VI. Más allá del cuerpo
1. No hay nada externo a ti. 2Esto es lo
que finalmente tienes que aprender, pues es el reconocimiento de que el Reino
de los Cielos te ha sido restaurado. 3Pues eso fue lo único que Dios
creó, y Él no lo abandonó ni se separó a Sí Mismo de él. 4El Reino
de los Cielos es la morada del Hijo de Dios, quien no abandonó a su Padre ni
mora separado de Él. 5El Cielo no es un lugar ni tampoco una
condición. 6Es simplemente la conciencia de la perfecta unicidad *
y el conocimiento de que no hay nada más: nada fuera de esta unicidad, ni nada
adentro.
2. ¿Qué otra cosa podría dar Dios, sino el
conocimiento de Sí Mismo? 2¿Hay algo más que se pueda dar? 3La
creencia de que puedes dar u obtener otra cosa -algo externo a ti- te ha
costado la conciencia del Cielo y la de tu Identidad. 4Y has hecho
algo todavía más extraño, de lo cual ni siquiera te has percatado: 5Has
transferido la culpabilidad de tu mente a tu cuerpo. 6El cuerpo, no
obstante, no puede ser culpable, pues no puede hacer nada por su cuenta. 7Tú
que crees odiar a tu cuerpo, no haces sino engañarte a ti mismo. 8Odias
a tu mente, pues la culpabilidad se ha adentrado en ella, y procura mantenerse
separada de la mente de tu hermano, lo cual no puede hacer.
3. Las mentes están unidas, los cuerpos no. 2Sólo
al atribuirle a la mente las propiedades del cuerpo parece posible la
separación. 3Y es la mente la que parece ser algo privado, y estar
fragmentada y sola. 4Proyecta su culpabilidad, que es lo que la
mantiene separada, sobre el cuerpo, el cual sufre y muere porque se le ataca a
fin de mantener viva la separación en la mente e impedir que conozca su
Identidad. 5La mente no puede atacar, pero puede forjar fantasías y
ordenarle al cuerpo que las exteriorice. 6Mas lo que el cuerpo hace
nunca parece satisfacer a la mente. 7A menos que la mente crea que
el cuerpo está realmente exteriorizando sus fantasías, lo atacará proyectando
aún más culpabilidad sobre él.
4. En esto la mente está claramente engañada. 2No
puede atacar, pero sostiene que sí puede, y para probarlo, se vale de lo
que hace para hacerle daño al cuerpo. 3La mente no puede atacar,
pero puede engañarse a sí misma. 4Y eso es todo lo que hace cuando
cree que ha atacado al cuerpo. 5Puede proyectar su culpabilidad,
pero no puede deshacerse de ella proyectándola. 6Y aunque es obvio
que puede percibir la función del cuerpo erróneamente, no puede cambiar la
función que el Espíritu Santo le asignó a éste. 7El cuerpo no es el
fruto del amor. 8Aun así, el amor no lo condena y puede emplearlo
amorosamente, respetando lo que el Hijo de Dios engendró y utilizándolo para
salvar al Hijo de sus propias ilusiones.
5. ¿No te gustaría que los medios de la separación
fueran reinterpretados como medios de salvación y se usasen para los fines del
amor? 2¿No le darías la bienvenida y le prestarías tu apoyo a este
intercambio de fantasías de venganza por tu liberación de ellas? 3La
percepción que tienes del cuerpo puede ser ciertamente enfermiza, pero no debes
proyectar eso sobre él. 4Pues tu deseo de hacer que lo que no tiene
la capacidad de destruir sea destructivo, no puede tener ningún efecto real. 5Lo
que Dios creó sólo puede ser como Él quiere que sea, pues así lo dispone Su
Voluntad. 6Tú no puedes hacer que Su Voluntad sea destructiva. 7Puedes,
no obstante, forjar fantasías en las que tu voluntad entra en conflicto
con la Suya, pero eso es todo.
6. Es una locura usar el cuerpo como chivo
expiatorio sobre el que descargar tu culpabilidad, dirigiendo sus ataques y
culpándolo luego por lo que tú mismo quisiste que hiciese. 2Es
imposible exteriorizar fantasías, 3pues éstas siguen siendo lo que
tú deseas y no tienen nada que ver con lo que el cuerpo hace. 4El
cuerpo no sueña con ellas, y lo único que éstas hacen es convertirlo en un
lastre en vez de en algo útil. 5Pues las fantasías han hecho de tu
cuerpo tu "enemigo"; algo débil, vulnerable y traicionero, merecedor
del odio que le tienes. 6¿De qué te ha servido todo esto? 7Te
has identificado con eso que odias, el instrumento de venganza y la aparente
fuente de tu culpabilidad. 8Le has hecho esto a algo que no tiene
significado, proclamándolo la morada del Hijo de Dios y haciendo luego que se
vuelva contra él.
7. Éste es el anfitrión de Dios que tú has
engendrado. 2Y ni Dios ni Su santísimo Hijo pueden hospedarse en una
morada donde reina el odio, y donde tú has sembrado semillas de venganza,
violencia y muerte. 3Esa cosa que engendraste para que estuviese al
servicio de tu culpabilidad se interpone entre ti y otras mentes. 4Las
mentes están unidas, pero tú no te identificas con ellas. 5Te
ves a ti mismo encerrado en una celda aparte, aislado e inaccesible, y tan
incapaz de establecer contacto con otros como de que otros lo establezcan
contigo. 6Odias esta prisión que has construido, y procuras
destruirla. 7Pero no quieres escaparte de ella ni dejarla indemne y
libre de toda culpa.
8. Sin embargo, ésa es la única manera de escapar. 2La
morada de la venganza no es tu hogar. aEl lugar que reservaste para
que albergase a tu odio no es una prisión, sino una ilusión de ti mismo. 3El
cuerpo es un límite que se le impone a la comunicación universal, la cual es un
atributo eterno de la mente. 4Mas la comunicación es algo interno. 5La
mente se extiende hasta sí misma. 6No se compone de diferentes
partes que se extienden hasta otras. 7No sale afuera. 8Dentro
de sí misma es ilimitada, y no hay nada externo a ella. 9Lo abarca
todo. 10Te abarca completamente: tú te encuentras dentro de ella y
ella dentro de ti. 11No hay nada más en ninguna parte ni jamás lo
habrá.
9. El cuerpo es algo externo a ti, y sólo da la
impresión de rodearte, de aislarte de los demás y de mantenerte separado de
ellos y a ellos de ti. 2Pero el cuerpo no existe. 3No hay
ninguna barrera entre Dios y Su Hijo, y Su Hijo no puede estar separado de Sí
Mismo, salvo en ilusiones. 4Ésa no puede ser su realidad, aunque él
crea que lo es. 5Sólo podría serlo si Dios se hubiese equivocado. 6Dios
habría tenido que crear de modo diferente y haberse separado de Su Hijo para
que eso fuese posible. 7Él habría tenido que crear diferentes cosas,
y establecer diferentes órdenes de realidad, de los que sólo algunos fuesen
amor. 8Pero el amor tiene que ser eternamente igual a sí mismo, sin
alternativas e inmutable para siempre. 9Y, por lo tanto, así es. 10Tú
no puedes poner una barrera a tu alrededor porque Dios no puso ninguna entre tú
y Él.
10. Puedes alzar la mano y tocar el Cielo. 2Tú,
cuya mano se encuentra asida a la de tu hermano, has comenzado a extenderte más
allá del cuerpo, pero no fuera de ti mismo, para alcanzar juntos la Identidad
que compartís. 3¿Cómo iba a encontrarse dicha Identidad fuera de
vosotros donde Dios no está? 4¿Acaso es Él un cuerpo? 5¿E
iba a haberte creado diferente de Sí Mismo y donde Él no podría morar? 6Él
es lo único que te rodea. 7¿Qué limitaciones puedes tener tú a quien
Él abarca?
11. Todo el mundo ha experimentado lo que podría
describirse cómo una sensación de ser transportado más allá de sí mismo. 2Esta
sensación de liberación va mucho más allá del sueño de libertad que a veces se
espera encontrar en las relaciones especiales. 3Es una sensación de
habernos escapado realmente de toda limitación. 4Si examinases lo
que esa sensación de ser "transportado" realmente supone, te darías
cuenta de que es una súbita pérdida de la conciencia corporal, y una
experiencia de unión con otra cosa en la que tu mente se expande para
abarcaría. 5Esa otra cosa pasa a formar parte de ti al tú unirte a
ella. 6Y tanto tú como ella os completáis, y ninguno se percibe
entonces como separado. 7Lo que realmente sucede es que has
renunciado a la ilusión de una conciencia limitada y has dejado de tenerle
miedo a la unión. 8El amor que instantáneamente reemplaza a ese
miedo se extiende hasta lo que te ha liberado y se une a ello. 9Y
mientras esto dura no tienes ninguna duda acerca de tu Identidad ni deseas
limitarla. 10Te has escapado del miedo y has alcanzado la paz, no
cuestionando la realidad, sino simplemente aceptándola. 11Has
aceptado esto en lugar del cuerpo, y te has permitido a ti mismo ser uno con
algo que se encuentra más allá de éste, al simplemente no permitir que tu mente
esté limitada por él.
12. Esto puede ocurrir independientemente de la
distancia física que parezca haber entre ti y aquello a lo que te unes; independientemente
de vuestras respectivas posiciones en el espacio o de vuestras diferencias de
tamaño y aparente calidad. 2El tiempo es irrelevante: la unión puede
ocurrir con algo pasado, presente o con algo que se prevé. 3Ese
"algo" puede ser cualquier cosa y estar en cualquier parte; puede ser
un sonido, algo que se ve, un pensamiento, un recuerdo, o incluso una idea
cualquiera sin ninguna referencia concreta. 4Mas siempre te unes a
ello sin reservas porque lo amas y quieres estar a su lado. 5Por eso
te apresuras a ir a su encuentro, dejando que tus limitaciones se desvanezcan,
aboliendo todas las "leyes" que tu cuerpo obedece y apartándote
serenamente de ellas.
13. No hay violencia alguna en este escape. 2No
se ataca al cuerpo, sino simplemente se le percibe correctamente. 3El
cuerpo no puede limitarte, ya que ésa no es tu voluntad. 4En
realidad no se te "saca" de él, ya que no puede contenerte. 5Te
diriges hacia donde realmente quieres estar, adquiriendo, no perdiendo, una
sensación de Ser. 6En estos instantes en que te liberas de toda
restricción física, experimentas mucho de lo que sucede en el instante santo:
un levantamiento de las barreras del tiempo y del espacio, una súbita
experiencia de paz y alegría. aMas por encima de todo, pierdes toda
conciencia del cuerpo y dejas de dudar acerca de si todo esto es posible o no.
14. Es posible porque tú lo deseas. 2En
la súbita expansión de conciencia que tiene lugar sólo con que tú lo desees
reside el irresistible atractivo del instante santo. 3Te exhorta a
que seas tú mismo, en la seguridad de su abrazo. 4Ahí se te libera
de todas las leyes de la limitación y se te da la bienvenida a la mentalidad
receptiva y a la libertad. 5Ven a este lugar de refugio, donde
puedes ser tú mismo en paz. 6No mediante la destrucción ni mediante
un escape, sino simplemente mediante una serena fusión. 7Pues la paz
se unirá a ti allí sencillamente porque has estado dispuesto a abandonar los
límites que le habías impuesto al amor, y porque te uniste a él allí donde mora
y adonde te condujo, en respuesta a su dulce llamada a que estés en paz.
LECCIÓN 211
No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como
Dios me creó.
1.
(191) Soy el santo Hijo de Dios Mismo.
2En silencio y con verdadera humildad busco la gloria de Dios a fin de
contemplarla en el Hijo que Él creó como mi Ser.
3No
soy un cuerpo. 4Soy libre.
5Pues
aún soy tal como Dios me creó.
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