VI. El despertar a la redención
1. Es imposible no creer en lo que ves, pero es
igualmente imposible ver lo que no crees. 2La percepción se
construye sobre la base de la experiencia, y la experiencia conduce a las
creencias. 3La percepción no se estabiliza hasta que las creencias
se cimientan. 4De hecho, pues, lo que ves es lo que crees. 5Eso es lo que quise decir con:
"Dichosos los que sin ver creyeron", pues aquellos que creen en la
resurrección la verán. 6La resurrección es el triunfo definitivo de
Cristo sobre el ego, no atacándolo sino transcendiéndolo. 7Pues
Cristo ciertamente se eleva por encima del ego y de todas sus
"obras"; y asciende hasta el Padre y Su Reino.
2. ¿Qué prefieres, unirte a la resurrección o a la
crucifixión? 2¿Condenar a tus hermanos o liberarlos? 3¿Te
gustaría trascender tu prisión y ascender hasta el Padre? 4Estas
preguntas son todas la misma y se contestan al unísono. 5Ha habido
mucha confusión con respecto a lo que significa la percepción, debido a que la
palabra se usa con el significado de "conciencia" y también con el de
"interpretación de la conciencia". 6No obstante, no puedes
ser consciente sin interpretar, pues lo que percibes es tu propia
interpretación.
3. Este curso es muy claro. 2Si no lo ves
así, es porque estás haciendo interpretaciones contra él, y, por lo tanto, no
crees lo que dice. 3Y puesto que lo que crees determina tu
percepción, no percibes el significado del curso y, consecuentemente, no lo
aceptas. 4Con todo, diferentes experiencias conducen a diferentes
creencias, y a través de éstas, a diferentes percepciones. 5Pues
las percepciones se aprenden mediante creencias, y la experiencia ciertamente
enseña. 6Te estoy conduciendo a una nueva clase de experiencia que
cada vez estarás menos dispuesto a negar: 7Aprender de Cristo
es fácil, pues percibir con Él no entraña ningún esfuerzo. 8Sus
percepciones son tu conciencia natural, y lo único que te fatiga son las
distorsiones que introduces en ésta. 9Deja que sea el Cristo en ti
Quien interprete por ti, y no trates de limitar lo que ves con creencias
pueriles indignas del Hijo de Dios. 10Pues hasta que Cristo no sea
aceptado completamente, el Hijo de Dios se considerará a sí mismo huérfano.
4. Yo soy tu resurrección y tu vida. 2Vives
en mí porque vives en Dios. 3Y todos tus hermanos viven en ti, tal
como tú vives en cada uno de ellos. 4¿Cómo ibas a poder, entonces,
percibir indignidad en un hermano sin percibirla en ti mismo? 5¿Y
cómo ibas a poder percibirla en ti mismo sin percibirla en Dios? 6Cree
en la resurrección porque ésta ya se ha consumado, y se ha consumado en ti. 7Esto
es tan cierto ahora como lo será siempre, pues la resurrección es la Voluntad
de Dios, Quien no sabe de tiempo ni de excepciones. 8Pero no hagas
excepciones o, de lo contrario, no percibirás lo que se ha consumado para ti. 9Pues
ascendemos hasta el Padre juntos, como fue en un principio, como es ahora y
como será siempre, pues ésa es la naturaleza del Hijo de Dios tal como su Padre
lo creó.
5. No subestimes el poder de la devoción del Hijo de
Dios, ni el poder que el dios al que venera ejerce sobre él, 2pues
el Hijo de Dios se postra ante el altar de su dios, tanto si es el dios que él
inventó como si es el Dios qué lo creó a él. 3Por eso es por lo que
su esclavitud es tan total como su libertad, pues obedecerá únicamente al dios
que acepte. 4El dios de la crucifixión exige que él crucifique, y
sus devotos le obedecen. 5Se crucifican a sí mismos en su nombre,
creyendo que el poder del Hijo de Dios emana del sacrificio y del dolor. 6El
Dios de la resurrección no exige nada, pues no es Su Voluntad quitarte nada: 7No
exige obediencia, pues la obediencia implica sumisión. 8Lo único que
quiere es que te des cuenta de cuál es tu voluntad y que la hagas, no con un
espíritu de sacrificio y sumisión, sino con la alegría de la libertad.
6. La resurrección no puede sino atraerte
irresistiblemente a que le ofrezcas tu lealtad con agrado porque es el símbolo
de la dicha. 2Su irresistible poder reside en el hecho de que
representa lo que tú quieres ser. 3La libertad de abandonar todo
aquello que te hiere, te humilla y te atemoriza no se te puede imponer, pero se
te puede ofrecer a través de la gracia de Dios. 4Y tú puedes
aceptarla mediante Su gracia, pues Dios es misericordioso con Su Hijo y lo
acepta sin reservas como Suyo: 5¿Quién es, entonces, tuyo?. 6El
Padre te ha dado todo lo que es Suyo, y Él Mismo es tuyo junto con todos tus
hermanos. 7Protégelos en su resurrección, pues, de lo contrario, no
despertarás en Dios, rodeado de la seguridad de lo que es tuyo para siempre.
7. No hallarás paz hasta que hayas extraído los
clavos de las manos del Hijo de Dios y hayas sacado la última espina de su
frente. 2El Amor de Dios rodea a Su Hijo, a quien el dios
de la crucifixión condena. 3No enseñes que mi muerte fue en vano. 4Enseña,
más bien, que no morí, demostrando que vivo en ti. 5Pues poner fin a
la crucifixión del Hijo de Dios es la tarea de la redención, en la cual todo el
mundo juega un papel igualmente importante. 6Dios no juzga a Su
inocente Hijo. 7Habiéndose dado a Sí Mismo a él, ¿cómo iba a poder
juzgarlo?
8. Te has crucificado a ti mismo y te has puesto una
corona de espinas sobre la cabeza. 2Aun así, no puedes crucificar al
Hijo de Dios, pues la Voluntad de Dios no puede morir. 3Su Hijo
ha sido redimido de su propia crucifixión, y tú no puedes condenar a muerte a
quien Dios ha dado vida eterna. 4El sueño de la crucifixión aún
descansa pesadamente sobre tus ojos, pero lo que ves en sueños no es
la realidad, mientras sigas percibiendo al Hijo de Dios como crucificado, es
que estás dormido. 6Y mientras creas que puedes crucificarle estarás
simplemente teniendo pesadillas. 7Tú que estás comenzando a
despertar, todavía eres consciente de tus sueños y aún no los has olvidado. 8Te
olvidarás de ellos y cobrarás conciencia de Cristo cuando otros despierten para
compartir contigo tu redención.
9. Despertarás a tu propia llamada, pues la Llamada
a despertar se encuentra dentro de ti. 2Si vivo en ti, tú
estás despierto. 3No obstante, tienes que ver las obras que
llevo a cabo a través de ti, o, de lo contrario, no percibirás que las he
llevado a cabo en ti. 4No pongas límites a lo que crees que puedo
hacer a través de ti, o no aceptarás lo que puedo hacer por ti. 5Esto,
no obstante, ya ha tenido lugar, y a menos que des todo lo que has recibido, no
sabrás que tu redentor vive y que has despertado con él. 6La
redención se reconoce únicamente compartiéndola.
10. El Hijo de Dios está a salvo. 2Lleva
únicamente esta conciencia a la Filiación, y tu papel en la redención será tan
importante como el mío. 3Pues tu papel tiene que ser como el
mío si lo aprendes de mí. 4Si crees que el tuyo está limitado, no
haces sino limitar el mío. 5No hay grados de dificultad, en los
milagros porque todos los Hijos de Dios tienen el mismo valor, y su igualdad es
su unicidad. 6Todo el poder de Dios reside en cada una de sus partes
por igual, y nada que contradiga Su Voluntad es grande o pequeño. 7Lo
que no existe no tiene tamaño ni medida. 8Para Dios todo es posible.
9Y a Cristo le es dado ser como el Padre.
LECCIÓN 115
Para
los repasos de mañana y noche:
1. (99) La salvación es mi única función aquí.
2Mi
función aquí es perdonar al mundo por todos los errores que yo he cometido. 3Pues
así me libero de ellos junto con él.
2. (100) Mi papel en el plan de salvación de Dios es
esencial.
2Soy esencial en el
plan de Dios para la salvación del mundo.
3Pues
Él me dio Su plan para que yo salvara al mundo.
3. A la hora en punto:
2La
salvación es mi única función aquí.
3Media hora
más tarde:
4Mi
papel en el plan de salvación de Dios es esencial.
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