VI. Cómo escaparse del miedo
1. El mundo se aquieta ante la santidad de tu
hermano, y la paz desciende sobre él dulcemente y con una bendición tan
completa que desaparece todo vestigio de conflicto que pudiese acecharte en la
oscuridad de la noche. 2Él es quien te salva de tus sueños de
terror. 3Él sana tu sensación de sacrificio y tu temor de que el
viento disperse lo que tienes y lo convierta en polvo. 4En él descansa
tu certeza de que Dios está aquí y de que está contigo ahora. 5Mientras
él sea lo que es, puedes estar seguro de que es posible conocer a Dios y de que
lo conocerás. 6Pues Él nunca podría abandonar a Su Propia creación. 7Y
la señal de que esto es así reside en tu hermano, que se te da para que todas
tus dudas acerca de ti mismo puedan desaparecer ante su santidad. 8Ve
en él la creación de Dios, 9pues en él su Padre aguarda tu reconocimiento
de que Él te creó como parte de Sí Mismo.
2. Sin ti, a Dios le faltaría algo, el Cielo estaría
incompleto y habría un Hijo sin Padre. 2No habría universo ni
realidad. 3Pues lo que Dios dispone es íntegro y forma parte de Él
porque Su Voluntad es una. 4No hay cosa viviente que no forme parte
de Él ni nada que no viva en Él. 5La santidad de tu hermano te
muestra que Dios es uno con él y contigo, y que lo que tu hermano tiene es tuyo
porque tú no estás separado de él ni de su Padre.
3. No hay nada en todo el universo que no te
pertenezca. 2No hay nada que Dios haya creado que Él no haya puesto
amorosamente ante ti para que sea tuyo para siempre. 3Y ningún
Pensamiento que se encuentre en Su Mente puede estar ausente de la tuya. 4Su
Voluntad es que compartas con Él Su Amor por ti y que te contemples a ti mismo
tan amorosamente como Él te concibió antes de que este mundo diera comienzo, y
como todavía te conoce. 5Dios no cambia de parecer con respecto a Su
Hijo por razón de circunstancias pasajeras que no tienen ningún significado en
la eternidad en la que Él mora y en la que tú moras con Él. 6Tu
hermano es exactamente tal como Él lo creó. 7Y esto es lo que te
salva de un mundo que Él no creó.
4. No olvides que el único propósito de este mundo
es sanar al Hijo de Dios. 2Ese es el único propósito que el Espíritu
Santo ve en él, y, por lo tanto, es el único que tiene. 3Hasta que
no veas la curación del Hijo como lo único que deseas que tanto este mundo como
el tiempo y todas las apariencias lleven a cabo, no conocerás al Padre, ni te
conocerás a ti mismo. 4Pues usarás al mundo para un propósito
distinto del que tiene, y no te podrás librar de sus leyes de violencia y de
muerte. 5Sin embargo, se te ha concedido estar más allá de sus
leyes desde cualquier punto de vista, en todo sentido y, en toda circunstancia,
en toda tentación de percibir lo que no está ahí y en toda creencia de que el
Hijo de Dios puede experimentar dolor por verse a sí mismo como no es.
5. Mira a tu hermano y ve en él lo opuesto a las
leyes que parecen regir este mundo. 2Ve en su libertad la tuya
propia, pues así es. 3No dejes que su deseo de ser especial nuble la
verdad que mora en él, pues no te podrás escapar de ninguna ley de muerte a la
que lo condenes. 4Y un solo pecado que veas en él será suficiente
para manteneros a ambos en el infierno. 5Mas su perfecta impecabilidad*
os liberará a ambos, pues la santidad es totalmente imparcial y sólo emite un
juicio con respecto a todo lo que contempla. 6Y ese juicio no lo
emite sola, sino a través de la Voz que habla por Dios en todo aquello que vive
y que comparte Su Ser.
6. Su impecabilidad es lo que los ojos que ven
pueden contemplar. 2Su hermosura, lo que ven en todo. 3Y
es a Él a Quien buscan por todas partes, y no hay panorama, tiempo o lugar
donde Él no esté. 4En la santidad de tu hermano -el marco perfecto
para tu salvación y para la salvación del mundo- se encuentra el radiante
recuerdo de Aquel en Quien tu hermano vive y en Quien tú vives junto con él. 5No
te dejes cegar por el velo del deseo de ser especial que oculta la faz de
Cristo de los ojos de tu hermano, así como de los tuyos. 6No
permitas tampoco que el temor a Dios te siga privando de la visión que Dios dispuso
que tuvieses. 7El cuerpo de tu hermano no te muestra a Cristo. 8A
Él sólo se le puede ver dentro del marco de su santidad.
7. Elige, pues, lo que deseas ver: su cuerpo o su
santidad; y lo que elijas será lo que contemplarás. 2Y serán muchas
las ocasiones en las que tendrás que elegir, a lo largo de un tiempo que no
parece tener fin, hasta que te decidas en favor de la verdad. 3Pues
la eternidad no se puede recuperar negando una vez más al Cristo en tu hermano.
4¿Y dónde se encontraría tu salvación si él sólo fuese un cuerpo? 5¿Dónde
se encuentra tu paz, sino en su santidad? 6¿Y dónde está Dios
Mismo, sino en aquella parte de Sí que Él ubicó para siempre en la santidad de
tu hermano, a fin de que tú pudieras ver la verdad acerca de ti mismo, expuesta
por fin en términos que puedes reconocer y comprender?
8. La santidad de tu hermano es sacramento y
bendición para ti. 2Sus errores no pueden privarlo de la bendición
de Dios, ni tampoco a ti que lo ves correctamente. 3Sus errores
pueden causar demora, de la cual se te ha encomendado que lo libres para que
ambos podáis completar una jornada que jamás comenzó y que no es necesario
finalizar. 4Lo que nunca existió no es parte de ti. 5No
obstante, pensarás que lo es hasta que te des cuenta de que ello no es parte de
aquel que está a tu lado. 6Él es el reflejo de ti mismo, donde ves
el juicio que has emitido de los dos. 7El Cristo en ti contempla su
santidad. 8Tu deseo de ser especial percibe su cuerpo y no lo ve a
él.
9. Contémplalo tal como es, a fin de que tu
liberación no se demore en llegar. 2Lo único que te ofrece la otra
opción es vagar sin rumbo, sin propósito y sin haber logrado nada en absoluto. 3Y
mientras tu hermano siga dormido y no se haya liberado del pasado, te
atormentará una sensación de futilidad por no haber llevado a cabo la función
que se te encomendó. 4Se te ha encomendado salvar de la condenación
a aquel que se condenó a sí mismo, y a ti junto con él, para que así tanto tú
como él os podáis salvar. 5Y ambos veréis la gloria de Dios en Su
Hijo, a quien tomasteis por carne y a quien sometisteis a leyes que no tienen
poder alguno sobre él.
10. ¿No te alegraría descubrir que no estás sujeto a
esas leyes? 2No lo veas a él, entonces, como prisionero de ellas. 3No
es posible que lo que gobierna a una parte de Dios no gobierne al resto. 4Te
sometes a ti mismo a las leyes que consideras que rigen a tu hermano. 5Piensa,
entonces, cuán grande tiene que ser el Amor de Dios por ti, para que Él te haya
dado una parte de Sí Mismo a fin de evitarte dolor y brindarte dicha. 6Y
nunca dudes de que tu deseo de ser especial desaparecerá ante la Voluntad de
Dios, que ama y cuida cada aspecto de Sí Mismo por igual. 7El Cristo
en ti puede ver a tu hermano correctamente. 8¿Te opondrías entonces
a la santidad que Él ve?
11. Ser especial es la función que tú te asignaste a
ti mismo. 2Te representa exclusivamente a ti, como un ser que se
creó a sí mismo, auto-suficiente, sin necesidad de nada y separado de todo lo
que se encuentra más allá de su cuerpo. 3Ante los ojos del especialismo
tú eres un universo separado, capaz de mantenerse completo en sí mismo, con
todas las puertas aseguradas contra cualquier intromisión y todas las ventanas
cerradas herméticamente para no dejar pasar la luz. 4Y al estar
siempre furioso por el constante ataque al que siempre crees estar sometido y
al sentir que tu ira está plenamente justificada, te has empeñado en lograr
este objetivo con un ahínco del cual jamás pensaste desistir y con un esfuerzo
que nunca pensaste abandonar. 5Y toda esa feroz determinación fue
para esto: querías que ser especial fuese la verdad.
12. Ahora simplemente se te pide que persigas otra
meta que requiere mucha menos vigilancia, muy poco esfuerzo y muy poco tiempo,
y que está apoyada por el poder de Dios que garantiza tu éxito. 2Sin
embargo, de las dos metas, ésta es la que te resulta más difícil. 3Entiendes
el "sacrificio" de tu ser que la otra supone, aunque no consideras
que ello sea un costo excesivo. 4Pero tener un poco de buena
voluntad, darle una señal de asentimiento a Dios, o darle la bienvenida al
Cristo en ti, te parece una carga agotadora y tediosa, demasiado pesada para
ti. 5Sin embargo, la dedicación a la verdad tal como Dios la
estableció no entraña sacrificios ni conlleva esfuerzo alguno, y todo el poder
del Cielo y la fuerza de la verdad misma se te dan a fin de proveerte los
medios y garantizar la consecución de la meta.
13. Tú que crees que es más fácil ver el cuerpo de
tu hermano que su santidad, asegúrate de que entiendes lo que dio lugar a ese
juicio. 2Ahí es donde se oye claramente la voz del deseo de ser
especial juzgando contra Cristo y estableciendo el objetivo que puedes alcanzar
y lo que no puedes hacer. 3No olvides que ese juicio debe aplicarse
igualmente a lo que haces con él en cuanto que aliado tuyo. 4Pero lo
que haces a través de Cristo él no lo sabe. 5Para Cristo dicho
juicio no tiene ningún sentido, pues sólo lo que la Voluntad de Su Padre
dispone es posible y no hay ninguna otra alternativa que Él pueda ver. 6Y
de Su absoluta falta de conflicto procede tu paz. 7Y de Su
propósito, los medios para lograr fácilmente tu objetivo y hallar descanso.
LECCIÓN 276
Se me ha dado la Palabra de Dios para que la comparta.
1. ¿Qué dice la Palabra de Dios? 2"Mi
Hijo es tan puro y santo como Yo Mismo." 3Así fue como Dios se
convirtió en el
Padre del Hijo que Él ama, pues así fue como lo
creó. 4Ésta es la Palabra que el
Hijo no creó con el Padre, pues nació como resultado de ella. 5Aceptemos
Su Paternidad, y todo se nos dará. 6Mas si negamos que fuimos
creados en Su Amor, estaremos negando nuestro Ser, y así, no tendremos certeza
acerca de quiénes somos, Quién es nuestro Padre y cuál es nuestro propósito
aquí. 7No obstante, sólo con que reconozcamos a Aquel que nos dio Su
Palabra en nuestra creación, Su recuerdo aflorará de nuevo en nuestras mentes y
así podremos recordar a nuestro Ser.
2.
Padre,
he hecho mía Tu Palabra. ?Y es ésta la que les quiero compartir a
todos mis hermanos, quienes me fueron confiados para que los amara como si
fuesen míos, tal como yo soy amado, bendecido y salvado por Ti.
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