Capítulo 10
LOS ÍDOLOS DE LA ENFERMEDAD
Introducción
1. Nada externo a ti puede hacerte temer o amar
porque no hay nada externo a ti. 2Tanto el tiempo como la eternidad
se encuentran en tu mente, y estarán en conflicto hasta que percibas el tiempo
exclusivamente como un medio para recuperar la eternidad. 3No
podrás hacer esto mientras sigas creyendo que la causa de todo lo que te ocurre
se encuentra en factores externos a ti. 4Tienes que aprender que el
tiempo sólo existe para que hagas uso de él, y que nada en el mundo puede
eximirte de esa responsabilidad. 5Puedes violar las leyes de Dios
en tu imaginación, pero no puedes escaparte de ellas. 6Fueron
promulgadas para tu protección y son tan inviolables como tu seguridad.
2. Dios
no creó nada a excepción de ti, y nada a excepción de ti existe, pues tú formas
parte de Él. 2¿Qué puede existir excepto Él? 3Nada puede
tener lugar aparte de Él porque nada excepto Él es real. 4Tus
creaciones, al igual que tú, representan una aportación para Él, pero ni tú ni
ellas le aportan nada que sea diferente porque todo ha existido siempre. 5¿Qué
otra cosa puede alterarte salvo lo efímero, y cómo puede ser lo efímero real si
tú eres la única creación de Dios y Él te creó eterno? 6Tu santa
mente determina todo lo que te ocurre. 7La respuesta que das a todo
lo que percibes depende de ti porque es tu mente la que determina tu percepción
de ello.
3. Dios no cambia de parecer con respecto a ti, pues
Él no duda de Sí Mismo. 2Y lo que Él conoce se puede conocer porque
no se lo reserva sólo para Sí Mismo. 3Te creó para Sí Mismo, pero te
dio el poder de crear para ti mismo a fin de que fueses como Él. 4Por
eso es por lo que tu mente es santa. 5¿Qué podría haber que fuese
más grande que el Amor de Dios? 6¿Qué podría haber, entonces, que
fuese más grande que tu voluntad? 7Nada externo a tu voluntad te
puede afectar porque, al estar en Dios, lo abarcas todo. 8Cree esto,
y te darás cuenta de hasta qué punto todo depende de ti. 9Cuando tu
paz mental se vea amenazada por algo, pregúntate, "¿Ha cambiado Dios de
parecer con respecto a mí?" 10Acepta luego Su decisión, que es
ciertamente inmutable, y niégate a cambiar de parecer con respecto a ti mismo. 11Dios
nunca decidirá contra ti, pues si lo hiciese, estaría decidiendo contra Él Mismo.
I. En Dios estás en tu hogar
1. No conoces tus creaciones simplemente porque
mientras tu mente siga estando dividida decidirás contra ellas, y es imposible
atacar lo que has creado. 2Pero recuerda que a Dios le resulta igualmente imposible. 3La
ley de la creación consiste en que ames a tus creaciones como a ti mismo, por
ser éstas parte de ti. 4Todo lo que fue creado se encuentra, por lo
tanto, perfectamente a salvo porque las leyes de Dios lo protegen con Su Amor.
5Cualquier parte de tu mente que no sepa esto se ha desterrado a sí
misma del conocimiento, al no haber satisfecho sus condiciones. 6¿Quién
sino tú pudo haber hecho eso? 7Reconócelo gustosamente, pues en ese
reconocimiento radica tu entendimiento de que tu destierro es algo ajeno a
Dios, y, por lo tanto, no existe.
2. En Dios estás en tu hogar, soñando con el exilio,
pero siendo perfectamente capaz de despertar a la realidad: 2¿Deseas
realmente hacerlo? 3Reconoces por experiencia propia que lo que ves
en sueños lo consideras real mientras duermes. 4Mas en el instante
en que te despiertas te das cuenta de que todo lo que parecía ocurrir en el
sueño en realidad no había ocurrido. 5Esto no te parece extraño, si
bien todas las leyes de aquello a lo que despiertas fueron violadas mientras
dormías. 6¿No será que simplemente pasaste de un sueño a otro sin
haber despertado realmente?
3. ¿Te molestarías en reconciliar lo que ocurrió en
dos sueños conflictivos, o simplemente descartarías los dos si descubrieses
que la realidad no coincide con ninguno de ellos? 2No recuerdas
estar despierto. 3Cuando oyes al Espíritu Santo tal vez te sientes
mejor porque entonces te parece que es posible amar, pero todavía no recuerdas
que una vez fue así. 4Mas cuando lo recuerdes, sabrás que puede
volver a ser así de nuevo. 5Lo que es posible no se ha logrado
todavía. 6Sin embargo, lo que una vez fue, aún es, si es que es
eterno. 7Cuando recuerdes sabrás que lo que recuerdas es eterno, y,
por lo tanto, que se encuentra aquí ahora.
4. Recordarás todo en el instante en que lo desees
de todo corazón, pues si desear de todo corazón es crear, tu voluntad habrá
dispuesto el fin de la separación, y simultáneamente le habrás devuelto tu
mente a tu Creador y a tus creaciones. 2Al conocerlos, ya no tendrás
deseos de dormir, sino sólo el deseo de despertar y regocijarte. 3Soñar
será imposible porque sólo desearás la verdad, y al ser ésa por fin tu
voluntad, dispondrás de ella.
II. La decisión de olvidar
1. A menos que primero conozcas algo no puedes
disociarte de ello. 2El conocimiento, entonces, debe preceder a la
disociación, de modo que ésta no es otra cosa que la decisión de olvidar. 3Lo
que se ha olvidado parece entonces temible, pero únicamente porque la
disociación es un ataque contra la verdad. 4Sientes miedo porque la has olvidado. 5Y
has reemplazado tu conocimiento por una conciencia de sueños, ya que tienes
miedo de la disociación y no de aquello de lo que te disociaste. 6Cuando
aceptas aquello de lo que te disociaste, deja de ser temible.
2. Sin embargo, renunciar a tu disociación de la
realidad trae consigo más que una mera ausencia de miedo. 2En esa
decisión radica la dicha, la paz y la gloria de la creación. 3Ofrécele
al Espíritu Santo únicamente tu voluntad de estar dispuesto a recordar, pues
Él ha conservado para ti el conocimiento de Dios y de ti mismo, y sólo espera a
que lo aceptes. 4Abandona gustosamente todo aquello que pueda
demorar la llegada de ese recuerdo, pues Dios se encuentra en tu memoria. 5Su
Voz te dirá que eres parte de Él cuando estés dispuesto a recordarle y a
conocer de nuevo tu realidad. 6No permitas que nada en este mundo
demore el que recuerdes a Dios, pues en ese recordar radica el conocimiento de
ti mismo.
3. Recordar es simplemente restituir en tu mente lo que ya se encuentra allí. 2Tú
no eres el autor de aquello que recuerdas, sino que sencillamente vuelves a
aceptar lo que ya se encuentra allí, pero había sido rechazado. 3La
capacidad de aceptar la verdad en este mundo es la contrapartida perceptual de
lo que en el Reino es crear. 4Dios cumplirá con Su cometido si tú
cumples con el tuyo, y a cambio del tuyo Su recompensa será el intercambio de
la percepción por el conocimiento. 5Nada está más allá de lo que Su
Voluntad dispone para ti. 6Pero expresa tu deseo de recordarle, y
¡oh maravilla!, 7Él te dará todo sólo con que se lo pidas.
4. Cuando atacas te estás negando a ti mismo. 2Te
estás enseñando específicamente que no eres lo que eres. 3Tu
negación de la realidad te impide aceptar el regalo de Dios, puesto que has
aceptado otra cosa en su lugar 4Si entendieses que esto siempre
constituye un ataque contra la verdad, y que Dios es la verdad, comprenderías
por qué esto siempre da miedo. 5Si además reconocieses que formas
parte de Dios, entenderías por qué razón siempre te atacas a ti mismo primero.
5. Todo ataque es un ataque contra uno mismo. 2No
puede ser otra cosa. 3Al proceder de tu propia decisión de no ser
quien eres, es un ataque contra tu identidad. 4Atacar es, por lo
tanto, la manera en que pierdes conciencia de tu identidad, pues cuando atacas
es señal inequívoca de que has olvidado quién eres. 5Y si tu
realidad es la de Dios, cuando atacas no te estás acordando de Él. 6Esto
no se debe a que Él se haya marchado, sino a que tú estás eligiendo
conscientemente no recordarlo.
6. Si te dieses cuenta de los estragos que esto le
ocasiona a tu paz mental no podrías tomar una decisión tan descabellada. 2La
tomas únicamente porque todavía crees que puede proporcionarte algo que deseas.
3De esto se deduce, por consiguiente, que lo que quieres no es paz
mental sino otra cosa, pero no te has detenido a considerar lo que esa otra
cosa pueda ser. 4Aun así, el resultado lógico de tu decisión es
perfectamente evidente, sólo con que lo observes. 5Al decidir contra
tu realidad, has decidido mantenerte alerta contra Dios y Su Reino. 6Y
es este estado de alerta lo que hace que tengas miedo de recordarle.
LECCIÓN 100
Mi papel en el plan de salvación de Dios es esencial.
1. Del mismo modo en que el Hijo de
Dios completa a su Padre, así también tu papel en el plan de tu Padre completa
dicho plan. 2La salvación tiene que invertir la descabellada
creencia en pensamientos y cuerpos separados, que viven vidas separadas y recorren
caminos separados. 3Cuando mentes separadas comparten una sola
función, se unen en un solo propósito, pues cada una de ellas es igualmente
esencial para todas las demás.
2.
La Voluntad de Dios para ti es perfecta
felicidad. 2¿Por qué habrías de querer ir en contra de Su Voluntad? 3El
papel que Él ha reservado para ti en el desarrollo de Su plan se te da para que
puedas ser restituido a lo que Él dispone. 4Este papel es tan esencial
para Su plan como para tu felicidad. 5Tu dicha tiene que ser total
para que aquellos a los que Él te envía puedan entender
Su plan. 6Ellos verán su función en tu radiante faz, y
en tu risa feliz oirán a Dios llamándoles.
3. Eres ciertamente esencial en el
plan de Dios. 2Sin tu dicha, la Suya no es total. 3Sin tu
sonrisa, el mundo no se puede salvar. 4Mientras la tristeza se abata
sobre ti, la luz que el Propio Dios designó como el medio para salvar al mundo
se atenúa y pierde su fulgor, y nadie ríe porque toda risa no es sino el eco de
la tuya.
4. Eres ciertamente esencial en el
plan de Dios. 2Del mismo modo en que tu luz aumenta el fulgor de
todas las luces que brillan en el Cielo, así también tu dicha en la tierra
exhorta a todas las mentes a abandonar sus pesares y a ocupar su puesto junto
a ti en el plan de Dios. 3Los mensajeros de Dios rebosan de dicha, y
su júbilo sana todo pesar y desesperación. 4Ellos son la prueba de
que lo que la Voluntad de Dios dispone para todos los que aceptan los regalos
de su Padre como propios es perfecta felicidad.
5.
Hoy no permitiremos que la tristeza se abata
sobre nosotros. 2Pues en tal caso, no estaríamos asumiendo el papel
que tan esencial es para el plan de Dios y para nuestra visión. 3La
tristeza es señal de que prefieres desempeñar otro papel en lugar del que Dios
te ha encomendado. 4Y así, no le muestras al mundo cuán grande es la
felicidad que Él dispone para ti, y, por consiguiente,
no reconoces que ya dispones de ella.
6. Hoy trataremos de comprender que
la dicha es nuestra función aquí. 2Si te dejas abatir por la tristeza,
no sólo no estarás cumpliendo tu función, sino que estarás privándote a ti
mismo de dicha y al mundo también. 3Dios te pide que seas feliz para
que el mundo pueda ver cuánto ama Él a Su Hijo y que Su Voluntad es que ningún
pesar menoscabe su dicha ni que ningún miedo lo acose y perturbe su paz. 4Tú
eres hoy el mensajero de Dios. 5Brindas Su felicidad a todo aquel
que contemplas y Su paz a todo aquel que al contemplarte ve Su mensaje en tu
feliz semblante.
7.
Hoy nos prepararemos para esto durante las
sesiones de práctica de cinco minutos, dejando que la felicidad brote en
nosotros tal como dispone la Voluntad de nuestro Padre y la nuestra. 2Comienza
los ejercicios con el pensamiento que la idea de hoy presenta. 3Luego
comprende que tu papel es ser feliz. 4Esto es lo único que se te
pide a ti o a
cualquiera que desee ocupar el lugar que le corresponde entre los mensajeros de
Dios. 5Piensa en lo que esto significa. 6Estabas
ciertamente equivocado al creer que se te estaba exigiendo algún sacrificio. 7De
acuerdo con el plan de Dios tan solo puedes recibir, sin jamás perder nada,
hacer sacrificio alguno o morir.
8.
Tratemos ahora de encontrar esa dicha que nos
demuestra a nosotros, así como a todo el mundo, lo que la Voluntad de Dios
dispone para nosotros. 2Tu función es encontrarla aquí, y
encontrarla ahora. 3Para eso viniste. 4¡Ojalá que hoy sea
el día en que lo logres! 5Busca en lo profundo de tu ser, sin
dejarte desanimar por los pensamientos pueriles y metas absurdas que pasas de
largo a medida que asciendes para encontrarte con el Cristo en ti.
9. Él estará allí. 2Y tú
puedes llegar a Él ahora. 3¿Qué otra cosa preferirías contemplar en
lugar de Aquel que aguarda para que tú lo contemples? 4¿Qué
pensamiento pueril podría detenerte? 5¿Qué meta absurda podría
impedirte triunfar cuando es Dios Mismo Quien te llama?
10. Él estará allí. 2Eres
esencial en Su plan. 3Hoy eres Su mensajero. 4Y tienes que encontrar lo que Él quiere que des. 5No
te olvides de la idea de hoy entre las sesiones de práctica de cada hora. 6Es
tu Ser Quien te llama hoy. 7Y es a Él a Quien respondes cada vez
que te dices a ti mismo que eres esencial en el plan de Dios para la salvación
del mundo.
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