VIII. El santo lugar de encuentro
1. Has escondido en las tinieblas, la gloria que
Dios te dio, así como el poder con que Él dotó a Su inocente Hijo. 2Todo
ello yace oculto en cada rincón tenebroso, envuelto en culpabilidad y en la
oscura negación de la inocencia. 3Detrás de las sombrías puertas que
has cerrado no hay nada porque no hay nada que pueda opacar el regalo de Dios. 4El
que las hayas cerrado es lo que te impide reconocer el poder de Dios que
refulge en ti. 5No destierres el poder de tu mente, sino permite
que todo lo que oculta tu gloria sea llevado ante el juicio del Espíritu Santo
para que allí quede disuelto. 6Todo aquel a quien Él quiere salvar
para la gloria es salvado para ella. 7El le prometió al Padre que tú
serías liberado de la pequeñez y llevado a la gloria a través Suyo. 8Él
es completamente fiel a lo que le prometió a Dios, pues comparte con Él la
promesa que se le dio para que la compartiese contigo.
2. Él aún la comparte, para tu beneficio. 2Cualquier
otra cosa que te prometa algo diferente, sea grande o pequeño, de mucho o poco
valor, Él lo reemplazará con la única promesa que se le dio para que la
depositara sobre el altar a tu Padre y a Su Hijo. 3No hay ningún
altar a Dios que no incluya a Su Hijo. 4Y cualquier cosa que se
lleve ante dicho altar que no sea igualmente digna de Ambos, será reemplazada
por regalos que sean completamente aceptables tanto para el Padre como para el
Hijo. 5¿Puedes acaso ofrecerle culpabilidad a Dios? 6No
puedes, entonces, ofrecérsela a Su Hijo. 7Pues Ellos no están
separados, y los regalos que se le hacen a uno, se le hacen al otro. 8No
conoces a Dios porque desconoces esto. 9Y, sin embargo, conoces a
Dios y también sabes esto. 10Todo ello se encuentra a salvo dentro
de ti, allí donde refulge el Espíritu Santo. 11Y Él no refulge donde
hay división, sino en el lugar de encuentro donde Dios, unido a Su Hijo le
habla a Su Hijo a través de Él. 12La comunicación entre lo que no
puede ser divido no puede cesar. 13En ti y en el Espíritu Santo
reside el santo lugar de encuentro del Padre y del Hijo, Quienes jamás han
estado separados. 14Ahí no es posible ninguna clase de interferencia
en la comunicación que Dios Mismo ha dispuesto tener con Su Hijo. 15El
amor fluye constantemente entre Padre e Hijo sin interrupciones ni hiatos tal
como Ambos disponen que sea. 16Y por lo tanto, así es.
3. No dejes que tu mente vague por corredores
sombríos, lejos del centro de la luz. 2Tú y tu hermano podéis elegir
extraviaros, pero sólo os podéis volver a unir a través del Guía que se os ha
proporcionado. 3Él te conducirá sin duda alguna allí donde Dios y Su
Hijo esperan tu reconocimiento de Ellos. 4Ellos están unidos en el
propósito de darte el regalo de unidad ante el cual toda separación desaparece.
5Únete a lo que eres. 6No puedes unirte a nada, excepto a
la realidad. 7La gloria de Dios y de Su Hijo es ciertamente tuya. 8Ellos
no tienen opuesto, y no hay nada más que puedas otorgarte a ti mismo.
4. No existe substituto para la verdad. 2Y
la verdad hará que esto resulte evidente para ti a medida que se te conduzca al
lugar donde has de encontrarte con ella. 3Y se te conducirá allí
mediante una dulce comprensión que no te puede conducir a ninguna otra parte. 4Donde
Dios está, allí estás tú. 5Ésa es la verdad. 6Nada puede
convertir el conocimiento que Dios te dio en falta de conocimiento. 7Todo
lo que Dios creó conoce a su Creador. 8Pues así es como el Creador y
Sus creaciones crean la creación. 9En el santo lugar de encuentro el
Padre y Sus creaciones están unidos, y junto con ellos lo están también las
creaciones de Su Hijo. 10Hay un solo eslabón que los une a todos y
los mantiene en la unidad desde la cual tiene lugar la creación.
5. El eslabón a través del que el Padre se une a
quienes Él da el poder de crear jamás puede ser destruido. 2El Cielo
en sí es la unión de toda la creación consigo misma, y con su único Creador. 3Y
el Cielo sigue siendo lo que la Voluntad de Dios dispone para ti. 4No
deposites ninguna otra ofrenda sobre tus altares, pues no hay nada que pueda
coexistir con el Cielo. 5Ahí tus insignificantes ofrendas se
depositan junto al regalo de Dios, y sólo lo que es digno del Padre es aceptado
por el Hijo, a quien va destinado. 6A quien Dios se da a Sí Mismo,
Dios se ha dado. 7Tus insignificantes ofrendas desaparecerán del
altar donde Él ha depositado la Suya Propia.
IX. El reflejo de la santidad
1. La Expiación no te hace santo. 2Fuiste
creado santo. 3La Expiación lleva simplemente lo que no es santo
ante la santidad, o, en otras palabras, lo que inventaste ante lo que eres. 4Llevar
ilusiones ante la verdad, o el ego ante Dios, es la única función del Espíritu
Santo. 5No trates de ocultarle al Padre lo que has hecho, pues
ocultarlo te ha costado no conocerte a ti mismo ni conocer a Dios. 6El
conocimiento está a salvo, mas ¿qué seguridad tienes aparte de él? 7La
invención del tiempo para que ocupase el lugar de lo eterno se basó en tu
decisión de no ser como eres. 8De esta manera, la verdad pasó a ser
el pasado, y el presente se consagró a las ilusiones. 9El pasado fue
alterado también y se interpuso entre lo que siempre ha sido y el ahora. 10El
pasado que tú recuerdas jamás tuvo lugar, y no representa sino la
negación de lo que siempre ha sido.
2. Llevar el ego ante Dios no es sino llevar el
error ante la verdad, donde queda corregido por ser lo opuesto a aquello con lo
que se encuentra. 2Allí queda disuelto porque la contradicción no
puede seguir en pie. 3¿Por cuánto tiempo puede seguir en pie la
contradicción una vez que se ha expuesto su absoluta imposibilidad? 4Lo
que desaparece en la luz no es atacado. 5Simplemente desaparece
porque no es verdad. 6La idea de que hay diferentes realidades no
tiene sentido, pues la realidad es una sola. 7La realidad no cambia
con el tiempo, el estado de ánimo la ocasión. 8Su naturaleza
inmutable es lo que hace que sea real. 9Esto no se puede deshacer. 10El
proceso de des-hacimiento sólo es aplicable a la irrealidad. 11Y eso
es lo que la realidad hará por ti.
3. La verdad, simplemente por ser lo que es te
libera de todo lo que no es verdad. 2La Expiación es tan dulce que
basta con que la llames con un leve susurro para que todo su poder acuda en tu
ayuda y te preste apoyo. 3Con Dios a tu lado no puedes ser débil. 4Pero
sin Él no eres nada. 5La Expiación te ofrece a Dios. 6El
regalo que rechazaste Él lo conserva en ti. 7El Espíritu Santo lo
salvaguarda ahí para ti. 8Dios no ha abandonado Su altar, aunque Sus
devotos hayan entronado a otros dioses en él. 9El templo sigue
siendo santo, pues la Presencia que mora dentro de él es la santidad.
4. La santidad espera serenamente en el templo el
regreso de aquellos que la aman. 2La Presencia sabe que ellos
retornarán a la pureza y a la gracia. 3La misericordia de Dios los
admitirá con gran ternura, desvaneciendo toda sensación de dolor y pérdida con
la garantía inmortal del Amor de su Padre. 4Allí el miedo a la
muerte será reemplazado por la alegría de vivir, 5pues Dios es Vida,
y ellos moran en la Vida.. 6La Vida es tan santa como la Santidad
mediante la que fue creada. 7La Presencia de la santidad vive en
todo lo que vive, pues la santidad creó la vida y no puede abandonar lo que
creó tan santo como ella misma.
5. En este mundo puedes convertirte en un espejo
inmaculado en el que la santidad de tu Creador se refleje desde ti hacia todo
lo que te rodea. 2Puedes ser el reflejo del Cielo aquí. 3Pero
el espejo que desee reflejar a Dios no puede albergar imágenes de otros dioses
que lo empañen. 4La tierra puede reflejar el Cielo o el infierno, a
Dios o al ego. 5Lo único que necesitas hacer es mantener el espejo
limpio y libre de toda imagen en la que se oculta la oscuridad que jamás hayas
superpuesto sobre él. 6Dios brillará en él por Su cuenta. 7Sólo
el claro reflejo de Dios puede ser percibido en dicho espejo.
6. Los reflejos se ven en la luz. 2En las
tinieblas es difícil verlos, y su significado parece encontrarse
únicamente en interpretaciones cambiantes en lugar de en sí mismos. 3El
reflejo de Dios no necesita interpretación. 4Es claro. 5Limpia
el espejo, y no habrá nadie que no pueda entender el mensaje que refulge desde
él para que todos lo vean. 6Ese mensaje es el que el Espíritu Santo
pone frente al espejo que se encuentra en todos. 7Todos lo reconocen
porque se les ha enseñado que tienen necesidad de él, pero no saben dónde
buscar para encontrarlo. 8Deja, por lo tanto, que lo vean en ti y
que lo compartan contigo.
7. Si pudieses darte cuenta, aunque sólo fuese por
un instante, del poder curativo que el reflejo de Dios que brilla en ti puede
brindar a todo el mundo, apenas podrías esperar a limpiar el espejo de tu mente
a fin de que pudiese recibir la imagen de santidad que sana al mundo. 2La
imagen de santidad que refulge en tu mente no se encuentra oculta ni jamás
podrá cambiar. 3Su significado le resulta evidente a todo aquel que
la contempla, pues todos la perciben de la misma manera. 4Todos
llevan sus diferentes problemas ante su luz sanadora y allí todos quedan
resueltos.
8. La respuesta de la santidad a cualquier forma de
error es siempre la misma. 2No hay contradicción en lo que la
santidad suscita. 3Sea cual fuere lo que se lleve ante ella su
única respuesta es la curación. 4Aquellos que han aprendido a
ofrecer únicamente curación, están por fin listos para alcanzar el Cielo debido
a la santidad que se refleja en. ellos. 5En el Cielo la santidad no
es un reflejo, sino la verdadera condición de lo que aquí no era más que un
reflejo en ellos. 6Dios no es una imagen, y Sus creaciones en
cuanto que parte de Él, lo contienen a Él dentro de ellas mismas. 7Ellas
no reflejan simplemente la verdad, sino que son la verdad.
LECCIÓN 161
Dame tu bendición, santo Hijo de Dios.
1. Hoy vamos a practicar de manera
diferente, y a pronunciarnos en contra de nuestra ira de modo que nuestros
temores puedan desaparecer y darle cabida al amor. 2He aquí la
salvación, en las simples palabras con las que practicamos la idea de hoy. 3He
aquí la respuesta a toda tentación, pues jamás puede dejar de darle la
bienvenida al Cristo allí donde antes imperaban la ira y el miedo. 4Aquí
se consuma la Expiación, el mundo se transpone sin riesgo alguno y el Cielo
queda restaurado. 5He aquí la respuesta que te da la Voz que habla
por Dios.
2. La condición natural de la mente
es una de abstracción total. 2Mas una parte de ella se ha vuelto
antinatural. 3No ve todo como si fuese uno solo, 4sino
que ve únicamente fragmentos del todo, pues sólo de esa manera puede forjar el
mundo parcial que tú ves. 5El propósito de la vista es mostrarte
aquello que deseas ver. 6Todo lo que oyes le trae a la mente
únicamente los sonidos que ésta desea oír.
3. Así fue como surgió lo concreto.
2Y ahora son las cosas concretas las que tenemos que usar en
nuestras prácticas. 3Se las entregamos al Espíritu Santo, de manera
que Él las pueda utilizar para un propósito diferente del que nosotros les
conferimos. 4Él sólo se puede valer, para instruirnos, de lo que
nosotros hicimos, pero desde una perspectiva diferente, a fin de que podamos
ver otro propósito en todo.
4.
Un hermano es todos los hermanos. 2Y en
cada mente se encuentran todas las mentes, pues todas las mentes son una. 3Ésta
es la verdad. 4No obstante, ¿aclaran estos pensamientos el significado
de la creación? 5¿Te brindan estas palabras perfecta claridad? 6¿Qué
parecen ser sino sonidos huecos; bellos tal vez, correctos en el sentimiento
que expresan aunque fundamentalmente incomprendidos e incomprensibles? 7La
mente que se enseñó a sí misma a pensar de manera concreta ya no puede
aprehender la abstracción en el sentido del abarcamiento total que ésta
representa. 8Necesitamos poder ver un poco para poder aprender
mucho.
5.
Nos parece que es el cuerpo el que coarta
nuestra libertad, el que nos hace sufrir y el que finalmente acaba con nuestras
vidas. 2Sin embargo, los cuerpos no son sino símbolos de una forma
específica de miedo. 3El miedo desprovisto de símbolos no suscita
respuesta alguna, pues los símbolos pueden representar lo que no tiene sentido.
4El
amor, al ser verdad, no tiene necesidad de
símbolos. 5Pero el miedo, al ser falso, se
aferra a lo concreto.
6.
Los cuerpos atacan; las mentes no. 2Este
pensamiento nos hace pensar sin duda en el texto, en el que se subraya con
frecuencia. 3Ésta es la razón por la que los cuerpos se convierten
tan fácilmente en símbolos del miedo. 4Se te ha instado en innumerables ocasiones a que mires más allá del cuerpo, pues
lo que éste ve es el símbolo del "enemigo" del amor que la visión de
Cristo no ve. 5El cuerpo es el blanco del ataque, ya que nadie piensa que lo que odia sea una mente. 6Sin embargo,
¿qué otra cosa sino la mente le ordena al cuerpo a que ataque? 7¿Qué
otra cosa podría ser la sede del miedo sino lo que piensa en el miedo?
7.
El odio es algo concreto. 2Tiene que
tener un blanco. 3Tiene que percibir un enemigo de tal forma que
éste se pueda tocar, ver, oír y finalmente matar. 4Cuando el odio se
posa sobre algo, exige su muerte tan inequívocamente como la Voz de Dios
proclama que la muerte no existe. 5El miedo es insaciable y consume
todo cuanto sus ojos contemplan, y al verse a sí mismo en todo, se siente
impulsado a volverse contra sí mismo y destruirse.
8.
Quien ve a un hermano como un cuerpo lo está viendo como el símbolo del miedo. 2Y lo
atacará, pues lo que contempla es su propio miedo proyectado fuera de sí mismo,
listo para atacar, y pidiendo a gritos volver a unirse a él otra vez: 3No subestimes la intensidad de la furia que puede producir el miedo
que ha sido proyectado. 4Chilla de rabia y da zarpazos en
el aire deseando frenéticamente echarle mano a
su hacedor y devorarlo.
9. Esto es lo que contemplan los
ojos del cuerpo en uno que el Cielo tiene en gran estima, los ángeles aman y
Dios creó perfecto. 2Ésta es su realidad. 3Y en la visión
de Cristo su hermosura se ve reflejada de una manera tan santa y tan bella que
apenas podrías contener el impulso de arrodillarte a sus pies. 4Mas
en lugar de ello tomarás su mano, pues tú eres semejante a él en la visión que
lo ve así. 5El ataque que lanzas contra él es lo que es tu enemigo,
pues te impide percibir que en sus manos está tu salvación. 6Pídele
únicamente eso y él te la dará. 7No le pidas que sea el símbolo de
tu miedo. 8¿Pedirías acaso que el amor se destruyese a si a mismo? 9¿O
preferirías que te fuese revelado y que te liberase?
10. Hoy vamos a practicar de una
manera que ya hemos intentado antes. 2Ya estás más preparado, y hoy
te acercarás más a la visión de Cristo. 3Si
te propones alcanzarla, hoy lo lograrás. 4Y una vez que la hayas alcanzado, no estarás
dispuesto a aceptar los testigos que convocan los ojos del cuerpo. 5Lo
que verás te traerá con su cántico el recuerdo de melodías ancestrales. 6El
Cielo no se ha olvidado de ti. 7¿No te gustaría acordarte de él?.
11. Selecciona a un hermano para que sea el símbolo de
los demás y pídele la salvación. 2Visualízalo primero tan claramente
como puedas, de la misma manera en que estás acostumbrado a verlo. 3Observa
su rostro, sus manos, sus pies, su ropa. 4Obsérvalo sonreír, y ve
los gestos que le has visto hacer tan a menudo que ya te resultan
familiares. 5Luego piensa en esto: lo que estás viendo ahora te
impide ver a aquel que te puede perdonar todos tus pecados, arrancar con sus
sagradas manos los clavos que atraviesan las tuyas y quitar de tu
ensangrentada frente la corona de espinas que tú mismo te pusiste. 6Pídele
lo siguiente para que él pueda liberarte:
7Dame tu bendición,
santo Hijo de Dios.
8Quiero contemplarte
con los ojos de Cristo, y ver en ti mi perfecta impecabilidad.
12. Y Aquel a Quien has invocado te responderá. 2Pues oirá en ti
la Voz que habla por Dios y te responderá con la tuya. 3Contempla
ahora a aquel que tan sólo habías visto como carne y hueso, y reconoce que
Cristo ha venido a ti. 4La idea de hoy es la manera de escaparte del
miedo y de la ira. 5Cerciórate de repetirla inmediatamente en caso
de sentir la tentación de atacar a un hermano y de percibir en él el símbolo de
tu miedo. 6Y lo verás cambiar súbitamente de enemigo a salvador; de
demonio al Cristo.
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