II. La perfidia de creerse especial
1. Hacer comparaciones es necesariamente un
mecanismo del ego, pues el amor nunca las hace. 2Creerse especial
siempre conlleva hacer comparaciones. 3Pues se establece al ver una
falta en otro; y se perpetúa al buscar y mantener claramente a la vista cuanta
falta se pueda encontrar. 4Esto es lo que persigue el especialismo,
y esto es lo que contempla. 5Y aquel a quien tu deseo de ser
especial así rebaja, habría sido tu salvador si tú no hubieses elegido usarlo
como un triste ejemplo de cuán especial eres tú. 6Frente a la
pequeñez que ves en él, tú te yergues alto y señero, irreprochable y honesto,
puro e inmaculado. 7No entiendes que al hacer eso es a ti mismo a
quien rebajas.
2. Tratar de ser especial es siempre a costa de la
paz. 2¿Quién podría atacar y menospreciar a su salvador y al mismo
tiempo reconocer su fuerte apoyo? 3¿Quién podría menoscabar su omnipotencia
y al mismo tiempo compartir su poder? 4¿Y quién podría usarlo como
medida de la pequeñez y al mismo tiempo liberarse de toda limitación? 5Tú
tienes una función que desempeñar en la salvación. 6Realizarla te
brindará felicidad. 7Pero tratar de ser especial siempre te
ocasionará dolor. 8Pues es una meta que se opone a la salvación, y,
por lo tanto, va en contra de la Voluntad de Dios. 9Atribuir valor a
ser especial es apreciar una voluntad ajena, para la cual las ilusiones acerca
de ti son más importantes que la verdad.
3. Ser especial es la idea del pecado hecha
realidad. 2Sin esa base no es posible ni siquiera imaginarse el
pecado. 3Pues el pecado surgió de ella, de lo que no es nada, y no
es más que una flor maléfica desprovista de raíces. 4He aquí al que
se ha erigido a sí mismo en "salvador", el "creador" que
crea de forma diferente a como crea el Padre e hizo que Su Hijo fuese como él y
no como el Padre. 5Sus hijos "especiales" son
muchos, nunca uno solo, y cada uno de ellos se encuentra exiliado de sí mismo y
de Aquel de Quien forma parte. 6Y ninguno de ellos ama la Unicidad *
que los creó como uno solo con Él. 7Ellos eligieron el especialismo
en lugar del Cielo y de la paz, y lo envolvieron cuidadosamente en el pecado
para mantenerlo "a salvo" de la verdad.
4. Tú no eres especial. 2Si crees que lo
eres y quieres defender tu especialismo en contra de la verdad de lo que
realmente eres, ¿cómo vas a poder conocer la verdad? 3¿Qué respuesta
del Espíritu Santo podría llegar hasta ti, cuando a lo que escuchas es a tu
deseo de ser especial, que es lo que pregunta y lo que responde? 4Tan
sólo prestas oídos a su mezquina respuesta, la cual ni siquiera se oye en la
melodía que en amorosa alabanza de lo que eres fluye eternamente desde Dios a
ti. 5Y este colosal himno de honor que amorosamente se te
ofrece por razón de lo que eres parece silencioso e inaudible ante el
"poderío" de tu especialismo. 6Te esfuerzas por escuchar
una voz que no tiene sonido, y, sin embargo, la Llamada de Dios Mismo te parece
insonora.
5. Puedes defender tu especialismo, pero nunca oirás
la Voz que habla en favor de Dios a su lado, 2pues hablan diferentes
idiomas y llegan a oídos diferentes. 3Para todo aquel que se cree
especial la verdad tiene un mensaje diferente, y un significado distinto. 4Sin
embargo, ¿cómo podría ser que la verdad fuese diferente para cada persona? 5Los
mensajes especiales que oyen los que se creen especiales les convencen de que
ellos son diferentes y de que son algo aparte, cada uno con sus pecados
especiales y "a salvo” del amor, el cual no ve su especialismo en
absoluto. 6La visión de Cristo es su "enemigo", pues no ve
aquello que ellos quieren ver y les mostraría que el especialismo que ellos
creen ver es una ilusión.
6. ¿Qué podrían ver en su lugar? 2Podrían
ver el brillante fulgor del Hijo de Dios, tan semejante al de su Padre que el
recuerdo de Éste alborearía de inmediato en sus mentes. 3Y con ese
recuerdo el Hijo recordaría sus propias creaciones, que son tan semejantes a él
como él es semejante a su Padre. 4Y el mundo que él construyó, así
como su deseo de ser especial junto con todos los pecados que en defensa de
ese deseo albergó contra sí mismo, se desvanecerían a medida que su mente
aceptase la verdad acerca de lo que él es y retornase para ocupar el lugar que
aquellos ocupaban, 5Éste es el único "costo" de la verdad:
jamás volverás a ver lo que nunca tuvo lugar ni a oír lo que no tiene sonido. 6¿Es
acaso un sacrificio renunciar a lo que no es nada y recibir a cambio el Amor
de Dios para siempre?
7. Tú que has encadenado a tu salvador a tu deseo de
ser especial y has otorgado a dicho deseo el lugar de aquel, recuerda esto: tu
salvador no ha perdido la capacidad de perdonarte todos los pecados que tú
crees haber interpuesto entre él y la función de salvarte que Dios le
encomendó. 2Y tú no puedes cambiar su función, ni tampoco la verdad
que mora en él y en ti. 3Pero ten por seguro que esta verdad es
exactamente la misma en cada uno de vosotros. 4La verdad no
transmite mensajes diferentes y sólo tiene un significado. 5Y es un
significado que tú y tu hermano podéis entender y que os brinda liberación a
ambos. 6He aquí a tu hermano ofreciéndote la llave del Cielo que
tiene en su mano. 7No permitas que el sueño de ser especial continúe
interponiéndose entre vosotros. 8Lo que es uno está unido en la
verdad.
8. Piensa en la hermosura que verás dentro de ti
cuando lo consideres tu amigo. 2Él es enemigo de tu deseo de
ser especial, pero amigo de lo que es real en ti. 3Ni uno solo de
los ataques que pensaste haber lanzado contra él lo ha despojado del regalo que
Dios quiere que él te dé. 4Su necesidad de dártelo es tan imperiosa
como la tuya de recibirlo. 5Permítele que te perdone tu deseo de ser
especial, y que restaure la plenitud de tu mente y te haga uno con él. 6El
está en espera de tu perdón, pero únicamente para poder devolvértelo a ti. 7No
fue Dios Quien condenó a Su Hijo, sino tú, para salvar su especialismo y matar
a su Ser.
9. Has llegado muy lejos por el camino de la verdad,
demasiado lejos como para titubear ahora. 2Un paso más, y todo
vestigio del temor a Dios quedará disuelto en el amor. 3El deseo de
ser especial de tu hermano y el tuyo son enemigos, y en su mutuo odio
están comprometidos a matarse el uno al otro y a negar que son lo mismo. 4Mas
no han sido ilusiones las que han llegado hasta este último obstáculo, el cual
parece hacer que Dios y Su Cielo estén tan lejos que no se pueden alcanzar. 5Aquí
en este santo lugar se alza la verdad esperando para recibirte a ti y a tu hermano
en silenciosa bendición y en una paz tan real y abarcadora que nada queda
excluido. 6No traigas ninguna de las ilusiones que abrigas acerca de
ti mismo a este lugar, al que vienes lleno de esperanza y honestidad.
10. He aquí el que te puede salvar de tu
deseo de ser especial. 2Él tiene tanta necesidad de que lo aceptes
como parte de ti, como tú de que él te acepte a ti. 3Eres tan
semejante a Dios como Dios lo es a Sí Mismo. 4Dios no es especial,
pues Él no se quedaría con ninguna parte de lo que Él es sólo para Sí,
negándosela a Su Hijo y reservándola sólo para Sí Mismo. 5Y esto es
lo que tú temes, pues si Él no es especial, entonces Su Voluntad dispuso que Su
Hijo fuese como Él, y, por lo tanto, tu hermano no puede sino ser como
tú. 6Él no es especial, pero lo tiene todo, incluyéndote a ti. 7Dale
sólo lo que ya es suyo, y recuerda que Dios Se dio a Sí Mismo a ambos con el
mismo amor, para que ambos pudierais compartir el universo con Él, Quien
dispuso que el amor jamás pudiese ser dividido ni mantenerse separado de lo que
es y ha de ser para siempre.
11. Tú le perteneces a tu hermano, pues a él
no se le negó ninguna parte del amor. 2¿Cómo iba a ser que tú
perdieses por ser él íntegro? 3Lo que se le ha dado a él es lo que
hace que tú seas íntegro, y lo que hace que él sea íntegro también. 4El
Amor de Dios te dio a ti tu hermano, y a ti a él porque el Padre se dio a Sí
Mismo. 5Lo que es igual a Dios es uno con El. 6Y ahora
que finalmente tienes la esperanza de paz a la vista, sólo el deseo de ser
especial podría hacer que el hecho innegable de que tú y tu Padre sois uno pareciese
ser todo menos el Cielo.
12. El deseo de ser especial es el sello de la
traición impreso sobre el regalo del amor. 2Todo lo que apoya sus
propósitos no tiene otro objetivo que el de matar. 3Todo regalo que
lleve impreso su sello no ofrece otra cosa que traición al que lo da y al que
lo recibe. 4Ni una sola mirada de los ojos que él ciega deja de contemplar
escenas de muerte. 5Todo aquel que cree en su poder no hace sino
transigir y hacer concesiones para establecer al pecado como substituto del
amor y servirle con gran lealtad. 6Y toda relación que tenga el
propósito del pecado en gran estima no hace sino aferrarse al asesinato como
arma de seguridad y como el protector supremo de todas las ilusiones contra la
"amenaza" del amor.
13. La esperanza de ser especial hace que parezca
posible que Dios hizo al cuerpo para que fuese la prisión que mantiene a Su
Hijo separado de El. 2Pues el especialismo requiere un lugar
especial donde Dios no pueda entrar y un escondite donde a lo único que se le
da la bienvenida es a tu insignificante yo. 3Nada es sagrado aquí,
excepto tú y sólo tú, un ente aparte y separado de todos tus hermanos; a salvo
de cualquier intrusión de la cordura en las ilusiones; a salvo de Dios, pero
destinado al conflicto eterno. 4He aquí las puertas del infierno
tras las cuales tú mismo te encerraste, para gobernar en la demencia y en la
soledad tu reino especial, separado de Dios y alejado de la verdad y de la
salvación.
14. La llave que tú tiraste Dios se la dio a tu
hermano, cuyas santas manos quieren ofrecértela cuando estés listo para aceptar
el plan de Dios para tu salvación en vez del tuyo. 2¿Cómo puedes
llegar a estar listo, salvo reconociendo toda tu abyecta desdicha y dándote
cuenta de que tu plan ha fracasado y de que jamás te aportará ninguna clase de
paz o felicidad? 3Ésta es la desesperación por la que ahora estás
pasando, pero no es más que una ilusión de desesperación. 4La
muerte de tu especialismo no es tu muerte, sino tu despertar a la vida eterna. 5No
haces sino emerger de una ilusión de lo que eres a la aceptación de ti mismo
tal como Dios te creó.
LECCIÓN 273
Mía es la quietud de la paz de Dios.
1.
Tal vez estemos ahora listos para pasar un día
en perfecta calma. 2Sl esto no fuese posible todavía, nos
contentaremos y nos sentiremos más que satisfechos, con poder aprender cómo es posible pasar un día así. 3Si
permitimos que algo nos perturbe, aprendamos a descartarlo y a recobrar la paz.
4Sólo necesitamos decirles a nuestras mentes con absoluta certeza:
"Mía es la quietud de la paz de Dios", y nada podrá venir a
perturbar la paz que Dios Mismo le dio a Su Hijo.
2.
Padre,
Tu paz me pertenece. 2¿Qué necesidad
tengo de temer que algo pueda robarme lo que Tú has dispuesto sea mío para
siempre? 3No puedo
perder los dones que Tú me has dado. 4Por lo tanto, la paz con la que Tú agraciaste a Tu
Hijo sigue conmigo, en la quietud y en el eterno amor que Te profeso.
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