X. La confusión entre dicha y dolor
1. El Reino, al igual que este mundo, es el
resultado de ciertas premisas. 2Puede que hayas llevado el
razonamiento del ego a su conclusión lógica, que es una confusión total con
respecto a todo. 3Si realmente vieses lo que resulta de ese
razonamiento, lo repudiarías. 4La única razón por la que pudieras
desear algún aspecto de lo que resulta de ese razonamiento es que no alcanzas a ver su totalidad. 5Estás
dispuesto a examinar las premisas del ego, pero no su conclusión lógica. 6¿No sería posible que hubieses hecho
lo mismo con las premisas de Dios? 7Tus creaciones son la conclusión
lógica de Sus premisas 8EI Pensamiento de Dios las ha establecido
para ti. 9Se encuentran exactamente donde les corresponde estar. 10Y
donde les corresponde estar es en tu mente, como parte de tu identificación con
la Suya. aSin embargo, tu estado mental, así como el reconocimiento
por tu parte de lo que se encuentra en tu mente, dependen de lo que crees
acerca de ella. 11Sean cuales sean estas creencias, constituyen las
premisas que habrán de determinar lo que aceptes en tu mente.
2. No
cabe duda de que puedes aceptar en tu mente lo que no se encuentra en ella, así
como también negar lo que sí se encuentra en ella. 2Sin embargo,
aunque puedes negar la función que Dios Mismo le encomendó a tu mente a través
de la Suya, no puedes evitar su expresión. 3Esa función es la conclusión lógica
de lo que eres. 4La capacidad para ver la conclusión lógica de algo
depende de que estés dispuesto a verla, pero la verdad de esa conclusión no
tiene nada que ver con que estés dispuesto. 5La verdad es la
Voluntad de Dios. 6Comparte Su Voluntad y estarás compartiendo Su
conocimiento. 7Niega que Su Voluntad sea la tuya, y estarás negando
Su Reino y el tuyo.
3. El
Espíritu Santo te dirigirá sólo a fin de evitarte dolor. 2Obviamente
nadie se opondría a este objetivo si lo reconociese. 3Mas el
problema no estriba en si lo que el Espíritu Santo dice es verdad o no, sino en
si quieres escucharle o no. 4No puedes reconocer lo que es doloroso,
de la misma manera en que tampoco sabes lo que es dichoso, y, de hecho, eres
muy propenso a confundir ambas cosas. 5La función primordial del
Espíritu Santo es enseñarte a distinguir entre una y otra. 6Lo
que a ti te hace dichoso le causa dolor al ego, y mientras tengas dudas con
respecto a lo que eres, seguirás confundiendo la dicha con el dolor. 7Esta
confusión es la causa del concepto de sacrificio. 8Obedece al
Espíritu Santo, y estarás renunciando al ego. 9Pero no estarás
sacrificando nada. 10Al contrario, estarás ganándolo todo. 11Si
creyeses esto, no tendrías conflictos.
4. Por
eso es por lo que tienes que demostrarte a ti mismo lo obvio. 2Para
ti no es obvio. 3Crees que hacer lo opuesto a la Voluntad de Dios
va a ser más beneficioso para ti. 4Crees también que es posible
hacer lo opuesto a la Voluntad de Dios. 5Por lo tanto, crees que
tienes ante ti una elección imposible, la cual es a la vez temible y deseable.
6Sin embargo, Dios dispone, 7no desea. 8Tu
voluntad es tan poderosa como la Suya porque es la Suya. 9Los
deseos del ego no significan nada porque el ego desea lo imposible. 10Puedes
desear lo imposible, pero sólo puedes ejercer tu voluntad en armonía con la de
Dios. 11En eso estriba la debilidad del ego, así como tu fortaleza.
5. El
Espíritu Santo siempre se pone de tu parte y de parte de tu fortaleza. 2Mientras
en una u otra forma rehúses seguir las directrices que te da, es que quieres
ser débil. 3Mas la debilidad es atemorizante: 4¿Qué otra
cosa, entonces, podría significar esta decisión, excepto que quieres estar
atemorizado? 5El Espíritu Santo nunca exige sacrificios, el ego, en
cambio, siempre los exige: 6Cuando estás confundido con respecto a
la diferencia entre ésas dos motivaciones, ello sólo puede deberse a la
proyección. 7La proyección es una confusión de
motivaciones, y, dada esta confusión, tener confianza se vuelve imposible. 8Nadie
obedece de buen grado a un guía en el que no confía, pero eso no quiere decir
que el guía no sea digno de confianza. 9En este caso, siempre
significa que el seguidor es el que no lo es. 10Sin embargo, esto
también depende de sus propias creencias. 11Al creer que puede
traicionar, cree que todo lo puede traicionar a él. 12Mas esto sólo
se debe a que eligió un falso consejo. 13Incapaz de seguir ese consejo sin miedo, asocia el miedo con
el consejo y se niega a seguir cualquier tipo de consejo. 14No es
sorprendente que lo que resulta de esta decisión sea confusión.
6. El
Espíritu Santo, al igual que tú, es digno de toda confianza. 2Dios
Mismo confía en ti, por lo tanto, el hecho de que eres digno de toda confianza
es incuestionable. 3Será siempre incuestionable, no importa cuánto
dudes de ello. 4Dije antes que tú eres la Voluntad de Dios. 5Su
Voluntad no es un deseo trivial, y tu identificación con Su Voluntad no es
algo optativo, puesto que es lo que tú eres. 6Compartir Su Voluntad
conmigo no es optativo tampoco, aunque parezca serlo. 7La
separación radica precisamente en este error. 8La única manera de
escaparse del error es decidiendo que no tienes nada que decidir. 9Se
te dio todo porque así lo dispuso Dios. 10Ésa es Su Voluntad, y tú
no puedes revocar lo que Él dispone.
7. Ni siquiera el abandono de la falsa prerrogativa
de tomar decisiones -que con tanto celo guarda el ego- se puede lograr deseándolo.
2La Voluntad de Dios, Quien nunca te dejó desamparado, lo logró por
ti. 3Su Voz te enseñará a distinguir entre el dolor y la dicha, y te
librará de la confusión a la que has dado lugar. 4No hay, confusión
alguna en la mente de un Hijo de Dios cuya voluntad no puede sino ser la
Voluntad del Padre, toda vez que la Voluntad del Padre es Su Hijo.
8. Los milagros están en armonía con la Voluntad de
Dios, la cual tú no conoces porque estás confundido con respecto a lo que tú
dispones. 2Esto significa que estás confundido con respecto a lo que
eres. 3Si eres la Voluntad de Dios, y no aceptas Su Voluntad, estás
negando la dicha. 4El milagro es, por lo tanto, una lección acerca
de lo que es la dicha. 5Por tratarse de una lección acerca de cómo
compartir es una lección de amor, que es a
su vez dicha. 6Todo milagro es, pues, una lección acerca de lo que
es la verdad, y al ofrecer lo que es verdad estás aprendiendo a distinguir
entre la dicha y el dolor.
LECCIÓN 74
No
hay más voluntad que la de Dios.
1. La idea de hoy se puede
considerar como el pensamiento central hacia el cual se dirigen todos nuestros
ejercicios. 2La Voluntad de Dios es la única Voluntad. 3Cuando
hayas reconocido esto, habrás reconocido que tu voluntad es la Suya. 4La
creencia de que el conflicto es posible habrá desaparecido. 5La paz
habrá reemplazado a la extraña idea de que te atormentan objetivos
conflictivos. 6En cuanto que expresión de la Voluntad de Dios, no
tienes otro objetivo que el Suyo.
2. La idea de hoy encierra una gran
paz, y lo que los ejercicios de hoy se proponen es encontrarla. 2La
idea en sí es completamente cierta. 3Por lo tanto, no puede dar
lugar a ilusiones. 4Sin ilusiones, el conflicto es imposible. 5Tratemos
hoy de reconocer esto y de experimentar la paz que este reconocimiento nos
brinda.
3. Comienza las sesiones de
práctica más largas repitiendo lentamente los pensamientos que siguen a
continuación varias veces, con la firme determinación de comprender su
significado y de retenerlos en la mente:
2No hay más voluntad que la de Dios. 3No puedo estar en conflicto.
4Dedica
entonces varios minutos a añadir pensamientos afines, tales como:
5Estoy en paz.
6Nada puede perturbarme. 7Mi voluntad es
la de Dios.
8Mi voluntad y la de Dios son una.
9La Voluntad de Dios es que Su Hijo esté en paz.
10Durante
esta fase introductoria, asegúrate de hacerle frente en seguida a cualquier
pensamiento conflictivo que pueda cruzar tu mente. 11Di de
inmediato:
12No hay más voluntad que la de Dios.
13Estos pensamientos conflictivos no significan nada.
4. Si algún asunto parece ser muy difícil de
resolver, resérvalo para un examen más detenido. 2Piensa en él
brevemente, aunque de manera muy concreta, identificando la persona o personas
en cuestión y la situación o situaciones de que se trate, y di para tus
adentros:
3No hay más voluntad que la de Dios. 4Yo la comparto con Él.
5Mis conflictos
con respecto a _____ no pueden ser reales.
5. Después de que hayas despejado tu mente de esta manera, cierra los
ojos y trata de experimentar la paz a la que tu realidad te da
derecho. 2Sumérgete en ella y siente como te va envolviendo. 3Puede
que te asalte la tentación de confundir estas prácticas con el ensimismamiento,
pero la diferencia entre ambas cosas es fácil de detectar. 4Si estás
llevando a cabo el ejercicio correctamente, sentirás una profunda sensación de
dicha y mayor agudeza mental en vez de somnolencia y enervamiento.
6. La paz se caracteriza por la dicha. 2Cuando
experimentes dicha sabrás que has alcanzado la paz. 3Si tienes la
sensación de estar cayendo en el ensimismamiento, repite la idea de hoy de
inmediato y luego vuelve al ejercicio. 4Haz esto cuantas veces sea
necesario. 5Es ciertamente ventajoso negarse a buscar refugio en el
ensimismamiento, aun si no llegas a experimentar la paz que andas buscando.
7. En las sesiones más cortas, que hoy se deben llevar a
cabo a intervalos regulares previamente determinados, di para tus adentros:
2No hay más
voluntad que la de Dios. 3Hoy busco Su paz.
4Trata
entonces de hallar lo que buscas. 5Dedicar uno o dos minutos cada
media hora a hacer este ejercicio -con los ojos cerrados a ser posible- será
tiempo bien empleado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario