sábado, 10 de marzo de 2012

CURSO DE MILAGROS- DIA 70ª capitulo y leccion


VI. De la vigilancia a la paz



1. Aunque sólo puedes amar a la Filiación como una sola, la pue­des percibir como fragmentada. 2Mas es imposible ver algo en alguna parte de ella y no atribuírselo a toda ella. 3Por eso es por lo que los ataques no son nunca parciales y por lo que hay que renunciar a ellos completamente. 4Si no se renuncia a ellos completamente, no se renuncia a ellos en absoluto. 5El miedo y el amor fabrican o crean, dependiendo de si es el ego o el Espíritu Santo el que los engendra o inspira, pero en cualquier caso retor­nan a la mente del pensador y afectan la totalidad de su percep­ción. 6Eso incluye el concepto que tiene de Dios, de Sus creaciones y de sí mismo. 7Dicho pensador no apreciará ni a unos ni a otros si los contempla con miedo. 8Pero los apreciará a todos si los con­templa con amor.

2. La mente que acepta el ataque es incapaz de amar. 2Ello se debe a que cree que puede destruir el amor, lo cual quiere decir, por lo tanto, que no comprende lo que éste es. 3 Si no comprende lo que es el amor, no se puede percibir a sí misma como amorosa. 4Esto hace que pierda su conciencia de ser, da lugar a sentimien­tos de irrealidad y lo que resulta de ello es una confusión total. 5Tu pensamiento ha dado lugar a esto debido a su poder, pero puede también salvarte de ello porque su poder no lo creaste tú. 6Tu capacidad para dirigir tu pensamiento de acuerdo con lo que elijas es parte de ese poder. 7Si no crees que puedes dirigirlo, es que has negado que tu pensamiento tenga poder, y, por lo tanto, has hecho que sea impotente en tu pensamiento.

3. El ingenio del ego para asegurar su supervivencia es enorme, mas dicho ingenio emana del mismo poder de la mente que el ego niega. 2Esto quiere decir que el ego ataca lo que lo sustenta, lo cual no puede sino producir gran ansiedad. 3Por eso es por lo que el ego jamás reconoce lo qué está haciendo. 4Es perfectamente lógico, pero a todas luces demente. 5Pues para subsistir el ego se nutre de la única fuente que es totalmente adversa a su existencia. 6Temeroso de percibir el poder de esa fuente, se ve forzado a menospreciarla, 7lo cual amenaza su propia existencia, produciendo un estado que le resulta intolerable. 8Prosiguiendo de manera lógica, aunque todavía demente, el ego resuelve este dilema completamente descabellado de un modo igualmente descabellado: 9deja de percibir que su existencia esté amenazada, proyectando la amenaza sobre ti y percibiendo a tu Ser como inexistente. 10Esto asegura su continuidad si te pones de su parte, garantizando así el que no puedas conocer tu Seguridad.

4. El ego no puede permitirse saber nada. 2El conocimiento es total, y el ego no cree en totalidades. 3En este descreimiento estriba su origen, y aunque el ego no te quiere, le es fiel a sus propios antecedentes, y engendra tal como fue engendrado. 4La mente siempre se reproduce tal como fue producida. 5El ego, que es un producto del miedo, reproduce miedo. 6Le es leal a éste, y esa lealtad le hace traicionar al amor porque tú eres amor. 7El amor es tu poder, que el ego tiene que negar. 8Tiene que negar también todo lo que este poder te confiere porque te lo confiere todo. 9Nadie que lo tenga todo desea al ego. 10Su propio hacedor, pues, no lo quiere. 11Por lo tanto, si la mente que lo fabricó se reconociese a sí misma, lo único que el ego podría encontrar sería rechazo. 12Y si esa mente reconociese a cualquier parte de la Filia­ción, se conocería a sí misma.

5. El ego, por consiguiente, se opone a toda muestra de aprecio, a todo reconocimiento, a toda percepción sana, así como a todo conocimiento: 2Percibe la amenaza que todo ello representa como una amenaza total porque sospecha que todos los compromisos que la mente contrae son totales. 3Forzado, por lo tanto, a sepa­rarse de ti, está dispuesto a unirse a cualquier otra cosa. 4 Pero no hay nada más. 5La mente, no obstante, puede tejer ilusiones, y si lo hace creerá en ellas porque creyendo en ellas fue como las tejió.

6. El Espíritu Santo desvanece las ilusiones sin atacarlas, ya que no puede percibirlas en absoluto. 2Por consiguiente, no existen para Él. 3Resuelve el aparente conflicto que éstas engendran, per­cibiendo cualquier conflicto como algo sin sentido. 4He dicho anteriormente que el Espíritu Santo percibe el conflicto exactamente como es, y el conflicto no tiene sentido. 5El Espíritu Santo no quiere que entiendas el conflicto, quiere, no obstante, que te des cuenta de que puesto que el conflicto no tiene sentido, no es comprensible. 6Como ya dije anteriormente, el entendimiento suscita aprecio, y el aprecio suscita amor. 7El amor es lo único que se puede entender, ya que sólo el amor es real, y, por lo tanto, sólo el amor tiene sentido.

7. Si tuvieras presente lo que el Espíritu Santo te ofrece, no po­drías mantenerte alerta excepto en favor de Dios y de Su Reino. 2La única razón por la que te puede resultar difícil aceptar esto es porque tal vez aún creas que hay algo más. 3Las creencias no requieren vigilancia a menos que estén en conflicto. 4Si lo están, es que hay elementos conflictivos en ellas que han desencadenado un estado de guerra, haciendo que sea imprescindible mantenerse alerta. 5Cuando se está en paz no es necesario estar alerta. 6El estado de alerta es necesario contra las creencias que no son cier­tas, y el Espíritu Santo nunca lo habría solicitado si tú no hubieses creído lo falso. 7Cuando crees en algo, haces que sea real para ti. 8Cuando crees en lo que Dios no conoce, tu pensamiento parece contradecir al Suyo y esto hace que parezca que lo estás atacando.

8. He señalado repetidamente que el ego cree que puede atacar a Dios, y trata de convencerte de que eso es lo que tú has hecho. 2Si la mente no puede atacar, el ego -con perfecta lógica- arriba a la conclusión de que tú no puedes ser otra cosa que un cuerpo. 3Al negarse a verte tal como eres, puede verse a sí mismo como él quiere ser. 4Consciente de sus debilidades, el ego quiere que le seas leal, pero no como realmente eres. 5Desea, por lo tanto, invo­lucrar a tu mente en su propio sistema ilusorio, ya que de otra manera la luz de tu entendimiento lo desvanecería. 6No quiere tener nada que ver con la verdad porque él en sí no es verdad. 7Si la verdad es total, lo que no es verdad no existe. 8Tu compromiso con cualquiera de esas dos posibilidades tiene que ser total. aLa verdad y lo falso no pueden coexistir en tu mente sin dividirla: 9Si no pueden coexistir en paz, y si lo que quieres es estar en paz, tienes que abandonar por completo y para siempre la idea de con­flicto: 10Esto requiere que te mantengas alerta mientras no te des ­cuenta de lo que es verdad. 11Mientras sigas creyendo que dos sistemas de pensamiento completamente contradictorios pueden compartir la verdad, es obvio que tienes que mantenerte alerta.

9. Tu mente está dividiendo su lealtad entre dos reinos, y tú no te has comprometido completamente con ninguno de ellos. 2Tu identificación con el Reino de Dios es incuestionable, y sólo tú pones en duda este hecho cuando piensas irracionalmente. 3Lo que tú eres no lo establece tu percepción ni se ve afectado en modo alguno por ella. 4Cualquier problema de identificación, in­dependientemente del nivel en que se perciba, no es un problema que tenga que ver con hechos reales. 5Es un problema que pro­cede de una falta de entendimiento, puesto que su sola presencia implica que albergas la creencia de que es a ti a quien le corres­ponde decidir lo que eres. 6El ego cree esto ciegamente al estar completamente comprometido a ello. 7Pero no es verdad. 8El ego, por lo tanto, está completamente comprometido a lo falso, y lo que percibe es lo opuesto a lo que percibe el Espíritu Santo, así como al conocimiento de Dios.

10. Puesto que tu Ser es el conocimiento de Dios, la percepción que el Espíritu Santo tiene de ti es la única que tiene significado. 2Cualquier creencia que aceptes aparte de ésta acallará la Voz de Dios en ti y te ocultará a Dios. 3No podrás conocer al Creador a menos que percibas Su creación tal como es, ya que Dios y Su creación no están separados. 4La unidad que existe entre el Crea­dor y la creación constituye tu plenitud, tu cordura y tu poder ilimitado. 5Este poder ilimitado es el regalo que Dios te hace por­que eso es lo que eres. 6Si separas tu mente de dicho poder, no podrás sino percibir la fuerza más grande del universo como si fuese débil, ya que no creerás formar parte de ella.

11. Cuando percibes a la creación como que tú no formas parte de ella, la consideras débil, y los que se consideran a sí mismos débi­les, no pueden sino atacar: 2Mas el ataque tiene que ser ciego porque no hay nada que atacar. 3Por lo tanto, inventan imágenes, las perciben como despreciables y luego las atacan por su falta de valor. 4Esto es todo lo que el mundo del ego es: 5nada. 6No tiene sentido. 7No existe. 8No trates de entenderlo, porque si tratas de entenderlo, es que crees que se puede entender, y, por lo tanto, que se puede apreciar y amar. 9Eso justificaría su existencia; la cual es injustificable: 10Tú no puedes hacer que lo que no tiene sentido lo tenga. 11Eso no sería más que un intento demente.

12. Si permites que la locura se adentre en tu mente, es que has juzgado que la .cordura no es algo enteramente deseable. 2Si deseas otra cosa, fabricarás otra cosa, pero al ser otra cosa, atacará tu sistema de pensamiento y dividirá tu lealtad. 3En ese estado de división no te será posible crear y tendrás que mantenerte alerta contra dicho estado porque lo único que se puede extender es la paz. 4Tu mente dividida está obstruyendo la extensión del Reino, y en la extensión de éste reside tu felicidad. 5Si no extiendes el Reino, es que no estás pensando con tu Creador ni creando como Él creó.

13. Ante esta deprimente situación, el Espíritu Santo te recuerda dulcemente que estás triste porque no estás llevando a cabo tu función de co-creador con Dios, y, por lo tanto, te estás privando a ti mismo de felicidad. 2Esto no es algo que Dios haya decidido, sino que fuiste tú quien lo decidió así. 3Si tu mente pudiese estar en desacuerdo con la de Dios, lo que tu voluntad dispusiese no tendría sentido. 4Sin embargo, puesto que la Voluntad de Dios es inalterable, no es posible ningún conflicto de voluntades. 5Ésta es la enseñanza perfectamente congruente del Espíritu Santo. 6La creación, no la separación, es tu voluntad porque es también la Voluntad de Dios, y nada que se oponga a ella tiene sentido en absoluto. 7Al ser una obra perfecta, la Filiación sólo puede obrar con perfección, extendiendo la dicha en la que fue creada e iden­tificándose con su Creador y Sus creaciones, sabiendo que son uno y lo mismo.

LECCIÓN 70

Mi salvación procede de mí.

1. Toda tentación no es más que una variante de la tentación básica de no creer la idea de hoy. 2La salvación parece proceder de cualquier parte excepto de ti. 3Lo mismo se puede decir del origen de la culpabilidad. 4Tú no crees que la culpabilidad y la salvación estén en tu mente y sólo en tu mente. 5Cuando te des cuenta de que la culpabilidad es sólo una invención de la mente, te darás cuenta también de que la culpabilidad y la salvación tienen que encontrarse en el mismo lugar. 6Al entender esto te salvas.

2. El aparente costo de aceptar la idea de hoy es el siguiente: significa que nada externo a ti puede salvarte ni nada externo a ti puede brindarte paz. 2Significa también que nada externo a ti te puede hacer daño, perturbar tu paz o disgustarte en modo alguno. 3La idea de hoy te pone a cargo del universo, donde te corresponde estar por razón de lo que eres. 4No es éste un papel que se pueda aceptar parcialmente. 5Y seguramente habrás comenzado a darte cuenta de que aceptarlo es la salvación.

3. Es probable, no obstante, que aún no esté claro para ti por qué razón reconocer que la culpabilidad está en tu propia mente con­lleva asimismo darte cuenta de que la salvación está allí también. 2Dios no habría puesto el remedio para la enfermedad donde no te pudiese servir de nada. 3Así es como funciona tu mente, pero no la Suya. 4Él quiere que sanes, y por eso mantiene la Fuente de la curación allí donde hay necesidad de curación.

4. Tú has tratado de hacer justamente lo contrario, intentando por todos los medios, no importa cuán distorsionados o extrava­gantes, separar la curación de la enfermedad a la que estaba des­tinada, conservando de este modo la enfermedad. 2Tu propósito ha sido asegurarte de que la curación no tuviese lugar. 3El propó­sito de Dios ha sido asegurarse de que sí tuviese lugar.

5. Nuestra práctica de hoy consiste en darnos cuenta de que la Voluntad de Dios y la nuestra coinciden completamente en esto. 2Dios quiere que sanemos, y nosotros no queremos realmente estar enfermos, pues eso no nos hace felices. 3Al aceptar la idea de hoy, por lo tanto, estamos en realidad de acuerdo con Dios. 4Él no quiere que estemos enfermos. 5Nosotros tampoco. 6Él quiere que nos curemos. 7Nosotros también.

6. Hoy estamos listos para dos sesiones de práctica largas, cada una de las cuales debe tener una duración de diez a quince minu­tos. 2Dejaremos, no obstante, que seas tú quien decida cuándo llevarlas a cabo. 3Seguiremos esta norma en varias de las leccio­nes sucesivas, por lo que una vez más sería mejor que decidieses de antemano la mejor hora para llevar a cabo cada una de las sesiones de práctica y que luego te adhirieses lo más fielmente posible al horario establecido.

7. Empieza estas sesiones de práctica repitiendo la idea de hoy, añadiendo una afirmación en la que se vea expresado tu recono­cimiento de que la salvación no procede de nada externo a ti. 2Podrías, por ejemplo, decir lo siguiente:

3Mi salvación procede de mí. 4No puede proceder de nin­guna otra parte.

5Dedica después varios minutos, con los ojos cerrados, a revisar algunas de las fuentes externas en las que en el pasado buscaste la salvación: en otra gente, en posesiones, en diversas situaciones y acontecimientos, y en conceptos de ti mismo que intentaste con­vertir en realidad. 6Reconoce que la salvación no se encuentra en nada de eso, y dite a ti mismo:

7Mi salvación no puede proceder de ninguna de esas cosas.

8Mi salvación procede de mí, y sólo de mí.

8. Trataremos ahora nuevamente de llegar a la luz en ti, que es donde realmente se encuentra tu salvación. 2No puedes encon­trarla en las nubes que rodean la luz, y es ahí donde la has estado buscando. 3No está ahí. 4Está más allá de las nubes, en la luz que se encuentra tras ellas. 5Recuerda que tienes que atravesar las nubes antes de poder llegar a la luz. 6Pero recuerda también que jamás encontraste nada que fuese duradero o que realmente qui­sieras en los tapices de nubes que te imaginabas.

9. Puesto que todas las ilusiones de salvación te han fallado, segu­ramente no querrás quedarte en las nubes buscando en vano ído­los falsos, cuando te sería tan fácil llegar hasta la luz de la verdadera salvación. 2Trata de ir más allá de las nubes utilizando cualquier medio que te atraiga. 3Si te resulta útil, piensa que te estoy llevando de la mano, y que te estoy guiando. 4Y te aseguro que esto no será una vana fantasía.

10. Para las sesiones de práctica cortas y frecuentes de hoy, recuér­date a ti mismo que la salvación procede de ti y que nada, salvo tus propios pensamientos, puede impedir tu progreso. 2Estás libre de toda interferencia externa. 3Estás a cargo de tu salvación. 4Estás a cargo de la salvación del mundo. 5Di, entonces:

6Mi salvación procede de mí.

7No hay nada externo a mí que me pueda detener.

8En mí se encuentra la salvación del mundo y la mía propia.


Ramón Gamero. Terapeuta holístico. (Cita previa 650 91 73 64 - 955 99 72 33)

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