VI. El reconocimiento del espíritu
1. O bien ves la carne o bien reconoces el espíritu.
2En esto no hay términos medios. 3Si uno de ellos es
real, el otro no puede sino ser falso, pues lo que es real niega a
su opuesto. 4La visión no ofrece otra opción que ésta. 5Lo
que decides al respecto determina todo lo que ves y crees real, así como todo
lo que consideras que es verdad. 6De esta elección depende
todo tu mundo, pues mediante ella estableces en tu propio sistema de creencias
lo que eres: carne o espíritu. 7Si eliges ser carne jamás podrás
escaparte del cuerpo al verlo como tu realidad, pues tu decisión reflejará que
eso es lo que quieres. 8Pero si eliges el espíritu, el Cielo mismo
se inclinará para tocar tus ojos y bendecir tu santa visión a fin de que no
veas más el mundo de la carne, salvo para sanar, consolar y bendecir.
2. La salvación es un deshacer. 2Si
eliges ver el cuerpo, ves un mundo de separación, de cosas inconexas y de
sucesos que no tienen ningún sentido. 3Alguien aparece y
luego desaparece al morir; otro es condenado al sufrimiento y a la pérdida. 4Y
nadie es exactamente como era un instante antes ni será el mismo. un instante
después. 5¿Qué confianza se puede tener ahí donde se percibe tanto cambio? a¿Y
qué valía puede tener quien no es más que polvo? 6La salvación es el
proceso que deshace todo esto. 7Pues la constancia es lo que ven
aquellos cuyos ojos la salvación ha liberado de tener que contemplar el costo
que supone conservar la culpabilidad, ya que en lugar de ello eligieron abandonarla.
3. La salvación no te pide que contemples el
espíritu y no percibas el cuerpo. 2Simplemente te pide que ésa sea
tu elección. 3Pues puedes ver el cuerpo sin ayuda, pero no sabes
cómo contemplar otro mundo aparte de él. 4Tu mundo es lo que la
salvación habrá de deshacer, permitiéndote así ver otro que tus ojos jamás
habrían podido encontrar. 5Cómo va a lograrse esto no es algo que
deba preocuparte. 6No comprendes cómo apareció ante ti lo que ves, 7pues
si lo comprendieses, desaparecería. 8El velo de la ignorancia está
corrido igualmente sobre lo bueno que sobre lo malo, y se tiene que traspasar
para que ambas cosas puedan desaparecer a fin de que la percepción no encuentre
ningún lugar donde ocultarse. 9¿Cómo se puede hacer esto? 10No
se puede hacer en absoluto. 11Pues ¿qué podría aún quedar por hacer
en el universo que Dios creó?
4. Sólo la arrogancia podría hacerte pensar que
tienes que allanar el camino que conduce al Cielo. 2Se te han
proporcionado los medios para que puedas ver el mundo que reemplazará al que tú
inventaste. 3¡Hágase tu voluntad! 4Esto es verdad para
siempre tanto en el Cielo como en la tierra, 5independientemente de
dónde creas estar o de lo que creas que la verdad acerca de ti mismo debe
realmente ser. 6Independientemente también de lo que contemples, y
de lo que elijas sentir, pensar o desear. 7Pues Dios Mismo ha dicho:
"Hágase tu voluntad". 8Y, consecuentemente, se hace.
5. Tú que crees que puedes ver al Hijo de Dios como
quisieras que fuese, no olvides que ningún concepto que abrigues de ti mismo
puede oponerse a la verdad de lo que eres. 2Erradicar la verdad es
imposible. 3Pero cambiar de conceptos no es difícil. 4Una
sola visión que se vea claramente y que no se ajuste a la imagen que antes se
percibía, hará que el mundo sea diferente para aquellos ojos que hayan
aprendido a ver porque el concepto del yo habrá cambiado.
6. ¿Eres invulnerable? 2Entonces el mundo
te parece un lugar inofensivo. 3¿Perdonas? 4Entonces el
mundo es misericordioso, pues le has perdonado sus ofensas, de modo que te
contempla tal como tú lo contemplas a él. 5¿Eres un cuerpo? 6Entonces
ves en cada hermano un traidor, listo para matar. 7¿Eres espíritu,
inmortal y sin la más mínima posibilidad de corrupción ni mancha alguna de
pecado sobre ti? 8Entonces ves estabilidad en el mundo, pues ahora
es absolutamente digno de toda tu confianza: un lugar feliz en donde descansar
por un tiempo, en donde no hay nada que temer, sino sólo amar. 9¿Le
negarían los puros de corazón la bienvenida a alguien? 10¿Y qué
podría herir a los que son verdaderamente inocentes?
7. ¡Hágase tu voluntad, santa criatura de Dios! 2No
importa si crees estar en el Cielo o en la tierra. 3Lo que la
Voluntad de tu Padre ha dispuesto para ti jamás ha de cambiar. 4La
verdad en ti permanece tan radiante como una estrella, tan pura como la luz,
tan inocente como el amor mismo. 5Y tú eres digno
de que se haga tu voluntad.
14. ¿Qué soy?
1. Soy el
Hijo de Dios, pleno, sano e íntegro, resplandeciente en el reflejo de Su Amor. 2En mí Su creación se santifica y Se le garantiza
vida eterna. 3En mí el
amor alcanza la perfección, el miedo es imposible y la dicha se establece sin
opuestos. 4Soy el
santo hogar de Dios Mismo. 5Soy el
Cielo donde Su Amor reside. 6Soy Su
santa Impecabilidad. Misma, pues en mi pureza reside la Suya Propia.
2. La necesidad de usar palabras está casi llegando a su fin ahora. 2Mas en
los últimos días de este año que tú y yo juntos le ofrecimos a Dios, hemos
encontrado un solo propósito, el cual compartimos. 3Y así, te uniste
a mí, de modo que lo que yo soy tú lo eres también. 4La verdad de lo
que somos no es algo de lo que se pueda hablar o describir con palabras. 5Podemos,
sin embargo, darnos cuenta de la función que tenemos aquí, y usar palabras para
hablar de ello así como para enseñarlo, si predicamos con el ejemplo.
3. Somos
los portadores de la salvación. 2Aceptamos nuestro papel como
salvadores del mundo, el cual se redime mediante nuestro perdón conjunto. 3Y al concederle el regalo de nuestro perdón, éste se
nos concede a nosotros. 4Vemos a todos como nuestros hermanos, y
percibimos todas las cosas como buenas y bondadosas. 5No estamos
interesados en ninguna función que se encuentre más allá del umbral del Cielo. 6El conocimiento volverá
a aflorar en nosotros cuando hayamos desempeñado nuestro papel. 7Lo
único que nos concierne ahora es dar la bienvenida a la
verdad.
4. Nuestros
son los ojos a través de los cuales la visión de Cristo ve un mundo redimido de
todo pensamiento de pecado. 2Nuestros, los
oídos que oyen la Voz que habla por Dios
proclamar que el mundo es inocente. 3Nuestras, las mentes que se unen conforme bendecimos al mundo. 4Y desde la
unión que hemos alcanzado, invitamos a todos nuestros hermanos a compartir
nuestra paz y a consumar nuestra dicha.
5. Somos
los santos mensajeros de Dios que hablan en Su Nombre, y que al llevar Su
Palabra a todos aquellos que Él nos envía, aprendemos que está impresa en
nuestros corazones. 2Y de esa forma, nuestras mentes
cambian con respecto al objetivo para el que vinimos y al que ahora procuramos servir.
3Le traemos buenas nuevas al Hijo de Dios que pensó que sufría. 4Ahora
ha sido redimido. 5Y al ver las puertas del Cielo abiertas ante él,
entrará y desaparecerá en el Corazón de Dios.
LECCIÓN 358
Ninguna invocación a Dios puede dejar de ser oída o no recibir
respuesta. Y de esto puedo estar seguro: Su respuesta es la única que realmente
deseo.
1. Tú que
recuerdas lo que realmente soy, eres el
único que recuerda lo que realmente deseo. 2Hablas en Nombre de Dios, y, por lo tanto, hablas
en mi nombre. 3Y lo que me concedes procede de Dios Mismo. 4Tu Voz, entonces, Padre mío, es mía también, y lo
único que quiero es lo que Tú me ofreces, en la forma exacta en que Tú eliges
que yo lo reciba. 5Permíteme recordar todo lo que no sé, y deja que
mi voz se acalle, mientras lo recuerdo. 6Y no dejes que me olvide de Tu Amor ni de Tu
cuidado, antes bien, ayúdame a mantener siempre presente en mi conciencia la
promesa que le hiciste a Tu Hijo. 7No dejes que olvide que mi ser no es nada, pero que mi Ser lo es todo.
Muy bueno! Gracias!
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