II. La respuesta a la oración
1. Todo aquel que haya tratado alguna vez de usar la
oración para pedir algo ha experimentado lo que aparentemente es un fracaso. 2Esto
es cierto no sólo en relación con cosas específicas que pudieran ser
perjudiciales, sino también en relación con peticiones que están completamente
de acuerdo con lo que este curso postula. 3Esto último, en
particular, puede interpretarse incorrectamente como una prueba de que el curso
no es sincero en lo que afirma. 4Tienes que recordar, no obstante,
que el curso afirma, y repetidamente, que su propósito es ayudarte a escapar
del miedo.
2. Supongamos, pues, que lo que le pides al Espíritu
Santo es lo que realmente deseas, pero aún tienes miedo de ello. 2Si
ese fuese el caso, obtenerlo ya no sería lo
que deseas. 3Por eso es por lo que algunas formas específicas de
curación no se logran, aun cuando se haya logrado el estado de curación. 4Un
individuo puede pedir ser curado físicamente porque tiene miedo del daño corporal.
5Al mismo tiempo, si fuese curado físicamente, la amenaza que ello
representaría para su sistema de pensamiento podría causarle mucho más miedo
que la manifestación física de su aflicción. 6En ese caso no estaría
pidiendo realmente que se le liberase del miedo, sino de un síntoma que él
mismo eligió. 7Por lo tanto, no estaría pidiendo realmente ser
curado.
3. La Biblia subraya
que toda oración recibirá respuesta, y esto es absolutamente cierto. 2El
hecho mismo de que se le haya pedido algo al Espíritu Santo garantiza una
respuesta. 3Es igualmente cierto, no obstante, que ninguna de las
respuestas que Él dé incrementará el miedo. 4Es posible que Su
respuesta no sea oída. 5Es imposible, sin embargo, que se pierda. 6Hay
muchas respuestas que ya has recibido pero que todavía no has oído. 7Yo
te aseguro que te están esperando.
4. Si quieres tener la certeza de que tus oraciones
son contestadas, nunca dudes de un Hijo de Dios. 2No pongas en duda
su palabra ni lo confundas, pues la fe que tienes en él es la fe que tienes en
ti mismo. 3Si quieres conocer a Dios y Su Respuesta, cree en mí cuya
fe en ti es inquebrantable. 4¿Cómo ibas a poder pedirle algo al
Espíritu Santo sinceramente, y al mismo tiempo dudar de tu hermano? 5Cree
en la veracidad de sus palabras por razón de la verdad que mora en él. 6Te
unirás a la verdad en él, y sus palabras serán
verdaderas. 7Al oírlo a él me oirás a mí. 8Escuchar
la verdad es la única manera de poder oírla ahora y de finalmente conocerla.
5. El mensaje que tu hermano te comunica depende de
ti. 2¿Qué te está diciendo? 3¿Qué desearías que te
dijese? 4Lo que hayas decidido acerca de tu hermano determina el
mensaje qué recibes. 5Recuerda que el Espíritu Santo mora en él, y
Su Voz te habla a través de él. 6¿Qué podría decirte un hermano tan
santo, excepto la verdad? 7Mas ¿le escuchas? 8Es posible
que tu hermano no sepa quién es, pero en su mente hay una luz que sí lo sabe. 9El
resplandor de esta luz puede llegar hasta tu mente, infundiendo verdad a sus
palabras y haciendo posible el que las puedas oír. 10Sus palabras
son la respuesta que el Espíritu Santo te da a ti. 11¿Es la fe que
tienes en tu hermano lo suficientemente grande como para permitirte oír dicha
respuesta?
6. No puedes rezar sólo para ti, de la misma manera
en que no puedes encontrar dicha sólo para ti. 2La oración es la
re-afirmación de la inclusión, dirigida por el Espíritu Santo de acuerdo con
las leyes de Dios. 3En tu hermano reside tu salvación. 4El
Espíritu Santo se extiende desde tu mente a la suya, y te contesta. 5No puedes oír la Voz que habla por
Dios sólo en ti, porque no estás solo. 6Y Su respuesta va dirigida
únicamente a lo que eres. 7No podrás saber la confianza que tengo en
ti a no ser que la extiendas. 8No tendrás confianza en la dirección
que te ofrece el Espíritu Santo, o no creerás que es para ti, a menos que la
oigas en otros. 9Tiene que ser para tu hermano por el hecho de que es para ti. 10¿Habría acaso creado
Dios una Voz que fuese sólo para ti? 11¿Cómo podrías oír Su
respuesta, excepto cuando el Espíritu Santo responde a todos los Hijos de Dios?
12Oye de tu hermano lo que quisieras que yo oyese de ti, pues tú no
querrías que yo fuese engañado.
7. Al igual que Dios, yo te quiero por razón de la
verdad que mora en ti. 2Tal vez tus engaños te engañen a ti, pero a
mí no me pueden engañar. 3Puesto que sé lo que eres, no puedo dudar
de ti. 4Oigo sólo al Espíritu Santo en ti, Quien me habla a través de ti. 5Si me
quieres oír, oye a mis hermanos en quienes la Voz que habla por Dios se
expresa. 6La respuesta a todas tus oraciones reside en ellos. 7Recibirás
la respuesta a medida que la oigas en todos tus hermanos. 8No
escuches nada más, pues, de lo contrario, no estarás oyendo correctamente.
8. Cree en tus hermanos porque yo creo en ti, y
aprenderás que está justificado que yo crea en ti. 2Cree en mí creyendo en ellos, en virtud de lo que
Dios les dio. 3Te contestarán si aprendes a pedirles solamente la
verdad. 4No pidas bendiciones sin bendecirlos, pues sólo de esta
manera puedes aprender cuán bendito eres. 5Al seguir este camino
estarás buscando la verdad en ti. 6Esto no es ir más allá de ti
mismo, sino hacia ti mismo. 7Oye únicamente la Respuesta de Dios en
Sus Hijos, y se te habrá contestado.
9. No creer es estar en contra, o atacar. 2Creer
es aceptar, y también ponerse de parte de aquello que aceptas. 3Creer
no es ser crédulo, sino aceptar y apreciar. 4No puedes apreciar
aquello en lo que no crees ni puedes sentirte agradecido por algo a lo que no
le atribuyes valor. 5Por juzgar se tiene que pagar un precio porque
juzgar es fijar un precio. 6Y el precio que fijes es el que pagarás.
10. Si pagar se equipara con obtener, fijarás el
precio bajo, pero exigirás un alto rendimiento. 2Te habrás olvidado
de que poner precio es evaluar, de tal modo que el rendimiento que recibes es
directamente proporcional al valor atribuido. 3Por otra parte, si
pagar se asocia con dar no se puede percibir como una pérdida, y la relación
recíproca entre dar y recibir se reconoce. 4En este caso se fija un
precio alto debido al valor del rendimiento. 5Por obtener hay que
pagar un precio: se pierde de vista lo que tiene valor, haciendo inevitable el
que no estimes lo que recibes. 6Al atribuirle poco valor, no lo
apreciarás ni lo desearás.
11. Nunca te olvides, por consiguiente, de que eres
tú el que determina el valor de lo que recibes, y el que fija el precio de
acuerdo con lo que das. 2Creer que es posible obtener mucho a cambio
de poco es creer que puedes regatear con Dios. 3Las leyes de Dios
son siempre justas y perfectamente consistentes. 4Al dar, recibes. 5Pero
recibir es aceptar, no tratar de obtener algo. 6Es imposible no
tener, pero es posible que no sepas que tienes. 7Estar dispuesto a
dar es reconocer que tienes, y sólo estando dispuesto a dar puedes reconocer lo
que tienes. 8Lo que das, por lo tanto, equivale al valor que le has
adjudicado a lo que tienes, al ser la medida exacta del valor que le adjudicas.
9Y esto, a su vez, es la medida de cuánto lo deseas.
12. Así pues, sólo puedes pedirle algo al Espíritu
Santo dándole algo, y sólo puedes darle algo allí donde lo reconoces. 2Si
reconoces al Espíritu Santo en todos, imagínate cuánto le estarás pidiendo y
cuánto habrás de recibir. 3Él no te negará nada porque tú no le
habrás negado nada a Él, y de este modo podrás compartirlo todo. 4Ésta
es la manera, y la única manera, de disponer de Su respuesta porque Su
respuesta es lo único que puedes pedir y lo único que puedes desear. 5Dile,
pues, a todo el mundo:
6Puesto
que mi voluntad es conocerme a mí
mismo, te veo a
ti como el Hijo de Dios y como
mi hermano.
LECCIÓN 93
La luz, la dicha y la paz moran en mí.
1. Crees ser la morada del mal, de las tinieblas y del
pecado. 2Piensas que si alguien pudiese ver la verdad acerca de ti
sentiría tal repulsión que se alejaría de ti como si de una serpiente venenosa
se tratase. 3Piensas que si la verdad acerca de ti te fuese
revelada, te sobrecogería un horror tan grande que te apresurarías de
inmediato a quitarte la vida, pues sería imposible seguir viviendo después de
haber contemplado semejante atrocidad.
2. Estas creencias están tan firmemente arraigadas en
ti que resulta difícil hacerte entender que no tienen fundamento alguno. 2Que
has cometido errores es obvio. 3Cierto es también, teniendo en
cuenta lo que ahora crees, que has buscado la salvación por extraños caminos;
que te has dejado engañar y que a tu vez has engañado; que has tenido miedo de
fantasías pueriles y de sueños crueles y que te has postrado ante ídolos de
polvo.
3. Hoy vamos a poner en tela de juicio todo esto, no
desde el punto de vista de lo que piensas, sino desde un punto de referencia
muy distinto, desde el cual tales pensamientos vanos carecen de sentido. 2Esos
pensamientos no concuerdan con la Voluntad de Dios. 3Él no comparte
contigo estas extrañas creencias. 4Esto es suficiente para probarte
que son erróneas, pero tú no te das cuenta de ello.
4. ¿Por qué no habrías de dar saltos de alegría cuando
se te asegura que todo el mal que crees haber hecho nunca ocurrió; que todos
tus pecados no son nada; que sigues siendo tan puro y santo como fuiste creado,
y que la luz, la dicha y la paz moran en ti? 2La imagen que tienes
de ti mismo no puede resistir la Voluntad de Dios. 3Tú piensas que
eso es la muerte, sin embargo, es la vida. 4Tú piensas que se te
está destruyendo, sin embargo, se te está salvando.
5. El ser que tú fabricaste no es el Hijo de Dios. 2Por
lo tanto, no existe en absoluto. 3Y todo lo que aparentemente hace o piensa carece de significado. 4No
es bueno ni malo. 5Es simplemente irreal; nada más. 6No
batalla con el Hijo de Dios. 7No le hace daño ni ataca su paz. 8No
ha alterado la creación en absoluto, ni ha convertido la eterna impecabilidad
en pecado, o el amor en odio. 9¿Qué poder puede poseer ese ser que
tú fabricaste, cuando lo que hace es contradecir la Voluntad de Dios?
6. Tu impecabilidad está garantizada por Dios. 2Esto
tiene que repetirse una y otra vez, hasta que se acepte. 3Es la
verdad. 4Tu impecabilidad está garantizada por Dios. 5Nada
puede afectarla, y nada puede cambiar lo que Dios creó eterno. 6El
ser que tú fabricaste, lleno de maldad y de pecado, no es nada. 7Tu
impecabilidad está garantizada por Dios, y la luz, la dicha y la paz moran en
ti.
7. La salvación requiere que aceptes un solo
pensamiento: que eres tal como Dios te creó, y no lo que has hecho de ti mismo.
2Sea cual sea el mal que creas haber hecho, eres tal como Dios te
creó. 3Sean cuales sean los errores que hayas cometido, la verdad
con respecto a ti permanece inalterada. 4La creación es eterna e
inalterable. 5Tu impecabilidad está garantizada por Dios. 6Eres,
y siempre serás, exactamente como fuiste creado. 7La luz, la dicha y
la paz moran en ti porque ahí las puso Dios.
8. En nuestras sesiones de práctica más largas de hoy,
las cuales serían más provechosas si las llevases a cabo durante los primeros
cinco minutos de cada hora de vigilia, comienza afirmando la verdad acerca de
tu creación:
2La luz, la dicha y la
paz moran en mí.
3Mi impecabilidad está
garantizada por Dios.
4Luego deja a un lado las
disparatadas imágenes que tienes de ti mismo, y pasa el resto de la sesión de
práctica tratando de experimentar lo que Dios te ha dado, en lugar de lo que
tú has decretado para ti mismo.
9. Pues o bien eres lo que Dios creó, o bien lo que tú
mismo has hecho de ti. 2Un Ser es real; el otro no existe. 3Trata
de experimentar la unidad de tu único Ser. 4Trata de apreciar Su
santidad y el Amor del que fue creado. 5Trata de no ser un obstáculo
para el Ser que Dios creó como lo que tú eres, ocultando Su majestad tras los
insignificantes ídolos de maldad y de pecado que has inventado para
reemplazarlo. 6Permítele venir ahí donde le corresponde estar. 7Ahí
estás tú; Eso es lo que eres. 8Y la luz, la dicha y la paz moran en
ti porque esto es así.
10. Tal vez no estés dispuesto o no puedas dedicar los
primeros cinco minutos de cada hora a hacer estos ejercicios. 2Trata,
no obstante, de hacerlos cuando puedas. 3Acuérdate por lo menos de
repetir estos pensamientos cada hora:
4La luz, la dicha y la
paz moran en mí.
5Mi impecabilidad está garantizada
por Dios.
6Trata luego de dedicar un minuto
más o menos, con los ojos cerrados, a cobrar conciencia de que se trata de una
afirmación de la verdad acerca de ti.
11. Si surge alguna situación que parezca perturbarte,
desvanece la ilusión de miedo de inmediato, repitiendo de nuevo estos pensamientos.
2Si te sientes tentado de
enfadarte con alguien, dile silenciosamente:
3La luz, la dicha y la
paz moran en ti.
4Tu impecabilidad está
garantizada por Dios.
5Hoy puedes hacer mucho por la
salvación del mundo. 6Hoy puedes hacer mucho por desempeñar más
fielmente el papel que Dios te ha asignado en la salvación. 7Y hoy
puedes asimismo hacer mucho por convencer a tu mente de que la idea de hoy es
en efecto la verdad.
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