IV. El miedo a mirar adentro
1. El Espíritu Santo jamás te enseñará que eres un
pecador. 2Corregirá tus errores, pero eso no es algo que le pueda
causar temor a nadie. 3Tienes un gran temor a mirar en tu interior y
ver el pecado que crees que se encuentra allí. 4No tienes miedo de
admitir esto. 5El ego considera muy apropiado que se asocie el miedo
con el pecado, y sonríe con aprobación. 6No teme dejar que te
sientas avergonzado. 7No pone en duda la creencia y la fe que tienes
en el pecado. 8Sus templos no se tambalean por razón de ello. 9Tu
certeza de que dentro de ti anida el pecado no hace sino dar fe de tu deseo de
que esté allí para que se pueda ver. 10Sin embargo, esto tan sólo
aparenta ser la fuente del temor.
2. Recuerda que el ego no está solo. 2Su
dominio está circunscrito, y teme a su "enemigo" desconocido, a Quien
ni siquiera puede ver. 3Te pide imperiosamente que no mires dentro
de ti, pues si lo haces tus ojos se posarán sobre el pecado y Dios te cegará. 4Esto
es lo que crees, y, por lo tanto, no miras. 5Mas no es éste el temor
secreto del ego, ni tampoco el tuyo que eres su siervo. 6El ego,
vociferando destempladamente y demasiado a menudo, profiere a gritos que lo es.
7Pues bajo ese constante griterío y esas declaraciones
disparatadas, el ego no tiene ninguna certeza de que lo sea. 8Tras
tu temor de mirar en tu interior por razón del pecado se oculta todavía otro
temor, y uno que hace temblar al ego.
3. ¿Qué pasaría si mirases en tu interior y no
vieses ningún pecado? 2Esta "temible" pregunta es una que
el ego nunca plantea. 3Y tú que la haces ahora estás amenazando
demasiado seriamente todo su sistema defensivo como para que él se moleste en
seguir pretendiendo que es tu amigo. 4Aquellos que se han unido a
sus hermanos han abandonado la creencia de que su identidad reside en el ego. 5Una
relación santa es aquella en la que te unes con lo que en verdad forma parte de
ti. 6Tu creencia en el pecado ha sido quebrantada, y ahora no estás
totalmente reacio a mirar dentro de ti y no ver pecado alguno.
4. Tu liberación no es aún total: todavía es parcial
e incompleta, aunque ya ha despuntado en ti. 2Al no estar
completamente loco, has estado dispuesto a contemplar una gran parte de tu
demencia y a reconocer su locura. 3Tu fe está comenzado a
interiorizarse más allá de la demencia hacia la razón. 4Y lo que tu
razón te dice ahora, el ego no lo quiere oír. 5El propósito del
Espíritu Santo fue aceptado por aquella parte de tu mente que el ego no conoce 6y
que tú tampoco conocías. 7Sin embargo, esa parte, con la que ahora
te identificas, no teme mirarse a sí misma. 8No conoce el pecado. 9¿De
qué otra forma, sino, habría estado dispuesta a considerar el propósito del
Espíritu Santo como suyo propio?
5. Esta parte ha visto a tu hermano y lo ha
reconocido perfectamente desde los orígenes del tiempo. 2Y no ha
deseado más que unirse a él y ser libre nuevamente, como una vez lo fue. 3Ha
estado esperando el nacimiento de la libertad, la aceptación de la liberación
que te espera. 4Y ahora reconoces que no fue el ego el que se unió
al propósito del Espíritu Santo, y, por lo tanto, que tuvo que haber sido otra
cosa. 5No creas que esto es una locura, 6pues es lo que
te dice la razón y se deduce perfectamente de lo que ya has aprendido.
6. En las enseñanzas del Espíritu Santo no hay
inconsistencias. 2Éste es el razonamiento de los cuerdos. 3Has
percibido la locura del ego, y no te ha dado miedo porque elegiste no
compartirla. 4Pero aún te engaña a veces. 5No obstante,
en tus momentos más lúcidos, sus desvaríos no producen ningún terror en tu
corazón. 6Pues te has dado cuenta de que no quieres los regalos que
el ego te quitaría de rabia por tu "presuntuoso" deseo de querer
mirar adentro. 7Todavía quedan unas cuantas baratijas que parecen
titilar y llamarte la atención. 8No obstante, ya no
"venderías" el Cielo por ellas.
7. Y ahora el ego tiene miedo. 2Mas lo
que él oye aterrorizado, la otra parte de tu mente lo oye como la más dulce
melodía: el canto que añoraba oír desde que el ego se presentó en tu mente por
primera vez. 3La debilidad del ego es su fortaleza. 4El
himno de la libertad, el cual canta en alabanza de otro mundo, le brinda esperanzas
de paz. 5Pues recuerda al Cielo, y ve ahora que el Cielo por fin ha
descendido a la tierra, de donde el dominio del ego lo había mantenido alejado
por tanto tiempo. 6El Cielo ha llegado porque encontró un hogar en
tu relación en la tierra. 7Y la tierra no puede retener por más
tiempo lo que se le ha dado al Cielo como suyo propio.
8. Contempla amorosamente a tu hermano, y recuerda
que la debilidad del ego se pone de manifiesto ante vuestra vista. 2Lo
que el ego pretendía mantener separado se ha encontrado y se ha unido, y ahora
contempla al ego sin temor. 3Criatura inocente de todo pecado, sigue
el camino de la certeza jubilosamente. 4No dejes que la demente
insistencia del miedo de que la certeza reside en la duda te detenga. 5Eso
no tiene sentido. 6¿Qué importa cuán imperiosamente se proclame? 7Lo
que es insensato no cobra sentido porque se repita o se aclame. 8El
camino de la paz está libre y despejado. 9Síguelo felizmente, y no
pongas en duda lo que no puede sino ser cierto.
2. Así es como quiero vera todo el mundo
hoy. 2Mis hermanos son Tus Hijos. 3Tu
Paternidad los creó y me
los confió como parte de Ti, así como de mi propio Ser. 4Hoy Te honro a través de ellos, y así espero
en este día poder reconocer mi Ser.
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