X. La hora del renacer
1. Mientras estés en el tiempo, tendrás el poder de
demorar la perfecta unión que existe entre Padre e Hijo. 2Pues en
este mundo, la atracción de la culpabilidad se interpone entre ellos. 3En
la eternidad, ni el tiempo ni las estaciones del año tienen significado alguno.
4Pero aquí, la función del Espíritu Santo es valerse de ambas cosas,
mas no como lo hace el ego. 5Ésta es la temporada en la que se
celebra mi nacimiento en el mundo. 6Más no sabes cómo celebrarlo. 7Deja
que el Espíritu Santo te enseñe, y déjame celebrar tu nacimiento a través dé
Él. 8El único regalo que puedo aceptar de ti es el regalo que yo te
hice. 9Libérame tal como yo elijo liberarte a ti: 10Celebramos
la hora de Cristo juntos, pues ésta no significa nada si estamos separados.
2. El instante santo es verdaderamente la hora de
Cristo. 2Pues en ese instante liberador, no se culpa al Hijo de Dios
por nada y, de esta manera, se le restituye su poder ilimitado. 3¿Qué
otro regalo puedes ofrecerme cuando yo elijo ofrecerte sólo éste? 4Verme
a mí es verme en todo el mundo y ofrecerles a todos el regalo que me
ofreces a mí. 5Soy tan incapaz de recibir sacrificios como lo es
Dios, y todo sacrificio que te exiges a ti mismo me lo exiges a mí también. 6Debes
reconocer que cualquier clase de sacrificio no es sino una limitación que se le
impone al acto de dar. 7Y mediante esa limitación limitas la
aceptación del regalo que yo te ofrezco.
3. Nosotros que somos uno, no podemos dar por
separado. 2Cuando estés, dispuesto a reconocer que nuestra relación
es real, la culpabilidad dejará de ejercer atracción sobre ti. 3Pues
en nuestra unión aceptarás a todos nuestros hermanos. 4Nací con el
solo propósito de dar el regalo de la unión. 5Dámelo a mí, para que
así puedas disponer de él. 6La hora de Cristo es la hora señalada
para el regalo de la libertad que se le ofrece a todo el mundo. 7Y
al tú aceptarla, se la ofreces a todos.
4. En tus manos está hacer que esta época del año
sea santa, pues en tus manos está hacer que la hora de Cristo tenga lugar
ahora. 2Es posible hacer esto de inmediato, pues lo único que ello
requiere es un cambio de percepción, ya que únicamente cometiste un error. 3Parecen
haber sido muchos, pero todos ellos son en realidad el mismo. 4Pues
aunque el ego se manifiesta de muchas formas, es siempre la expresión de una
misma idea: 5lo que no es amor es siempre miedo, y nada más que
miedo.
5. No es necesario seguir al miedo por todas las
tortuosas rutas subterráneas en las que se oculta en la oscuridad, para luego
emerger en formas muy diferentes de lo que es. 2Pero sí es
necesario examinar cada una de ellas mientras aún conserves el principio que
las gobierna a todas. 3Cuando estés dispuesto a considerarlas, no
como manifestaciones independientes, sino como diferentes expresiones de una
misma idea, la cual ya no deseas, desaparecerán al unísono. 4La idea
es simplemente ésta: crees que es posible ser anfitrión del ego o rehén de
Dios. 5Éstas son las opciones que crees tener ante ti, y crees
asimismo que tu decisión tiene que ser entre una y otra. 6No ves
otras alternativas, pues no puedes aceptar el hecho de que el sacrificio no
aporta nada. 7El sacrificio es un elemento tan esencial en tu
sistema de pensamiento, que la idea de salvación sin tener que hacer algún
sacrificio no significa nada para ti. 8Tu confusión entre lo que es
el sacrificio y lo que es el amor es tan aguda que te resulta imposible
concebir el amor sin sacrificio. 9Y de lo que debes darte cuenta es
de lo siguiente: el sacrificio no es amor sino ataque. 10Sólo con
que aceptases esta idea, tu miedo al amor desaparecería. 11Una vez
que se ha eliminado la idea del sacrificio ya no podrá seguir habiendo
culpabilidad. 12Pues si hay sacrificio, alguien siempre tiene que
pagar para que alguien gane. 13Y la única cuestión pendiente es a
qué precio y a cambio de qué.
6. Como anfitrión del ego, crees que puedes
descargar toda tu culpabilidad siempre que así lo desees, y de esta manera
comprar paz. 2Y no pareces ser tú el que paga. 3Y aunque
si bien es obvio que el ego exige un pago, nunca parece que es a ti a quien se
lo exige. 4No estás dispuesto a reconocer que el ego, a quien tú
invitaste, traiciona únicamente a los que creen ser su anfitrión. 5El
ego nunca te permitirá percibir esto, ya que este reconocimiento lo dejaría sin
hogar. 6Pues cuando este reconocimiento alboree claramente, ninguna
apariencia que el ego adopte para ocultarse de tu vista te podrá engañar. 7Toda
apariencia será reconocida tan sólo como una máscara de la única idea que se
oculta tras todas ellas: que el amor exige sacrificio, y es, por lo tanto,
inseparable del ataque y del miedo. 8Y que la culpabilidad es el
costo del amor, el cual tiene que pagarse con miedo.
7. ¡Cuán temible, pues, se ha vuelto Dios para ti! a¡Y
cuán grande es el sacrificio que crees que exige Su amor! 2Pues amar
totalmente supondría un sacrificio total. 3Y de este modo, el ego
parece exigirte menos que Dios, y de entre estos dos males lo consideras el
menor: a uno de ellos tal vez se le deba temer un poco, pero al otro, a ése hay
que destruirlo. 4Pues consideras que el amor es destructivo, y lo
único que te preguntas es: ¿quién va a ser destruido, tú u otro? 5Buscas
la respuesta a esta pregunta en tus relaciones especiales, en las que en parte
pareces ser destructor y en parte destruido, aunque incapaz de ser una u otra
cosa completamente. 6Y crees que esto te salva de Dios, Cuyo
absoluto Amor te destruiría completamente.
8. Crees que todo el mundo exige algún sacrificio de
ti, pero no te das cuenta de que eres tú el único que exige sacrificios, y
únicamente de ti mismo. 2Exigir sacrificios, no obstante, es algo
tan brutal y tan temible que no puedes aceptar dónde se encuentra dicha
exigencia. 3El verdadero costo de no aceptar este hecho ha sido tan
grande que, antes que mirarlo de frente, has preferido renunciar a
Dios. 4Pues si Dios te exigiese un sacrificio total, parecería
menos peligroso proyectarlo a Él al exterior y alejarlo de ti, que ser Su
anfitrión. 5A Él le atribuiste la traición del ego, e invitaste a
éste a ocupar Su lugar para que te protegiese de Él. 6Y no te das
cuenta de que a lo que le abriste las puertas es precisamente lo que te quiere
destruir y lo que exige que te sacrifiques totalmente. 7Ningún
sacrificio parcial puede aplacar a este cruel invitado, pues es un invasor que
tan sólo aparenta ser bondadoso, pero siempre con vistas a hacer que el
sacrificio sea total.
9. No lograrás ser un rehén parcial del ego, pues él
no cumple sus promesas y te desposeerá de todo. 2Tampoco puedes ser
su anfitrión sólo en parte. 3Tienes que elegir entre la libertad
absoluta y la esclavitud absoluta, pues éstas son las únicas alternativas que
existen. 4Has intentado transigir miles de veces a fin de evitar
reconocer la única alternativa por la que te tienes que decidir. 5Sin
embargo, reconocer esta alternativa tal como es, es lo que hace que
elegirla sea tan fácil. 6La salvación es simple, por ser de Dios, y
es, por lo tanto, muy fácil de entender. 7No trates de proyectarla
y verla como algo que se encuentra en el exterior. 8En ti se
encuentran tanto la pregunta como la respuesta, lo que te exige sacrificio así
como la paz de Dios.
XI. La Navidad como símbolo del fin del sacrificio
1. No temas reconocer que la idea del sacrificio no
es sino tu propia invención, 2ni trates de protegerte a ti mismo
buscando seguridad donde no la hay. 3Tus hermanos y tu Padre se han
vuelto muy temibles para ti. 4Y estás dispuesto a
regatear con ellos por unas cuantas relaciones especiales, en las que crees ver
ciertos vestigios de seguridad. 5No sigas tratando de mantener tus
pensamientos separados del Pensamiento que se te ha dado. 6Cuando
aquellos se ponen al lado de Éste y se perciben allí donde realmente se
encuentran, elegir entre ellos no es más que un dulce despertar, tan simple
como abrir los ojos a la luz del día cuando ya no tienes más sueño.
2. El símbolo de la Navidad es una estrella: una luz
en la oscuridad. 2No la veas como algo que se encuentra fuera de
ti, sino como algo que refulge en el Cielo interno, y acéptala como la señal de
que la hora de Cristo ha llegado. 3Cristo llega sin exigir nada. 4No
le exige a nadie ningún tipo de sacrificio. 5En Su Presencia la
idea de sacrificio deja de tener significado, 6pues Él es el
Anfitrión de Dios. 7Y tú no tienes más que invitar a
Aquel que ya se encuentra ahí, al reconocer que Su Anfitrión es Uno y que
ningún pensamiento ajeno a Su Unicidad puede residir allí con Él. 8El
amor tiene que ser total para que se le pueda dar la bienvenida, pues la
Presencia de la santidad es lo que crea la santidad que lo envuelve. 9Ningún
temor puede asaltar al Anfitrión que le abre los brazos a Dios en la hora de
Cristo, pues el Anfitrión es tan santo como la Perfecta Inocencia a la que
protege, y Cuyo poder a su vez lo protege a Él.
3. Esta Navidad entrégale al Espíritu Santo todo lo
que te hiere. 2Permítete a ti mismo ser sanado completamente para
que puedas unirte a Él en la curación, y celebremos juntos nuestra liberación
liberando a todo el mundo junto con nosotros. 3Inclúyelo
todo, pues la liberación es total, y cuando la hayas aceptado junto conmigo la
darás junto conmigo 4Todo dolor, sacrificio o pequeñez desaparecerá
de nuestra relación, que es tan pura como la relación que tenemos con nuestro
Padre, y tan poderosa. 5Todo dolor que se traiga ante nuestra
presencia desaparecerá, y sin dolor no puede haber sacrificio. 6Y
allí donde no hay sacrificio, allí está el amor.
4. Tú que crees que el sacrificio es amor debes
aprender que el sacrificio no hace sino alejarnos del amor. 2Pues el
sacrificio conlleva culpabilidad tan inevitablemente como el amor brinda paz. 3La
culpabilidad es la condición que da lugar al sacrificio, de la misma manera en
que la paz es la condición que te permite ser consciente de tu relación con
Dios. 4Mediante la culpabilidad excluyes a tu Padre y a tus hermanos
de ti mismo. 5Mediante la paz los invitas de nuevo al darte cuenta
de que ellos se encuentran allí donde tú les pides que estén. 6Lo
que excluyes de ti mismo parece temible, pues lo imbuyes de temor y tratas de
deshacerte de ello, si bien forma parte de ti. 7¿Quién puede
percibir parte de sí mismo como despreciable, y al mismo tiempo vivir en paz
consigo mismo? 8¿Y quién puede tratar de resolver su
"conflicto" interno entre el Cielo y el infierno expulsando al Cielo
y dotándolo de los atributos del infierno, sin sentirse incompleto y solo?
5. Mientras percibas el cuerpo como lo que
constituye tu realidad, te percibirás a ti mismo como un ser solitario y
desposeído. 2Y te percibirás también como una víctima del
sacrificio, y creerás que está justificado sacrificar a otros. 3Pues
¿quién podría rechazar al Cielo y a su Creador sin experimentar una sensación
de sacrificio y de pérdida? 4¿Y quién podría ser objeto de
sacrificios y pérdidas sin tratar de rehacerse a sí mismo? 5No
obstante, ¿cómo ibas a poder hacer esto por tu cuenta, cuando la base de tus
intentos es que crees en la realidad de la privación? 6Sentirse
privado de algo engendra ataque, al ser la creencia de que el ataque está
justificado. 7Y mientras prefieras conservar la privación, el ataque
se vuelve salvación y el sacrificio amor.
6. Y así resulta que, en tu búsqueda de amor, vas en
busca de sacrificio y lo encuentras. 2Mas no encuentras amor. 3Es
imposible negar lo que es el amor y al mismo tiempo reconocerlo. 4El
significado del amor reside en aquello de lo que te desprendiste, lo cual no
tiene significado aparte de ti. 5Lo que prefieres conservar es lo
que no tiene significado, mientras que lo que quieres mantener alejado de ti
encierra todo el significado del universo y lo conserva intacto dentro de su
propio significado. 6Si el universo no estuviese unido en ti,
estaría separado de Dios, y estar sin Él es carecer de significado.
7. En el instante santo se satisface la condición
del amor, pues las mentes se unen sin la interferencia del cuerpo, y allí donde
hay comunicación hay paz. 2El Príncipe de la Paz nació para re-establecer
la condición del amor, enseñando que la comunicación continúa sin interrupción
aunque el cuerpo sea destruido, siempre y cuando no veas al cuerpo como el
medio indispensable para la comunicación. 3Y si entiendes esta
lección, te darás cuenta de que sacrificar el cuerpo no es sacrificar nada, y
que la comunicación, que es algo que es sólo propio de la mente, no puede ser
sacrificada. 4¿Dónde está entonces el sacrificio? 5Nací
para enseñar la lección de que el sacrificio no está en ninguna parte y de que
el amor está en todas partes, y ésta es la lección que todavía quiero
enseñarles a todos mis hermanos. 6Pues la comunicación lo abarca
todo, y en la paz que re-establece, el amor viene por su propia voluntad.
8. No permitas que la desesperanza opaque la alegría
de la Navidad, pues la hora de Cristo no tiene sentido si no va acompañada de
alegría. 2Unámonos en la celebración de la paz, no exigiéndole a
nadie ningún sacrificio, pues de esta manera me ofreces el amor que yo te
ofrezco. 3¿Qué podría hacernos más felices que percibir que no
carecemos de nada? 4 Ése es el mensaje de la hora de Cristo, que yo
te doy para que tú lo puedas dar y se lo devuelvas al Padre, que me lo dio a
mí. 5Pues en la hora de Cristo se restablece la comunicación, y Él
se une a nosotros para celebrar la creación de Su Hijo.
9. Dios le da las gracias al santo anfitrión que
desee recibirle y le deje entrar y morar allí donde Él desea estar. 2Y
al tú darle la bienvenida, Él te acoge en Sí Mismo, pues lo que se encuentra en
ti que le das la bienvenida, se le devuelve a Él. 3Y nosotros no
hacemos sino celebrar Su Plenitud cuando le damos la bienvenida dentro de nosotros.
4Los que reciben al Padre son uno con Él, al ser los anfitriones de
Aquel que los creó. 5Y al abrirle las puertas, Su recuerdo llega con
Él, y así recuerdan la única relación que jamás tuvieron y que jamás querrán
tener.
LECCIÓN 177
Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.
1. (163) La muerte no existe. 2El Hijo de Dios
es libre.
3Dios
es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.
2. (164) Ahora somos uno con Aquel que es nuestra Fuente.
2Dios
es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario