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IV. La entrada al arca
1. Nada puede herirte a no ser que le confieras ese
poder. 2Mas tú confieres poder según las leyes de este mundo
interpretan lo que es dar: al dar, pierdes. 3No obstante, no es a ti
a quien corresponde conferir poder a nada. 4Todo poder es de Dios;
Él lo otorga, y el Espíritu Santo, que sabe que al dar no puedes sino ganar, lo
revive. 5Él no le confiere poder alguno al pecado, que, por consiguiente,
no tiene ninguno; tampoco le confiere poder a sus resultados tal como el mundo
los ve: la enfermedad, la muerte, la aflicción y el dolor. 6Ninguna
de estas cosas ha ocurrido porque el Espíritu Santo no las ve ni le otorga
poder a su aparente fuente. 7Así es como te mantiene a salvo de
ellas. 8Al no tener ninguna ilusión acerca de lo que eres, el
Espíritu Santo sencillamente pone todo en Manos de Dios, Quien ya ha dado y
recibido todo lo que es verdad. 9Lo que no es verdad Él ni lo ha
recibido ni lo ha dado.
2. El pecado no tiene cabida en el Cielo,
donde sus resultados serían algo ajeno a éste y donde ni ellos ni su fuente
podrían tener acceso. 2Y en esto reside tu necesidad de no ver
pecado en tu hermano. 3El Cielo se encuentra en él. 4Si
ves pecado en él, pierdes de vista el Cielo. 5Contémplalo tal como
es, no obstante, y lo que es tuyo irradiará desde él hasta ti. 6Tu
salvador te ofrece sólo amor, pero lo que recibes de él depende de ti. 7Él
tiene el poder de pasar por alto todos tus errores, y en ello reside su propia
salvación. 8Y lo mismo sucede con la tuya. 9La salvación
es una lección en dar, tal como la interpreta el Espíritu Santo. 10La
salvación es el re-despertar de las leyes de Dios en mentes que han promulgado
otras leyes a las que han otorgado el poder de poner en vigor lo que Dios no
creó.
3. Tus desquiciadas leyes fueron promulgadas
para garantizar que cometieses errores y que éstos tuviesen poder sobre ti al
aceptar sus consecuencias como tu justo merecido. 2¿Qué puede ser
esto sino una locura? 3¿Y es esto acaso lo que quieres ver en aquel
que te puede salvar de la demencia? 4Él está tan libre de ello como
tú, y en la libertad que ves en él ves la tuya. 5Pues la libertad es
algo que compartís. 6Lo que Dios ha dado obedece Sus leyes y sólo
Sus leyes. 7Es imposible que aquellos que las obedecen puedan
sufrir las consecuencias de cualquier otra causa.
4. Los que eligen la libertad experimentarán
únicamente sus resultados. 2Pues el poder del que gozan procede de
Dios, y sólo le otorgarán ese poder a lo que Dios ha dado, a fin de compartirlo
con ellos. 3Nada excepto esto puede afectarles, pues es lo único que
ven, y comparten su poder con ello de acuerdo con la Voluntad de Dios. 4Y
de esta manera es como se establece y se mantiene vigente su libertad, 5la
cual prevalece por encima de cualquier tentación de querer aprisionar a otros o
de ser aprisionados. 6Debes preguntar qué es la libertad a aquellos
que han aprendido lo que es. 7No le preguntes a un gorrión cómo se
eleva el águila pues los alicortos no han aceptado para sí mismos el poder que
pueden compartir contigo.
5. Los que son incapaces de pecar dan tal
como han recibido. 2Ve en tu hermano, pues, el poder de la
impecabilidad *, y comparte con él el poder que le has concedido para
que se libere del pecado. 3A todo el que camina por la tierra, en
aparente soledad se le ha dado un salvador, cuya función especial aquí es
liberarlo, para así liberarse él a sí mismo. 4En el mundo de la
separación se le asigna esa función a cada uno por separado, aunque todos ellos
son uno solo. 5Pero los que saben que todos ellos son uno solo no
tienen necesidad de salvación. 6Y cada uno encuentra a su salvador
cuando está listo para contemplar la faz de Cristo y ver que Éste está libre de
pecado.
6. No es éste un plan que tú hayas elaborado; y no
tienes que hacer nada, salvo aprender el papel que se te encomendó. 2Pues
Aquel que conoce todo lo demás se ocupará de ello sin tu ayuda. 3Pero
no pienses que Él no tiene necesidad del papel que te corresponde desempeñar
para que lo asista a Él en lo demás. 4Pues de tu papel depende todo
el plan, y ningún papel está completo sin tu papel, ni tampoco puede lo que es
todo estar completo sin él. 5Al arca de la paz se entra de dos en
dos. aSin embargo, el comienzo de otro mundo los acompaña. 6Toda
relación santa tiene que entrar aquí para aprender la función especial que le
corresponde desempeñar en el plan del Espíritu Santo ahora que comparte Su
propósito. 7Y a medida que ese propósito se alcanza, surge un nuevo
mundo en el que el pecado no tiene cabida, y donde el Hijo de Dios puede entrar
sin miedo y descansar por un rato para olvidar su esclavitud y recordar su
libertad. 8Mas ¿cómo iba a poder entrar a descansar y a recordar si
tú no le acompañas? 9A menos que estés allí, él no está completo. 10Y
es su compleción lo que él recuerda allí.
7. Éste es el propósito que se te encomendó. 2No
pienses que perdonar a tu hermano os beneficia sólo a vosotros dos. 3Pues
el nuevo mundo en su totalidad descansa en las manos de cada dos seres que
entren allí a descansar. 4Y mientras descansan, la faz de Cristo
refulge sobre ellos, y ellos recuerdan las leyes de Dios, olvidándose de todo
lo demás y anhelando únicamente que Sus leyes se cumplan perfectamente en ellos
y en todos sus hermanos. 5¿Crees que podrías descansar sin ellos
una vez que esto se haya realizado? 6No podrías dejar ni a uno solo
afuera tal como yo tampoco podría dejarte a ti afuera, y olvidarme así de una
parte de mí mismo.
8. Tal vez te preguntes cómo vas a poder estar en
paz si, mientras estés en el tiempo, aún queda tanto por hacer antes de que el
camino que lleva a la paz esté libre y despejado. 2Quizá te parezca
que esto es imposible. 3Pero pregúntate si es posible que Dios
hubiese podido elaborar un plan para tu salvación que pudiese fracasar. 4Una
vez que aceptes Su plan como la única función que quieres desempeñar, no habrá
nada de lo que el Espíritu Santo no se haga cargo por ti sin ningún esfuerzo
por tu parte. 5Él irá delante de ti despejando el camino, y no
dejará escollos en los que puedas tropezar ni obstáculos que pudiesen obstruir
tu paso. 6Se te dará todo lo que necesites. 7Toda
aparente dificultad simplemente se desvanecerá antes de que llegues a ella. 8No
tienes que preocuparte por nada, sino, más bien, desentenderte de todo, salvo
del único propósito que quieres alcanzar. 9De la misma manera en
que éste te fue dado, asimismo su consecución se llevará a cabo por ti. 10La
promesa de Dios se mantendrá firme contra todo obstáculo, pues descansa sobre
la certeza, no sobre la contingencia. 11Descansa en ti. 12¿Y
que puede haber que goce de más certeza que un Hijo de Dios?
LECCIÓN 235
Dios, en Su misericordia, dispone que yo me salve.
1. Tan
sólo necesito contemplar todo aquello que parece herirme, y con absoluta
certeza decirme a mí mismo: "La Voluntad de Dios es que yo me salve de
esto", para que de inmediato lo vea desaparecer. 2Tan sólo
necesito tener presente que la Voluntad de mi Padre para mí es felicidad, para
darme cuenta de que lo único que se me ha dado es felicidad. 3Tan sólo
necesito
recordar que el Amor de Dios rodea a Su Hijo y mantiene su inocencia eternamente
perfecta, para estar seguro de que me he salvado y de que me encuentro para siempre a salvo en Sus Brazos. 4Yo soy el
Hijo que Él ama. 5Y me he salvado porque Dios en Su misericordia así lo
dispuso.
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