IV. Por encima del campo de batalla
1. No sigas estando en conflicto, pues sin ataque no
puede haber guerra. 2Tenerle miedo a Dios es tenerle miedo a la
vida, no a la muerte. 3Sin embargo, Dios sigue siendo el único
refugio. 4En Él no hay ataques, ni el Cielo se ve acechado por
ninguna clase de ilusión. 5El Cielo es completamente real. 6En
él las diferencias no tienen cabida, y lo que es lo mismo no puede estar en
conflicto. 7No se te pide que luches contra tu deseo de asesinar. 8Pero
sí se te pide que te des cuenta de que las formas que dicho deseo adopta
encubren la intención del mismo. 9Y es eso lo que te asusta, no la
forma que adopta. 10Lo que no es amor es asesinato. 11Lo
que no es amoroso no puede sino ser un ataque. 12Toda ilusión es un
asalto contra la verdad y cada una de ellas es una agresión contra la idea del
amor porque éste parece ser tan verdadero como ellas.
2. Mas ¿qué puede ser igual a la verdad y sin
embargo diferente? 2El asesinato y el amor son incompatibles. 3Si
ambos fuesen ciertos, tendrían entonces que ser lo mismo e indistinguibles el
uno del otro. 4Y así deben serlo para aquellos que ven al Hijo de
Dios como un cuerpo. 5Pues no es el cuerpo lo que es como el Creador
del Hijo. 6Y lo que carece de vida no puede ser el Hijo de la Vida. 7¿Puede
acaso el cuerpo extenderse hasta abarcar todo el universo? 8¿Puede
acaso crear, y ser lo que crea? 9¿Y puede ofrecerle a sus creaciones
todo lo que él es sin jamás sufrir pérdida alguna?
3. Dios no comparte Su función con un cuerpo. 2El
le encomendó a Su Hijo la función de crear porque es la Suya Propia. 3Creer
que la función del Hijo es asesinar no es un pecado, pero sí es una
locura. 4Lo que es lo mismo no puede tener una función diferente. 5La
creación es el medio por el que Dios se extiende a Sí Mismo, y lo que es Suyo
no puede sino ser de Su Hijo también. 6Pues, o bien el Padre y el
Hijo son asesinos, o bien ninguno de los dos lo es. 7La vida no crea
a la muerte, puesto que sólo puede crear a semejanza propia.
4. La hermosa luz de tu relación es como el Amor de
Dios. 2Mas aún no puede asumir la sagrada función que Dios le
encomendó a Su Hijo, puesto que todavía no has perdonado a tu hermano completamente,
y, por ende, el perdón no se puede extender a toda la creación. 3Toda
forma de asesinato y ataque que todavía te atraiga y que aún no hayas
reconocido como lo que realmente es, limita la curación y los milagros que
tienes el poder de extender a todo el mundo. 4Aun así, el Espíritu
Santo sabe cómo multiplicar tus pequeñas ofrendas y hacerlas poderosas. 5Sabe
también cómo elevar tu relación por encima del campo de batalla para que ya no
se encuentre más en él. 6Esto es lo único que tienes que
hacer: reconocer que cualquier forma de asesinato no es tu voluntad. 7 Tu
propósito ahora es pasar por alto el campo de batalla.
5. Elévate, y desde un lugar más alto, contémplalo. 2Desde
ahí tu perspectiva será muy diferente. 3Aquí, en medio de él, ciertamente
parece real. 4Aquí has elegido ser parte de él. 5Aquí tu
elección es asesinar. 6Mas desde lo alto eliges los milagros en vez
del asesinato. 7Y la perspectiva que procede de esta elección te
muestra que la batalla no es real y que es fácil escaparse de ella. 8Los
cuerpos pueden batallar, pero el choque entre formas no significa nada. 9Y
éste cesa cuando te das cuenta de que nunca tuvo comienzo. 10¿Cómo
ibas a poder percibir una batalla como inexistente si participas en ella? 11¿Cómo
ibas a poder reconocer la verdad de los milagros si el asesinato es tu
elección?
6. Cuando la tentación de atacar se presente para
nublar tu mente y volverla asesina, recuerda que puedes ver la batalla
desde más arriba. 2Incluso cuando se presenta en formas que no reconoces,
conoces las señales: 3una punzada de dolor, un ápice de
culpabilidad, pero sobre todo, la pérdida de la paz. 4Conoces esto
muy bien. 5Cuando se presenten, no abandones tu lugar en lo alto, sino
elige inmediatamente un milagro en vez del asesinato. 6Y Dios Mismo,
así como todas las luces del Cielo, se inclinarán tiernamente ante ti para
apoyarte. 7Pues habrás elegido permanecer donde Él quiere que
estés, y no hay ilusión que pueda atacar la paz de Dios cuando Él está junto a
Su Hijo.
7. No contemples a nadie desde dentro del
campo de batalla, pues lo estarías viendo desde un lugar que no existe. 2No
tienes un punto de referencia desde el que observar y desde el que lo que ves
pueda tener significado. 3Pues sólo los cuerpos pueden atacar y
asesinar, y si éste es tu propósito, eso quiere decir que eres un cuerpo. 4Sólo
los propósitos unifican, y aquellos que comparten un mismo propósito son de un
mismo pensar. 5El cuerpo de por sí no tiene propósito alguno, y no
puede sino ser algo solitario. 6Desde abajo, no puede ser
transcendido. 7Desde arriba, las limitaciones que les impone a
aquellos que todavía batallan desaparecen y se hace imposible percibirlas. 8El
cuerpo se interpone entre el Padre y el Cielo que Él creó para Su Hijo precisamente
porque no tiene ningún propósito.
8. Piensa en lo que se les concede a los que
comparten el propósito de su Padre sabiendo que es también el suyo: 2no
tienen necesidad de nada; 3cualquier clase de pesar es inconcebible;
4de lo único que son conscientes es de la luz que aman y sólo el
amor brilla sobre ellos para siempre. 5El amor es su pasado, su presente
y su futuro: siempre el mismo, eternamente pleno y completamente compartido. 6Saben
que es imposible que su felicidad pueda jamás sufrir cambio alguno. 7Tal
vez pienses que en el campo de batalla todavía hay algo que puedes ganar. 8Sin
embargo, ¿podría ser eso algo que te ofreciese una calma perfecta y una
sensación de amor tan profunda y serena que ninguna sombra de duda pudiera
jamás hacerte perder la certeza? 9¿Y podría ser algo que durase
eternamente?
9. Los que son conscientes de la fortaleza de Dios
jamás podrían pensar en batallas. 2¿Qué sacarían con ello sino la
pérdida de su perfección? 3Pues todo aquello por lo que se lucha en
el campo de batalla tiene que ver con el cuerpo: con algo que éste parece ofrecer
o poseer. 4Nadie que sepa que lo tiene todo podría buscarse
limitaciones ni valorar las ofrendas del cuerpo. 5La insensatez de
la conquista resulta evidente desde la serena esfera que se encuentra por
encima del campo de batalla. 6¿Qué puede estar en conflicto con lo
que lo es todo? ¿Y qué hay que, ofreciendo menos, pudiese ser más deseable? 8¿A
quién que esté respaldado por el amor de Dios podría resultarle difícil elegir
entre los milagros y el asesinato?
LECCIÓN 269
Mi vista va en busca de la faz de Cristo.
1. Te pido que hoy bendigas mi vista. 2Mi vista es el medio que Tú has elegido para
mostrarme mis errores y para poder ver más allá de ellos. 3Se me ha concedido poder tener una nueva
percepción a través del Guía que Tú me diste, y, mediante Sus lecciones,
superar la percepción y regresar a la verdad. 4Pido la ilusión que
trasciende todas las que yo inventé. 5Hoy elijo ver un mundo
perdonado en el que todo lo que veo me muestra la faz de Cristo y me enseña que
lo que contemplo es mío, y que nada existe, excepto Tu santo Hijo.
2. Hoy nuestra vista es bendecida. 2Compartimos una sola visión cuando contemplamos la
faz de Aquel Cuyo Ser es el nuestro. 3Somos uno por razón de Aquel
que es el Hijo de Dios, Aquel que es nuestra Identidad.