I. Las creencias irreconciliables
1. El recuerdo de Dios aflora en la mente que está
serena. 2No puede venir allí donde hay conflicto, pues una mente en
pugna consigo misma no puede recordar la mansedumbre eterna. 3Los
medios de la guerra no son los medios de la paz, y lo que recuerda el belicoso
no es amor. 4Si no se atribuyese valor a la creencia en la victoria,
la guerra sería imposible. 5Si estás en conflicto, eso
quiere decir que crees que el ego tiene el poder de salir triunfante. 6¿Por
qué otra razón sino te ibas a identificar con él? 7Seguramente te
habrás percatado de que el ego está en pugna con Dios. 8Que el ego
no tiene enemigo alguno, es cierto. 9Mas es igualmente cierto que
cree firmemente tener un enemigo al que necesita vencer, y que lo logrará.
2. ¿No te das cuenta de que una guerra contra ti
mismo sería una guerra contra Dios? 2Y en una guerra así, ¿es
concebible la victoria? 3Y si lo fuese, ¿la desearías? 4La
muerte de Dios, de ser posible, significaría tu muerte. 5¿Qué clase
de victoria sería ésa? 6El ego marcha siempre hacia la derrota
porque cree que puede vencerte. 7Dios, no obstante, sabe que eso no
es posible. 8Eso no es una guerra, sino la descabellada creencia de
que es posible atacar y derrotar la Voluntad de Dios. 9Te puedes
identificar con esta creencia, pero jamás dejará de ser una locura. 10Y
el miedo reinará en la locura, y parecerá haber reemplazado al amor allí. 11Éste
es el propósito del conflicto. 12Y para aquellos que
creen que es posible, los medios parecen ser reales.
3. Ten por seguro que no es posible que Dios y el
ego, o tú y el ego jamás os podáis encontrar. 2En apariencia lo
hacéis y formáis extrañas alianzas basándoos en premisas que no tienen sentido.
3Pues vuestras creencias convergen en el cuerpo, al que el ego ha
elegido como su hogar y tú consideras que es el tuyo. 4Vuestro punto
de encuentro es un error: un error en cómo te consideras a ti mismo. 5El
ego se une a una ilusión de ti que tú compartes con él. 6Las
ilusiones, no obstante, no pueden unirse. 7Son todas lo mismo, y no
son nada. 8Su unión está basada en la nada, pues dos de ellas están
tan desprovistas de sentido como una o mil. 9El ego no se une a
nada, pues no es nada. 10Y la victoria que anhela está tan
desprovista de sentido como él mismo.
4. Hermano, la guerra contra ti mismo está llegando
a su fin. 2El final de la jornada se encuentra en el lugar de la
paz. 3¿No te gustaría aceptar la paz que allí se te ofrece? 4Este
"enemigo" contra el que has luchado como si fuese un intruso a tu
paz se transforma ahí, ante tus propios ojos, en el portador de tu paz. 5Tu
"enemigo" era Dios Mismo, Quien no sabe de conflictos, victorias
o ataques de ninguna clase. 6Su amor por ti es perfecto, absoluto y
eterno. 7El Hijo de Dios en guerra contra su Creador es una
condición tan ridícula como lo sería la naturaleza rugiéndole iracunda al
viento, proclamando que él ya no forma parte de ella. 8¿Cómo iba a poder
la naturaleza decretar esto y hacer que fuese verdad? 9Del mismo
modo, no es a ti a quien le corresponde decidir qué es lo que forma parte de
ti y qué es lo que debe mantenerse aparte.
5. Esta guerra contra ti mismo se emprendió para
enseñarle al Hijo de Dios que él no es quien realmente es, y que no es el Hijo
de su Padre. 2A tal fin, debe borrar de su memoria el recuerdo de su
Padre. 3En la vida corporal dicho recuerdo se olvida, y si piensas
que eres un cuerpo, creerás haberlo olvidado. 4Mas la verdad nunca
puede olvidarse de sí misma, y tú no has olvidado lo que eres. 5Sólo
una extraña ilusión de ti mismo, un deseo de derrotar lo que eres, es lo que no
se acuerda.
6. La guerra contra ti mismo no es más que una
batalla entre dos ilusiones que luchan para diferenciarse la una de la otra,
creyendo que la que triunfe será la verdadera. 2No existe conflicto
alguno entre ellas y la verdad. 3Ni tampoco son ellas diferentes
entre sí. 4Ninguna de las dos es verdad. 5Por lo tanto,
no importa qué forma adopten. 6Lo que las engendró es una locura y
no pueden sino seguir formando parte de ello. 7La locura no representa
ninguna amenaza contra la realidad ni ejerce influencia alguna sobre ella. 8Las
ilusiones no pueden vencer a la verdad ni suponer una amenaza para ella en
absoluto. 9Y la realidad que niegan no forma parte de ellas.
7. Lo que tú recuerdas forma parte de ti. 2Pues
no puedes sino ser tal como Dios te creó. 3La verdad no lucha contra
las ilusiones ni las ilusiones luchan contra la verdad. 4Las ilusiones
sólo luchan entre ellas. 5Al estar fragmentadas, fragmentan a
su vez. 6Pero la verdad es indivisible y se encuentra mucho más allá
de su limitado alcance. 7Recordarás lo que sabes cuando hayas
comprendido que no puedes estar en conflicto. 8Una ilusión acerca
de ti mismo puede luchar contra otra, mas la guerra entre dos ilusiones es un
estado en el que nada ocurre. 9No hay ni vencedor ni victoria. 10Y
la verdad se alza radiante, más allá del conflicto, intacta y serena en la paz
de Dios.
8. Los conflictos sólo pueden tener lugar entre dos
fuerzas. 2No pueden existir entre lo que es un poder y lo que no es
nada. 3No hay nada que puedas atacar que no forme parte de ti. 4Y
al atacarlo das lugar a dos ilusiones de ti mismo en conflicto entre sí. 5Y
esto ocurre siempre que contemplas alguna creación de Dios de cualquier manera
que no sea con amor. 6El conflicto es temible, pues es la cuna del
temor. 7Mas lo que ha nacido de la nada no puede cobrar realidad
mediante la pugna. 8¿Por qué llenar tu mundo de conflictos contigo
mismo?. 9Deja que toda esa locura quede des-hecha y vuélvete en paz
al recuerdo de Dios, el cual brilla aún en tu mente serena.
9. ¡Observa cómo desaparece el conflicto que existe
entre las ilusiones cuando se lleva ante la verdad! 2Pues sólo
parece real si lo ves como una guerra entre verdades conflictivas, en la que la
vencedora es la más cierta, la más real y la que derrota a la ilusión que era
menos real, que al ser vencida se convierte en una ilusión. 3Así
pues, el conflicto es la elección entre dos ilusiones, una a la que se coronará
como real, y la otra que será derrotada y despreciada. 4En esta
situación el Padre jamás podrá ser recordado. 5Sin embargo, no hay
ilusión que pueda invadir Su hogar y alejarlo de lo que Él ama eternamente. 6Y
lo que Él ama no puede sino estar eternamente sereno y en paz porque es
Su hogar.
10. Tú, Su Hijo bien amado, no eres una ilusión,
puesto que eres tan real y tan santo como Él. 2La quietud de tu
certeza acerca de Él y de ti mismo es el hogar de Ambos, donde moráis como uno
solo y no como entes separados. 3Abre la puerta de Su santísimo
hogar y deja que el perdón elimine todo vestigio de la creencia en el pecado,
la cual priva a Dios de Su hogar y a Su Hijo con Él. 4No eres un
extraño en la casa de Dios. 5Dale la bienvenida a tu hermano al
hogar donde Dios Mismo lo ubicó en serenidad y en paz, y donde mora con él. 6Las
ilusiones no tienen cabida allí donde mora el amor, pues éste te protege de
todo lo que no es verdad. 7Moras en una paz tan ilimitada como la de
Aquel que la creó, y a aquellos que quieren recordarlo a Él se les da todo. 8El
Espíritu Santo vela Su hogar, seguro de que la paz de éste jamás se puede
perturbar.
11. ¿Cómo iba a ser posible que el santuario
de Dios se volviese contra sí mismo y tratase de subyugar al que allí mora? 2Piensa
en lo que ocurre cuando la morada de Dios se percibe a sí misma como dividida: 3el
altar desaparece, la luz se vuelve tenue y el templo del Santísimo se convierte
en la morada del pecado. 4Y todo se olvida, salvo las ilusiones. 5Las
ilusiones pueden estar en conflicto porque sus formas son diferentes. 6Y
batallan únicamente para establecer qué forma es real.
12. Las ilusiones encuentran ilusiones; la verdad se
encuentra a sí misma. 2El encuentro de las ilusiones conduce a la
guerra. 3Mas la paz se extiende a sí misma al contemplarse a sí
misma. 4La guerra es la condición en la que el miedo nace, crece e
intenta dominarlo todo. 5La paz es el estado donde mora el amor y
donde busca compartirse a sí mismo. 6La paz y el conflicto son
opuestos. 7Allí donde uno mora, el otro no puede estar; donde uno de
ellos va, el otro desaparece. 8Así es como el recuerdo de Dios queda
nublado en las mentes que se han convertido en el campo de batalla de las
ilusiones. 9Mas Su recuerdo brilla muy por encima de esta guerra
insensata listo para ser recordado cuando te pongas de parte de la paz.
LECCIÓN 263
Mi santa visión ve la pureza de todas las cosas.
1. Padre, Tu
Mente creó todo cuanto existe, Tu Espíritu se adentró en ello y Tu Amor le
infundió vida. 2¿Y voy yo
acaso a contemplar lo que Tú creaste como si en ello pudiese anidar el pecado? 3No quiero percibir imágenes tan tenebrosas y
atemorizantes. 4Es
imposible que yo pueda preferir el sueño de un loco a toda la hermosura con la
que tú bendijiste la creación; a toda su pureza y dicha, así como a su eterna y
serena morada en Ti.
2. Y mientras todavía nos encontremos ante las puertas
del Cielo, contemplemos todo cuanto veamos a través de una visión santa y de
los ojos de Cristo. 2Permite que todas las apariencias nos parezcan
puras, para que podamos pasarlas de largo con inocencia, y dirigirnos juntos a
la casa de nuestro Padre como hermanos y como los santos Hijos de Dios que
somos.
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