II. Muchas clases de error, una sola corrección
1. Es fácil entender las razones por las que no le
pides al Espíritu Santo que resuelva todos tus problemas por ti. 2Para
Él no es más difícil resolver unos que otros. 3Todos los problemas
son iguales para Él, puesto que cada uno se resuelve de la misma manera y con
el mismo enfoque. 4Los aspectos que necesitan solución no cambian,
sea cual sea la forma que el problema parezca adoptar. 5Un problema
puede manifestarse de muchas maneras, y lo hará mientras el problema persista. 6De
nada sirve intentar resolverlo de una manera especial. 7Se
presentará una y otra vez hasta que haya sido resuelto definitivamente y ya no
vuelva a surgir en ninguna forma. 8Sólo entonces te habrás liberado
de él.
2. El Espíritu Santo te ofrece la liberación de
todos los problemas que crees tener. 2Para Él, todos ellos son el
mismo problema porque cada uno, independientemente de la forma en que parezca
manifestarse, exige que alguien pierda y sacrifique algo para que tú puedas
ganar. 3Mas sólo cuando la situación se resuelve de tal manera que
nadie pierde desaparece el problema, pues no era más que un error de percepción
que ahora ha sido corregido. 4Para Él no es más difícil llevar un
error ante la verdad que otro. 5Pues sólo hay un error: la idea de
que es posible perder y de que alguien puede ganar como resultado de ello. 6Si
eso fuese cierto, entonces Dios sería injusto, el pecado posible, el ataque
estaría justificado y la venganza sería merecida.
3. Para este único error, en cualquiera de sus
formas, sólo hay una corrección. 2Es imposible perder, y creer lo
contrario es un error. 3Tú no tienes problemas, aunque pienses que
los tienes. 4No podrías pensar que los tienes si los vieses
desaparecer uno por uno, independientemente de la magnitud, de la complejidad,
del lugar, del tiempo, o de cualquier otro atributo que percibas que haga que
cada uno de ellos parezca diferente del resto. 5No pienses que las
limitaciones que impones sobre todo lo que ves pueden limitar a Dios en modo
alguno.
4. El milagro de la justicia puede corregir todos
los errores. 2Todo problema es un error. 3Es una
injusticia contra el Hijo de Dios, y, por lo tanto, no es verdad. 4El
Espíritu Santo no evalúa las injusticias como grandes o pequeñas, mayores o
menores. 5Para Él todas están desprovistas de atributos. 6Son
equivocaciones por las que el Hijo de Dios está sufriendo innecesariamente. 7Y
así, Él simplemente le arranca los clavos y las espinas. 8No se
detiene a juzgar si el dolor es grande o pequeño. 9Él emite un solo
juicio: herir al Hijo de Dios sería una injusticia, por lo tanto, no puede ser
verdad.
5. Tú que crees que entregarle al Espíritu Santo tan
sólo algunos errores y quedarte con el resto te mantiene a salvo, recuerda
esto: la justicia es total. 2La justicia parcial no existe. 3Si
el Hijo de Dios fuese culpable, estaría condenado y no merecería la
misericordia del Dios de la justicia. 4Por lo tanto, no le pidas a
Dios que lo castigue porque tú lo consideres culpable y desees verlo muerto. 5Dios
te ofrece los medios para que puedas ver su inocencia. 6¿Sería justo
que se le castigase porque tú te niegues a ver lo que se encuentra ahí ante ti?
7Cada vez que decides resolver un problema por tu cuenta, o
consideras que se trata de un problema que no tiene solución, lo has exagerado
y privado de toda esperanza de corrección. 8Y así, niegas que el
milagro de la justicia pueda ser justo.
6. Si Dios es justo, no puede haber entonces ningún
problema que la justicia no pueda resolver. 2Pero tú crees que
algunas injusticias son buenas y justas, así como necesarias para tu propia
supervivencia. 3Éstos son los problemas que consideras demasiado
grandes e irresolubles. 4Pues hay personas a las que les deseas que
pierdan, y no hay nadie a quien desees ver completamente a salvo del
sacrificio. 5Considera una vez más cuál es tu función especial. 6Se
te ha dado un hermano para que veas en él su perfecta inocencia. 7Y
no le exigirás ningún sacrificio porque no es tu voluntad que él sufra pérdida
alguna. 8El milagro de justicia que invocas te envolverá tanto a ti
como a él. 9Pues el Espíritu Santo no estará contento hasta que todo
el mundo lo reciba, 10ya que lo que le das a Él les pertenece a
todos, y por el hecho de tú darlo, Él se asegurará de que todos lo reciban por
igual.
7. Piensa, entonces, cuán grande será tu liberación
cuando estés dispuesto a dejar que todos tus problemas sean resueltos. 2No
te quedarás ni con uno solo de ellos, pues no desearás ninguna clase de dolor. 3Y
verás sanar cada pequeña herida ante la benévola visión del Espíritu Santo. 4Pues
todas ellas son pequeñas para Él, y no merecen más que un leve suspiro de tu
parte antes de que desaparezcan del todo y queden por siempre sanadas y en el
olvido. 5Lo que una vez pareció ser un problema especial, un error
sin solución o una aflicción incurable, ha sido transformado en una bendición
universal. 6El sacrificio ha desaparecido. 7Y en su lugar
se puede recordar el Amor de Dios, el cual desvanecerá con su fulgor toda
memoria de sacrificio y de pérdida.
8. Es imposible recordar a Dios mientras se tenga
miedo de la justicia en lugar de amarla. 2Él no puede ser injusto
con nadie ni con nada porque sabe que todo lo que existe es Suyo y que será siempre
tal como Él lo creó. 3Todo lo que Él ama no puede sino ser impecable*
e inmune al ataque. 4Tu función especial abre de par en par la
puerta tras la cual el recuerdo de Su Amor permanece perfectamente intacto e
inmaculado. 5Sólo necesitas desear que se te conceda el Cielo en vez
del infierno, y todos los cerrojos y barreras que parecen mantener la puerta
herméticamente cerrada se desmoronarán y desaparecerán. 6Pues no es
la Voluntad de tu Padre que tú ofrezcas o recibas menos de lo que Él te dio
cuando te creó con perfecto amor.
LECCIÓN 294
Mi cuerpo es algo completamente neutro.
1. Soy un Hijo de Dios. 2¿Cómo iba a poder
ser también otra cosa? 3¿Acaso creó Dios lo mortal y lo corruptible?
4¿De qué le sirve al bienamado Hijo de Dios lo que ha de morir? 5Sin
embargo, lo que es neutro no puede ver la muerte, pues allí no se han
depositado pensamientos de miedo, ni se ha hecho de ello una parodia del amor. 6La
neutralidad del cuerpo lo protege mientras siga siendo útil. 7Una
vez que no tenga ningún propósito, se dejará a un lado. 8No es que
haya enfermado, esté viejo o lesionado. 9Es que simplemente no
tiene ninguna función, es innecesario, y, por consiguiente, se le desecha. 10Haz
que hoy no vea en él más que esto: algo que es útil por un tiempo y apto para
servir, que se conserva mientras pueda ser de provecho, y luego es reemplazado
por algo mejor.
2. Mi cuerpo,
Padre, no puede ser Tu Hijo. 2Y lo que no ha sido creado no puede
ser ni pecaminoso ni inocente; ni
bueno
ni malo. 3Déjame,
pues, valerme de este sueño para poder ser de ayuda en Tu plan de que
despertemos de todos los sueños que urdimos.
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