domingo, 23 de diciembre de 2012

CURSO DE MILAGROS- DIA 354 capitulo y leccion


V. El concepto del yo frente al verdadero Ser

1. Las enseñanzas del mundo se basan en un concepto del yo que se ajusta a la realidad mundana. 2Y como tal, se adapta muy bien a ella. 3Pues es una imagen que encaja perfectamente en un mundo de sombras e ilusiones. 4En él se encuentra como en su propia casa, y todo lo que ve es uno con ella. 5El propósito de las enseñanzas del mundo es que cada individuo forje un concepto de sí mismo. 6Éste es su propósito: que vengas sin un yo, y que fabriques uno a medida que creces. 7Y cuando hayas alcanzado la "madurez", lo habrás perfeccionado, para así poderte enfrentar al mundo en igualdad de condiciones y perfectamente adaptado a sus exigencias.

2. Tú forjas un concepto de ti mismo, 2el cual no guarda seme­janza alguna contigo. 3Es un ídolo, concebido con el propósito de que ocupe el lugar de tu realidad como Hijo de Dios. 4El concepto de ti mismo que el mundo te enseña no es lo que aparenta ser, 5pues se concibió para que tuviera dos propósitos, de los cuales la mente sólo puede reconocer uno. 6El primero presenta la cara de inocencia, el aspecto con el que se actúa. 7Ésta es la cara que sonríe y es amable, e incluso parece amar. 8Busca compañeros, contem­pla a veces con piedad a los que sufren, y de vez en cuando ofrece consuelo. 9Cree ser buena dentro de un mundo perverso.

3. Este aspecto puede disgustarse, pues el mundo es perverso e incapaz de proveer el amor y el amparo que la inocencia se merece. 2Por esa razón, es posible hallar este rostro con frecuencia arrasado de lágrimas ante las injusticias que el mundo comete contra los que quieren ser buenos y generosos. 3Este aspecto nunca lanza el primer ataque. 4Pero cada día, cientos de incidentes sin importancia socavan poco a poco su inocencia, provocando su irritación, e induciéndolo finalmente a insultar y a abusar descon­troladamente.

4. La cara de inocencia que el concepto de uno mismo tan orgu­llosamente lleva puesta, condona el ataque que se lleva a cabo en defensa propia, pues, ¿no es acaso un hecho harto conocido que el mundo trata ásperamente a la inocencia indefensa? 2Nadie que forja una imagen de sí mismo omite esta cara, pues tiene necesi­dad de ella. 3Mas no quiere ver el otro lado. 4Sin embargo, es ahí donde el aprendizaje del mundo tiene puestas sus miras, pues ahí es donde se establece la "realidad" del mundo, para perpe­tuar la continuidad del ídolo.

5. Detrás de la cara de inocencia se encuentra una lección, para enseñar la cual se concibió el concepto del yo. 2Es una lección acerca de un terrible desplazamiento y de un miedo tan devasta­dor que la cara sonriente que se encuentra encima tiene que mirar para siempre en otra dirección, no sea que perciba la trai­ción que oculta. 3Esto es lo que la lección enseña. 4Yo soy la cosa que tú has hecho de mí, y al contemplarme, quedas condenado por causa de lo que soy". 4El mundo sonríe con aprobación ante este concepto de ti mismo, pues garantiza que los senderos del mundo se mantengan a salvo y que los que caminan por ellos no puedan escapar.

6. Ésta es la lección básica que garantiza que tu hermano estará condenado eternamente, 2pues lo que tú eres se ha vuelto ahora su pecado. 3Y para esto no hay perdón. 4No importa ya lo que él haga, pues tu dedo acusador apunta hacia él sin vacilación y con mortal puntería. 5Apunta también hacia ti, pero este hecho se mantiene aún más oculto entre las brumas que se encuentran tras la cara de inocencia. 6Y en esas bóvedas ocultas se conservan todos sus pecados así como los tuyos, y se mantienen en la oscu­ridad, donde no se pueden percibir como errores, lo cual la luz indudablemente mostraría. 7No se te puede culpar por lo que eres, ni tampoco puedes cambiar lo que ello te obliga a hacer. 8Tu hermano es para ti, pues, el símbolo de tus propios pecados, y lo condenas silenciosamente, aunque con tenaz insistencia, por esa cosa odiosa que eres.

7. Los conceptos se aprenden. 2No son naturales, 3ni existen aparte del aprendizaje. 4No son algo que se te haya dado, de modo que tienen que haberse forjado. 5Ninguno de ellos es ver­dad, y muchos son el producto de imaginaciones febriles, que arden llenas de odio y de distorsiones nacidas del miedo. 6¿Qué es un concepto, pues, sino un pensamiento al que su hacedor le otorga un significado especial? 7Los conceptos mantienen vigente el mundo. 8Mas no se pueden usar para demostrar que el mundo es real. 9Pues todos ellos se conciben dentro del mundo, nacen a su sombra, crecen amoldándose a sus costumbres y, finalmente, alcanzan la "madurez" de acuerdo con el pensar de éste. 10Son ideas de ídolos, coloreadas con los pinceles del mundo, los cuales no pueden pintar ni una sola imagen que represente la verdad.

8. La idea de un concepto del yo no tiene sentido, pues nadie aquí sabe cuál es el propósito de tal concepto, y, por lo tanto, no puede ni imaginarse lo que es. 2Todo aprendizaje que el mundo dirige, no obstante, comienza y finaliza con el solo propósito de que aprendas este concepto de ti mismo, de forma que elijas aca­tar las leyes de este mundo y nunca te aventures más allá de sus sendas ni te des cuenta de cómo te consideras a ti mismo. 3Ahora el Espíritu Santo tiene que encontrar un modo de ayudarte a comprender que el concepto de ti mismo que has forjado tiene que ser des-hecho si es que has de gozar de paz interior. 4Y no se puede desaprender, excepto por medio de lecciones cuyo objetivo sea enseñarte que tú eres otra cosa. 5pues de lo contrario, se te estaría pidiendo que intercambiases lo que ahora crees por la pérdida total de tu ser, lo cual te infundiría aún mayor terror.

14. ¿Qué soy?
1. Soy el Hijo de Dios, pleno, sano e íntegro, resplandeciente en el reflejo de Su Amor. 2En mí Su creación se santifica y Se le garantiza vida eterna. 3En mí el amor alcanza la perfección, el miedo es imposible y la dicha se establece sin opuestos. 4Soy el santo hogar de Dios Mismo. 5Soy el Cielo donde Su Amor reside. 6Soy Su santa Impecabilidad. Misma, pues en mi pureza reside la Suya Propia.
2. La necesidad de usar palabras está casi llegando a su fin ahora. 2Mas en los últimos días de este año que tú y yo juntos le ofreci­mos a Dios, hemos encontrado un solo propósito, el cual compartimos. 3Y así, te uniste a mí, de modo que lo que yo soy tú lo eres también. 4La verdad de lo que somos no es algo de lo que se pueda hablar o describir con palabras. 5Podemos, sin embargo, darnos cuenta de la función que tenemos aquí, y usar palabras para hablar de ello así como para enseñarlo, si predicamos con el ejemplo.
3. Somos los portadores de la salvación. 2Aceptamos nuestro papel como salvadores del mundo, el cual se redime mediante nuestro perdón conjunto. 3Y al concederle el regalo de nuestro perdón, éste se nos concede a nosotros. 4Vemos a todos como nuestros hermanos, y percibimos todas las cosas como buenas y bondadosas. 5No estamos interesados en ninguna función que se encuentre más allá del umbral del Cielo. 6El conocimiento vol­verá a aflorar en nosotros cuando hayamos desempeñado nues­tro papel. 7Lo único que nos concierne ahora es dar la bienvenida a la verdad.
4. Nuestros son los ojos a través de los cuales la visión de Cristo ve un mundo redimido de todo pensamiento de pecado. 2Nues­tros, los oídos que oyen la Voz que habla por Dios proclamar que el mundo es inocente. 3Nuestras, las mentes que se unen conforme bendecimos al mundo. 4Y desde la unión que hemos alcan­zado, invitamos a todos nuestros hermanos a compartir nuestra paz y a consumar nuestra dicha.
5. Somos los santos mensajeros de Dios que hablan en Su Nom­bre, y que al llevar Su Palabra a todos aquellos que Él nos envía, aprendemos que está impresa en nuestros corazones. 2Y de esa forma, nuestras mentes cambian con respecto al objetivo para el que vinimos y al que ahora procuramos servir. 3Le traemos bue­nas nuevas al Hijo de Dios que pensó que sufría. 4Ahora ha sido redimido. 5Y al ver las puertas del Cielo abiertas ante él, entrará y desaparecerá en el Corazón de Dios.
 
 
 
LECCIÓN 354

Cristo y yo nos encontramos unidos en paz y seguros de nuestro propósito. Su Creador reside en Él, tal como Él reside en mí.

1. Mi unidad con el Cristo me establece como Tu Hijo, más allá del alcance del tiempo y libre de toda ley, salvo de la Tuya. 2No tengo otro ser que el Cristo que vive en mí. 3No tengo otro propósito que el Suyo. 4Y Él es como Su Padre. 5Por lo tanto, no puedo sino ser uno Contigo, así como con Él. 6Pues, ¿quién es Cristo sino Tu Hijo tal como Tú lo creaste? 7¿Y qué soy yo sino el Cristo en mí?

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