IV. La práctica del instante santo
1. Es posible aprender este curso inmediatamente, a
no ser que creas que lo que Dios dispone requiere tiempo. 2Y esto
sólo puede significar que prefieres seguir demorando reconocer el hecho de que
lo que Su Voluntad dispone ya se ha cumplido. 3El instante santo es
este mismo instante y cada instante. 4El que deseas que sea santo,
lo es. 5El que no deseas que lo sea, lo desperdicias. 6En
tus manos está decidir qué instante ha de ser santo. 7No demores
esta decisión, 8pues más allá del pasado y del futuro, donde no
podrías encontrar el instante santo, éste espera ansiosamente tu aceptación. 9Sin
embargo, no puedes tener una conciencia feliz de él mientras no lo desees, pues
encierra dentro de sí la liberación total de la pequeñez.
2. Tu práctica, por lo tanto, debe basarse en que
estés dispuesto a dejar a un lado toda pequeñez. 2El instante en que
la grandeza ha de descender sobre ti se encuentra tan lejos como tu deseo de
ella, mientras no la desees, :y en su lugar prefieras valorar la pequeñez, ésa
será la distancia a la que se encontrará de ti. 4En la medida en que
la desees, en esa misma medida harás que se aproxime a ti. 5No
pienses que puedes ir en busca de la salvación a tu manera y alcanzarla. 6Abandona
cualquier plan que hayas elaborado para tu salvación y substitúyelo por el de
Dios. 7Su plan te satisfará. 8No hay nada más que pueda
brindarte paz, pues la paz es de Dios y de nadie más qué de Él.
3. Sé humilde ante Él, y, sin embargo, grande en Él.
2No antepongas ningún plan del ego al plan de Dios, 3pues
con tu decisión de formar parte de cualquier otro plan que no sea el Suyo dejas
vacante tu lugar en Su plan, que debes ocupar si quieres unirte a mí. 4Te
exhorto a que cumplas el santo papel que te corresponde desempeñar en el plan
que Él dio al mundo para liberarlo de la pequeñez. 5Dios desea que
Su anfitrión more en perfecta libertad. 6Cualquier fidelidad a un
plan de salvación distinto del Suyo disminuye en tu propia mente el valor de
lo que Su Voluntad ha dispuesto para ti. 7Sin embargo, es tu mente
la que es Su anfitrión.
4. ¿Quieres saber cuán perfecto e inmaculado es el
santo altar en el que tu Padre se ha ubicado a Sí Mismo? 2Te
darás cuenta de esto en el instante santo, en el que gustosamente y
de buena voluntad renuncias a todo plan que no sea el Suyo. 3Pues en
el instante santo se encuentra la paz, perfectamente diáfana porque has estado
dispuesto a satisfacer sus condiciones. 4Puedes reclamar el instante
santo en cualquier momento y lugar en que lo desees. 5En tu
práctica, procura abandonar cualquier plan que hayas aceptado a fin de
encontrar grandeza en la pequeñez. 6No se encuentra ahí. 7Utiliza
el instante santo sólo para reconocer que por tu cuenta no puedes saber dónde
se encuentra, y que lo único que harías, sería engañarte a ti mismo.
5. Yo me encuentro dentro del instante santo tan
claramente como tú quieres que lo esté. 2Y el tiempo que tardes en
aprender a aceptarme, será el mismo tiempo que tardarás en hacer tuyo el
instante santo. 3Te exhorto a que hagas que el instante santo pase a
ser tuyo de inmediato, pues liberar la mente del anfitrión de Dios de la
pequeñez no depende del tiempo, sino de la buena voluntad que se tenga para
ello.
6. La razón de que este curso sea simple es que la
verdad es simple. 2La complejidad forma parte del ámbito del ego y
no es más que un intento por su parte de querer nublar lo que es obvio. 3Podrías
vivir en el instante santo para siempre, empezando desde ahora hasta la
eternidad, si no fuera por una razón muy sencilla. 4No empañes la
simplicidad de esa razón, pues si lo haces, será únicamente porque prefieres no
reconocerla ni abandonarla. 5La simple razón, llanamente expuesta,
es ésta: el instante santo es un momento en el que se recibe y se da perfecta
comunicación. 6Esto quiere decir que es un momento en el
que tu mente es receptiva, tanto para recibir como, para dar. 7El
instante santo es el reconocimiento de que todas las mentes están en
comunicación. 8Por lo tanto, tu mente no trata de cambiar nada, sino
simplemente de aceptarlo todo.
7. ¿Cómo puedes hacer esto cuando prefieres abrigar
pensamientos privados y no renunciar a ellos? 2 La única manera en que
podrías hacer esto es negando la perfecta comunicación que hace que el instante
santo sea lo que es. 3Crees que puedes abrigar pensamientos que no
quieres compartir con nadie, y que la salvación radica en que te los reserves
exclusivamente para ti. 4Crees que en los pensamientos privados que
únicamente tú conoces puedes encontrar una manera de quedarte con lo que deseas
sólo para ti y de compartir sólo lo que tú deseas compartir. 5Y
luego te preguntas cómo es que no estás en completa comunicación con los que te
rodean, o con Dios que os rodea a todos a la vez.
8. Cada pensamiento que prefieres mantener oculto
interrumpe la comunicación, puesto que eso es lo que quieres. 2Es
imposible reconocer la comunicación perfecta, mientras interrumpir la
comunicación siga teniendo valor para ti. 3Pregúntate sinceramente:
"¿Deseo estar en perfecta comunicación? a¿Estoy completamente
dispuesto a renunciar para siempre a todo lo que la obstaculiza?" 4Si
la respuesta es no, entonces no importa cuán dispuesto esté el Espíritu Santo a
concedértela, ello no será suficiente para que tú puedas disponer de ella,
pues no estás dispuesto a compartirla con Él. 5Y la comunicación
perfecta, no puede tener lugar en una mente que ha decidido oponerse a ella. 6Pues
dar el instante santo así como recibirlo requiere la misma dosis de buena
voluntad, al ser la aceptación de la única Voluntad que gobierna todo
pensamiento.
9. La condición necesaria para que el instante santo
tenga lugar no requiere que no abrigues pensamientos impuros. 2Pero
sí requiere que no abrigues ninguno que desees conservar. 3La inocencia
no es obra tuya. 4Se te da en el momento en que la desees. 5La
Expiación no existiría si no hubiese necesidad de ella. 6No serás
capaz de aceptar la comunicación perfecta mientras sigas queriendo ocultártela
a ti mismo. 7Pues lo que deseas ocultar se encuentra oculto
para ti. 8En tu práctica, por consiguiente, trata solamente de
mantenerte alerta contra el engaño, y no trates de proteger los pensamientos
que quieres negarte a compartir. 9Deja que la pureza del Espíritu
Santo los desvanezca con su fulgor, y concéntrate sólo en estar listo para la
pureza que Él te ofrece. 10De esta manera, Él te preparará para que
reconozcas que eres un anfitrión de Dios y no un rehén de nada ni de nadie.
LECCIÓN 170
En Dios no hay crueldad ni en mí tampoco.
1. Nadie ataca sin la intención de herir. 2En
esto no hay excepciones. 3Cuando piensas que atacas en defensa
propia estás afirmando que ser cruel te protege, que la crueldad te mantiene a
salvo. 4Estás afirmando que herir a otro te brinda libertad. 5Y
estás afirmando también que atacar cambia el estado en que te encuentras por
otro mejor, más seguro, donde estás más a salvo de los asaltos del peligro y
del temor.
2. ¡Qué descabellada es la idea de que atacando es la
manera de defenderse del miedo! 2Pues he aquí donde se engendra el
miedo y se le nutre de sangre para que crezca, se expanda y sea cada vez más
rabioso. 3Ésta es la manera de proteger el miedo, no de escaparse
de él. 4Hoy aprendemos una lección que te evitará más demoras y
sufrimientos de los que te puedes imaginar. 5Y es ésta:
6Tú
fabricas aquello de lo que te defiendes. aY al
defenderte contra ello haces que sea real e ineludible. 7Depón tus armas, y sólo entonces
percibirás su falsedad.
3. Parece ser un enemigo externo a quien atacas. 2Sin
embargo, al defenderte forjas un enemigo interno; un pensamiento extraño que
está en guerra contigo, que te priva de paz y divide tu mente en dos bandos que
parecen ser totalmente irreconciliables. 3Pues ahora el amor tiene
un "enemigo", un opuesto; y el miedo, el extraño, necesita que lo
defiendas contra la amenaza de lo que realmente eres.
4. Si examinases detenidamente los medios por los que
tu ilusoria defensa propia procede a lo largo de su curso imaginario, te percatarías
de las premisas sobre las que se basa la idea. 2En primer lugar, es
obvio que las ideas tienen que abandonar su fuente, pues eres tú quien lanza el
ataque y quien tuvo que haberlo concebido primero. 3No obstante,
lanzas el ataque contra algo externo a ti y en tu mente te separas de aquel a
quien atacas, completamente convencido de que la división a la que has dado
lugar es real.
5. En segundo lugar, los atributos del amor se le
confieren a su "enemigo". 2 Pues el miedo se convierte en
tu refugio y en el protector de tu paz, y recurres a él en busca de solaz y de
escape de cualquier duda con respecto a tu fortaleza, así como con la esperanza
de poder descansar en una quietud sin sueños. 3Y al así despojar al
amor de lo que le pertenece a él y sólo a él, se le dota con los atributos del
miedo. 4Pues el amor te pediría que depusieses todas tus defensas
por ser éstas meras necedades. 5Y ciertamente tus armas se
desmoronarían y quedarían reducidas a polvo, 6pues eso es lo que
son.
6.
Al tener al amor como enemigo, la crueldad se
convierte necesariamente en un dios. 2Y los dioses exigen que sus
seguidores obedezcan sus mandatos sin rechistar. 3A aquellos que
cuestionan la sensatez o cuando menos la cordura de tales exigencias, se les
castiga severa e implacablemente. 4Pues son sus enemigos los que son
irrazonables y dementes, mientras que ellos son siempre justos y
misericordiosos.
7.
Hoy examinaremos friamente a este dios cruel. 2Y nos
daremos cuenta de que aunque sus labios están manchados de sangre y de que de
su boca parecen salir llamas, está hecho de piedra. 3No puede hacer
nada. 4No tenemos que desafiar su poder, 5pues no tiene
ninguno. 6Y quienes ven en él su seguridad, no tienen ni guardián ni
fortaleza a los que invocar en caso de peligro, ni ningún poderoso guerrero que
salga en su defensa.
8. Este momento puede ser terrible. 2Pero
también puede ser el momento en que te emancipas de tu abyecta esclavitud. 3Pues
al estar frente a este ídolo y verlo exactamente como es, llevas a cabo una
elección. 4¿Vas a restituirle al amor lo que has procurado
arrebatarle para ponerlo a los pies de ese inanimado bloque de piedra? 5¿O
vas a inventar otro ídolo para que lo reemplace? 6Pues el dios de la
crueldad adopta muchas formas. 7Siempre es posible encontrar otra.
9.
Mas no creas que el miedo es la manera de
escapar del miedo. 2Recordemos lo que se ha subrayado en el texto
con respecto a los obstáculos que la paz tiene que superar. 3De
éstos, el último, el más difícil de creer que en realidad no es nada, si bien
aparenta ser un bloque sólido, impenetrable, temible e insuperable, es el miedo
a Dios Mismo. 4He aquí la premisa básica que entrona como un dios al
pensamiento del miedo. 5Pues el miedo es venerado por aquellos que
le rinden culto, y el amor parece ahora estar revestido de crueldad.
10. ¿De dónde ha surgido la creencia tan irracional de
que hay dioses de venganza? 2El amor no
ha confundido sus atributos con los del miedo. 3Mas los que le
rinden culto al miedo perciben su propia confusión en el "enemigo"
del miedo, y la crueldad de éste como parte del amor. 4¿Y qué podría
ser ahora más temible que el Corazón del Amor Mismo? 5Sus labios
parecen estar manchados de sangre y de su boca parece brotar fuego. 6Pero
sobre todo, Él es terrible e increíblemente cruel, y siega las vidas de todos
aquellos que lo consideran su Dios.
11.
No hay duda acerca de la elección que hoy has
de llevar a cabo. 2Pues hoy posarás tu mirada por última vez sobre
ese bloque de piedra que tú mismo esculpiste, y dejarás de llamarle dios. 3Has
llegado hasta este punto antes, pero has elegido que ese dios cruel permanezca
contigo en otra forma. 4Y por eso el temor a Dios volvió a
apoderarse de ti. 5Pero esta vez lo dejarás allí. 6Y al
volver regresarás a un mundo nuevo, aliviado de ese peso; un mundo que no se ve
a través de sus ojos ciegos, sino a través de la visión que te ha sido
restituida gracias a tu elección.
12.
Ahora tus ojos le pertenecen a Cristo y es Él
quien mira a través de ellos. 2Ahora tu voz le pertenece a Dios y
se hace eco de la Suya. 3Ahora tu corazón permanecerá en paz para
siempre. 4Lo has elegido a Él en lugar de los ídolos, y los
atributos con los que tu Creador te bendijo te son por fin restituidos. 5La
Llamada a Dios ha sido oída y contestada. 6Ahora el miedo ha dado
paso al amor, al Dios Mismo reemplazar la crueldad.
13.
Padre, somos como Tú. 2En nosotros no hay crueldad, puesto que en Ti no la hay. 3Tu paz es nuestra. 4Y
bendecimos al mundo con lo que hemos recibido exclusivamente de Ti. 5Elegimos
una vez más, y elegimos asimismo por todos nuestros hermanos, sabiendo que son
uno con nosotros. 6Les brindamos Tu salvación tal como la hemos recibido ahora. 7Y damos gracias por
ellos que nos completan. 8En ellos vemos Tu gloria y en ellos hallamos nuestra paz. 9Somos santos porque
Tu santidad nos ha liberado. 10Y Te damos gracias por ello. 11Amén.
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