IV. La verdad que yace tras las ilusiones
1. Atacarás lo que no te satisfaga, y así, no te
darás cuenta de que fuiste tú mismo quien lo inventó. 2Tu batalla es
siempre con las ilusiones. 3Pues la verdad que yace tras ellas es
tan hermosa y tan serena en su amorosa dulzura, que si fueses consciente de
ella te olvidarías por completo de tus defensas y te apresurarías a echarte en
sus brazos. 4La verdad jamás puede ser atacada. 5Y tú
sabías esto cuando inventaste los ídolos. 6Los concebiste precisamente
para olvidarte de este hecho. 7Lo único que atacas son las ideas
falsas, nunca las verdaderas. 8Los ídolos son todas las ideas que
concebiste para llenar la brecha que tú crees se formó entre lo que es verdad y
tú. 9Y las atacas por lo que crees que ellas representan 10Pero
lo que yace tras ellas no puede ser atacado.
2. Los dioses que inventaste -opresores e incapaces
de satisfacerte- son como juguetes infantiles descomunales. 2Un
niño se asusta cuando una cabeza de madera salta de una caja de resorte al ésta
abrirse repentinamente, o cuando un oso de felpa, suave y silencioso, emite
sonidos al él apretarlo. 3Las reglas que él había establecido para
las cajas de resorte y para los osos de felpa le han fallado y le han hecho
perder el "control" de lo que le rodea. 4Ahora tiene
miedo, pues pensó que las reglas lo protegían. 5Ahora tiene que
aprender que las cajas y los osos no lo engañaron, ni violaron ninguna regla,
y que lo ocurrido no quiere decir que su mundo se haya vuelto caótico y
peligroso. 6Es él quien estaba equivocado. 7No comprendió
bien qué era lo que lo mantenía a salvo y pensó que eso lo había abandonado.
3. La inexistente brecha se encuentra repleta de
juguetes de innumerables formas. 2Cada uno de ellos parece violar
las reglas que estableciste para él. 3Sin embargo, ninguno de ellos
fue jamás lo que tú pensabas que era. 4Y así, no pueden sino dar la
impresión de que violan las reglas de seguridad que estableciste, toda vez que
éstas son falsas. 5Mas tú no estás en peligro. 6Puedes
reírte de los muñecos que saltan de cajas de resorte y de los juguetes que
emiten sonidos, de la misma manera en que lo hace el niño que ya ha aprendido
que no suponen ningún peligro para él. 7Sin embargo, mientras le
guste jugar con ellos, seguirá percibiéndolos como si respetaran las reglas
que él estableció para su propio deleite. 8Por lo tanto, todavía
habrá reglas que dichos juguetes parecerán violar y como consecuencia de ello
él se asustará. 9Mas ¿está él realmente a merced de sus juguetes? 10¿Y
pueden éstos realmente suponer una amenaza para él?
4. La realidad obedece las leyes de Dios y no las
reglas que tú mismo estableces. 2Son Sus leyes las que garantizan tu
seguridad. 3Las ilusiones que creas con respecto a ti no obedecen
ninguna ley. 4Parecen danzar por un rato, al compás de las leyes que
tú promulgaste para ellas. 5Mas luego se desploman para no levantarse
más. 6No son más que juguetes, hijo mío, de modo que no lamentes su
pérdida. 6Su danza jamás te brindó felicidad alguna, 8pero
tampoco eran cosas que pudiesen asustarte o mantenerte a salvo si respetaban
tus reglas. 9Las ilusiones no deben ni apreciarse ni atacarse, sino
que simplemente se deben considerar como juguetes infantiles, sin ningún
significado intrínseco. 10Ve significado en una sola de ellas, y lo
verás en todas. 11No veas significado en ninguna, y no podrán
afectarte en absoluto.
5. Las apariencias engañan precisamente porque
son apariencias y no la realidad. 2No les prestes atención sea cual
sea la forma que adopten. 3Lo único que hacen es distorsionar la
realidad y producir temor, debido a que ocultan la verdad. 4No
ataques lo que tú mismo hiciste a fin de ser engañado, pues eso demostraría que
has sido engañado. 5El ataque tiene el poder de hacer que las
ilusiones parezcan reales. 6 Mas en realidad no hace nada. 7¿Quién
podría tener miedo de un poder que no tiene efectos reales? 8¿Qué
podría ser dicho poder, sino una ilusión que hace que las cosas parezcan ser
como él mismo? 9Observa calmadamente sus juguetes, y comprende que
no son más que ídolos que no hacen sino danzar al compás de vanos deseos. 10No
los veneres, pues no existen. 11Cuando atacas, no obstante, te
olvidas de esto. 12El Hijo de Dios no necesita defenderse de sus
sueños. 13Sus ídolos no suponen ninguna amenaza para él. 14El
único error que comete es creer que son reales. 15Mas ¿hay algo que
las ilusiones puedan lograr?
6. Lo único que las apariencias pueden hacer es
engañar a la mente que desea ser engañada. 2 Mas tú puedes tomar una
decisión muy simple que te situará por siempre más allá del engaño. 3No
te preocupes por cómo se va a lograr esto, pues eso no es algo que puedas
entender. 4Pero sí verás los grandes cambios que se producirán de
inmediato, una vez que hayas tomado esta simple decisión: que no deseas lo que
crees que un ídolo te puede dar. 5Pues así es como el Hijo de Dios
declara que se ha liberado de todos ellos. 6Y, por lo tanto, es
libre.
7. ¡Qué paradójica es la salvación! 2¿Qué
otra cosa podría ser, sino un sueño feliz? 3 Lo único que te pide es
que perdones todas las cosas que nadie jamás hizo, que pases por alto lo que no
existe y que no veas lo ilusorio como si fuese real. 4Se te pide
únicamente que permitas que se haga tu voluntad y que dejes de buscar las cosas
que ya no deseas. 5Y se te pide también que permitas que se te
libere de los sueños de lo que nunca fuiste y desistas de tu empeño de querer
sustituir la Voluntad de Dios por la fuerza de los deseos vanos.
8. Llegado este punto, el sueño de separación
empieza a desvanecerse y a desaparecer. 2Pues aquí la brecha
inexistente comienza a percibirse libre de los juguetes de terror que tú
inventaste. 3Esto es lo único que se te pide. 4Alégrate
en verdad de que la salvación no pida mucho, sino de que pida tan poco. 5En
realidad no pide nada. 6Y aun en las ilusiones sólo pide que el
perdón sea el substituto del miedo. 7Ésa es la única regla para
tener sueños felices. 8La brecha se vacía de todos los juguetes de
temor, poniéndose así de manifiesto su irrealidad. 9Los sueños no
sirven para nada, 10y el Hijo de Dios no tiene ninguna necesidad de
ellos. 11No le ofrecen ni una sola cosa que él pudiera jamás desear.
12El Hijo de Dios se libera de las ilusiones por su propia voluntad
y simplemente se le restaura a lo que él es. 13¿Qué podría ser el
plan de Dios para su salvación, sino un medio para darse a Sí Mismo Su Hijo?
LECCIÓN 344
Hoy aprendo la ley del amor: que lo que le doy a mi hermano es el
regalo que me hago a mí mismo.
1. Ésa es Tu ley, Padre mío, no la mía. 2Al no comprender lo que significaba dar,
procuré quedarme con lo que deseaba sólo para mí. 3Y cuando contemplé el tesoro que creía tener,
encontré un lugar vacío en el que nunca hubo nada, en el no hay nada ahora y en
el que nada habrá jamás. 4¿Quién
puede compartir un sueño? 5¿Y
qué puede ofrecerme una ilusión? 6Pero aquel a quien perdone me agasajará con regalos mucho más valiosos
que cualquier cosa que haya en la tierra. 7Permite que mis hermanos redimidos llenen mis arcas con los tesoros
del Cielo, que son los únicos que son reales. 8Así se cumple la ley del amor. 9Y así es como Tu Hijo se eleva y regresa a
Ti.
2. ¡Qué cerca nos encontramos unos de otros en nuestro
camino hacia Dios! 2¡Qué
cerca está Él de nosotros! 3¡Qué
cerca el final del sueño del pecado y la redención del Hijo de Dios!
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