VI. La justificación del perdón
1. La ira nunca está justificada. 2El ataque
no tiene fundamento. 3Con esto comienza uno a escapar del
miedo, y con esto también es como lo logrará. 4Con esto se
intercambian los sueños de terror por el mundo real. 5Pues el perdón
descansa sobre esto, lo cual es tan sólo natural. 6No se te pide que
concedas perdón allí donde se debería responder con ataque y donde el ataque
estaría justificado. 7Pues eso querría decir que perdonas un pecado
pasando por alto lo que realmente se encuentra ahí. 8Eso no es
perdón, 9ya que supondría que, al reaccionar de una manera que no
está justificada, tu perdón se ha convertido en la respuesta al ataque que se
ha perpetrado. 10Y así, el perdón no habría sido apropiado, al
haberse concedido donde no era debido.
2. El perdón está siempre justificado. 2Sus
cimientos son sólidos. 3Tú no perdonas lo imperdonable, ni pasas por
alto un ataque real que merece castigo. 4La salvación no reside en
que a uno le pidan responder de una manera antinatural que no concuerda con lo
que es real. 5En lugar de ello, la salvación sólo te pide que
respondas adecuadamente a lo que no es real, no percibiendo lo que no ha
ocurrido. 6Si el perdón no estuviese justificado, se te estaría
pidiendo que sacrificases tus derechos cuando devuelves perdón por ataque.
7Mas se te pide simplemente que consideres el perdón como la
respuesta natural ante cualquier aflicción basada en un error que, por ende, no
es más que una petición de ayuda. 8El perdón es la única respuesta
cuerda, 9pues impide que tus derechos sean
sacrificados.
3. Este entendimiento es el único cambio que le permite al mundo
real alzarse para ocupar el lugar de los sueños de terror. 2El miedo
no puede surgir a menos que se justifique el ataque; y si éste tuviese una base
real, el perdón no tendría base alguna. 3El mundo real se alcanza
cuando percibes que aquello en lo que el perdón se basa es completamente real y
está plenamente justificado. 4Mientras creas que el perdón es un
regalo inmerecido, ello no podrá sino reforzar la culpabilidad que quieres
"perdonar". 5El perdón que no está justificado es un ataque.
6Y eso es todo lo que el mundo puede jamás ofrecer. 7
Puede que algunas veces perdone a los "pecadores", pero sigue siendo
consciente de que han pecado. 8De modo que no se merecen el perdón
que les concede.
4. Éste es el falso perdón del que el mundo se vale para mantener
viva la sensación de pecado. 2Y puesto que se considera que Dios es
justo, parece imposible que Su perdón pueda ser verdadero. 3 De este
modo, el temor a Dios es el resultado inevitable de considerar que el perdón es
algo inmerecido. 4Nadie que se considere a sí mismo culpable puede
evitar sentir temor de Dios. 5Pero se salva de este dilema si
perdona. 6 La mente tiene que considerar al Creador tal como se
considera a sí misma. 7Si puedes darte cuenta de que tu hermano es
digno de perdón, es que has aprendido que tú tienes el mismo derecho a ser
perdonado que él. 8Y no pensarías que Dios tiene destinado para ti
un juicio temible que tu hermano no se merece. 9Pues la verdad es
que tú no mereces ni más ni menos que él.
5. Todo perdón que se considera merecido sana, 2 pues le
otorga al milagro la fuerza para pasar por alto las ilusiones. 3Así
es como aprendes que tú también tienes que haber sido perdonado. 4No
hay ninguna apariencia que no pueda pasarse por alto. 5Pues si la
hubiera, sería necesario que primero hubiese algún pecado que estuviese más allá
del alcance del perdón. 6 Tendría que haber algún error que fuese más
que una simple equivocación, un tipo especial de error que fuese inmutable y
eterno, y que estuviese más allá de cualquier posibilidad de corrección o
escape. 7Tendría que haber un error capaz de deshacer la creación, y
de construir un mundo que pudiese reemplazarla y destruir la Voluntad de Dios.
8Sólo si esto fuese posible podría haber algunas apariencias capaces
de ser inmunes al milagro y de no ser sanadas por él.
6. No hay prueba más contundente de que lo que deseas es la
idolatría, que la creencia de que hay algunas clases de enfermedad y de
desdicha que el perdón no puede sanar. 2 Esto quiere decir que
prefieres conservar algunos ídolos y que todavía no estás completamente listo
para abandonarlos todos. 3Y así, piensas que algunas apariencias son
reales y que no son apariencias en absoluto. 4No te dejes engañar con
respecto al significado de la creencia fija según la cual algunas apariencias
son más difíciles de pasar por alto que otras. 5Pues ello siempre
significa que crees que el perdón tiene límites. 6Y te habrás fijado
una meta en la que el perdón es parcial y en la que puedes liberarte de la
culpabilidad sólo en parte. 7¿Qué otra cosa puede significar esto
sino que el perdón que te concedes a ti mismo, así como a todos los que parecen
estar separados de ti es falso?
7. Tiene que ser verdad que o bien el milagro cura toda clase de
enfermedad o bien no cura en absoluto. 2Su propósito no puede ser
juzgar qué formas son reales y qué apariencias verdaderas. 3Si se
tuviese que excluir una sola apariencia de la curación, habría una ilusión que
formaría parte de la verdad. 4Y no podrías escaparte totalmente de la
culpabilidad, sino sólo en parte. 5Tienes que perdonar al Hijo de
Dios completamente, 6pues, de lo contrario, conservarás una imagen de
ti mismo fragmentada, y seguirás temiendo mirar en tu interior y encontrar allí
tu liberación de todos los ídolos. 7La salvación descansa en la fe
de que es imposible que haya algunas clases de culpabilidad que tú no puedas
perdonar. 8Por lo tanto, no hay ninguna apariencia que hubiese podido
ocupar el lugar de la verdad con respecto al Hijo de Dios.
8. Contempla a tu hermano con el deseo de verlo tal como es.
2Y no excluyas ninguna parte de él de tu deseo de que se cure.
3Curar es hacer íntegro. 4Y a lo que es íntegro no le
pueden faltar partes que se hayan dejado afuera. 5El perdón consiste
en reconocer esto, y en alegrarnos de que no haya ninguna forma de enfermedad
que el milagro no tenga el poder de curar.
9. El Hijo de Dios es perfecto, ya que de otro modo no podría ser
el Hijo de Dios. 2Y no lo podrás conocer mientras creas que no merece
librarse de todas las consecuencias y manifestaciones de la culpabilidad.
3De la única forma que debes pensar acerca de él si quieres conocer
la verdad acerca de ti mismo es así:
4Te doy las gracias, Padre, por Tu perfecto Hijo, pues en su gloria
veré la mía propia.
5He aquí la jubilosa afirmación de que no hay ninguna forma de mal
que pueda prevalecer sobre la Voluntad de Dios, el feliz reconocimiento de que
la culpabilidad no ha triunfado porque tú hayas deseado que las ilusiones sean
reales. 6¿Y qué es esto sino una simple afirmación de la
verdad?
10. Contempla a tu hermano con esta esperanza en ti y comprenderás
que él no pudo haber cometido un error que hubiese podido cambiar la verdad
acerca de él. 2No es difícil pasar por alto errores a los que no se
les ha atribuido efectos. 3Mas no perdonarás aquello que consideres
que tiene el poder de hacer del Hijo de Dios un ídolo.4 Pues en ese
caso él se habrá convertido para ti en una imagen sepulcral y en un signo de
muerte. 5¿Podría ser eso tu salvador? 6¿Podría acaso el
Padre estar equivocado con respecto a Su Hijo? 7¿No será más bien que
te has engañado a ti mismo con respecto a aquel que se te dio para que lo
curases a fin de que tú te pudieras salvar y liberar?
LECCIÓN 349
Hoy dejo que la visión de Cristo contemple todas las
cosas por mí, y que en lugar de juzgarlas, les conceda a cada
una un
milagro de amor.
1. Así quiero liberar
todas las cosas que veo; concediéndoles la libertad que busco. 2De
esta manera obedezco la ley del amor, dando lo que quiero encontrar y hacer mío. 3Ello
se me dará, porque lo he elegido como el regalo que quiero dar. 4Padre,
Tus regalos son míos. 5Cada regalo que acepto me concede un milagro
que puedo dar. 6Y al dar tal como quiero recibir, comprendo que Tus
milagros de curación me pertenecen.
2. Nuestro
Padre conoce nuestras
necesidades, 2y nos concede la gracia para satisfacerlas todas. 3Y así, confiamos en que Él nos enviará milagros
para bendecir al mundo y sanar nuestras mentes según regresamos a Él.
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