miércoles, 18 de julio de 2012

CURSO DE MILAGROS- DIA 200 capitulo y leccion


VII. La invocación a la fe

1. Los sustitutos de cualquier aspecto de una situación son los testigos de tu falta de fe. 2Demuestran que no creíste que la situa­ción y el problema estuviesen en el mismo lugar. 3El problema era la falta de fe, y esto es lo que demuestras cuando lo separas de su fuente y lo pones en otro lugar. 4Como resultado de ello, no ves el problema. 5De no haberte faltado la fe de que podía ser resuelto, el problema habría desaparecido. 6Y la situación habría tenido sentido para ti porque se habría eliminado cualquier interferen­cia que hubiese impedido que la entendieses. 7Trasladar el pro­blema a otro lugar es perpetuarlo, pues te desentiendes de él y haces que sea irresoluble.

2. No hay ningún problema que la fe no pueda resolver. 2Si trasla­das cualquier aspecto de un problema a otro lugar, ello hará que sea imposible solventarlo. 3Pues si trasladas parte del problema a otro lugar, el significado del problema inevitablemente se pierde, y la solución del problema radica en su significado. 4¿No es posi­ble acaso que todos tus problemas ya se hayan resuelto, pero que tú te hayas excluido a ti mismo de la solución? 5La fe, no obstante, tiene que estar donde algo se ha consumado, y donde tú ves que se consumó.

3. Una situación es una relación, pues es una confluencia de pen­samientos. 2Si se perciben problemas, es porque se cree que los pensamientos están en conflicto. 3Mas si el objetivo es la verdad, eso es imposible. 4Alguna idea relacionada con el cuerpo tuvo que haberse inmiscuido, ya que las mentes no pueden atacar. 5Pensar en cuerpos indica falta de fe, pues los cuerpos no pueden solven­tar nada. 6El que se inmiscuyan en la relación -lo cual es un error acerca de lo que piensas de la situación- es lo que entonces se convierte en la justificación de tu falta de fe. 7Cometerás este error, pero no dejes que ello sea motivo de preocupación para ti. 8El error no importa. 9La falta de fe que se lleva ante la fe nunca será un escollo para la verdad. 10Pero usar la falta de fe contra la verdad siempre destruirá la fe. 11Si te falta fe, pide que se te restituya allí donde se perdió, y no intentes que se te indemnice por ella en otra parte, como si se te hubiese privado injustamente de ella.

4. Únicamente lo que tú no has dado es lo que puede faltar en cualquier situación. 2Pero recuerda esto: la santidad fue la meta que se fijó para tu relación, y no fuiste tú quien lo hizo. 3No fuiste tú quien la fijó porque la santidad no se puede ver excepto mediante la fe, y tu relación no era santa por razón de la limitada y reducida fe que tenías en tu hermano. 4Tu fe tiene que aumen­tar para poder alcanzar la meta que se ha fijado. 5La realidad de la meta facilitará eso, pues te permitirá ver que la paz y la fe no vienen por separado. 6¿Cómo podrías estar en una situación sin tener fe y al mismo tiempo serle fiel a tu hermano?

5. Cada situación en la que te encuentras no es más que un medio para satisfacer el propósito que se estableció para tu relación. 2Si la ves como algo diferente, es que te falta fe. 3No hagas uso de esa falta de fe. 4Deja que se presente y obsérvala con calma, pero no hagas uso de ella. 5La falta de fe es la sierva de lo ilusorio, y es totalmente fiel a su amo. 6Haz uso de ella, y te llevará directa­mente a las ilusiones. 7No te sientas tentado por lo que te ofrece. 8La falta de fe no supone ningún obstáculo para el objetivo, sino para el valor que éste tiene para ti. 9No aceptes la ilusión de paz que te ofrece, sino que, por el contrario, contempla su ofrecimiento y reconoce que es una ilusión.

6. El objetivo de la ilusión está tan estrechamente vinculado a la falta de fe como la fe lo está a la verdad. 2Si pones en duda que alguien pueda desempeñar su papel, y desempeñarlo perfecta­mente en cualquier situación entregada de antemano a la verdad, es que la entrega no fue absoluta. 3Esto significa que no has tenido fe en tu hermano y que has usado tu falta de fe contra él. 4Nin­guna relación es santa a menos que su santidad la acompañe a todas partes. 5De la misma manera en que la santidad y la fe van de la mano, así su fe tiene también que acompañarla a todas par­tes. 6La realidad del objetivo inspirará y obrará cualquier milagro que sea necesario para su logro. 7Cualquier cosa tanto si es dema­siado grande como demasiado pequeña, demasiado débil o de­masiado apremiante, será puesta dulcemente a su servicio para apoyar su propósito. 8El universo la servirá gustosamente, tal como ella sirve al universo. 9Pero no interfieras.

7. El poder que se ha depositado en ti, en quien se ha establecido el objetivo del Espíritu Santo, transciende tanto tu limitada con­cepción de lo infinito, que no tienes idea de la magnitud de la fuerza que te acompaña. 2Y puedes usar esta fuerza con perfecta seguridad. 3No obstante, a pesar de su extraordinario poder, tan grande que se extiende allende las estrellas hasta el universo que se encuentra más allá de ellas, tu insignificante falta de fe la puede neutralizar, si en su lugar prefieres valerte de tu falta de fe.

8. Considera, no obstante, lo que sigue a continuación, y descu­bre la causa de tu falta de fe: crees que la razón por la que tienes algo contra tu hermano es por lo que él te hizo a ti. 2Mas por lo que realmente lo culpas es por lo que tú le hiciste a él. 3No le guardas rencor por su pasado sino por el tuyo. 4Y no tienes fe en él debido a lo que tú fuiste. 5Tú eres, sin embargo, tan inocente de ello como lo es él. 6Lo que nunca existió no tiene causa, ni está ahí para obstruir a la verdad. 7La falta de fe no tiene causa; la fe, en cambio, sí tiene Causa. 8Esa Causa ha entrado a formar parte de toda situación que comparta Su propósito. 9La luz de la verdad brilla desde el centro de la situación, y ejerce influencia sobre todos aquellos a quienes el propósito de la situación llama. 10Y llama a todo el mundo. 11No hay situación que no incluya a toda tu relación, a todos sus aspectos y a todas sus partes. 12No puedes excluir ningún aspecto de ti mismo y esperar que la situación siga siendo santa. 13Pues ese aspecto comparte el propósito de tu relación en su totalidad y deriva su significado de ella.

9. A menos que la fe que tienes en tu hermano te acompañe en toda situación, serás infiel a tu propia relación. 2Tu fe exhortará a los demás a que compartan tu propósito, tal como el propósito en sí invocó la fe en ti. 3Y verás los medios que una vez empleaste para que te condujesen a las ilusiones, transformados en medios que te conducen a la verdad. 4La verdad invoca la fe, y la fe le hace sitio a la verdad. 5Cuando el Espíritu Santo cambió el propó­sito de tu relación al intercambiar el tuyo por el Suyo, el objetivo que estableció en ella se extendió a toda situación en que jamás puedas verte envuelto. 6Y así liberó del pasado todas las situacio­nes que éste habría desprovisto de significado.

10. Invocas la fe por razón de Aquel que te acompaña en toda situación. 2Ya no estás completamente loco ni tampoco solo. 3Pues la idea de que en Dios puede haber soledad no puede sino ser un sueño. 4Tú, cuya relación comparte el objetivo del Espíritu Santo, has sido alejado de la soledad porque la verdad ha llegado. 5Su invocación a la fe es poderosa. 6No uses tu falta de fe contra la verdad, pues ésta te exhorta a que te salves y a que estés en paz.

LECCIÓN 200

No hay más paz que la paz de Dios.

1 Deja de buscar. 2No hallarás otra paz que la paz de Dios. 3Acepta este hecho y te evitarás la agonía de sufrir aún más amargos de­sengaños, o de verte invadido por una sombría desesperación y una gélida sensación de desesperanza y de duda. 4Deja de buscar. 5No puedes hallar otra cosa que la paz de Dios, a no ser que lo que busques sea infelicidad y dolor.

2. Este es el punto final al que en última instancia todo el mundo tiene que llegar para dejar de lado toda esperanza de hallar felici­dad allí donde no la hay; de ser salvado por lo que tan sólo puede causar dolor; y de hacer paz del caos, dicha del dolor y Cielo del infierno. 2No sigas tratando de ganar por medio de la pérdida ni de morir para vivir. 3Pues no estarás sino pidiendo la derrota.

3. No obstante, con la misma facilidad puedes pedir amor, felici­dad y vida eterna en una paz que no tiene fin. 2Pide esto, y sólo puedes ganar. 3Pedir lo que ya tienes te lleva al éxito. 4Pedir que lo que es falso sea verdadero sólo puede conducir al fracaso. 5Per­dónate a ti mismo tus vanas imaginaciones y deja de buscar lo que no puedes encontrar. 6Pues, ¿qué podría ser más absurdo que buscar el infierno una y otra vez cuando no tienes más que abrir los ojos y mirar para darte cuenta de que el Cielo se encuentra ante ti, allende el umbral de una puerta que se abre fácilmente para darte la bienvenida?

4. Regresa a casa. 2Jamás encontraste felicidad en lugares extra­ños, ni en formas que te son ajenas y que no tienen ningún signifi­cado para ti, si bien trataste de que lo tuvieran. 3No te corres­ponde estar en este mundo. 4Aquí eres un extraño. 5Pero te es dado encontrar los medios a través de los cuales el mundo deja de parecer una prisión o una cárcel para nadie.

5. Se te concede la libertad allí donde no veías más que cadenas y puertas de hierro. 2Mas si quieres hallar escapatoria tienes que cambiar de parecer con respecto al propósito del mundo. 3Perma­necerás encadenado hasta que veas el mundo como un lugar ben­dito, liberes de tus errores a cada hermano y lo honres tal como es. 4Tú no lo creaste, así como tampoco te creaste a ti mismo. 5Y al liberar a uno, el otro es aceptado tal como es.

6. ¿Qué función tiene el perdón? 2En realidad no tiene ninguna, ni hace nada, 3pues es desconocido en el Cielo. 4Es sólo en el infierno donde se le necesita y donde tiene una formidable función que desempeñar. 5¿No es acaso un propósito loable ayudar al biena­mado Hijo de Dios a escapar de los sueños de maldad, que aun­que son sólo fabricaciones suyas, él cree que son reales? 6¿Quién podría aspirar a más, mientras parezca que hay que elegir entre el éxito y el fracaso, entre el amor y el miedo?

7. No hay más paz que la paz de Dios porque Él sólo tiene un Hijo, que no puede construir un mundo en oposición a la Volun­tad de su Padre o a la suya propia, la cual es la misma que la de Él. 2¿Qué podría esperar encontrar en semejante mundo? 3Este no puede ser real, ya que nunca fue creado. 4¿Es acaso ahí adonde iría en busca de paz? 5¿O bien tiene que darse cuenta de que tal como él ve el mundo, éste sólo puede engañar? 6Puede aprender, no obstante, a verlo de otra manera y encontrar la paz de Dios.

8. La paz es el puente que todos habrán de cruzar para dejar atrás este mundo. 2Pero se empieza a tener paz en él cuando se le per­cibe de otra manera, y esta nueva percepción nos conduce hasta las puertas del Cielo y lo que yace tras ellas. 3La paz es la res­puesta a las metas conflictivas, a las jornadas insensatas, a las búsquedas vanas y frenéticas y a los empeños sin sentido. 4Ahora el camino es fácil, y nos conduce por una ligera pendiente hasta el puente donde la libertad yace dentro de la paz de Dios.

9. No volvamos a perder el rumbo hoy. 2Nos dirigimos al Cielo, y el camino es recto. 3Sólo si procuramos desviarnos podemos retrasarnos y perder el tiempo innecesariamente por escabrosas veredas. 4Sólo Dios es seguro, y Él guiará nuestros pasos. 5Él no abandonará a Su Hijo necesitado, ni permitirá que se extravíe para siempre de su hogar. 6El Padre llama; el Hijo le oirá. 7Y eso es todo lo que hay con respecto a lo que parece ser un mundo sepa­rado de Dios, en el que los cuerpos son reales.

10. Ahora reina el silencio. 2Deja de buscar. 3Has llegado a donde el camino está alfombrado con las hojas de los falsos deseos que antes anhelabas, caídas ahora de los árboles de la desesperanza. 4Ahora se encuentran bajo tus pies. 5Y tú levantas la mirada y miras al Cielo con los ojos del cuerpo, que ahora te sirven sólo por un instante más. 6Por fin la paz ha sido reconocida, y tú pue­des sentir como su tierno abrazo envuelve tu corazón y tu mente con consuelo y amor.

11. Hoy no buscamos ídolos. 2La paz no se puede encontrar en ellos. 3La paz de Dios es nuestra, y no habremos de aceptar o querer nada más. 4¡Que la paz sea con nosotros hoy! 5Pues hemos encontrado una manera sencilla y grata de abandonar el mundo de la ambigüedad; y de reemplazar nuestros objetivos cambiantes por un solo propósito, y nuestros sueños solitarios por compañe­rismo. 6Pues la paz es unión, si procede de Dios. 7Hemos abando­nado toda búsqueda. 8Nos encontramos muy cerca de nuestro hogar, y nos acercamos aún más a él cada vez que decimos:

9No hay más paz que la paz de Dios, y estoy contento y agradecido de que así sea.

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