III. Luz en el sueño
1. Tú que te has pasado la vida llevando la verdad a
la ilusión y la realidad a la fantasía, has estado recorriendo el camino de los
sueños. 2Pues has pasado de la condición de estar despierto a la de
estar dormido, y de ahí te has sumergido en un sueño todavía más profundo. 3Cada
sueño te ha llevado a otros sueños, y cada fantasía que parecía arrojar luz
sobre la oscuridad no ha hecho sino hacerla aún más tenebrosa. 4Tu
meta era la oscuridad, en la que ningún rayo de luz pudiese penetrar. 5Y
buscabas una negrura tan absoluta, que pudiese mantenerte oculto de la verdad
para siempre en un estado de completa demencia. 6Mas de lo que te
olvidabas era de que Dios no puede destruirse a Sí Mismo. 7La luz se
encuentra en ti. 8La oscuridad puede envolverla, pero no
puede extinguirla.
2. Según se aproxime la luz te lanzarás a la
oscuridad huyendo de la verdad, refugiándote algunas veces en cosas menos temibles,
y otras, en el terror más absoluto. 2Pero avanzarás, pues tu
objetivo es pasar del miedo a la verdad. 3La meta que aceptaste es
la meta del conocimiento, y esto lo demuestra tu buena voluntad. 4El
miedo parece habitar en la oscuridad, y cuando tienes miedo es que has
retrocedido. 5Unámonos inmediatamente en un instante de luz y eso
será suficiente para recordarte que tu meta es la luz.
3. La verdad se lanzó a tu encuentro desde el
momento en que la invocaste. 2Si supieras Quién camina a tu lado por
la senda que has escogido, sería imposible que pudieses experimentar miedo. 3No
lo sabes porque tu viaje hacia la oscuridad ha sido largo y penoso, y te has
adentrado muy profundamente en ella. 4Un ligero parpadeo, después de
haber tenido los ojos cerrados por tanto tiempo, no ha sido suficiente para
hacer que tengas confianza en ti mismo, a quien por tanto tiempo has
despreciado. 5Te diriges hacia el amor odiándolo todavía, y
terriblemente atemorizado del juicio que pueda tener de ti. 6Y no
te das cuenta de que no es del amor de lo que tienes miedo, sino únicamente de
lo que tú has hecho de él. 7Estás avanzando hacia el significado del
amor y alejándote de todas las ilusiones con las que lo habías revestido. 8Cuando
te refugias en lo ilusorio tu miedo se agudiza, pues no hay duda de que lo que
crees que ello significa es aterrador. 9Mas ¿qué importancia puede
tener eso para nosotros que viajamos llenos de confianza y vertiginosamente
más allá del miedo?
4. Tú que tomas de la mano a tu hermano tomas
también la mía, pues cuando os unisteis no estabais solos. 2¿Crees
acaso que yo te iba a dejar en las tinieblas que acordaste abandonar conmigo? 3En
tu relación radica la luz de este mundo. 4Y el miedo no puede sino
desaparecer de tu vista ahora. 5No caigas en la tentación de arrebatar
el regalo de la fe que le ofreciste a tu hermano. 6Lo único que
conseguirías con ello sería asustarte a ti mismo. 7El regalo se dio
para siempre, pues Dios Mismo lo aceptó. 8No puedes quitárselo
ahora. 9Has aceptado a Dios. 10La santidad de tu relación
quedó establecida en el Cielo. 11No entiendes lo que aceptaste, pero
recuerda que tu entendimiento no es necesario. 12Lo único que se
necesitó fue simplemente tu deseo de entender. 13Ese deseo
fue el de ser santo. 14La Voluntad de Dios se te concede, 15pues
lo único que deseas es lo que siempre tuviste o lo que siempre fuiste.
5. Cada instante que pasemos juntos te enseñará que
este objetivo es posible, y fortalecerá tu deseo de alcanzarlo. 2Y
en tu deseo reside su logro. 3Tu deseo está ahora completamente de
acuerdo con todo el poder de la Voluntad del Espíritu Santo. 4Ningún
paso corto y vacilante que des puede hacer que tu deseo se aparte de Su
Voluntad o de Su fortaleza. 5Puedes estar tan seguro de que yo te
llevo de la mano como de que tú estuviste de acuerdo en llevar de la mano a tu
hermano. 6No os separaréis, pues yo estoy con vosotros y camino con
vosotros en vuestro avance hacia la verdad. 7Y dondequiera que
vamos, llevamos a Dios con nosotros.
6. Te has unido a mí en tu relación para llevarle el
Cielo al Hijo de Dios, que se había ocultado en la oscuridad. 2Has
estado dispuesto a llevar la oscuridad a la luz, y eso ha fortalecido a todos
los que quieren permanecer en la oscuridad. 3Los que quieran ver verán.
4Y se unirán a mí para llevar su luz a la oscuridad cuando
la oscuridad que hay en ellos haya sido llevada ante la luz y eliminada para
siempre. 5La necesidad que tengo de ti que te has unido a mí en la
santa luz de tu relación, es la misma que tienes tú. 6¿Cómo no iba
yo a darte a ti lo que tú me diste a mí? 7Pues en el momento en que
te uniste a tu hermano, me respondiste.
7. Tú que eres ahora el portador de la salvación,
tienes la función de llevar la luz a la oscuridad. 2La oscuridad en
ti se llevó ante la luz. 3Lleva esa luz ahora a la oscuridad, desde
el instante santo a donde llevaste tu oscuridad. 4Nos completamos
cuando deseamos completar. 5No dejes que el tiempo te preocupe,
pues todo miedo que tú y tu hermano podáis experimentar procede realmente del
pasado. 6El tiempo ha sido reajustado para ayudarnos a lograr,
juntos, lo que vuestros pasados separados habrían impedido. 7Habéis
transcendido el miedo, pues dos mentes no pueden unirse en su deseo de amor sin
que el amor se una a ellas.
8. Ni una sola luz en el Cielo deja de acompañaros. 2Ni
uno solo de los rayos que brillan para siempre en la Mente de Dios deja de iluminaros.
3El Cielo se ha unido a vosotros en vuestro avance hacia Él. 4Si
se han unido a vosotros luces tan potentes que infunden a la pequeña chispa de
vuestro deseo el poder de Dios Mismo, ¿cómo podríais vosotros seguir en la
oscuridad? 5Tú y tu hermano estáis retornando a casa juntos, después
de un largo e insensato viaje que emprendisteis por separado y que no os
condujo a ninguna parte. 6Has encontrado a tu hermano, y cada uno de
vosotros alumbrará el camino del otro. 7Y partiendo de esa luz, los
Grandes Rayos se extenderán hacia atrás hasta la oscuridad y hacia adelante
hasta Dios, para desvanecer con su resplandor el pasado y así dar lugar a Su
eterna Presencia, en la que todo resplandece en la luz.
LECCIÓN 206
No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como
Dios me creó.
1.
(186) De mí depende la salvación del mundo.
2Se me han confiado los dones de Dios porque soy
Su Hijo. 3Y deseo otorgarlos allí donde Él dispuso que se dieran.
4No
soy un cuerpo. 5Soy libre.
6Pues
aún soy tal como Dios me creó.
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