lunes, 9 de julio de 2012

CURSO DE MILAGROS- DIA 190 capitulo y leccion


VII. El final de las ilusiones

1. Es imposible abandonar el pasado sin renunciar a la relación especial. 2Pues la relación especial es un intento de revivir el pasado y alterarlo. 3Toda imaginada ofensa, todo dolor que toda­vía se recuerde, así como todas las desilusiones pasadas y las injusticias y privaciones que se percibieron, forman parte de la relación especial, que se convierte en el medio por el que intentas reparar tu herido amor propio. 4Sin el pasado, ¿de qué base dis­pondrías para elegir a un compañero especial? 5Toda elección al respecto se hace por razón de algo "malo" que ocurrió en el pasado a lo que aún te aferras, y por lo que otro tiene que pagar.

2. La relación especial es una venganza contra el pasado. 2Al tra­tar de eliminar todo sufrimiento pasado, pasa por alto el presente, pues está obsesionada con el pasado y comprometida totalmente a él. 3Ninguna relación especial se experimenta en el presente. 4Sombras del pasado la envuelven y la convierten en lo que es. 5No tiene ningún significado en el presente, y si no significa nada en el ahora, no significa nada en absoluto. 6¿Cómo ibas a poder cambiar el pasado, salvo en fantasías? 7¿Y quién te puede dar aquello de lo que según tú se te privó en el pasado? 8El pasado no es nada. 9No trates de culparlo por tus privaciones, pues el pasado ya pasó. 10En realidad es imposible que no puedas desprenderte de lo que ya pasó. 11Debe ser, por lo tanto, que estás perpetuando la ilusión de que todavía está ahí porque crees que sirve para algún propósito que quieres ver realizado. 12Y debe ser también que ese propósito no puede realizarse en el presente, sino sólo en el pasado.

3. No subestimes la intensidad del deseo del ego por vengarse del pasado. 2El ego es absolutamente cruel y completamente demente. 3Se acuerda de todo lo que hiciste que lo ofendió, e intenta hacer que pagues por ello. 4Las fantasías que lleva a las relaciones que ha escogido para exteriorizar su odio, son fantasías de tu destruc­ción. 5Pues el ego te guarda rencor por el pasado, y si te escapas del pasado se vería privado de consumar la venganza que, según él, tan justamente mereces. 6Sin embargo, si no te tuviese a ti de aliado de tu propia destrucción, el ego no podría utilizar el pasado contra ti. 7En la relación especial permites tu propia des­trucción. 8Que eso es demente es obvio. 9Lo que no es tan obvio es que el presente no te sirve de nada mientras persigas el objetivo del ego como aliado suyo.

4. El pasado ya pasó. aNo intentes conservarlo en la relación espe­cial que te mantiene encadenado a él, y que quiere enseñarte que la salvación se encuentra en el pasado y que por eso necesitas volver a él para encontrarla. 2No hay fantasía que no encierre un sueño de represalias por lo ocurrido en el pasado. 3¿Qué prefieres, exteriorizar ese sueño o abandonarlo?

5. No parece que lo que buscas en la relación especial sea la ven­ganza. 2Y ni siquiera cuando el odio y la crueldad se asoman fugazmente se quebranta seriamente la ilusión de amor. 3Sin embargo, lo único que el ego jamás permite que llegue a tu con­ciencia es que la relación especial es la exteriorización de tu ven­ganza contra ti mismo. 4¿Qué otra cosa podría ser? 5Cuando vas en busca de una relación especial, no buscas la gloria dentro de ti. 6Has negado que se encuentre en ti, y la relación se convierte en su substituto. 7La venganza pasa a ser aquello con lo que substituyes la Expiación, y lo que pierdes es poder escaparte de la venganza.

6. Frente a la demente noción que el ego tiene de la salvación, el Espíritu Santo te ofrece dulcemente el instante santo. 2Hemos dicho antes que el Espíritu Santo tiene que enseñar mediante com­paraciones, y que se vale de opuestos para apuntar hacia la ver­dad. 3El instante santo es lo opuesto a la creencia fija del ego de que la salvación se logra vengando el pasado. 4En el instante santo se comprende que el pasado ya pasó, y que, con su pasar, el impulso de venganza se arrancó de raíz y desapareció. 5La quie­tud y la paz del ahora te envuelven con perfecta dulzura. 6Todo ha desaparecido, excepto la verdad.

7. Puede que por algún tiempo todavía trates de llevar ilusiones al instante santo, obstaculizando así el que seas plenamente cons­ciente de la absoluta diferencia que existe con respecto a todo ­entre tu experiencia de la verdad y tu experiencia de la ilusión. 2Mas no seguirás tratando de hacer eso por mucho más tiempo. 3En el instante santo el poder del Espíritu Santo prevalecerá por­que te habrás unido a Él. 4Las ilusiones que cargas contigo debili­tarán la experiencia que tienes de Él por algún tiempo, e impedirán que retengas la experiencia en tu mente. 5Mas el ins­tante santo es eterno, y las ilusiones que tienes acerca del tiempo no impedirán que lo intemporal sea lo que es, ni que lo experi­mentes tal como es.

8. Lo que Dios te ha dado, te lo dio de verdad, y no podrás sino recibirlo de verdad. 2Pues los dones de Dios están desprovistos de toda realidad a menos que tú los recibas. 3Recibirlos consuma Su dación. 4Tú los recibirás porque Su Voluntad es darlos. 5Él dio el instante santo para que te fuese dado, y es imposible que no lo recibas, puesto que Él lo dio. 6Cuando Él dispuso que Su Hijo fuese libre, Su Hijo fue libre. 7En el instante santo se encuentra Su recor­datorio de que Su Hijo será siempre exactamente como fue crea­do. 8Y el propósito de todo lo que el Espíritu Santo enseña es recordarte que has recibido lo que Dios te dio.

9. No hay nada por lo que tengas que guardarle rencor a la reali­dad. 2Lo único que debes perdonar son las ilusiones que has albergado contra tus hermanos. 3Su realidad no tiene pasado, y lo único que se puede perdonar son las ilusiones. 4Dios no le guarda rencor a nadie, pues es incapaz de albergar ningún tipo de ilusión. 5Libera a tus hermanos de la esclavitud de sus ilusio­nes, perdonándolos por las ilusiones que percibes en ellos. 6Así aprenderás que has sido perdonado, pues fuiste tú quien les ofre­ció ilusiones. 7En el instante santo esto es lo que se lleva a cabo por ti mientras estés en el tiempo, para de este modo brindarte la verdadera condición del Cielo.

10. Recuerda que siempre eliges entre la verdad y las ilusiones, entre la verdadera Expiación que cura, y la "expiación" del ego que destruye. 2Todo el poder y Amor de Dios, sin límite alguno, te apoyarán a medida que busques únicamente el papel que te corresponde desempeñar en el plan de Expiación que procede de Su Amor. 3Sé un aliado de Dios y no del ego en tu búsqueda para descubrir cómo alcanzar la Expiación. 4Con Su ayuda basta, pues Su Mensajero sabe cómo restituirte el Reino y hacer que todo tu interés en la salvación se centre en tu relación con Él.

11. Busca y encuentra Su mensaje en el instante santo, en el que se perdonan todas las ilusiones. 2Desde ahí, el milagro se extiende para bendecir a todo el mundo y resolver todo problema, percí­base como grande o pequeño, como que puede ser resuelto o como que no. 3No hay nada que no ceda ante Él y Su majestad. 4Unirse en estrecha relación con Él es aceptar todas las relaciones como reales, y gracias a su realidad, abandonar las ilusiones a cambio de la realidad de tu relación con Dios. 5Alabada sea la relación que tienes con Él y ninguna otra. 6La verdad reside en ella y no en ninguna otra parte. 7Eliges esto o nada.

12. Perdónanos nuestras ilusiones, Padre, y ayúdanos a aceptar nuestra verdadera relación Contigo, en la que no hay ilusiones y en la que jamás puede infiltrarse ninguna. 2Nuestra santidad es la Tuya. 3¿Qué puede haber en nosotros que necesite perdón si Tu perdón es perfecto? 4El sueño del olvido no es más que nuestra renuencia a recordar Tu perdón y Tu amor. 5No nos dejes caer en la tentación, pues la tentación del Hijo de Dios no es Tu Voluntad. 6Y déjanos recibir únicamente lo que Tú has dado, y aceptar sólo eso en las mentes que Tú creaste y que amas. 7Amén.

LECCIÓN 190


Elijo el júbilo de Dios en lugar del dolor.

1. El dolor es una perspectiva errónea. 2Cuando se experimenta en cualquier forma que sea, es señal de que nos hemos engañado a nosotros mismos. 3El dolor no es un hecho en absoluto. 4Sea cual sea la forma que adopte, desaparece una vez que se percibe correctamente. 5Pues el dolor proclama que Dios es cruel. 6¿Cómo podría entonces ser real en cualquiera de las formas que adopta? 7El dolor da testimonio del odio que Dios el Padre le tiene a Su Hijo, de la pecaminosidad que ve en él y de Su demente deseo de venganza y de muerte.

2. ¿Es posible acaso dar fe de semejantes proyecciones? 2¿Qué podrían ser sino falsedades? 3El dolor no es sino un testigo de los errores del Hijo con respecto a lo que él cree ser. 4Es un sueño de una encarnizada represalia por un crimen que no pudo haberse cometido; por un ataque contra lo que es completamente inex­pugnable. 5Es una pesadilla en la que hemos sido abandonados por el Amor Eterno, el cual jamás habría podido abandonar al Hijo que creó como fruto de Su Amor.

3. El dolor es señal de que las ilusiones reinan en lugar de la verdad. 2Demuestra que Dios ha sido negado, confundido con el miedo, percibido como demente y considerado como un traidor a Sí Mismo. 3Si Dios es real, el dolor no existe. 4Mas si el dolor es real, entonces es Dios Quien no existe. 5Pues la venganza no forma parte del amor. 6Y el miedo, negando el amor y valiéndose del dolor para probar que Dios está muerto, ha demostrado que la muerte ha triunfado sobre la vida. 7El cuerpo es el Hijo de Dios, corruptible en la muerte y tan mortal como el Padre al que ha asesinado.

4. ¡Que la paz ponga fin a semejantes necedades! 2Ha llegado el momento de reírse de ideas tan absurdas. 3No es necesario pen­sar en ellas como si fuesen crímenes atroces o pecados secretos de graves consecuencias. 4¿Quién sino un loco podría pensar que son la causa de algo? 5Su testigo, el dolor, es tan demente como ellas, y no se debe tener más miedo de él que de las dementes ilusiones a las que ampara, y que trata de demostrar que no pue­den sino seguir siendo verdad.

5. Son únicamente tus pensamientos los que te causan dolor. 2Nada externo a tu mente puede herirte o hacerte daño en modo alguno. 3No hay causa más allá de ti mismo que pueda abatirse sobre ti y oprimirte. 4Nadie, excepto tú mismo, puede afectarte. 5No hay nada en el mundo capaz de hacerte enfermar, de entriste­certe o de debilitarte. 6Eres tú el que tiene el poder de dominar todas las cosas que ves reconociendo simplemente lo que eres. 7Conforme percibas su inocuidad, ellas aceptarán como suya tu santa voluntad. 8Y lo que antes inspiraba miedo se convierte ahora en una fuente de inocencia y santidad.

6. Santo hermano mío, piensa en esto por un momento: el mundo que ves no hace nada. 2No tiene efectos. 3No es otra cosa que la representación de tus pensamientos. 4Y será completamente dis­tinto cuando elijas cambiar de parecer y decidas que lo que real­mente deseas es el júbilo de Dios. 5Tu Ser se alza radiante en este santo júbilo, inalterado e inalterable por siempre jamás. 6¿Le nega­rías a un pequeño rincón de tu mente su propia herencia y lo conservarías como hospital para el dolor, como un lugar enfermizo a donde toda cosa viviente tiene que venir finalmente a morir?

7. Tal vez parezca que el mundo te causa dolor. 2Sin embargo, al no tener causa, no tiene el poder de ser la causa de nada. 3Al ser un efecto, no puede producir efectos. 4Al ser una ilusión, es lo que tú deseas que sea. 5Tus vanos deseos constituyen sus pesares. 6Tus extraños anhelos dan lugar a sus sueños de maldad. 7Tus pensamientos de muerte lo envuelven con miedo, mientras que en tu benévolo perdón halla vida.

8. El dolor es la forma en que se manifiesta el pensamiento del mal, causando estragos en tu mente santa. 2El dolor es el rescate que gustosamente has pagado para no ser libre. 3En el dolor se le niega a Dios el Hijo que Él ama. 4En el dolor el miedo parece triunfar sobre el amor, y el tiempo reemplazar a la eternidad y al Cielo. 5Y el mundo se convierte en un lugar amargo y cruel, donde reina el pesar y donde los pequeños gozos sucumben ante la embestida del dolor salvaje que aguarda para trocar toda alegría en sufrimiento.

9. Rinde tus armas, y ven sin defensas al sereno lugar donde por fin la paz del Cielo envuelve todas las cosas en la quietud. 2Aban­dona todo pensamiento de miedo y de peligro. 3No permitas que el ataque entre contigo. 4Depón la cruel espada del juicio que apuntas contra tu propio cuello, y deja a un lado las devastadoras acometidas con las que procuras ocultar tu santidad.

10. Así entenderás que el dolor no existe. 2Así el júbilo de Dios se vuelve tuyo. 3Éste es el día en que te es dado comprender plena­mente la lección que encierra dentro de sí todo el poder de la salvación: el dolor es una ilusión; el júbilo es real. 4El dolor es dormir; el júbilo, despertar. 5El dolor es un engaño; y sólo el júbilo es verdad.
11. Por lo tanto, volvemos nuevamente a optar por la única alter­nativa que jamás se puede elegir, ya que sólo elegimos entre las ilusiones y la verdad, entre el dolor y el júbilo, entre el Cielo y el infierno. 2Que la gratitud hacia nuestro Maestro invada nuestros corazones, pues somos libres de elegir nuestro júbilo en vez de dolor, nuestra santidad en vez de pecado, la paz de Dios en vez de conflicto y la luz del Cielo en lugar de las tinieblas del mundo.

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