III. La zona fronteriza
1. La complejidad no forma parte de Dios. 2¿Cómo
podría formar parte de Él cuando Él sólo conoce lo que es uno? 3Él
solamente conoce una sola creación, una sola realidad, una sola verdad y un
solo Hijo. 4Nada puede estar en conflicto con lo que es uno solo. 5¿Cómo
iba a poder haber entonces complejidad en Él? 6¿Entre qué habría que
decidir? 7Pues el conflicto es lo que da lugar a las alternativas. 8La
verdad es simple: es una sola y no tiene opuestos. 9¿Y cómo iba a
poder presentarse la discordia ante su simple presencia y dar lugar a la
complejidad allí donde únicamente existe la unicidad? 10La verdad no
elige, pues no existen alternativas entre las que elegir. 11Y
sólo si las hubiera, podría ser la elección un paso necesario en el
avance hacia la unicidad. 12En lo que es todo no hay cabida para
nada más. 13Sin embargo, esta inmensidad se encuentra más allá del
alcance de este plan de estudios. 14No es necesario, pues, que nos
detengamos en algo que no puede ser captado de inmediato.
2. Existe una zona fronteriza en el pensamiento que
se encuentra entre este mundo y el Cielo. 2No es un lugar, y cuando
llegas a ella, te das cuenta de que está fuera de los confines del tiempo. 3Ahí
es adonde se llevan todos los pensamientos, donde se reconcilian los valores
conflictivos y donde todas las ilusiones se depositan ante la verdad y se
juzgan como falsas. 4Esta zona fronteriza está justo más allá de las
puertas del Cielo. 5Ahí todo pensamiento se vuelve puro y totalmente
simple. 6Ahí se niega el pecado y en su lugar se recibe todo lo que
simplemente es.
3. Éste es el final de la jornada. 2Nos
hemos referido a ese lugar como el mundo real. 3Sin embargo, hay una
contradicción en esto, en el sentido de que las palabras implican la idea de
una realidad limitada, una verdad parcial, un segmento del universo hecho
realidad. 4Esto se debe a que el conocimiento no ataca a la
percepción. 5Ambos se llevan sencillamente el uno ante el otro, y
sólo uno de ellos continúa más allá de la puerta donde se encuentra la
Unicidad. 6La salvación es una zona fronteriza donde los conceptos
de lugar y tiempo, así como el de elegir tienen aún significado, si bien se
puede ver que son temporales, que están fuera de lugar y que toda elección ya
se ha llevado a cabo.
4. Ninguna creencia que el Hijo de Dios albergue
puede ser destruida. 2Pero lo que es verdad para él tiene que
llevarse ante la última comparación que él jamás tendrá que hacer: la última
posible evaluación, el juicio final sobre este mundo. 3Se trata del
juicio de la verdad con respecto a la ilusión, y el del conocimiento con
respecto a la percepción: "No tiene ningún significado y no existe". 4Esto
no es algo que tú decidas. 5Es la simple declaración de un simple
hecho. 6Pero en este mundo no hay hechos simples porque todavía no
está claro lo que es lo mismo y lo que es diferente. 7Esta
distinción es lo único que se debe tener en cuenta a la hora de tomar cualquier
decisión. 8Pues en ella radica la diferencia entre los dos mundos. 9En
este mundo, elegir se vuelve imposible. 10En el mundo real, se
simplifica.
5. La salvación se detiene justo antes del umbral
del Cielo, pues sólo la percepción necesita salvación. 2El Cielo
jamás se perdió, y, por lo tanto, no se puede salvar. 3Mas ¿quién
puede elegir entre su deseo del Cielo y su deseo del infierno a menos que
reconozca que no son lo mismo? 4Reconocer la diferencia es la meta
de aprendizaje que este curso se ha propuesto. 5No irá más allá de
este objetivo. 6Su único propósito es enseñar qué es lo mismo y qué
es diferente, sentando así las bases sobre las que hacer la única elección que
se puede hacer.
6. Este mundo complejo y súper-complicado no te
ofrece ninguna base sobre la que elegir. 2Pues nadie comprende lo
que es lo mismo, y todo el mundo parece estar eligiendo entre alternativas que
realmente no existen. 3El mundo real es la esfera de la elección
hecha realidad, no en el resultado final, sino en la percepción de las
alternativas entre las que se puede elegir. 4La idea de que hay
alternativas entre las que elegir es una ilusión. 5Aun así, dentro
de esta ilusión yace el des-hacimiento de todas las ilusiones, incluida ella.
7. ¿No se parece esto a tu función especial, en la
que la separación se subsana al pasar de lo que antes era el propósito de ser
especial a lo que ahora es el de estar unido? 2Todas las ilusiones
son una. 3Y en el reconocimiento de este hecho radica el que puedas
abandonar todo intento de elegir entre ellas y de hacerlas diferentes. 4¡Qué
fácil es elegir entre dos cosas que obviamente son distintas! 5En
esto no hay conflicto. 6Abandonar una ilusión que se reconoce como
tal no puede ser un sacrificio. 7Cuando se desposee de realidad a
aquello que nunca fue verdad, ¿cómo iba a ser difícil renunciar a ello y elegir
lo que, por ende, no puede sino ser real?
IV. El lugar que el pecado dejó vacante
1. En este mundo el perdón es el equivalente de lo
que en el Cielo es la justicia. 2El perdón transforma el mundo del
pecado en un mundo simple, en el que se puede ver el reflejo de la justicia que
emana desde más allá de la puerta tras la cual reside lo que carece de todo
límite. 3No hay nada en el amor ilimitado que pudiese necesitar
perdón. 4Y lo que en el mundo es caridad, más allá de la puerta del
Cielo pasa a ser simple justicia. 5Nadie perdona a menos que haya
creído en el pecado y aún crea que hay mucho por lo que él mismo necesita ser
perdonado. 6El perdón se vuelve de esta manera el medio por el que
aprende que no ha hecho nada que necesite perdón. 7El perdón siempre
descansa en el que lo concede, hasta que reconoce que ya no lo necesita más. 8De
este modo, se le reinstaura a su verdadera función de crear, que su perdón le
ofrece nuevamente.
2. El perdón convierte el mundo del pecado en un
mundo de gloria, maravilloso de ver. 2Cada flor brilla en la luz, y
en el canto de todos los pájaros se ve reflejado el júbilo del Cielo. 3No
hay tristeza ni divisiones, pues todo se ha perdonado completamente. 4Y
los que han sido perdonados no pueden sino unirse, pues nada se interpone entre
ellos para mantenerlos separados y aparte. 5Los que son incapaces de
pecar no pueden sino percibir su unidad, pues no hay nada que se interponga
entre ellos para alejar a unos de otros. 6Se funden en el espacio
que el pecado dejó vacante, en jubiloso reconocimiento de que lo que es parte
de ellos no se ha mantenido aparte y separado.
3. El santo lugar en el que te encuentras no es más
que el espacio que el pecado dejó vacante. 2En su lugar ves alzarse
ahora la faz de Cristo. 3¿Quién podría contemplar la faz de Cristo y
no recordar a Su Padre tal como Éste realmente es? 4¿Y quién que
temiese al amor, podría pisar la tierra en la que el pecado ha dejado un sitio
para que se erija un altar al Cielo que se eleve muy por encima del mundo hasta
llegar más allá del universo y tocar el Corazón de toda la creación? 5¿Qué
es el Cielo, sino un himno de gratitud, de amor y de alabanza que todo lo
creado le canta a la Fuente de su creación? 6El más santo de los
altares se erige donde una vez se creyó reinaba el pecado. 7Y a él
vienen todas las luces del Cielo, para ser reavivadas y para incrementar su
gozo. 8Pues en este altar se les restituye lo que habían perdido y
recobran todo su fulgor.
4. Los milagros que el perdón deposita ante las
puertas del Cielo no son insignificantes. 2Aquí el Hijo de Dios
Mismo viene a recibir cada uno de los regalos que lo acerca más a su hogar. 3Ni
uno solo de ellos se pierde, y a ninguno se le atribuye más valor que a otro. 4Cada
uno de esos regalos le recuerda el amor de su Padre en igual medida que el
resto. 5Y cada uno le enseña que lo que él temía, es lo que más ama.
6¿Qué otra cosa, salvo un milagro, podría hacerle cambiar de
mentalidad de modo que comprenda que el amor no puede ser temido? 7¿Qué
otro milagro puede haber aparte de éste? 8¿Y qué otra cosa se podría
necesitar para que el espacio entre vosotros desaparezca?
5. Donde antes se percibía el pecado se alzará un
mundo que se convertirá en el altar de la verdad, y allí tú te unirás a las
luces del Cielo y entonarás con ellas su himno de gratitud y alabanza. 2Y
tal como ellas vienen a ti para completarse a sí mismas, así tú te dirigirás a
ellas con el mismo propósito. 3Pues no hay nadie que pueda oír el
himno del Cielo sin añadir el poder de su voz a él, haciéndolo así aún más
dulce. 4Y todos se unirán al himno ante el altar que fue erigido en
el pequeño espacio que el pecado proclamaba que era suyo. 5Y lo que
entonces era minúsculo se habrá expandido hasta convertirse en un himno excelso
en el que todo el universo se habrá unido cual una sola voz.
6. Esa pequeña mácula de pecado que aún se interpone
entre vosotros está demorando el feliz momento en el que las puertas del Cielo
se abrirán. 2¡Cuán pequeño es el obstáculo que te impide disponer de
la riqueza del Cielo! 3¡Y cuán grande será el gozo en el Cielo
cuando te unas al imponente coro en alabanza al Amor de Dios!
LECCIÓN 295
El Espíritu Santo ve hoy a través de mí.
1. Hoy Cristo pide valerse de mis ojos para así
redimir al mundo. 2Me pide este regalo para poder ofrecerme paz
mental y eliminar todo terror y pesar. 3Y a medida que se me libra
de éstos, los sueños que parecían envolver al mundo desaparecen. 4La
redención es una. 5Al salvarme yo, el mundo se salva conmigo. 6Pues
todos tenemos que ser redimidos juntos. 7El miedo se presenta en múltiples formas, pero el amor
es uno.
2. Padre mío,
Cristo me ha pedido un regalo, regalo éste que doy para que se me dé a mí. 2Ayúdame
a usar los ojos de Cristo hoy, y permitir así que el Amor del Espíritu Santo
bendiga todo cuanto contemple, de modo que la compasión de Su Amor pueda
descender sobre mí.
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