III. Las recompensas que se derivan de enseñar
1. Ya hemos aprendido que todo el mundo enseña, y
que enseña continuamente. 2Es posible que hayas enseñado bien, pero
que no hayas aprendido a aceptar el bienestar que te produce enseñar.
3Si examinases lo que has enseñado, y cuán ajeno es a lo que creías
saber, no podrías por menos que darte cuenta de que tu Maestro tuvo que
proceder de más allá de tu sistema de pensamiento. 4Por lo tanto,
Él pudo verlo objetivamente y percibir que no era cierto. 5Tuvo que
haber hecho eso basándose en un sistema de pensamiento muy diferente, que no
tiene nada en común con el tuyo. 6Pues ciertamente lo que Él ha
enseñado y lo que tú has enseñado a través de Él, no tiene nada en común con lo
que tú enseñabas antes de que Él llegase. 7Y como
resultado de ello, has llevado paz allí donde antes había dolor, y el
sufrimiento ha desaparecido para ser reemplazado por la alegría.
2. Puede que hayas enseñado lo que es la libertad,
pero no has aprendido a ser libre. 2Anteriormente dije: "Por
sus frutos los conoceréis y ellos se conocerán a sí mismos". 3Pues
es indudable que te juzgas a ti mismo de acuerdo con lo que enseñas. 4Las
enseñanzas del ego producen resultados inmediatos porque aceptas sus
decisiones inmediatamente como tu elección. 5Y esa aceptación
significa que estás dispuesto a juzgarte a ti mismo de igual modo. 6Causa
y efecto están claramente definidos en el sistema de pensamiento del ego, pues
todo tu aprendizaje ha estado encauzado a establecer la relación que hay entre
ellos. 7¿Y cómo no ibas a tener fe en lo que tan diligentemente te
enseñaste a creer? 8Recuerda, no obstante, cuánto cuidado has
ejercido al elegir sus testigos, y cuánto al evitar los que hablan en favor de
la causa de la verdad y de sus efectos.
3. ¿No te demuestra el hecho de que no hayas
aprendido lo que has enseñado que no percibes a la Filiación como una? 2¿Y
no te demuestra ello también que no te consideras a ti mismo uno? 3Pues
es imposible enseñar eficazmente si se carece de convicción, y es igualmente
imposible que la convicción se encuentre fuera de ti. 4Jamás podrías
haber enseñado lo que es la libertad a no ser que creyeses, en ella. 5Lo
que enseñaste, pues, tuvo que haber procedido de ti. 6Sin embargo,
es evidente que no conoces el Ser que eres, y que no lo reconoces a pesar de
que está activo. 7Lo que está activo tiene que estar presente. 8Y
sólo si niegas Sus obras podrías negar Su presencia.
4. El propósito de este curso es que aprendas a
conocerte a ti mismo. 2Has enseñado lo que eres, pero no has
permitido que lo que eres te enseñe a ti. 3Has tenido sumo cuidado
en evitar lo obvio, y en no ver la verdadera relación que existe entre causa y
efecto, la cual es perfectamente evidente. 4Dentro de ti, no obstante,
se encuentra todo lo que has enseñado. 5¿Qué parte de ti puede ser
la que no lo ha aprendido? 6TIene que ser esa parte que realmente es
externa a ti, no porque tú la hayas proyectado, sino porque así es en verdad. 7Y
es esa parte que has aceptado dentro de ti la que no es lo que tú eres. 8Lo
que aceptas en tu mente no puede realmente cambiarla. 9Las ilusiones
no son sino creencias en algo que no existe. 10Y el aparente
conflicto entre la verdad y la ilusión solo puede ser resuelto separándote de
la ilusión y no de la verdad.
5. Lo que has enseñado ya ha logrado esto, pues el
Espíritu Santo es parte de ti. 2Al haber sido creado por Dios, Él no
ha abandonado ni a Dios ni a Su creación. 3Él es a la vez Dios y
tú, del mismo modo en que tú eres a la vez Dios y Él. 4Pues la
Respuesta de Dios a la separación te aportó más que lo que tú trataste de
llevarte contigo. 5Él te protegió tanto a ti como a tus creaciones,
al mantener unido a ti lo que tú quisiste excluir. 6Y tus creaciones
ocuparán el lugar de lo que tú admitiste para reemplazarlas. 7Tus
creaciones son muy reales, pues forman parte del Ser que desconoces. 8Se
comunican contigo a través del Espíritu Santo, y, para que aprendas a enseñar
lo que eres, te ofrecen gustosamente su poder y gratitud por su creación a ti
que eres su hogar. 9Tú que eres anfitrión de Dios lo eres también de
ellas. 10Pues nada real ha abandonado jamás la mente de su creador. 11Y
lo que no es real nunca estuvo en ella.
6. Tú no eres dos seres en conflicto. 2¿Qué
puede haber más allá de Dios? 3Si tú, que lo contienes a Él y a
quien Él contiene, eres el universo, todo lo demás tiene que estar afuera,
donde no existe nada. 4Has enseñado esto, y, desde muy lejos en el
universo aunque no desde más allá de ti mismo, los testigos de tu enseñanza se
han congregado para ayudarte a aprender. 5Su gratitud se ha unido a
la tuya y a la de Dios para fortalecer tu fe en lo que enseñaste. 6Pues
lo que enseñaste es verdad. 7Si eliges estar solo, te excluyes a ti
mismo de tu enseñanza y te mantienes separado de ella. 8Pero unido a
ellos no puedes sino aprender que solamente te enseñaste a ti mismo, y que
aprendiste de la convicción que compartiste con ellos.
7. Este año comenzarás a aprender y a hacer que lo
que aprendas sea comparable a lo que enseñas. 2Has elegido esto al
estar dispuesto a enseñar. 3Aunque enseñar parecía ocasionarte
dolor, dispondrás del gozo que se deriva de ello. 4Pues dicho gozo
reside en el alumno, que se lo ofrece al maestro con gratitud y lo comparte con
él. 5A medida que sigas aprendiendo, tu gratitud hacia tu Ser, que
te enseña lo que Él es, aumentará y te ayudará a honrarlo. 6Y te
darás cuenta de Su poder, de Su fuerza y de Su pureza, y lo amarás como Su
Padre lo ama. 7Su Reino no tiene límites ni fin, ni hay nada en Él
que no sea perfecto y eterno. 8Tú eres todo esto, y no hay
nada aparte de esto que pueda ser lo que tú eres.
8. Tu santísimo Ser es digno de toda alabanza por lo
que eres, y por lo que es Aquel que te creó como eres. 2Tarde o
temprano todo el mundo tiene que construir un puente para salvar la brecha que
se imagina existe entre sus dos seres. 3Cada cual construye dicho
puente, a través del cual salvará la brecha que le separa de su Ser, tan pronto
como esté dispuesto a hacer un ligero esfuerzo por construirlo. 4Sus
parvos esfuerzos están poderosamente respaldados por la fortaleza del Cielo y
por la voluntad conjunta de todos los que hacen que el Cielo sea lo que es, al
estar unidos dentro de él. 5Y así, todo aquel que está dispuesto a
cruzar es literalmente transportado hasta el otro lado.
9. Tu puente está mejor construido de lo que te
imaginas, y tus pies están firmemente asentados en él. 2No dudes de
que la atracción de los que están al otro lado esperándote no te vaya a ayudar
a cruzar sin contratiempos. 3Pues llegarás a donde quieres estar, y
a donde te aguarda tu Ser.
LECCIÓN 183
Invoco el Nombre de Dios y el mío propio.
1. El Nombre de Dios es sagrado, pero no es más
sagrado que el tuyo. 2Invocar Su Nombre es invocar el tuyo. 3Un
padre le da su nombre a su hijo y, de este modo, identifica a su hijo con él. 4Sus
hermanos comparten su nombre y, así, están unidos por un vínculo en el que
encuentran su identidad. 5El Nombre
de tu Padre te recuerda quién eres incluso en un mundo que no lo sabe, e
incluso cuando tú mismo no lo has recordado.
2. El Nombre de Dios no puede ser
oído sin que suscite una respuesta, ni pronunciado sin que produzca un eco en
la mente que te exhorta a recordar. 2Di Su Nombre, y estarás
invitando a los ángeles a que rodeen el lugar en el que te encuentras, a
cantarte según despliegan sus alas para mantenerte a salvo y a protegerte de
cualquier pensamiento mundano que quisiera mancillar tu santidad.
3.
Repite el Nombre de Dios, y el mundo entero
responderá abandonando las ilusiones. 2Todo sueño que el mundo
tenga en gran estima de repente desaparecerá, y allí donde parecía encontrarse
hallarás una estrella, un milagro de gracia. 3Los enfermos se
levantarán, curados ya de sus pensamientos enfermizos. 4Los ciegos
podrán ver y los sordos oír. 5Los afligidos abandonarán su duelo,
y sus lágrimas de dolor se secarán cuando la risa de felicidad venga a
bendecir al mundo.
4. Repite el Nombre de Dios y todo
nombre nimio deja de tener significado. 2Ante el Nombre de Dios,
toda tentación se vuelve algo indeseable y sin nombre. 3Repite Su
Nombre, y verás cuán fácilmente te olvidas de los nombres de todos los dioses
que honrabas. 4Pues habrán perdido el nombre de dios que les
otorgabas. 5Se volverán anónimos y dejarán de ser importantes para
ti, si bien, antes de que dejases que el Nombre de Dios reemplazase a sus
nimios nombres, te postrabas reverente ante ellos llamándolos dioses.
5. Repite el Nombre de Dios e
invoca a tu Ser, Cuyo Nombre es el Suyo. 2Repite Su Nombre, y todas
las cosas insignificantes y sin nombre de la tierra se ven en su correcta
perspectiva. 3Aquellos que invocan el Nombre de Dios no pueden
confundir lo que no tiene nombre con el Nombre, el pecado con la gracia, ni los
cuerpos con el santo Hijo de Dios. 4Y si te unes a un hermano mientras
te sientas con él en silencio y repites dentro de tu mente quieta el Nombre de
Dios junto con él, habrás edificado ahí un altar que se eleva hasta Dios Mismo
y hasta Su Hijo.
6.
Practica sólo esto hoy: repite el Nombre de
Dios lentamente una y otra vez. 2Relega al olvido cualquier otro
nombre que no sea el Suyo. 3No oigas nada más. 4Deja que
todos tus pensamientos se anclen en Esto. 5No usaremos ninguna otra
palabra, excepto al principio, cuando repetimos la idea de hoy una sola vez. 6Y
entonces el Nombre de Dios se convierte en nuestro único pensamiento, nuestra
única palabra, lo único que ocupa nuestras mentes, nuestro único deseo, el
único sonido que tiene significado y el único Nombre de todo lo que deseamos ver
y de todo lo que queremos considerar nuestro.
7.
De esta manera extendemos una invitación que
jamás puede ser rechazada. 2Y Dios vendrá, y Él Mismo responderá a
ella. 3No pienses que Él oye las vanas oraciones de aquellos que lo
invocan con nombres de ídolos que el mundo tiene en gran estima. 4De
esa manera nunca podrán llegar a Él. 5Dios no puede oír peticiones
que le pidan que no sea Él Mismo o que Su Hijo reciba otro nombre que no sea el
Suyo.
8. Repite el Nombre de Dios, y lo
estarás reconociendo como el único Creador de la realidad. 2Y
estarás reconociendo asimismo que Su Hijo es parte de Él y que crea en Su
Nombre. 3Siéntate en silencio y deja que Su Nombre se convierta en
la idea todo abarcadora que absorbe tu mente por completo. 4Acalla
todo pensamiento excepto éste. 5Deja que ésta sea la respuesta para
cualquier otro pensamiento, y observa cómo el Nombre de Dios reemplaza a los
miles de nombres que diste a todos tus pensamientos, sin darte cuenta de que
sólo hay un Nombre para todo lo que existe y jamás existirá.
9. Hoy puedes alcanzar un estado en
el que experimentarás el don de la gracia. 2Puedes escaparte de
todas las ataduras del mundo, y ofrecerle a éste la misma liberación que tú has
encontrado. 3Puedes recordar lo que el mundo olvidó y ofrecerle lo
que tú has recordado. 4Puedes también aceptar el papel que te
corresponde desempeñar en su salvación, así como en la tuya propia. 5Y ambas
se pueden lograr perfectamente.
10.
Recurre al Nombre de Dios para tu liberación y
se te concederá. 2No se necesita más oración que ésta, pues
encierra dentro de sí a todas las demás. 3Las palabras son
irrelevantes y las peticiones innecesarias cuando el Hijo de Dios invoca el
Nombre de su Padre. 4Los Pensamientos de su Padre se vuelven los
suyos propios. 5El Hijo de Dios reivindica su derecho a todo lo que
su Padre le dio, le está dando todavía y le dará eternamente. 6Lo invoca para dejar
que todas las cosas que creyó haber hecho queden sin nombre ahora, y en su
lugar el santo Nombre de Dios se convierta en el juicio que él tiene de la
intranscendencia de todas ellas.
11.
Todo lo insignificante se acalla. 2Los
pequeños sonidos ahora son inaudibles. 3Todas las cosas vanas de la
tierra han desaparecido. 4El universo consiste únicamente en el
Hijo de Dios, que invoca a su Padre. 5Y la Voz de su Padre responde
en el santo Nombre de su Padre. 6La paz eterna se encuentra en esta
eterna y serena relación, en la que la comunicación transciende con creces
todas las palabras, y, sin embargo, supera en profundidad y altura todo aquello
que las palabras jamás pudiesen comunicar. 7Queremos experimentar
hoy esta paz en el Nombre de nuestro Padre. 8Y en Su Nombre se nos
concederá.
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