VI. La razón en contraposición a la locura
1. La razón no puede ver pecados pero sí
puede ver errores, y propicia su corrección. 2No les otorga valor,
pero sí otorga valor a su corrección. 3La razón te diría también que
cuando crees estar pecando, estás de hecho pidiendo ayuda. 4No
obstante, si no aceptas la ayuda que estás pidiendo, tampoco creerás que puedes
darla. 5De modo que no la darás, y así no renunciarás a esa creencia.
6Pues cualquier clase de error que no haya sido corregido, te engaña
con respecto al poder que reside en ti para llevar a cabo la corrección. 7Si
dicho poder puede llevar a cabo la corrección, y tú no se lo permites,
te estás negando la corrección a ti mismo así como a tu hermano. 8Y
si él comparte contigo esta misma creencia, ambos creeréis estar condenados. 9Puedes
evitarle esto a él y evitártelo a ti, 10pues la razón no facilitaría
la corrección únicamente en ti.
2. No puedes aceptar o rechazar la corrección sin
incluir a tu hermano. 2El pecado mantendría que sí puedes. 3Mas
la razón te dice que no puedes considerar a tu hermano o a ti mismo como un
pecador y seguir percibiéndolo a él o percibiéndote a ti mismo como inocente. 4¿Quién
que se considere a sí mismo culpable podría ver un mundo libre de pecado? 5¿Y
quién puede ver un mundo pecaminoso y considerarse al mismo tiempo ajeno a ese
mundo? 6El pecado mantendría que tú y tu hermano no podéis sino
estar separados. 7Pero la razón te dice que esto tiene que ser un
error. 8Pues si estáis unidos, ¿cómo ibais a poder tener
pensamientos privados? 9¿Y cómo podría ser que los pensamientos que
se adentran en lo que sólo parece ser tuyo no tuviesen ningún efecto en lo que
sí es tuyo? 10Si las mentes están unidas, eso es imposible.
3. Nadie puede pensar por separado, tal como Dios no
piensa sin Su Hijo. 2Eso sería posible únicamente si los dos morasen
en cuerpos. 3Tampoco podría ninguna mente pensar por separado a
menos que el cuerpo fuese la mente. 4Pues únicamente los
cuerpos pueden estar separados, y, por lo tanto, ser irreales. 5La
morada de la demencia no puede ser la morada de la razón. 6Pero es
fácil abandonar dicha morada si ves la razón. 7No puedes abandonar
la demencia trasladándote a otro lugar. 8La abandonas simplemente aceptando la
razón en el lugar que antes ocupaba la locura. 9La locura y la razón
ven las mismas cosas, pero es indudable que las contemplan de modo diferente.
4. La locura es un ataque contra la razón que la
expulsa de la mente, y ocupa su lugar. 2La razón no ataca, sino que,
calladamente, ocupa el lugar de la locura y la reemplaza si los dementes
deciden escucharla. 3Pero los dementes no conocen su propia voluntad,
pues creen ver el cuerpo, y permiten que su propia locura les diga que éste es
real. 4La razón sería incapaz de eso. 5Y si tú defiendes
el cuerpo en contra de tu razón, no entenderás lo que es cuerpo ni lo que eres
tú.
5. El cuerpo no te separa de tu hermano, y si crees
que lo hace estás loco. 2Pero la locura tiene un propósito, y cree
también disponer de los medios que lo pueden convertir en realidad. 3Ver
el cuerpo como una barrera que separa aquello que la razón te dice que no puede
sino estar unido, sólo puede ser una locura. 4Y no lo podrías ver de
ese modo si escuchases la voz de la razón. 5¿Qué puede haber que se
interponga entre lo que es un continuo? 6Y si nada se interpone,
¿cómo se podría excluir de otras partes lo que pasa a formar parte de
cualquiera de ellas? 7Esto es lo que la razón te diría. 8Mas
piensa en lo que tendrías que admitir si esto fuese así.
6. Si eliges el pecado en vez de la curación, estás
condenando al Hijo de Dios a aquello que jamás puede ser corregido. 2Le
dices, con tu elección, que está condenado, separado de ti y de su Padre para
siempre, y sin esperanza de jamás poder retornar a salvo. 3Eso es lo
que le enseñas, y aprenderás de él exactamente lo que le enseñes. 4Pues
lo único que le puedes enseñar es que él es como tú quieres que él sea, y lo
que eliges que él sea es lo que eliges para ti. 5Mas no pienses que
esto es temible. 6Que estás unido a él es un hecho, no una
interpretación. 7¿Cómo puede un hecho ser temible a menos que esté
en desacuerdo con lo que tienes en más estima que la verdad? 8La
razón te diría que este hecho es tu liberación.
7. Ni tu hermano ni tú podéis ser atacados por
separado. 2Ni tampoco puede ninguno de vosotros aceptar un milagro
sin que el otro no sea igualmente bendecido por él y curado del dolor. 3La
razón, al igual que el amor, desea tranquilizarte, y no es su intención
infundirte temor. 4El poder de curar al Hijo de Dios se te concede a
ti porque él no puede sino ser uno contigo. 5Tú eres responsable
de cómo él se ve a sí mismo. 6Y la razón te dice que se te ha
concedido poder transformar su mente por completo -la cual es una contigo- en
sólo un instante. 7Y cualquier instante sirve para llevar a cabo una
completa corrección de todos sus errores y restituirle su plenitud. 8El
instante en que elijas ser curado, en ese mismo instante se verá que se ha
salvado completamente junto contigo. 9Se te ha dado la razón para
que entiendas que esto es así. 10Pues la razón, que es tan benévola
como la finalidad para la que se emplea, te aleja constantemente de la locura
y te conduce hacia el objetivo de la verdad. 11Y ahí te desharás de
la carga que supone negar la verdad. 12¡Y ésa es la carga que es
terrible, no la verdad!
8. En el hecho de que tú y tu hermano estáis unidos
reside vuestra salvación: el regalo del Cielo, no el del miedo. 2¿Consideras
acaso que el Cielo es una carga para ti? 3En la locura lo es. 4Sin
embargo, lo que la locura ve tiene que ser disipado por la razón. 5La
razón te asegura que el Cielo es lo que quieres y lo único que quieres. 6Escucha
a Aquel que te habla con raciocinio y que pone tu razón en armonía con la Suya.
7Resuélvete a dejar que la razón, sea el medio por el que Él te
indique cómo dejar atrás la demencia. 8No te ocultes tras la
demencia para escapar de la razón. 9Lo que la locura encubriría, el
Espíritu Santo lo pone al descubierto para que todo el mundo lo contemple con
júbilo.
9. Tú eres el salvador de tu hermano. 2Él
es el tuyo. 3A la razón le es muy grato hablar de esto. 4El
Amor le infundió amor a este plan benevolente. 5Y lo que el Amor
planea es semejante a Sí Mismo en esto: al estar unido a ti, Él desea que
aprendas lo que debes ser. 6Y dado que tú eres uno con Él, se te
tiene que haber encomendado que des lo que Él ha dado, y todavía sigue dando. 7Dedica
aunque sólo sea un instante a la grata aceptación de lo que se te ha
encomendado darle a tu hermano, y reconoce con él lo que se os ha dado a ambos.
8Dar no es más bendito que recibir, 9pero tampoco es
menos.
10. Al Hijo de Dios se le bendice siempre cual uno
solo. 2Y a medida que su gratitud llega hasta ti que le bendijiste,
la razón te dirá que es imposible que tú estés excluido de la bendición. 3La
gratitud que él te ofrece te recuerda las gracias que tu Padre te da por
haberlo completado a Él. 4Y la razón te dice que sólo así puedes
entender lo que tú debes ser. 5Tu Padre está tan cerca de ti como tu
hermano. 6Sin embargo, ¿qué podría estar más cerca de ti que tu
propio Ser?
11. El poder que ejerces sobre el Hijo de Dios no
supone una amenaza para su realidad. 2Por el contrario, sólo da
testimonio de ella. 3Y si él ya es libre, ¿dónde podría radicar su
libertad sino en él mismo? 4¿Y quién podría encadenarle, sino él a
sí mismo cuando se niega la libertad? 5De Dios nadie se burla, ni
tampoco puede Su Hijo ser aprisionado, salvo por su propio deseo. 6Y
por su propio deseo es también como se libera. 7En eso radica su
fuerza, no su debilidad. 8Él está a merced de sí mismo. 9Y
cuando elige ser misericordioso, en ese momento se libera. 10Mas
cuando elige condenarse a sí mismo, se convierte en un prisionero, que
encadenado, espera su propio perdón para poderse liberar.
LECCIÓN 249
El perdón pone fin a todo sufrimiento y a toda sensación de pérdida.
1. El perdón nos ofrece un cuadro de un mundo en el que ya no hay
sufrimiento, es imposible perder y la ira no tiene sentido. 2El
ataque ha desaparecido y a la locura le ha llegado su fin. 3¿Qué
sufrimiento podría concebirse ahora? 4¿En qué pérdida se podría
incurrir? 5El mundo se convierte en un remanso de dicha, abundancia,
caridad y generosidad sin fin. 6Se asemeja tanto al Cielo ahora, que
se transforma en un instante en la luz que refleja. 7Y así, la
jornada que el Hijo de Dios emprendió ha culminado en la misma luz de la que él
emanó.
2. Padre, queremos devolverte nuestras
mentes. 2Las hemos traicionado, sumido en la
amargura y atemorizado con pensamientos de violencia y muerte. 3Ahora
queremos descansar nuevamente en Ti, tal como Tú nos creaste.
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