expiación y de aceptarla totalmente.
9. Tú que has sido despiadado contigo mismo, no
recuerdas el Amor de tu Padre. 2Y al contemplar a tus hermanos sin
piedad, no recuerdas cuánto Lo amas. 3Tu amor por Él, no obstante,
es por siempre verdadero. 4La perfecta pureza en la que fuiste creado
se encuentra dentro de ti en paz radiante. 5No temas mirar a la
excelsa verdad que mora en ti. 6Mira a través de la nube de culpabilidad
que empaña tu visión, más allá de la oscuridad, hasta el santo lugar donde
verás la luz. 7El altar de tu Padre es tan puro como Aquel que lo
elevó hasta Sí Mismo. 8 Nada puede impedir que veas lo que Cristo
quiere que veas. 9Su Voluntad es como la de Su Padre, y Él es
misericordioso con todas las criaturas de Dios, tal como quisiera que tú lo fueses.
10. Libera a otros de la culpabilidad tal como tú
quisieras ser liberado. 2Ésa es la única manera de mirar en tu
interior y ver la luz del amor refulgiendo con la misma constancia y certeza
con la que Dios Mismo ha amado siempre a Su Hijo. 3Y con la que Su
Hijo lo ama a Él. 4En el amor no hay cabida para el miedo, pues el
amor es inocente. 5No hay razón alguna para que tú, que siempre has
amado a tu Padre, tengas miedo de mirar en tu interior y ver tu santidad. 6Tú
no puedes ser como has creído ser. 7Tu culpabilidad no tiene razón
de ser porque no está en la Mente de Dios, donde tú estás. 8Y ésta es
la sensatez que el Espíritu Santo quiere restituirte. 9Él sólo
desea desvanecer tus ilusiones. 10Pero quiere que veas todo lo
demás. 11Y en la visión de Cristo te mostrará la perfecta pureza que
se encuentra por siempre dentro del Hijo de Dios.
11. No puedes entablar ninguna relación real con
ninguno de los Hijos de Dios a menos que los ames a todos, y que los ames por
igual. 2El amor no hace excepciones. 3Si otorgas tu amor
a una sola parte de la Filiación exclusivamente, estarás sembrando culpabilidad
en todas tus relaciones y haciendo que sean irreales. 4Sólo puedes
amar tal como Dios ama. 5No intentes amar de forma diferente de como
Él lo hace, pues no hay amor aparte del Suyo. 6Hasta que no
reconozcas que esto es verdad, no tendrás idea de lo que es el amor. 7Nadie
que condena a un hermano puede considerarse inocente o que mora en la paz de
Dios. 8Si es inocente y está en paz, pero no lo ve, se está engañando,
y ello significa que no se ha contemplado a sí mismo. 9A él le digo:
10Contempla
al Hijo de Dios, observa su pureza y permanece muy quedo. 11Contempla
serenamente su santidad, y dale gracias a su Padre por el hecho de que la
culpabilidad jamás haya dejado huella alguna en él.
12. Ni una sola de las ilusiones que has albergado
contra él ha mancillado en forma alguna su inocencia: 2Su radiante
pureza, que no se ve afectada en modo alguno por la culpabilidad y es
completamente amorosa, brilla dentro de ti. 3Contemplémosle juntos y
amémosle, 4pues en tu amor por él radica tu inocencia. 5Y
sólo con que te contemples a ti mismo, la alegría y el aprecio que sentirás por
lo que veas erradicará la culpabilidad para siempre. 6Gracias,
Padre, por la pureza de Tu santísimo Hijo, a quien creaste libre de toda culpa
para siempre.
13. Al igual que tú, yo deposito mi fe y mi creencia
en lo que tengo en gran estima. 2La diferencia es que yo amo solamente
lo que Dios ama conmigo, y por esa razón el valor que te otorgo transciende
el valor que tú te has atribuido a ti mismo, y es incluso igual que el valor
que Dios Mismo te otorgó. 3Amo todo lo que Él creó y le ofrezco toda
mi fe y todo el poder de mi creencia. 4Mi fe en ti es tan
inquebrantable como el amor que le profeso a mi Padre. 5Mi confianza
en ti es ilimitada, y está desprovista del temor de que tú no me oigas. 6Doy
gracias al Padre por tu hermosura, y por los muchos dones que me permitirás
ofrecerle al Reino en honor de su plenitud, que es la de Dios.
14. Alabado seas tú que haces que el Padre sea uno
con Su Propio Hijo. 2Por separado, no somos nada, pero unidos,
brillamos con un fulgor tan intenso que ninguno de nosotros por sí solo podría
ni siquiera concebir. 3Ante el glorioso esplendor del Reino la culpabilidad
se desvanece, y habiéndose transformado en bondad ya nunca volverá a ser lo que
antes fue. 4Cada reacción que experimentes estará tan purificada
que será digna de ser ofrecida como un himno de alabanza a tu Padre. 5Ve
en lo que Él ha creado únicamente una alabanza a Él, pues Él nunca cesará de
alabarte a ti. 6Nos hallamos unidos en esta alabanza ante las
puertas del Cielo donde sin duda habremos de entrar debido a nuestra inocencia.
7Dios te ama. 8¿Cómo iba a poder yo, entonces, no tener
fe en ti y amarlo a Él perfectamente?
LECCIÓN 147
Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.
(133)
No le daré ningún valor a lo que no lo tiene.
(134)
Permítaseme poder percibir el perdón tal como
es.
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