8. ¡Mirad el papel que se os ha encomendado en el
universo! 2El Señor del Amor y de la Vida le ha encomendado a cada
aspecto de la verdadera creación que salve a todo el mundo de la aflicción del
infierno. 3Y a cada uno Él le ha concedido la gracia de ser el
salvador de los santos hermanos que especialmente se le confiaron. 4Y
esto es lo que él aprende cuando primero ve a otro tal como se ve a sí mismo y
contempla su propio reflejo en él. 5Así es como deja de lado el
concepto que tiene de sí mismo, pues nada viene a interponerse entre su visión
y lo que contempla, para juzgar lo que él ve. 6Y en esta única
visión él ve la faz de Cristo y se da cuenta de que contempla a todo el mundo
según contempla a este hermano. Pues ahora hay luz donde antes había oscuridad,
y el velo que cubría su vista ha sido descorrido. 9. El velo que cubre la faz
de Cristo, el temor a Dios y a la salvación, así como el amor a la
culpabilidad y a la muerte, no son sino diferentes nombres de un mismo error:
que hay un espacio entre tu hermano y tú que os mantiene aparte debido a una
ilusión de ti mismo que lo mantiene a él separado de ti y a ti alejado de él. 2La
espada del juicio es el arma que le entregas a esta ilusión de ti mismo, para
que pueda luchar e impedir que el amor llene el espacio que mantiene a tu
hermano separado de ti, mientras empuñes esa espada, no obstante, no podrás
sino percibirte a ti mismo como un cuerpo, pues te habrás condenado a estar
separado de aquel que sostiene el espejo que refleja otra imagen de lo que él
es, y, por ende, de lo que tú no puedes sino ser también.
10. ¿Qué es la tentación sino el deseo de permanecer
en el infierno y en la aflicción? 2¿Y a qué puede dar lugar esto,
sino a una imagen de ti mismo que puede estar afligida y permanecer atormentada
y en el infierno? 3El que ha aprendido a no ver a su hermano de esta
manera, se ha salvado a sí mismo y, por ende, se ha convertido en el salvador
de todos los demás. 4Dios ha encomendado a todos a cada uno, pues
un salvador parcial es uno que sólo se ha salvado parcialmente. 5Los
santos hermanos que Dios te ha encomendado para que los salves son todos
aquellos con quienes te encuentras o a quienes contemplas sin saber quién son;
los que viste por un instante y luego olvidaste; los que conociste hace mucho;
los que conocerás algún día; aquellos de los que ya no te acuerdas y los que
aún no han nacido. 6Pues Dios te ha dado a Su Hijo para que lo
salves de cualquier concepto que él jamás haya abrigado.
11. Mas ¿cómo podrías ser el salvador del Hijo de
Dios mientras todavía desees permanecer en el infierno? 2¿Cómo ibas
a ser consciente de su santidad mientras lo veas separado de la tuya? 3Pues
la santidad se ve a través de los santos ojos que ven la inocencia en su
interior, y que, debido a ello, esperan verla en todas partes. 4De
esta manera, la invocan en todo aquel que contemplan, para que pueda ser lo
que ellos esperan de él. 5Esta es la visión del salvador: él ve su inocencia en
todos los que contempla, y su propia salvación en todas partes. 6No
tiene un concepto de sí mismo que se interponga entre sus ojos despejados y
serenos y lo que ve. 7De este modo, lleva la luz a todo lo que
contempla para así poderlo ver como realmente es.
12. Sea cual sea la forma en que la tentación
parezca manifestarse, no es más que un reflejo de tu deseo de ser algo que no
eres. 2Y de ese deseo surge un concepto que te enseña que tú eres
aquello que deseas ser. 3Y hasta que no dejes de atribuirle valor al
deseo que lo engendró, ése será el concepto que tendrás de ti mismo. 4Y
mientras lo tengas en gran estima, verás a tu hermano como la imagen de ti que
dicho deseo engendró. 5Pues ver es tan sólo la representación de un
deseo, ya que no tiene el poder de crear. 6Puede, no obstante,
contemplar con amor o con odio, dependiendo sencillamente de si eliges unirte
a lo que ves o mantenerte aparte y separado de ello.
13. Así como la visión del salvador está desprovista
de cualquier juicio acerca de ti, del mismo modo es inocente con respecto a lo
que tu hermano es. 2No ve el pasado de nadie en absoluto. 3Y
así, sirve a una mente completamente receptiva, libre de viejos conceptos y
dispuesta a contemplar sólo lo que el presente contiene. 4No puede
juzgar porque no sabe nada. 5Y al haber reconocido esto, simplemente
pregunta: "¿Cuál es el significado de lo que contemplo?" 6Entonces
se le da la respuesta. 7Y la puerta se abre para que la faz de
Cristo refulja sobre aquel que con inocencia pide ver más allá del velo de las
viejas ideas y de los conceptos ancestrales que por tanto tiempo abrigó contra
la visión de Cristo en ti.
14. Así pues, mantente alerta contra la tentación,
recordando que no es más que un deseo demente e insensato de convertirte en
algo que no eres. 2Y piensa también en esa cosa que querrías ser en
cambio. 3Pues de lo que esa cosa se compone es de locura, de dolor y
muerte; de traición y de profunda desesperación, así como de sueños fallidos y
de haber perdido toda esperanza, salvo la de morir, para así poner fin al sueño
de miedo. 4Eso es todo lo que es la tentación, nada más. 5¿Cómo
iba a ser difícil elegir contra ello? 6Examina lo que es la
tentación y reconoce cuáles son las verdaderas alternativas entre las que
eliges. 7Pues sólo hay dos. 8No te dejes engañar por el
hecho de que aparentan ser muchas. 9Las alternativas son el infierno
o el Cielo, y de éstas, sólo puedes elegir una.
15. No dejes que la luz del mundo, la cual te ha
sido concedida, permanezca oculta del mundo. 2El mundo necesita la
luz, pues es ciertamente un lugar sombrío, y los hombres se desesperan por
haber negado la visión del salvador y lo que ven es la muerte. 3Su
salvador se encuentra ahí, desconocidamente y desconocido, y los contempla con
los ojos cerrados. 4Y ellos no podrán ver hasta que él los contemple
con ojos videntes y les ofrezca el perdón que se ofrece a sí mismo. 5¿Podrías
tú a quien Dios exhorta: "¡Libera a mi Hijo!" caer en la tentación de
no escuchar, una vez que te has dado cuenta de que es tu propia liberación la
que Él pide? 6¿Y qué otra cosa sino ésta pretende enseñar este
curso? 7¿Y qué otra cosa sino ésta tienes que aprender?
14. ¿Qué soy?
1. Soy el
Hijo de Dios, pleno, sano e íntegro, resplandeciente en el reflejo de Su Amor. 2En mí Su creación se santifica y Se le garantiza
vida eterna. 3En mí el
amor alcanza la perfección, el miedo es imposible y la dicha se establece sin
opuestos. 4Soy el
santo hogar de Dios Mismo. 5Soy el
Cielo donde Su Amor reside. 6Soy Su
santa Impecabilidad. Misma, pues en mi pureza reside la Suya Propia.
2. La necesidad de usar palabras está casi llegando a su fin ahora. 2Mas en
los últimos días de este año que tú y yo juntos le ofrecimos a Dios, hemos
encontrado un solo propósito, el cual compartimos. 3Y así, te uniste
a mí, de modo que lo que yo soy tú lo eres también. 4La verdad de lo
que somos no es algo de lo que se pueda hablar o describir con palabras. 5Podemos,
sin embargo, darnos cuenta de la función que tenemos aquí, y usar palabras para
hablar de ello así como para enseñarlo, si predicamos con el ejemplo.
3. Somos
los portadores de la salvación. 2Aceptamos nuestro papel como
salvadores del mundo, el cual se redime mediante nuestro perdón conjunto. 3Y al concederle el regalo de nuestro perdón, éste se
nos concede a nosotros. 4Vemos a todos como nuestros hermanos, y
percibimos todas las cosas como buenas y bondadosas. 5No estamos
interesados en ninguna función que se encuentre más allá del umbral del Cielo. 6El conocimiento volverá
a aflorar en nosotros cuando hayamos desempeñado nuestro papel. 7Lo
único que nos concierne ahora es dar la bienvenida a la
verdad.
4. Nuestros
son los ojos a través de los cuales la visión de Cristo ve un mundo redimido de
todo pensamiento de pecado. 2Nuestros, los
oídos que oyen la Voz que habla por Dios
proclamar que el mundo es inocente. 3Nuestras, las mentes que se unen conforme bendecimos al mundo. 4Y desde la
unión que hemos alcanzado, invitamos a todos nuestros hermanos a compartir
nuestra paz y a consumar nuestra dicha.
5. Somos
los santos mensajeros de Dios que hablan en Su Nombre, y que al llevar Su
Palabra a todos aquellos que Él nos envía, aprendemos que está impresa en
nuestros corazones. 2Y de esa forma, nuestras mentes
cambian con respecto al objetivo para el que vinimos y al que ahora procuramos servir.
3Le traemos buenas nuevas al Hijo de Dios que pensó que sufría. 4Ahora
ha sido redimido. 5Y al ver las puertas del Cielo abiertas ante él,
entrará y desaparecerá en el Corazón de Dios.
LECCIÓN 360
Que la paz sea conmigo, el santo Hijo de Dios. Que la paz sea con mi
hermano, que es uno conmigo. Y que a través nuestro, el mundo sea bendecido con
paz.
1. Padre, Tu paz es
lo que quiero dar, al haberla recibido de Ti. 2Yo soy Tu Hijo, eternamente como Tú me creaste,
pues los Grandes Rayos permanecen en mí por siempre serenos e imperturbables. 3Quiero
llegar a ellos en silencio y con certeza, pues en ninguna otra parte se puede
hallar certeza. 4Que la paz sea conmigo, así como con el
mundo. 5En la santidad fuimos creados y en la santidad seguimos. 6En
Tu Hijo, al igual que en Ti, no hay mancha alguna de pecado. 7Y
con este pensamiento decimos felizmente “Amén”.
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