13. ¿Qué es un milagro?
1. Un milagro es una corrección. 2No
crea, ni cambia realmente nada en absoluto. 3Simplemente contempla
la devastación y le recuerda a la mente que lo que ve es falso. 4Corrige
el error, mas no intenta ir más allá de la percepción, ni exceder la función
del perdón. 5Se mantiene, por lo tanto, dentro de los límites del
tiempo. 6No obstante, allana el camino para el retorno de la intemporalidad
y para el despertar del amor, pues el miedo no puede sino desvanecerse ante el
benevolente remedio que el milagro trae consigo.
2. En el milagro reside el don de la
gracia, pues se da y se recibe como uno. 2Y así, nos da un ejemplo de lo que es la ley de la
verdad, que el mundo no acata porque no la entiende. 3El milagro
invierte la percepción que antes estaba al revés, y de esa manera pone fin a
las extrañas distorsiones que ésta manifestaba. 4Ahora la percepción
se ha vuelto receptiva a la verdad. 5Ahora puede verse que el perdón
está justificado.
3. El perdón es la morada de los
milagros. 2Los ojos de Cristo se los ofrecen a todos los que Él
contempla con misericordia y con amor. 3La percepción queda
corregida ante Su vista, y aquello cuyo propósito era maldecir tiene ahora el
de bendecir. 4Cada azucena de perdón le ofrece al mundo el
silencioso milagro del amor. 5Y cada una de ellas se deposita ante la Palabra de Dios, en el altar
universal al Creador y a la creación, a la luz de la
perfecta pureza y de la dicha infinita.
4. Al
principio el milagro se acepta mediante la fe, porque pedirlo implica que la
mente está ahora lista para concebir aquello que no puede ver ni entender. 2No
obstante, la fe convocará a sus testigos para demostrar que aquello en lo que
se basa realmente existe. 3Y así, el milagro justificará tu fe en él, y probará que esa fe descansaba
sobre un mundo más real que el que antes veías: un mundo que ha sido redimido
de lo que tú pensabas que se encontraba
allí.
5. Los
milagros son como gotas de lluvia regeneradora que caen del Cielo sobre un
mundo árido y polvoriento, al cual criaturas hambrientas y sedientas vienen a
morir. 2Ahora tienen agua. 3Ahora el mundo está lleno de
verdor. 4Y brotan por doquier señales de vida para demostrar que lo
que nace jamás puede morir, pues lo que tiene vida es inmortal.
LECCIÓN 341
Tan sólo puedo atacar mi propia impecabilidad, que es lo único que me
mantiene a salvo.
1. Padre, Tu Hijo es santo. 2Yo soy aquel a quien sonríes con un amor y
con una ternura tan entrañable, profunda y serena que el universo te devuelve
la sonrisa y comparte Tu Santidad. 3Cuán puros y santos somos y cuán a salvo nos encontramos nosotros que
moramos en Tu Sonrisa, y en quienes has volcado todo Tu Amor; nosotros que
vivimos unidos a Ti, en completa hermandad y Paternidad, y en inocencia tan
perfecta que el Señor de la Inocencia nos concibe como Su Hijo: un universo de
Pensamiento que le brinda Su plenitud.
2. No ataquemos, pues, nuestra impecabilidad, ya que
en ella se encuentra la Palabra que Dios nos ha dado. 2Y en su benévolo reflejo nos salvamos.
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