III. La pequeñez en contraposición a la grandeza
1. No te contentes con la pequeñez. 2Pero
asegúrate de que entiendes lo que es, así como también la razón por la que
jamás podrías sentirte satisfecho con ella. 3La pequeñez es la
ofrenda que te haces a ti mismo. 4La ofreces y la aceptas en lugar
de la grandeza. 5En este mundo no hay nada que tenga valor porque es
un mundo que procede de la pequeñez, de acuerdo con la extraña creencia de que
la pequeñez puede satisfacerte. 6Cuando te lanzas en pos de
cualquier cosa en este mundo creyendo que te ha de brindar paz, estás
empequeñeciéndote y cegándote a la gloria. 7La pequeñez y la gloria
son las únicas alternativas de que dispones para dedicarles todos tus esfuerzos
y toda tu vigilancia. 8Y siempre elegirás una a expensas de la otra.
2. Sin embargo, de lo que no te das cuenta cada vez
que eliges, es de que tu elección es tu evaluación de ti mismo. 2Opta
por la pequeñez y no tendrás paz, pues habrás juzgado que eres indigno de ella.
3Y cualquier cosa que ofrezcas como substituto será un regalo de tan
poco valor que te dejará insatisfecho. 4Es esencial que aceptes el
hecho -y que lo aceptes gustosamente- de que ninguna clase de pequeñez podrá
jamás satisfacerte. 5Eres libre de probar cuantas quieras, pero lo
único que estarás haciendo es demorar tu retorno al hogar. 6Pues
sólo en la grandeza, que es tu hogar, podrás sentirte satisfecho.
3. Tienes una gran responsabilidad para contigo
mismo, y es una responsabilidad que tienes que aprender a recordar en todo
momento. 2Al principio, la lección tal vez te parezca difícil, pero
aprenderás a amarla cuando te des cuenta de que es verdad y de que no es más
que un tributo a tu poder. 3Tú que has encontrado la pequeñez que
buscabas, recuerda esto: cada decisión que tomas procede de lo que crees ser, y
representa el valor que te atribuyes a ti mismo. 4Si crees que lo
que no tiene valor puede satisfacerte, no podrás sentirte satisfecho, pues te
habrás limitado a ti mismo. 5Tu función no es insignificante, y sólo
podrás escaparte de la pequeñez hallando tu función y desempeñándola.
4. No hay duda acerca de cuál es tu función, pues el
Espíritu Santo sabe cuál es. 2No hay duda acerca de la grandeza de
esa función, pues te llega a través de Él desde la Grandeza. 3No
tienes que esforzarte por alcanzarla, puesto que ya dispones de ella. 4Mas
debes canalizar todos tus esfuerzos contra la pequeñez, pues para proteger tu
grandeza en este mundo es preciso mantenerse alerta. 5Mantenerse
continuamente consciente de la propia grandeza en un mundo en el que reina la
pequeñez es una tarea que los que se menosprecian a sí mismos no pueden llevar
a cabo. 6Sin embargo, se te pide que lo hagas como tributo a tu
grandeza y no a tu pequeñez. 7No se te pide que lo hagas solo. 8El
poder de Dios respaldará cada esfuerzo que hagas en nombre de Su amado Hijo. 9Ve
en pos de la pequeñez, y te estarás negando a ti mismo Su poder. 10Dios
no está dispuesto a que Su Hijo se sienta satisfecho con nada que no sea la
totalidad. 11Pues Él no se siente satisfecho sin Su Hijo y Su Hijo
no puede sentirse satisfecho con menos de lo que Su Padre le dio.
5. Anteriormente te pregunté: "¿Qué prefieres
ser, rehén del ego o anfitrión de Dios?" 2Deja que el Espíritu
Santo te haga esa pregunta cada vez que tengas que tomar una decisión. 3Pues
cada decisión que tomas la contesta, y, por lo tanto, le abre las puertas a la
tristeza o a la dicha. 4Cuando Dios se dio a Sí Mismo a ti en tu
creación, te estableció como Su anfitrión para siempre. 5Él no te ha
abandonado, ni tú lo has abandonado a Él. 6Todos tus intentos de
negar Su grandeza, y de hacer de Su Hijo un rehén del ego, no pueden empequeñecer
a aquel a quien Dios ha unido a Sí Mismo. 7Cada decisión que tomas
es o bien en favor del Cielo o bien en favor del infierno, y te brinda la
conciencia de la alternativa que hayas elegido.
6. El Espíritu Santo puede mantener tu grandeza en
tu mente a salvo de toda pequeñez, con perfecta claridad y seguridad, y sin
dejar que se vea afectada por los miserables regalos que el mundo de la
pequeñez desea ofrecerte. 2Pero para que el Espíritu Santo pueda
hacer esto, no debes oponerte a lo que Él dispone para ti. 3Decídete
en favor de Dios por medio de Él. 4Pues la pequeñez y la creencia de
que ésta te puede satisfacer, son decisiones que tomas con respecto a ti mismo.
5El poder y la gloria que hay en ti procedentes de Dios son para
todos los que, como tú, se consideran indignos y creen que la pequeñez puede
expandirse hasta convertirse en una sensación de grandeza que los pueda satisfacer.
6No des ni aceptes pequeñez. 7El anfitrión de Dios es
digno de todo honor. 8Tu pequeñez te engaña, pero tu grandeza emana
de Aquel que mora en ti, y en Quien tú moras. 9En el Nombre de
Cristo, el eterno Anfitrión de Su Padre, no toques a nadie con la idea de la
pequeñez.
7. En esta temporada (Navidad) en la que se celebra
el nacimiento de la santidad en este mundo, únete a mí que me decidí en favor
de la santidad en tu nombre. 2Nuestra tarea conjunta consiste en
restaurar la conciencia de grandeza en aquel que Dios designó como Su
anfitrión. 3Dar el don de Dios está más allá de tu pequeñez, pero
no más allá de ti. 4Pues Dios quiere darse a Sí Mismo a través de
ti. 5Él se extiende a Sí Mismo desde ti hacia todo el mundo, y más
allá de todo el mundo hasta las creaciones de Su Hijo sin abandonarte. 6Él
se extiende eternamente mucho más allá de tu insignificante mundo, aunque sin
dejar de estar en ti. 7No obstante, Él te ofrece todas Sus
extensiones a ti, puesto que eres Su anfitrión.
8. ¿Es acaso un sacrificio dejar atrás la pequeñez y
dejar de deambular en vano? 2Despertar a la gloria no es un
sacrificio. 3Pero sí es un sacrificio aceptar cualquier cosa que no
sea la gloria. 4Trata de aprender que no puedes sino ser digno del
Príncipe de la Paz, nacido en ti en honor de Aquel de Quien eres anfitrión. 5Desconoces
el significado del amor porque has intentado comprarlo con baratijas,
valorándolo así demasiado poco como para poder comprender su grandeza. 6El
amor no es insignificante, y mora en ti que eres el anfitrión de Dios. 7Ante
la grandeza que reside en ti, la poca estima en que te tienes a ti mismo y
todas las pequeñas ofrendas que haces, se desvanecen en la nada.
9. Bendita criatura de Dios, ¿cuándo vas a aprender
que sólo la santidad puede hacerte feliz y darte paz? 2Recuerda
que no aprendes únicamente para ti, de la misma manera en que yo tampoco lo
hice. 3Tú puedes aprender de mí únicamente porque yo aprendí por ti.
4Tan sólo deseo enseñarte lo que ya es tuyo, para que juntos podamos
reemplazar la miserable pequeñez que mantiene al anfitrión de Dios cautivo de
la culpabilidad y la debilidad, por la gozosa conciencia de la gloria que mora
en él. 5Mi nacimiento en ti es tu despertar a la grandeza. 6No
me des la bienvenida en un pesebre, sino en el altar de la santidad, en el que
la santidad mora en perfecta paz. 7Mi Reino no es de este mundo,
puesto que está en ti. 8Y tú eres de tu Padre. 9Unámonos
en honor a ti, que no puedes sino permanecer para siempre más allá de la
pequeñez.
10. Decide como yo que decidí morar contigo. 2Mi
voluntad dispone lo mismo que la de mi Padre, pues sé que Su Voluntad no varía
y que se encuentra eternamente en paz consigo misma. 3Nada que no
sea Su Voluntad podrá jamás satisfacerte. 4No aceptes menos y
recuerda que todo lo que aprendí es tuyo. 5Yo amo lo que mi Padre
ama tal como Él lo hace, y no puedo aceptar que sea lo que no es, 6de
la misma manera en que Él tampoco puede hacerlo. 7Cuando hayas
aprendido a aceptar lo que eres, no inventarás otros regalos para ofrecértelos
a ti mismo, pues sabrás que eres íntegro, que no tienes necesidad de nada y que
eres incapaz de aceptar nada para ti. 8Y habiendo recibido, darás
gustosamente. 9El anfitrión de Dios no tiene que ir en pos de nada,
pues no hay nada que él tenga que encontrar.
11. Si estás completamente dispuesto a dejar que la
salvación se lleve a cabo de acuerdo con el plan de Dios y te niegas a tratar
de obtener la paz por tu cuenta, alcanzarás la salvación. 2Mas no
pienses que puedes sustituir tu plan por el Suyo. 3En vez de eso,
únete a mí en el Suyo para que juntos podamos liberar a todos aquellos que
prefieren permanecer cautivos, y proclamar que el Hijo de Dios es Su anfitrión.
4Así pues, no dejaremos que nadie se olvide de lo que tú quieres
recordar, 5y de este modo, lo recordarás.
12. Evoca en todos únicamente el recuerdo de Dios y
el del Cielo que mora en ellos. 2Allí donde desees que tu hermano
esté, allí creerás estar tú. 3No respondas a su petición de pequeñez
y de infierno, sino sólo a su llamamiento a la grandeza y al Cielo. 4No
te olvides de que su llamamiento es el tuyo y contéstale junto conmigo. 5El
poder de Dios está a favor de Su anfitrión eternamente, pues su único cometido
es proteger la paz en la que Él mora. 6No deposites la ofrenda de la
pequeñez ante Su santo altar, el cual se eleva más allá de las estrellas hasta
el mismo Cielo por razón de lo que le es dado.
LECCIÓN 169
Por la gracia vivo. Por la gracia soy liberado.
1. La gracia es el atributo del
Amor de Dios que más se asemeja al estado que prevalece en la unidad de la
verdad. 2Es la aspiración más elevada que se
puede tener en el mundo, pues conduce más allá de él. 3Se encuentra
más allá del aprendizaje, aunque es su objetivo, pues la gracia no puede
arribar hasta que la mente no se haya preparado a sí misma para aceptarla de
verdad. 4La gracia se vuelve inevitable para aquellos que han
preparado un altar donde ésta pueda ser dulcemente depositada y gustosamente
recibida: un altar inmaculado y santo para este don.
2.
La gracia es la aceptación del amor de Dios en
un mundo de aparente odio y miedo. 2Sólo mediante la gracia pueden
desaparecer el odio y el miedo, pues la gracia da lugar a un estado tan
opuesto a todo lo que el mundo ofrece, que aquellos cuyas mentes están
iluminadas por el don de la gracia no pueden creer que el mundo del miedo sea
real.
3.
La gracia no es algo que se aprende. 2EI
último paso tiene que ir más allá de todo aprendizaje. 3La gracia no
es la meta que este curso aspira a alcanzar. 4No obstante, nos
preparamos para ella en el sentido de que una mente receptiva puede oír la
Llamada a despertar. 5Dicha mente no se ha cerrado completamente a
la Voz de Dios. 6Se ha dado cuenta de que hay cosas que no sabe, y,
por lo tanto, está lista para aceptar un estado completamente diferente de la
experiencia con la que se siente a gusto por resultarle familiar.
4.
Tal vez parezca que estamos contradiciendo
nuestra afirmación de que el momento en que la revelación de que el Padre y el
Hijo son uno ya se ha fijado. 2Pero hemos dicho también que la mente
es la que determina cuándo ha de ocurrir ese momento, y que ya lo ha hecho. 3Te
exhortamos, no obstante, a que des testimonio de la Palabra de Dios para hacer
que la experiencia de la verdad llegue más pronto y para acelerar su
advenimiento a toda mente que reconozca los efectos de la verdad en ti.
5.
La unidad es simplemente la idea de que Dios es. 2Y en
Su Ser, Él abarca todas las cosas. 3Ninguna mente contiene nada que
no sea Él. 4Decimos "Dios es"; y luego guardamos silencio,
pues en ese conocimiento las palabras carecen de sentido. 5No hay
labios que las puedan pronunciar, ni ninguna parte de
la mente es lo suficientemente diferente del resto como para poder sentir que
ahora es consciente de algo que no sea ella misma. 6Se ha unido a su
Fuente, 7y al igual que ella, simplemente
es.
6.
No podemos hablar, escribir, ni pensar en esto
en absoluto. 2Pues aflorará en toda mente cuando el reconocimiento
de que su voluntad es la de Dios se haya dado y recibido por completo. 3Ello
hace que la mente retorne al eterno presente, donde el pasado y el futuro son
inconcebibles. 4El eterno presente yace más allá de la salvación;
más allá de todo pensamiento de tiempo, de perdón y de la santa faz de Cristo. 5El Hijo de Dios simplemente ha desaparecido en su Padre, tal como su
Padre ha desaparecido en él. 6El mundo jamás ha tenido lugar. 7La
eternidad permanece como un estado constante.
7.
Esto está más allá de la experiencia que
estamos tratando de acelerar. 2No obstante, cuando se
enseña y se aprende lo que es el perdón, ello trae consigo experiencias que dan
testimonio de que el momento en que la mente misma decidió abandonarlo todo
excepto esto, está por llegar. 3No es que realmente lo podamos
acelerar, toda vez que lo que vas a ofrecer es algo que simplemente se había
ocultado de Aquel que enseña el significado del perdón.
8. Todo aprendizaje ya se encontraba en Su Mente,
consumado y completo. 2Él reconoció todo lo que el tiempo encierra,
y se lo dio a todas las mentes para que cada una de ellas pudiera determinar,
desde una perspectiva en la que el tiempo ha terminado, cuándo ha de ser
liberada para la revelación y la eternidad. 3Hemos repetido en
varias ocasiones que no haces sino emprender una jornada que ya concluyó.
9.
Pues la unidad no puede sino encontrarse aquí. 2Sea
cual sea el momento que la mente haya fijado para la revelación ello es completamente
irrelevante para lo que no puede sino ser un estado constante, eternamente como
siempre ha sido, y como ha de seguir siendo eternamente. 3Nosotros
simplemente asumimos el papel que se nos asignó hace mucho, y que Aquel que
escribió el guión de la salvación en el Nombre de Su Creador y en el Nombre del
Hijo de Su Creador, reconoció como perfectamente realizado. 10. No hay necesidad de clarificar
más lo que nadie en el mundo puede entender. 2Cuando la revelación
de tu unidad tenga lugar, lo sabrás y lo comprenderás plenamente. 3Pero
por ahora es mucho lo que aún nos queda por hacer, pues aquellos que se
encuentran en el tiempo pueden hablar de cosas que están más allá de él, y
escuchar palabras que explican que lo que ha de venir ha pasado ya. 4Mas
¿qué significado pueden tener dichas palabras para los que todavía se rigen por
el reloj, y se levantan, trabajan y se van a dormir de acuerdo con él?
11. Baste, pues, con decir que para desempeñar tu papel es mucho lo que
aún te queda por hacer. 2El final seguirá siendo nebuloso hasta que
hayas desempeñado por completo tu papel. 3Pero eso no importa, 4pues
tu papel sigue siendo el pilar sobre lo que todo lo demás descansa. 5Conforme
asumas el papel que se te encomendó, la salvación se acercará un poco más a
cada corazón incierto cuyo latir no esté aún en sintonía con Dios.
12.
El perdón es el eje central de la salvación,
pues hace que todos sus aspectos tengan una relación significativa entre sí,
dirige su trayectoria y asegura su resultado. 2Y ahora pedimos que se
nos conceda la gracia, el último regalo que la salvación puede otorgar. 3La
experiencia que la gracia proporciona es temporal, pues la gracia es un
preludio del Cielo, pero sólo reemplaza a la idea de tiempo por un breve lapso.
13.
Mas ese lapso es suficiente. 2Pues
ahí es donde se depositan los milagros, que tú has de devolver de los instantes
santos que recibes a través de la gracia que experimentas, a todos los que ven
la luz que aún refulge en tu faz. 3¿Qué es la faz de Cristo sino la
de aquel que se adentró por un momento en la intemporalidad y al volver trajo
consigo -para bendecir al mundo- un claro reflejo de la unidad que experimentó
allí? 4¿Cómo podrías llegar a alcanzarla para siempre, mientras una
parte de ti se encuentre afuera, ignorante y dormida, necesitada de que tú des
testimonio de la verdad?
14.
Siéntete agradecido de poder regresar, de la
misma manera en que te alegró ir por un instante, y acepta los dones que la
gracia te otorgó. 2Es a ti mismo a quien se los traes. 3Y
la revelación no está muy lejos. 4Su llegada es indudable. 5Pedimos
que se nos conceda la gracia y la experiencia que procede de ella. 6Damos
la bienvenida a la liberación que les ofrece a todos. 7No estamos
pidiendo lo que no se puede pedir. 8No tenemos nuestras miras
puestas en aquello que está más allá de lo que la gracia puede conceder. 9Pues
eso lo podemos dar con la gracia que se nos ha concedido.
15.
Nuestro objetivo de aprendizaje de hoy no
excede lo que expresa esta plegaria. 2Mas ¿qué puede haber en el
mundo que sobrepase lo que en este día le pedimos a Aquel que nos concede la
gracia que pedimos, tal como se le concedió a Él?
3Por la gracia vivo. 4Por la gracia soy liberado. 5Por
la gracia doy. 6Por
la gracia he de liberar.
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