8. Tú que tan aferrado estás a la culpabilidad y tan
comprometido a seguir así, ¿cómo ibas a poder establecer por tu cuenta tu inocencia?
2Eso es imposible. 3Asegúrate, no obstante, de que estás
dispuesto a reconocer que es imposible. 4Lo único que limita la
dirección del Espíritu Santo es que crees que puedes estar a cargo de una
pequeña parte de tu vida o que puedes lidiar con ciertos aspectos de ella por
tu cuenta. 5De esta manera, quieres convertir al Espíritu Santo en
alguien que no es confiable, y valerte de esta imaginaria inconfiabilidad como
una excusa para ocultar de Él ciertas lecciones tenebrosas que has aprendido. 6Y
al así limitar la dirección que deseas aceptar, eres incapaz de depender de los
milagros para que resuelvan todos tus problemas.
9. ¿Crees que el Espíritu Santo se negaría a darte
lo que quiere que tú des? 2No tienes ningún problema que Él no pueda
resolver ofreciéndote un milagro. 3Los milagros son para ti. 4Y
todo miedo, dificultad o dolor que tengas ya ha sido des-hecho. 5Él
los ha llevado todos ante la luz, al haberlos aceptado por ti y haber
reconocido que nunca existieron. 6No hay ninguna lección tenebrosa
que Él no haya iluminado ya por ti. 7Las lecciones que quieres
enseñarte a ti mismo, Él ya las ha corregido. 8No existen en Su
Mente en absoluto. 9Pues el pasado no ejerce ningún control sobre
Él ni sobre ti. 10Él no ve el tiempo como lo ves tú. 11Y
cada milagro que te ofrece corrige el uso que haces del tiempo, y lo pone a Su
servicio.
10. Aquel que te ha liberado del pasado quiere
enseñarte que estás libre de él. 2Lo único que Él desea es que
aceptes Sus logros como tuyos porque los logró para ti. 3Y por tal
razón, son tuyos. 4Él te ha liberado de lo que fabricaste. 5Puedes
negarle, pero no puedes invocarle en vano. 6Él siempre da Sus regalos en
substitución de los tuyos. 7Él quiere que Su resplandeciente
enseñanza se arraigue con tal firmeza en tu mente, que ninguna lección tenebrosa
de culpabilidad pueda morar en lo que Él ha santificado con Su Presencia. 8Dale
gracias a Dios de que Él esté ahí y de que obre a través de ti. 9Pues
todas Sus obras son tuyas. 10ÉI te ofrece un milagro por cada uno
que le dejes obrar a través de ti.
11. El Hijo de Dios será siempre indivisible: 2De
la misma manera en que somos uno solo en Dios, así también aprendemos cual uno
solo en Él. 3El Maestro de Dios se asemeja tanto a Su Creador como
el Hijo al Padre, y, a través de Su Maestro, Dios proclama Su Unicidad y la de
Su Hijo. 4Escucha en silencio, y no le levantes la voz. 5Pues
Él enseña el milagro de la unicidad, y ante Su lección la división desaparece. 6Enseña
como Él aquí, y recordarás que siempre has creado como tu Padre. 7El
milagro de la creación nunca ha cesado, pues lleva impreso sobre sí el sello
sagrado de la inmortalidad. 8Esto es lo que la Voluntad de Dios
dispone para toda la creación, y toda la creación se une para disponer lo
mismo.
12. Aquellos que nunca se olvidan de que no saben nada,
y que finalmente están dispuestos a aprenderlo todo, lo aprenderán. 2Pero
mientras confíen en sí mismos, no aprenderán. 3Pues habrán destruido
su motivación de aprender pensando que ya saben. 4No creas que sabes
nada hasta que pases la prueba de la paz perfecta, pues la paz y el
entendimiento van de la mano y nunca se les puede encontrar aparte. 5Cada
uno de ellos trae consigo al otro, pues la ley de Dios es que no estén
separados. 6Cada uno es causa y efecto del otro, de forma tal que
donde uno de ellos está ausente, el otro no puede estar.
13. Sólo aquellos que reconocen que no pueden saber
nada a menos que los efectos del entendimiento estén con ellos, pueden
realmente aprender. 2Para lograrlo tienen que desear la paz, y nada
más. 3Siempre que crees que sabes, la paz se aleja de ti porque has
abandonado al Maestro de la paz. 4Siempre que reconoces que no
sabes, la paz retorna a ti, pues has invitado al Espíritu Santo a que retorne,
al haber abandonado al ego por Él. 5No acudas al ego para nada. aEso
es lo único que necesitas hacer. 6El Espíritu Santo, por Su Propia
iniciativa, ocupará toda mente que, de esta manera, le haga sitio.
14. Si quieres paz tienes que abandonar al maestro
del ataque. 2El maestro de la paz nunca te abandonará. 3Tú
puedes apartarte de Él, pero Él jamás se apartará de ti, pues la fe que tiene
en ti es Su entendimiento. 4Dicha fe es tan firme como la
que tiene, en Su Creador, y Él sabe que tener fe en Su Creador incluye necesariamente
tener fe en Su creación. 5En esta consistencia reside Su santidad a
la que Él no puede renunciar, pues no es Su Voluntad hacerlo. 6Teniendo
siempre presente tu perfección, Él le da el don de la paz a todo aquel que
percibe la necesidad que tiene de ella y que desea alcanzarla. 7Hazle
sitio a la paz, y ésta vendrá 8Pues el entendimiento se encuentra en
ti, y la paz procede inevitablemente de él.
15. El poder de Dios, de donde el entendimiento y la
paz emanan, es tan tuyo como Suyo. 2Tú crees que no conoces a Dios
únicamente porque sólo es imposible conocerlo. 3Mas si contemplas
las obras imponentes que Él hará a través de ti, te convencerás de que las
hiciste a través de Él. 4Es imposible negar la Fuente de unos
efectos que son tan poderosos que es imposible que procedan de ti. 5Hazle
sitio a Él, y te encontrarás tan lleno de poder que nada podrá prevalecer
contra tu paz. 6Y ésta será la prueba por la que reconocerás que has
entendido.
LECCIÓN 164
Ahora somos uno con Aquel que es nuestra Fuente.
1. ¿En qué otro momento sino ahora mismo
puede reconocerse la verdad? El presente es el único tiempo que hay. Y así, hoy
en este mismo instante, ahora mismo, podemos contemplar lo que se encuentra ahí
eternamente, no ante nuestra vista sino ante los ojos de Cristo. Él mira más
allá del tiempo y ve la eternidad representada allí. Él oye los sonidos que
engendra el insensato y ajetreado mundo, aunque muy levemente. Pues más allá de
ellos Él oye el himno del Cielo y la Voz que habla por Dios con más claridad,
con más sentido y más de cerca.
2. El mundo desaparece fácilmente ante Su
vista. Sus sonidos se vuelven más tenues. Una melodía procedente de mucho más
allá del mundo se vuelve cada vez más clara: una Llamada ancestral a la que
Cristo da una respuesta ancestral. Tú reconocerás tanto una como otra, pues no
son sino tu propia respuesta a la Llamada que te hace tu Padre. Cristo responde
por ti, haciéndose eco de tu Ser, usando tu voz para dar Su jubiloso
consentimiento y aceptando tu liberación por ti.
3. ¡Cuán santas son tus prácticas hoy, al
darte Cristo Su visión, al oír por ti y al contestar en tu nombre la Llamada
que Él oye! ¡Cuán serenos son los momentos que pasas con Él, más allá del
mundo! ¡Cuán fácilmente te olvidas de todos tus aparentes pecados y dejas de
recordar todos tus pesares! En este día se dejan de lado las aflicciones, pues
a ti, que hoy aceptas los dones que él te da, te resultan claros los sonidos y
las vistas procedentes de aquello que está más cerca de ti que el mundo.
4. Hay un silencio que el mundo no puede
perturbar. Hay una paz ancestral que llevas en tu corazón y que no has perdido.
Hay en ti una sensación de santidad que el pensamiento de pecado jamás ha
mancillado. Hoy recordarás todo esto. La fe con la que practiques hoy te aportará
recompensas tan grandes y tan radicalmente diferentes de todas las cosas que
antes perseguías, que sabrás que ahí está tu tesoro y tu descanso.
5. Éste es el día en que todas las vanas
imaginaciones se descorren como si de una cortina se tratase, para revelar lo
que se encuentra tras ellas. Ahora se hace visible lo que realmente está ahí,
mientras que todas las sombras que parecían ocultarlo simplemente se sumergen
en la nada. 3Ahora se recupera el equilibrio, y la balanza del
juicio se deja en manos de Aquel que juzga correctamente. 4Y
mediante Su juicio, se desplegará ante tus ojos un mundo de perfecta inocencia.
5Ahora lo contemplarás con los ojos de Cristo. 6Ahora su
transformación te resultará evidente.
6. Hermano, éste es un día sagrado para el
mundo. 2La visión que se te ha concedido, la cual procede de mucho
más allá de todas las cosas del mundo, las contempla ahora bajo una nueva. luz.
3Y lo que ves se convierte en la curación y salvación del mundo. 4Tanto
lo valioso como lo insignificante se percibe y se reconoce tal como es. 5Y
lo que es digno de tu amor recibe tu amor, y no queda nada que puedas temer.
7. Hoy no juzgaremos. 2No
recibiremos sino aquello que nos llega procedente de un juicio que se emitió
desde más allá del mundo. 3Nuestras prácticas de hoy se convierten
en un regalo de gratitud por nuestra liberación de la ceguera y de la
aflicción. 4Todo cuanto veamos no hará sino aumentar nuestra dicha,
pues su santidad refleja la muestra. 5Nos alzamos perdonados ante
los ojos de Cristo, tal como el mundo se alza perdonado ante los nuestros. 6Bendecimos
al mundo al contemplarlo en la luz en la que nuestro Salvador nos contempla a
nosotros, y le ofrecemos la libertad que se nos ha dado a través de Su visión
redentora, no a través de la nuestra.
8. Descorre la cortina durante tus prácticas
renunciando simplemente a todo lo que crees desear. 2Guarda tus
frívolos tesoros, y deja un espacio limpio y despejado en tu mente donde Cristo
pueda venir a ofrecerte el tesoro de la salvación. 3Él necesita tu
santísima mente para salvar al mundo. 4¿Acaso no es este propósito
digno de ser tu objetivo? 5¿No es la visión de Cristo algo digno de
procurarse en lugar de todos los objetivos mundanos que no producen ninguna
satisfacción?
9. No dejes que este día transcurra sin que los
regalos que tiene reservados para ti reciban tu aprobación y aceptación. 2Si
los reconoces, podemos cambiar el mundo 3Tal vez no puedas ver el
valor que tu aceptación de ellos le ofrece al mundo. 4Pero sin duda
quieres esto: poder cambiar todo sufrimiento por dicha hoy mismo. 5Practica
con fervor y ése será tu regalo. 6¿Iba Dios a engañarte? 7¿Podría
dejar Él de cumplir Su promesa? 8¿Le negarías lo poco que te pide
cuando Sus Manos le ofrecen a Su Hijo la salvación en su totalidad
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