II. La impecabilidad* de tu hermano
1. Lo opuesto a las ilusiones no es la desilusión
sino la verdad. 2Sólo para el ego, para el que la verdad no tiene
significado, parecen ser las ilusiones y la desilusión las únicas
alternativas, las cuales son diferentes entre sí. 3Pero en verdad
son lo mismo. 4Ambas aportan el mismo cúmulo de sufrimiento, aunque
cada una parece ser la única manera de escaparse de la aflicción que la otra
ocasiona. 5Toda ilusión alberga dolor y sufrimiento entre los
tenebrosos pliegues de las pesadas vestiduras tras las que oculta su
inexistencia. 6Sin embargo, esas sombrías y pesadas vestiduras son
las que cubren a aquellos que van en pos de ilusiones, y las que los mantienen
ocultos del júbilo de la verdad.
2. La verdad es lo opuesto a las ilusiones porque
ofrece dicha. 2¿Qué otra cosa sino la dicha podría ser lo opuesto al
sufrimiento? 3Abandonar un tipo de sufrimiento e ir en busca de
otro no es un escape. 4Cambiar una ilusión por otra no es realmente
un cambio. 5Tratar de encontrar felicidad en el sufrimiento es una
insensatez, pues ¿cómo se iba a poder encontrar felicidad en el sufrimiento? 6Lo
único que se puede hacer en el tenebroso mundo del sufrimiento es seleccionar
algunos aspectos de él, verlos como si fuesen diferentes y luego definir la
diferencia como felicidad. 7Percibir una diferencia donde no la hay,
no obstante, realmente no cambia nada.
3. Lo único que hacen las ilusiones es ocasionar
culpabilidad, sufrimiento, enfermedad y muerte a sus creyentes. 2La
forma en que las ilusiones se aceptan es irrelevante. 3A los ojos de
la razón, ninguna forma de sufrimiento se puede confundir con la dicha. 4La
dicha es eterna. 5Puedes estar completamente seguro de que todo lo
que aparenta ser felicidad y no es duradero es realmente miedo. 6La
dicha no se convierte en pesar, pues lo eterno no puede cambiar, pero el pesar
puede volverse dicha, pues el tiempo cede ante lo eterno. 7Únicamente
lo eterno permanece inmutable, 8pero todo lo que se encuentra en el
tiempo puede cambiar con el paso de éste. 9No obstante, para que el
cambio sea real y no imaginado, las ilusiones tienen que ceder ante la verdad y
no ante otros sueños igualmente irreales. 10Eso no sería diferente.
4. La razón te diría que la única manera de
escaparte del sufrimiento es reconociéndolo y tomando el camino opuesto. 2Toda
verdad es lo mismo y todo sufrimiento es lo mismo también, pero ambos son
diferentes entre sí desde cualquier punto de vista, en toda circunstancia y sin
excepción. 3Creer que puede haber una sola excepción es confundir lo
que es lo mismo con lo que es diferente. 4Una sola ilusión que se
abrigue y se defienda contra la verdad priva a ésta de todo significado y hace
que todas las ilusiones sean reales. 5Tal es el poder de la
creencia, 6la cual es incapaz de transigir. 7Y la fe en
la inocencia sería fe en el pecado si la creencia excluyera una sola cosa
viviente y le negase la bendición de su perdón.
5. Tanto la razón como el ego te dicen eso mismo,
pero la interpretación que hacen de ello es completamente diferente. 2El
ego te asegura ahora que es imposible que puedas ver a nadie libre de culpa. 3Y
si esta manera de ver es la única que puede liberarte de la culpabilidad,
entonces la creencia en el pecado no puede sino ser eterna. 4Pero la
razón ve eso de otro modo, pues la razón ve que la fuente de una idea es lo que
hace que ésta sea cierta o falsa. 5Esto tiene que ser así, si la
idea es semejante a su fuente. 6Por lo tanto -dice la razón- si el
propósito que se le asignó al Espíritu Santo fue ayudarte a escapar de la
culpabilidad, y ese propósito le fue dado por Aquel para Quien nada que Su
Voluntad disponga es imposible, los medios para lograr ese objetivo tienen que
ser más que posibles. 7Tienen que existir y tú tienes que estar en
posesión de ellos.
6. Esta es una etapa crucial en este curso, pues en
este punto tiene que tener lugar una completa separación entre tú y el ego. 2Pues
si ya dispones de los medios para dejar que el propósito del Espíritu Santo se
alcance, dichos medios pueden utilizarse. 3A medida que los
utilices, tu fe en ellos será cada vez mayor. 4Para el ego, sin
embargo, eso es imposible, y nadie emprende lo que no ofrece ninguna esperanza
de poderse lograr. 5Tú sabes que lo que la Voluntad de tu Creador
dispone es posible, pero aquello que tú inventaste no lo cree. 6Ahora
tienes que elegir entre ti y lo que es sólo una ilusión de ti. 7No
ambas cosas, sino una sola. 8No tiene objeto intentar eludir esta
decisión. 9Hay que tomarla. 10La fe y la creencia pueden
inclinarse hacia cualquiera de esas dos opciones, pero la razón te dice que el
sufrimiento se encuentra únicamente en una de ellas y la dicha en la otra.
7. No abandones a tu hermano ahora, pues vosotros
que sois lo mismo no decidiréis por separado ni en forma diferente. 2Os
dais el uno al otro o bien vida o bien muerte; sois cada uno el salvador del
otro o su juez, y os ofrecéis refugio o condenación. 3Este curso o
bien se creerá enteramente o bien no se creerá en absoluto. 4Pues es
completamente cierto o completamente falso, y no puede ser creído sólo
parcialmente. 5Y tú te escaparás enteramente del sufrimiento o no
te escaparás en absoluto. 6La razón te dirá que no hay un lugar
intermedio donde te puedas detener indeciso, esperando a elegir entre la
felicidad del Cielo o el sufrimiento del infierno. 7Hasta que no
elijas el Cielo, estarás en el infierno y abatido por el sufrimiento.
8. No hay ninguna parte del Cielo de la que puedas
apropiarte y tejer ilusiones de ella. 2Ni hay una sola ilusión con
la que puedas entrar en el Cielo. 3Un salvador no puede ser un juez
ni la misericordia puede ser condenación. 4Y la visión no puede
condenar, sino únicamente bendecir. 5Aquel Cuya función es salvar, salvará.
6Cómo lo ha de lograr está más allá de tu entendimiento, pero
cuándo lo va a hacer está en tus manos. 7Pues el tiempo es
una invención tuya y, por lo tanto, lo puedes gobernar. 8No eres
esclavo de él ni del mundo que fabricaste.
9. Examinemos más de cerca la ilusión de que lo que
tú fabricaste tiene el poder de esclavizar a su hacedor. 2Esta es la
misma creencia que dio lugar a la separación. 3Es la idea insensata
de que los pensamientos pueden abandonar la mente del pensador, ser diferentes
de ella y oponerse a ella. 4Si eso fuese cierto, los pensamientos
no serían extensiones de la mente, sino sus enemigos. 5Aquí vemos
nuevamente otra forma de la misma ilusión fundamental que ya hemos examinado
muchas veces con anterioridad. 6Sólo si fuese posible que el Hijo de
Dios pudiera abandonar la Mente de su Padre, hacerse diferente y oponerse a Su
Voluntad, sería posible que el falso ser que inventó, y todo lo que éste
fabricó, fuesen su amo.
10. Contempla la gran proyección, pero mírala con la
determinación de que tiene que ser sanada, aunque no mediante el temor. 2Nada
que hayas fabricado tiene poder alguno sobre ti, a menos que todavía quieras
estar separado de tu Creador y tener una voluntad que se oponga a la Suya. 3Pues
sólo si crees que Su Hijo puede ser Su enemigo parece entonces posible que lo
que has inventado sea asimismo enemigo tuyo. 4Prefieres condenar al
sufrimiento Su alegría y hacer que Él sea diferente. 5Sin embargo,
al único sufrimiento al que has dado lugar ha sido al tuyo propio. 6¿No
te alegra saber que nada de eso es cierto? 7¿No son buenas nuevas
oír que ni una sola de las ilusiones que forjaste ha substituido a la verdad?
11. Son sólo tus pensamientos los que han
sido imposibles. 2No puede ser que la salvación sea imposible. 3Pero
sí es imposible ver a tu salvador como un enemigo y al mismo tiempo
reconocerlo. 4No obstante, puedes reconocerlo como lo que es porque
ésa es la Voluntad de Dios. 5Lo que Dios le confirió a tu relación
santa aún se encuentra en ella. 6Pues lo que Él le dio al Espíritu
Santo para que te lo diese a ti, el Espíritu Santo te lo dio. 7¿No
querrías contemplar al salvador que se te ha dado? 8¿Y no
intercambiarías con gratitud la función de verdugo que le adjudicaste por la
que en verdad tiene? 9Recibe de él lo que Dios le dio para ti, no lo
que trataste de darte a ti mismo.
12. Más allá del cuerpo que has interpuesto entre tu
hermano y tú, y reluciendo en la áurea luz que le llega desde el círculo
radiante e infinito que se extiende eternamente, se encuentra tu relación
santa, que Dios Mismo ama. 2¡Cuán serena descansa en el tiempo, y,
sin embargo, más allá de él! a¡Cuán inmortal, y, sin embargo, en la
tierra! 3¡Cuán grande el poder que en ella reside! 4El
tiempo acata su voluntad, y la tierra será lo que ella disponga que sea. 5En
ella no existe una voluntad separada ni el deseo de que nada se encuentre
separado. 6Su voluntad no hace excepciones y lo que dispone es
verdad. 7Toda ilusión que se lleva ante su perdón se pasa por alto
dulcemente y desaparece. 8Pues Cristo ha renacido en su centro, para
iluminar Su morada con una visión que pasa por alto al mundo. 9¿No
querrías que esa santa morada fuese también la tuya? 10En ella no
hay sufrimiento, sino únicamente dicha.
13. Lo único que necesitas hacer para morar aquí
apaciblemente junto a Cristo, es compartir Su visión. 2Su visión se
le concede inmediatamente y de todo corazón a todo aquel que esté dispuesto a
ver a su hermano libre de pecado. 3Y tienes que estar dispuesto a no
excluir a nadie, si quieres liberarte completamente de todos los efectos del
pecado. 4¿Te concederías a ti mismo un perdón parcial? 5¿Puedes
alcanzar el Cielo mientras un solo pecado aún te tiente a seguir sufriendo? 6El
Cielo es el hogar de la pureza perfecta, y Dios lo creó para ti. 7Contempla
a tu santo hermano, tan libre de pecado como tú, y permítele que te conduzca
hasta allí.
LECCIÓN 255
Elijo pasar este día en perfecta paz.
1. No me parece que pueda elegir experimentar
únicamente paz hoy. 2Sin embargo, mi Dios me asegura que Su Hijo es
como Él. 3Que pueda hoy tener fe en Aquel que afirma que soy el Hijo
de Dios. 4Y que la paz que hoy elijo experimentar dé fe de la verdad
de Sus Palabras. 5El Hijo
de Dios no puede sino estar libre de preocupaciones y morar eternamente en la
paz del Cielo. 6En Nombre Suyo, consagro este día a encontrar lo que
la Voluntad de mi Padre ha dispuesto para mí, a aceptarlo como propio y a
concedérselo a todos Sus Hijos, incluido yo.
2. Así es como deseo pasar este día Contigo,
Padre mío. 2Tu Hijo no Te ha olvidado. 3 La
paz que le otorgaste sigue estando en su mente, y es ahí donde elijo pasar este
día.
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