10. Por eso es por lo que el instante santo es tan
importante para la defensa de la verdad. 2La verdad en sí no
necesita defensa, mas tú necesitas ser defendido contra tu aceptación del
regalo de muerte. 3Cuando tú, que eres la verdad, aceptas una idea
tan peligrosa para la verdad, la amenazas con su destrucción. 4Y
ahora se te tiene que defender, para poder así conservar intacta la verdad. 5El
poder del Cielo, el Amor de Dios, las lágrimas de Cristo y la alegría de Su
espíritu eterno son convocados para defenderte de tu propio ataque. 6Pues
tú los atacas al ser parte de Ellos, y Ellos tienen que salvarte, pues se aman
a Sí Mismos.
11. El instante santo es una miniatura del
Cielo, que se te envía desde el Cielo. 2Es también un cuadro,
montado en un marco. 3Mas si aceptas éste regalo no verás el marco
en absoluto, ya que el regalo sólo puede ser aceptado cuando estás dispuesto a
poner toda tu atención en el cuadro. 4El instante santo es una
miniatura de la eternidad. 5Es un cuadro de intemporalidad, montado
en un marco de tiempo. 6Si te concentras en el cuadro, te darás
cuenta de que era únicamente el marco lo que te hacía pensar que era un
cuadro. 7Sin el marco, el cuadro se ve como lo que representa. 8Pues
de la misma manera en que todo el sistema de pensamiento del ego radica en sus
regalos, del mismo modo el Cielo en su totalidad radica en este instante, que
se tomó prestado de la eternidad y se montó en el tiempo para ti.
12. Se te ofrecen dos regalos. 2Cada
uno de ellos es un todo en sí mismo y no puede ser aceptado parcialmente. 3Cada
uno de ellos es un cuadro de todo lo que puedes tener, aunque desde una perspectiva
muy diferente. 4No puedes comparar su valor comparando el cuadro de
uno con el marco del otro. 5Debes comparar únicamente los cuadros,
pues, de otro modo, la comparación no tendría ningún sentido. 6Recuerda
que el cuadro es lo que constituye el regalo. 7Y sólo sobre esa
base eres realmente libre de elegir. 8Contempla los cuadros. 9Contempla
los dos. 10Uno es un cuadro diminuto, difícil de ver bajo las
pesadas sombras de su enorme y desproporcionado marco. 11El otro
tiene un marco liviano, está colgado en plena luz y es algo maravilloso de
contemplar debido a lo que es.
13. Tú que has tratado tan arduamente -y todavía
sigues tratando- de encajar el mejor cuadro en el marco equivocado, y combinar
de este modo lo que no puede ser combinado, acepta lo que sigue y regocíjate
por ello: cada uno de estos cuadros está perfectamente enmarcado de acuerdo
con lo que representa. 2Uno de ellos está enmarcado de forma que el
cuadro esté desenfocado y no se pueda ver. 3El otro, de forma
que su cuadro se vea con perfecta claridad. 4El cuadro de muerte y
de tinieblas se hace cada vez menos convincente según logras dar con él entre
todo lo que lo envuelve. 5A medida que se expone a la luz cada una
de las piedras inertes que en la oscuridad parecían brillar desde el marco,
dichas piedras se vuelven opacas y sin vida y cesan de desviar tu atención del
cuadro. 6Y por fin miras al cuadro en sí, viendo finalmente que, sin
la protección del marco, no tiene sentido.
14. El otro cuadro tiene un marco muy liviano, pues
el tiempo no puede contener a la eternidad. 2No hay nada en él que
te pueda distraer. 3El cuadro del Cielo y de la eternidad se vuelve
más convincente a medida que lo contemplas. 4Y ahora, después de
haberse hecho una verdadera comparación, puede por fin tener lugar una
transformación de ambos cuadros. 5Y a cada uno de ellos se le
da el lugar que le corresponde una vez que se ve en relación con el otro. 6Cuando
llevas el cuadro tenebroso ante la luz, no lo percibes como algo temible, sino
que por fin te das cuenta del hecho de que no es más que un cuadro. 7Y
en ese momento reconoces lo que ves ahí tal como es: un cuadro de algo que
pensabas que era real, y nada más. 8Pues más allá de ese cuadro no
verás nada.
15. El cuadro de luz, en claro e inequívoco
contraste, se transforma en lo que está más allá del cuadro. 2A
medida que lo contemplas, te das cuenta de que no es un cuadro, sino una
realidad. 3No se trata de una representación pictórica de un sistema
de pensamiento, sino que es el Pensamiento mismo. 4Lo que representa
está ahí. 5El marco se desvanece suavemente y brota en ti el
recuerdo de Dios, ofreciéndote toda la creación a cambio de tu insignificante
cuadro, que no tenía ningún valor ni ningún significado.
16. A medida que Dios ascienda al lugar que le
corresponde y tú asciendas al tuyo, volverás a entender el significado de las
relaciones, y sabrás que es verdad. 2Ascendamos juntos hasta el
Padre en paz, permitiendo que adquiera predominancia en nuestras mentes. 3Todo
se nos dará al darle a Él el poder y la gloria, y al no conservar ninguna
ilusión con respecto a dónde se encuentran éstos. 4Se encuentran en
nosotros gracias a Su predominio. 5Lo que Él ha dado, es Suyo. 6Resplandece
en cada parte de Él, así como en la totalidad. 7La realidad de tu
relación con Él radica en la relación que tenemos unos con otros. 8El
instante santo refulge por igual sobre todas las relaciones, pues en él todas
las relaciones son una. 9En el instante santo sólo hay curación, ya
completa y perfecta, 10pues Dios está en él, y donde Él está, sólo
lo que es perfecto y completo puede estar.
LECCIÓN
196
Es
únicamente a mí mismo a quien crucifico.
1. Cuando
realmente hayas entendido esto, y lo mantengas firmemente en tu conciencia, ya
no intentarás hacerte daño ni hacer de tu cuerpo un esclavo de la venganza. 2No
te atacarás a ti mismo, y te darás cuenta de que atacar a otro es atacarte a ti
mismo. 3Te liberarás de la demente creencia de que atacando a tu
hermano te salvas tú. 4Y comprenderás que su seguridad es la tuya, y
que al sanar él, tú quedas sanado.
2. Tal vez no
entiendas en un principio cómo es posible que la misericordia, que es ilimitada
y envuelve todas las cosas en su segura protección, pueda hallarse en la idea
que hoy practicamos. 2De hecho, esta idea puede parecerte como una
señal de que es imposible eludir el castigo, ya que el ego, ante lo que
considera una amenaza, no vacila en citar la verdad para salvaguardar sus
mentiras. 3Es incapaz, no obstante, de entender la verdad que usa de
tal manera. 4Mas tú puedes aprender a detectar estas necias
maniobras y negar el significado que parecen tener.
3. De esta manera
le enseñas también a tu mente que no eres un ego. 2Pues las formas
con las que el ego procura distorsionar la verdad ya no te seguirán engañando. 3No
creerás que eres un cuerpo que tiene que ser crucificado. 4Y verás
en la idea de hoy la luz de la resurrección, refulgiendo más allá de todos los
pensamientos de crucifixión y muerte hasta los de liberación y vida.
4. La idea de hoy
es un paso que nos conduce desde el cautiverio al estado de perfecta libertad. 2Demos
este paso hoy, para poder recorrer rápidamente el camino que nos muestra la
salvación, dando cada paso en la secuencia señalada, a medida que la mente se
va desprendiendo de sus lastres uno por uno. 3No necesitamos tiempo
para esto, 4sino únicamente estar dispuestos. 5Pues lo
que parece requerir cientos de años puede lograrse fácilmente -por la gracia de
Dios- en un solo instante.
5. El pensamiento
desesperante y deprimente de que puedes atacar a otros sin que ello te afecte
te ha clavado a la cruz. 2Tal vez pensaste que era tu salvación. 3Mas
sólo representaba la creencia de que el temor a Dios era real. 4¿Y
qué es esto sino el infierno? 5¿Quién que en su corazón no tuviese
miedo del infierno podría creer que su Padre es su enemigo mortal, que se
encuentra separado de él y a la espera de destruir su vida y obliterarlo del
universo?
6. Tal es la
forma de locura en la que crees, si aceptas el temible pensamiento de que
puedes atacar a otro y quedar tú libre. 2Hasta que esta forma de
locura no cambie, no habrá esperanzas. 3Hasta que no te des cuenta
de que, al menos esto, tiene que ser completamente imposible, ¿cómo podría
haber escapatoria? 4El temor a Dios es real para todo aquel que
piensa que ese pensamiento es verdad. 5Y no percibirá su insensatez,
y ni siquiera se dará cuenta de que lo abriga, lo cual le permitiría
cuestionarlo.
7. Pero incluso
para cuestionarlo, su forma tiene primero que cambiar lo suficiente como para
que el miedo a las represalias disminuya y la responsabilidad vuelva en cierta
medida a recaer sobre ti. 2Desde ahí podrás cuando menos considerar
si quieres o no seguir adelante por ese doloroso sendero, mientras este cambio
no tenga lugar, no podrás percibir que son únicamente tus pensamientos los que
te hacen caer, presa del miedo, y que tu liberación depende de ti.
8. Si das este
paso hoy, los que siguen te resultarán más fáciles. 2A partir de
aquí avanzaremos rápidamente, 3pues una vez que entiendas que nada,
salvo tus propios pensamientos, te puede hacer daño, el temor a Dios no podrá
sino desaparecer. 4No podrás seguir creyendo entonces que la causa
del miedo se encuentra fuera de ti. 5Y a Dios, a Quien habías
pensado desterrar, se le podrá acoger de nuevo en la santa mente que Él nunca
abandonó.
9. El himno de la
salvación puede ciertamente oírse en la idea que hoy practicamos. 2Si
es únicamente a ti mismo a quien crucificas, no le has hecho nada al mundo y no
tienes que temer su venganza ni su persecución. 3Tampoco es
necesario que te escondas lleno de terror del miedo mortal a Dios que la
proyección oculta tras de sí. 4Lo que más pavor te da es la
salvación. 5Eres fuerte, y es fortaleza lo que deseas. 6Eres
libre, y te regocijas de ello. 7Has procurado ser débil y estar
cautivo porque tenías miedo de tu fortaleza y de tu libertad. 8Sin
embargo, tu salvación radica en ellas.
10. Hay un
instante en que el terror parece apoderarse de tu mente de tal manera que no
parece haber la más mínima esperanza de escape. 2Cuando te das
cuenta, de una vez por todas, de que es a ti mismo a quien temes, la mente se
percibe a sí misma dividida. 3Esto se había mantenido oculto
mientras creías que el ataque podía lanzarse fuera de ti y que éste podía
devolvérsete desde afuera. 4Parecía
ser un enemigo externo al que tenías que temer. 5Y de esta manera, un dios externo a ti se convirtió
en tu enemigo mortal y en la fuente del miedo.
11.
Y ahora, por un instante, percibes dentro de ti
a un asesino que ansía tu muerte y que está comprometido a maquinar castigos
contra ti hasta el momento en que por fin pueda acabar contigo. 2No
obstante, en ese mismo instante es el momento en que llega la salvación. 3Pues
el temor a Dios ha desaparecido. 4Y puedes apelar a Él para que te
salve de las ilusiones por medio de Su Amor, llamándolo Padre y, a ti mismo, Su
Hijo. 5Reza para que este instante llegue pronto, hoy mismo. 6Aléjate
del miedo y dirígete al amor.
12.
No hay un solo Pensamiento de Dios que no vaya contigo para
ayudarte a alcanzar ese instante e ir más allá de él prontamente, con certeza y
para siempre. 2Cuando el temor a Dios desaparece, no queda obstáculo
alguno entre la santa paz de Dios y tú. 3¡Cuán benévola y
misericordiosa es la idea que hoy practicamos! 4Acógela
gustosamente, como debieras, pues es tu liberación. 5Es a ti a quien
tu mente trata de crucificar. 6Mas tu redención también procederá
de ti.
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