Capítulo 9
LA ACEPTACIÓN DE LA EXPIACIÓN
1. Tener miedo de la Voluntad de Dios es una de las
creencias más extrañas que la mente humana jamás haya podido concebir. 2Esto
no habría podido ocurrir a no ser que la mente hubiese estado ya
tan profundamente dividida que le hubiese sido posible tener miedo de lo que ella misma es. 3La
realidad sólo puede ser una "amenaza" para lo ilusorio, ya
que lo único que la realidad puede defender es la verdad. 4El hecho
mismo de que percibas la Voluntad de Dios -que es lo que tú eres- como algo
temible, demuestra que tienes miedo de lo que eres. 5Por lo tanto, no es de
la Voluntad de Dios de lo que tienes miedo, sino de la tuya.
2. Tu
voluntad no es la voluntad del ego, y por eso es por lo que el ego está contra
ti. 2Lo que parece ser el temor a Dios es en realidad el miedo a tu
propia realidad. 3En un estado de pánico no se puede aprender nada
de manera consistente. 4Si el propósito de este curso es ayudarte a
recordar lo que eres, y tú crees que lo que eres es algo temible, de ello se
deduce forzosamente que no aprenderás este curso. 5Sin embargo, la
razón de que el curso exista es precisamente porque no sabes lo que eres.
3. Si
no sabes lo que es tu realidad, ¿por qué estás tan seguro de que es temible? 2La
asociación que se hace entre la verdad y el miedo, que a lo sumo sería
altamente artificial, es especialmente inadecuada en las mentes de aquellos que
no saben lo que es la verdad. 3Lo único que esto quiere decir es que
estás asociando arbitrariamente algo que se encuentra más allá de tu conciencia
con algo que no deseas. 4Es evidente, pues, que estás juzgando algo
de lo cual no tienes el menor conocimiento. 5Has urdido esta extraña
situación de forma tal que te resulta imposible escapar de ella sin un Guía que
sepa cuál es tu realidad. 6El propósito de este Guía no es otro que
el de recordarte lo que deseas. 7Él no está tratando de imponerte
una voluntad ajena. 8Está simplemente haciendo todo lo posible,
dentro de los límites que tú le impones, por re-establecer tu propia voluntad
en tu conciencia.
4. Has aprisionado
tu voluntad más allá de tu propia conciencia, donde todavía se encuentra, pero
desde donde no puede ayudarte. 2Cuando dije que la función del
Espíritu Santo es separar lo falso de lo verdadero en tu mente, quise decir que
Él tiene el poder de ver lo que has
ocultado y reconocer en ello la Voluntad de Dios. 3Gracias a este
reconocimiento, Él puede hacer que la Voluntad de Dios sea real para ti porque
Él está en tu mente, y, por lo tanto, Él es tu realidad. 4Si la
percepción que Él tiene de tu mente trae la realidad de ésta hasta ti, te está ayudando
a recordar lo que eres. 5Lo único que puede ocasionar temor en este
proceso es lo que tú crees que perderías. 6Lo único que realmente
puedes tener, no obstante, es lo que el Espíritu Santo ve.
5. He
subrayado en muchas ocasiones que el Espíritu Santo nunca te pedirá que
sacrifiques nada. 2Pero si te pides a ti mismo el sacrificio de la
realidad, el Espíritu Santo tiene que recordarte que ésa no es la Voluntad de
Dios porque no es la tuya. 3No hay diferencia alguna entre tu
voluntad y la de Dios: 4Si tu mente no estuviese dividida
reconocerías que ejercer tu voluntad es la salvación porque la salvación es
comunicación.
6. Es imposible comunicarse utilizando lenguas
diferentes. 2Tú
y tu Creador podéis comunicaros por medio de la creación porque ésa, y sólo
ésa, es vuestra Voluntad conjunta. 3Una mente dividida no se puede
comunicar porque habla en nombre de cosas diferentes a la misma
mente. 4Al hacer esto, pierde la capacidad de comunicarse porque una
comunicación confusa sencillamente no tiene ningún sentido. 5Es
imposible comunicar un mensaje a menos que tenga sentido. 6¿Cuán
sensatos pueden ser tus mensajes, cuando pides lo que no deseas? 7Sin
embargo, mientras sigas teniendo miedo de tu voluntad, eso es precisamente lo
que estarás pidiendo.
7. Tal vez insistas en que el Espíritu Santo no te
contesta, pero quizá sería más prudente examinar qué clase de peticionario
eres. 2No pides únicamente lo que deseas. 3Ello se debe a que temes recibirlo, y ciertamente lo
recibirías. 4Por eso es por lo que se lo sigues pidiendo al maestro
que no puede dártelo. 5De él nunca podrás aprender qué es lo que
deseas, y esto te da una ilusión de seguridad. 6Sin embargo, no
puedes estar a salvo de la verdad, sino que sólo puedes estar
a salvo en la verdad. 7La
realidad es tu única seguridad. 8Tu voluntad es tu salvación porque
es la misma que la de Dios. 9La separación no es más que la creencia
de que es diferente.
8. Ninguna mente
recta podría creer que su voluntad es
más fuerte que la de Dios. 2Si una mente cree que su voluntad es
diferente de la de Él, entonces sólo puede concluir o bien que Dios no existe o
bien que Su Voluntad es temible. 3La primera conclusión da lugar al
ateo, y la segunda, al mártir, que cree que Dios exige sacrificios 4Cualquiera
de esas dos conclusiones dementes producirá pánico, ya que el ateo cree estar
solo, y el mártir que Dios lo está crucificando. 5No obstante,
nadie quiere sentirse abandonado o sufrir represalias, aunque es posible que
muchos procuren ambas cosas. 6¿Puedes acaso pedirle al Espíritu
Santo semejantes "regalos" y esperar recibirlos? 7Él no
puede darte lo que tú no deseas. 8Cuando le pides al Dador Universal
lo que no quieres, le estás pidiendo lo que no se puede dar porque nunca se
creó. 9Y nunca se creó porque nunca fue lo que tu voluntad dispuso
para ti.
9. En última
instancia todo el mundo tiene que recordar la Voluntad de Dios porque, en
última instancia, todo el mundo tiene que reconocerse a sí mismo. Este reconocimiento es el reconocimiento de
que su voluntad y la de Dios son una. 3En presencia de la verdad, no
hay descreídos ni sacrificios. 4En la seguridad de la realidad, el
miedo no tiene absolutamente ningún sentido.
5Negar lo que simplemente es, tan sólo puede dar la impresión de que es temible. 6El miedo no puede
ser real sin una causa, y Dios es la única Causa. 7Dios
es Amor y Él es ciertamente lo que tú deseas. 8Ésa es tu voluntad. 9Pide esto y
se te concederá, porque estarás pidiendo únicamente lo que ya te pertenece.
10. Cuando le pides al Espíritu Santo. lo que te
podría hacer daño Él no puede contestarte porque no hay nada que te pueda hacer
daño, y por lo tanto, no estás pidiendo nada. 2Cualquier deseo que
proceda del ego es un deseo de algo que no existe, y solicitarlo no constituye
una petición. 3Es simplemente una negación en forma de petición. 4El Espíritu Santo no le
da importancia a la forma, ya que sólo es consciente de lo que tiene
significado. 5El ego no puede pedirle nada al Espíritu Santo porque
no existe comunicación entre ellos. 6Tú, en cambio, puedes pedirle
todo porque las peticiones que le haces a Él son reales, al proceder de tu
mente recta. 7¿Negaría el Espíritu Santo la Voluntad de Dios? 8¿Y
podría dejar de reconocerla en Su Hijo? .
11. No
te das cuenta de la enorme cantidad de energía que desperdicias negando la
verdad. 2¿Qué le dirías a alguien que se empeña en intentar lo
imposible, creyendo que lograrlo es tener éxito? 3La creencia de que
para poder ser feliz tienes que tener lo imposible está en total desacuerdo con
el principio de creación. 4Dios no pudo haber dispuesto que tu
felicidad dependiese de lo que nunca podrías tener. 5El hecho de que
Dios es Amor no requiere que se crea en ello, pero sí requiere aceptación. 6Puedes
ciertamente negar los hechos, pero no puedes hacer que cambien. 7Si
te tapas los ojos con las manos, no podrás ver porque estarás interfiriendo en
las leyes de la visión. 8Si niegas el amor, no podrás conocerlo
porque tu cooperación es la ley de su existencia. 9No puedes cambiar
las leyes que tú no promulgaste, las leyes de la felicidad fueron creadas para
ti, no por ti.
12. Cualquier
intento de negar lo que simplemente es tiene
necesariamente que producir miedo, y si el intento
es fuerte producirá pánico. 2Querer imponer tu voluntad en contra de la realidad, aunque es imposible, puede
convertirse en una obcecación, a pesar de que ése no es realmente tu deseo. 3Mas
examina el resultado de ésta extraña decisión: 4Estás dedicando tu
mente a lo que no deseas. 5¿Cuán real puede ser esa dedicación? 6Si
realmente no deseas eso que persigues, es que nunca fue creado. 7Y
si nunca fue creado, no es
nada. 8¿Puedes realmente estar dedicado a lo que no es nada?
13. Dios
en Su dedicación a ti te creó dedicado a todo, y te dio aquello a lo que estás dedicado. 2De otra
manera no habrías sido creado perfecto. 3La realidad lo
es todo, y tú lo tienes todo porque eres real. 4No puedes crear lo
irreal porque la ausencia de realidad es temible y él miedo no es algo que
pueda ser creado. 5Mientras sigas creyendo que es posible tener
miedo, no podrás crear. 6Dos órdenes de realidad que se oponen entre
sí privan a la realidad de todo significado, y la realidad es significado.
14. Recuerda,
pues, que la Voluntad de Dios es posible ya, y que nada más lo será nunca. 2En
esto reside la simple aceptación de la realidad porque sólo eso es real. 3No
puedes distorsionar la realidad y al mismo tiempo saber lo que es. 4Y
si la distorsionas experimentarás ansiedad, depresión y finalmente pánico,
pues estarás tratando de convertirte a ti mismo en algo irreal. 5Cuando
sientas esas cosas, no trates de buscar la verdad fuera de ti mismo,
pues la verdad sólo puede encontrarse dentro de ti. 6Di, por lo
tanto:
que estar, pues
Cristo es parte de Él.
LECCIÓN 92
2. Crees también que el
cerebro puede pensar. 2Si comprendieses la naturaleza del
pensamiento, no podrías por menos que reírte de esta idea tan descabellada. 3Es
como si creyeses que eres tú el que sostiene el fósforo que le da al sol toda
su luz y todo su calor; o quien sujeta al mundo firmemente en sus manos hasta
que decidas soltarlo. 4Esto, sin embargo, no es más disparatado que
creer que los ojos del cuerpo pueden ver o que el cerebro puede pensar.
3. La fortaleza de Dios
que mora en ti es la luz en la que ves, de la misma manera como es Su Mente con
la que piensas. 2Su fortaleza niega tu debilidad. 3Y es
ésta la que ve a través de los ojos del cuerpo, escudriñando la oscuridad para
contemplar lo que es semejante a ella misma: los mezquinos y los débiles, los
enfermizos y los moribundos; los necesitados, los desvalidos y los
amedrentados; los afligidos y los pobres, los hambrientos y los melancólicos. 4Esto
es lo que se ve a través de los ojos que no pueden ver ni bendecir.
4. La fortaleza pasa por
alto todas estas cosas al mirar más allá de las apariencias. 2Mantiene
su mirada fija en la luz que se encuentra más allá de ellas. 3Se
une a la luz de la que forma parte. 4Se ve a sí misma. 5Te
brinda la luz en la que tu Ser aparece. 6En la oscuridad percibes un
ser que no existe. 7La fortaleza es lo que es verdad con respecto a
ti, mas la debilidad es un ídolo al que se honra y se venera falsamente a fin
de disipar la fortaleza y permitir que la oscuridad reine allí donde Dios
dispuso que hubiese luz.
5.
La fortaleza procede de la verdad, y brilla con
la luz que su Fuente le ha otorgado; la debilidad refleja la oscuridad de su
hacedor. 2Está enferma, y lo que ve es la enfermedad, que es como
ella misma. 3La verdad es un salvador, y su voluntad es que todo el
mundo goce de paz y felicidad. 4La verdad le da el caudal ilimitado
de su fortaleza a todo aquel que la pide. 5Reconoce que si a alguien
le faltase algo, les faltaría a todos. 6Y por eso imparte su luz, para que todos puedan ver y
beneficiarse cual uno solo. 7Todos comparten su fortaleza, de manera
que ésta pueda brindarles a todos el milagro en el que ellos se unirán en
propósito, perdón y amor.
6.
La debilidad, que mira desde la oscuridad, no
puede ver propósito alguno en el perdón o en el amor. 2Ve todo lo
demás como diferente de ella misma, y no ve nada en el mundo que quisiera
compartir. 3Juzga y condena, pero no ama. 4Permanece en
la oscuridad para ocultarse, y sueña que es fuerte y victoriosa, vencedora de
limitaciones que no hacen sino crecer descomunalmente en la oscuridad.
7.
La debilidad se teme, se ataca y se odia a sí
misma, y la oscuridad cubre todo lo que ve, dejándole sus sueños que son tan
temibles como ella misma. 2Ahí no encontrarás milagros sino odio. 3La
debilidad se separa de lo que ve, mientras que la luz y la fortaleza se
perciben a sí mismas cual una sola. 4La luz de la fortaleza no es la
luz que tú ves. 5No cambia, ni titila hasta finalmente extinguirse.
6No cambia cuando la noche se convierte en día, ni se convierte en
oscuridad hasta que se hace de día otra vez.
8.
La luz de la fortaleza es constante, tan segura
como el amor y eternamente feliz de darse a sí misma, ya que no puede sino
darse a lo que es ella misma. 2Nadie que pida compartir su visión lo
hace en vano, y nadie que entre en su morada puede partir sin un milagro ante
sus ojos y sin que la fortaleza y la luz moren en su corazón.
9.
La fortaleza que mora en ti te ofrecerá luz y
guiará tu visión para que no habites en las vanas sombras que los ojos del
cuerpo te proveen a fin de que te engañes a ti mismo. 2La fortaleza
y la luz se unen en ti, y ahí donde se unen, tu Ser se alza presto a recibirte
como Suyo. 3Tal es el lugar de encuentro que hoy trataremos de
hallar para descansar en él, pues la paz de Dios está ahí donde tu Ser, Su
Hijo, aguarda ahora para encontrarse Consigo Mismo otra vez y volver a ser uno.
10.
Dediquemos veinte minutos en dos ocasiones hoy
a estar presentes en ese encuentro. 2Déjate conducir ante tu Ser. 3Su
fortaleza será la luz en la que se te concederá el don de la visión. 4Deja
atrás hoy la oscuridad por un rato, y practica ver en la luz, cerrando los ojos
del cuerpo y pidiéndole a la verdad que te muestre cómo hallar el lugar de
encuentro entre el ser y el Ser, en el que la luz y la fortaleza son una.
11.
Así es como practicaremos mañana y noche. 2Después
de la reunión de por la mañana, usaremos el día para prepararnos para la de por
la noche, cuando nuevamente nos volveremos a reunir en confianza. 3Repitamos
la idea de hoy tan a menudo como sea posible, y reconozcamos que es un preludio
a la visión y que se nos está llevando de las tinieblas a la luz donde únicamente
pueden percibirse milagros.
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