VIII. El anti-Cristo
1. ¿Qué es un ídolo? 2¿Crees saberlo? 3Pues
los ídolos no se reconocen como tales y nunca se ven como realmente son. 4Ése
es su único poder. 5Su propósito es turbio, y son a la
vez temidos y venerados porque no sabes para qué son, ni para qué se
concibieron. 6Un ídolo es una imagen de tu hermano a la que
atribuyes más valor que a él. 7Sea cual sea la forma de los ídolos,
los inventas para reemplazar a tu hermano. 8Y esto es lo que nunca
se percibe o se reconoce. 9Mas así es, trátese de un cuerpo o de una
cosa; de un lugar o de una situación; de una circunstancia o de un objeto que
se posea o se desee; de un derecho que se exija o de uno que ya se tenga.
2. No dejes que las formas que adoptan te engañen, 2pues
los ídolos no son sino sustitutos de tu realidad. 3De alguna manera
crees que completan tu pequeño yo, ofreciéndote así seguridad en un mundo que
percibes como peligroso, y en el que hay fuerzas que se han aglutinado a fin
de quebrantar tu confianza y destruir tu paz. 4Crees que los ídolos
tienen el poder de remediar tus deficiencias y de proporcionarte la valía que
no tienes. 5Todo aquel que cree en ellos se convierte en esclavo de
la pequeñez y de la pérdida. 6Y así, tiene que buscar más allá de su
pequeño yo la fuerza necesaria para levantar la cabeza y emanciparse de todo el
sufrimiento que el mundo refleja. 7Ésta es la sanción que pagas por
no buscar en tu interior la certeza y la tranquilidad que te libera del mundo y
que te permite alzarte por encima de él, en quietud y en paz.
3. Un ídolo es una falsa impresión o una creencia
falsa; alguna forma de anti-Cristo que constituye una brecha entre el Cristo y
lo que tú ves. 2Un ídolo es un deseo hecho tangible al que se le ha
dado forma, que se percibe entonces como real y se ve como algo externo a la
mente. 3No obstante, sigue siendo un pensamiento y no puede
abandonar la mente de la que procede. 4Ni tampoco su forma es algo
separado de la idea que representa. 5Toda forma de anti-Cristo se
opone a Cristo. 6Y pende ante Su faz como un oscuro velo que parece
separarte de Él, dejándote solo y desamparado en las tinieblas. 7La
luz, sin embargo, está ahí. 8Una nube no puede apagar el sol. 9Ni
un velo puede hacer desaparecer aquello que parece dividir, ni atenuar en lo
más mínimo la luz misma.
4. Este mundo de ídolos es un velo que cubre la faz
de Cristo porque su propósito es separarte de tu hermano. 2Es un
propósito tenebroso y temible, y, sin embargo, es un pensamiento que ni
siquiera tiene el poder de cambiar una brizna de hierba de algo vivo a un signo
de muerte. 3Su forma no está en ninguna parte, pues su fuente está
en aquella parte de tu mente de la que Dios está ausente. 4¿Dónde
se encuentra este lugar del que se ha excluido y se ha mantenido aparte lo que
está en todas partes? 5¿Qué mano podría alzarse y obstruir los
designios de Dios? 6¿De quién es la voz que podría exigir que Él no
entrase? 7Lo que se cree "más-que-todo" no es algo que
deba hacerte temblar o que deba acobardarte. 8El enemigo de Cristo
no está en ninguna parte. 9No puede adoptar ninguna forma en la que
jamás pueda ser real.
5. ¿Qué es un ídolo? 2¡Un ídolo no es
nada! 3Se necesita creer en él para que parezca cobrar vida, y se le
tiene que dotar de poder para que pueda ser temido. 4Su vida y su
poder son el regalo que le da el que cree en él, y esto es lo que el milagro
restituye a lo que sí tiene vida y poder dignos del don del Cielo y de la paz
eterna. 5El milagro no restaura la verdad, que es la luz que el velo
no pudo apagar. 6Simplemente descorre el velo, y deja que la verdad
brille libremente, al ser lo que es. 7La verdad no necesita que se
crea en ella para ser lo que es, pues ha sido creada, y, por lo tanto, es.
6. Un ídolo se establece creyendo en él, y cuando la
creencia se abandona, el ídolo "muere". 2Esto es lo
que es el anti-Cristo: la extraña idea de que hay un poder más allá de la
omnipotencia, un lugar más allá del infinito y un tiempo que transciende lo
eterno. 3Ahí el mundo de los ídolos ha sido establecido por la idea
de que ese poder, lugar y tiempo tienen forma, y de que configuran el mundo en
el que lo imposible ha ocurrido. 4Ahí lo inmortal viene a morir, lo
que todo lo abarca a sufrir pérdidas y lo eterno a convertirse en esclavo del
tiempo. 5Ahí lo inmutable cambia, y la paz de Dios, que Él otorgó
para siempre a toda cosa viviente, da paso al caos. 6Y el Hijo de
Dios, tan perfecto, impecable* y amoroso como su Padre, viene a
odiar por un tiempo, a padecer y finalmente a morir.
7. ¿Dónde están los ídolos? 2¡En ninguna
parte! 3¿ Podría haber brechas en lo que es infinito? a¿Podría
haber un lugar en el que el tiempo pudiese interrumpir la eternidad? 4Un
paraje de oscuridad allí donde todo es luz o un sombrío nicho dentro de lo que
es infinito no tiene un lugar donde poder existir. 5Los ídolos
están más allá de donde Dios ha establecido todas las cosas para siempre, y
donde no dejó cabida para nada, excepto Su Voluntad. 6Un ídolo no es
nada, ni se encuentra en ninguna parte, mientras que Dios lo es todo y se
encuentra en todas partes.
8. ¿Cuál es, entonces, el propósito de los ídolos? 2¿Cuál
es su finalidad? 3Ésta es la única pregunta para la que hay muchas
respuestas, dependiendo de a quién se le haya preguntado. 4El mundo
cree en ídolos. 5Nadie viene a él a menos que los haya venerado y
trate todavía de buscar uno que aún le pueda ofrecer un regalo que la realidad
no posee. 6Todo idólatra abriga la esperanza de que sus deidades
especiales le han de dar más de lo que otras personas poseen. 7Tiene
que ser más. 8No importa realmente de qué se trate: más belleza, más
inteligencia, más riqueza o incluso más aflicción o dolor. 9Pero
para eso es un ídolo, para darte más de algo. 10Y cuando uno falla
otro viene a ocupar su lugar, y tú esperas que te pueda conseguir más de otra
cosa. 11No te dejes engañar por las formas en que esa "otra
cosa" se manifiesta. 12Un ídolo es un medio para obtener más de
algo. 13Y eso es lo que va en contra de la Voluntad de
Dios.
9. Dios no tiene muchos hijos, sino uno sólo. 2¿A
cuál de ellos se le puede dar más y a cuál menos? 3En el Cielo el
Hijo de Dios no podría por menos que reírse de la idea de que un ídolo pudiese
interrumpir su paz. 4El Espíritu Santo habla en nombre de ese Hijo,
y te dice que los ídolos no tienen ningún propósito aquí. 5Pues más
que el Cielo jamás podrás tener. 6Y si el Cielo se encuentra en ti,
¿por qué ir en pos de ídolos que lo menoscabarían, creyendo que te van a dar
más de lo que Dios os otorgó a tu hermano y a ti, en cuanto que uno con Él? 7Dios
te dio todo lo que existe. 8Y para asegurarse de que no lo pudieses
perder, se lo dio también a toda cosa viviente. 9Y así, toda cosa
viviente es parte de ti, así como de Él. 10Ningún ídolo puede hacer
que seas más que Dios. 11Mas nunca estarás satisfecho siendo menos.
LECCIÓN 336
El perdón me enseña
que todas las mentes están unidas.
1. El
perdón es el medio a través del cual a la percepción le llega su fin. 2El
conocimiento es restituido una vez que la percepción ha sido transformada y ha
dado paso enteramente a lo que por siempre ha de estar más allá de su más
elevado alcance. 3Pues las imágenes y los sonidos tan sólo pueden
servir, en el mejor de los casos, para evocar el recuerdo que yace tras todos
ellos. 4El perdón elimina las distorsiones y revela el altar a la
verdad que se hallaba oculto. 5Sus blancas azucenas refulgen en la
mente, y la instan a regresar y a mirar en su interior para encontrar lo que en
vano ha buscado afuera. 6Pues ahí, y sólo ahí, se restaura la paz
interior, al ser la morada de Dios Mismo.
2. Que
el perdón elimine en la quietud mis sueños de separación y de pecado. 2Y
que entonces pueda mirar, Padre, en mi interior y descubrir que Tu promesa de
que en mí no hay pecado es verdad; que Tu Palabra permanece inalterada en mi
mente y que Tu Amor reside todavía en mi corazón.
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