II. La ofrenda de azucenas
1. Observa todas las baratijas que se confeccionan
para colgarse del cuerpo, o para cubrirlo o para que él las use. 2Contempla
todas las cosas inútiles que se han inventado para que sus ojos las vean. 3Piensa
en las muchas ofrendas que se le hacen para su deleite, y recuerda que todas
ellas se concibieron para que aquello que aborreces pareciera hermoso. 4¿Utilizarías
eso que aborreces para cautivar a tu hermano y atraer su atención? 5Date
cuenta de que lo único que le ofreces es una corona de espinas, al no reconocer
el cuerpo como lo que es y al tratar de justificar la interpretación que haces
de su valor basándote en la aceptación que tu hermano hace de él. 6Aún
así, el regalo proclama el poco valor que le concedes a tu hermano, del mismo
modo en que el agrado con que él lo acepta refleja el poco valor que
él se concede a sí mismo.
2. Si los regalos se han de dar y recibir de verdad,
no se pueden dar a través del cuerpo. 2El cuerpo no puede ofrecer ni
aceptar nada; tampoco puede dar o quitar nada. 3Sólo la mente puede
evaluar, y sólo ella puede decidir lo que quiere recibir y lo que quiere dar. 4Y
cada regalo que ofrece depende de lo que ella misma desea. 5La mente
engalanará con gran esmero lo que ha elegido como hogar, y lo preparará para
que reciba los regalos que ella desea obtener, ofreciéndoselos a
aquellos que vengan a dicho hogar, o a aquellos que quiere atraer a él. 6Y
allí intercambiarán sus regalos, ofreciendo y recibiendo lo que sus mentes
hayan juzgado como digno de ellos.
3. Cada regalo es una evaluación tanto del que
recibe como del que da. 2No hay nadie que no considere como
un altar a sí mismo aquello que ha elegido como su hogar. 3Y no hay
nadie que no desee atraer a los devotos de lo que ha depositado allí, haciendo
que sea digno de la devoción de éstos. 4Y todo el mundo ha puesto
una luz sobre su altar para que otros puedan ver lo que ha depositado en él y
lo hagan suyo. 5Este es el valor que le concediste a tu hermano y
que te concediste a ti mismo. 6Éste es el regalo que le haces a él y
que te haces a ti mismo: el veredicto acerca del Hijo de Dios por lo que él es.
7No te olvides de que es a tu salvador a quien le ofreces el regalo.
8Ofrécele espinas y te crucificas a ti mismo. 9Ofrécele
azucenas y es a ti mismo a quien liberas.
4. Tengo gran necesidad de azucenas, pues el Hijo de
Dios no me ha perdonado. 2¿Y puedo ofrecerle perdón cuando él me
ofrece espinas? 3Pues aquel que le ofrece espinas a alguien está
todavía contra mí, mas ¿quién podría ser íntegro sin él? 4Sé su
amigo en mi nombre, para que yo pueda ser perdonado y tú puedas ver que el Hijo
de Dios goza de plenitud. 5Pero examina primero el altar del hogar
que has elegido, y observa lo que allí has depositado para ofrecérmelo a mí. 6Si
son espinas cuyas puntas refulgen en una luz de color sangre, has elegido al
cuerpo como hogar y lo que me ofreces es separación. 7Las espinas,
no obstante, han desaparecido. 8Examínalas más de cerca ahora y
podrás ver que tu altar ya no es lo que era antes.
5. Todavía miras con los ojos del cuerpo, y éstos
sólo pueden ver espinas. 2Sin embargo, has pedido ver otra cosa y se
te ha concedido. 3Aquellos que aceptan el propósito del Espíritu
Santo como su propósito comparten asimismo Su visión. 4Y lo que le
permite a Él ver irradiar Su propósito desde cada altar es algo tan tuyo como
Suyo. 5Él no ve extraños, sino tan sólo amigos entrañables y
amorosos. 6Él no ve espinas, sino únicamente azucenas que refulgen
en el dulce resplandor de la paz, la cual irradia su luz sobre todo lo que Él
contempla y ama.
6. Durante estas Pascuas contempla a tu hermano con
otros ojos. 2Tú me has perdonado ya. 3Sin embargo,
no puedo hacer uso de tu regalo de azucenas, mientras tú no las veas. 4Ni
tú puedes hacer uso de lo que yo te he dado mientras no lo compartas. 5La
visión del Espíritu Santo no es un regalo nimio ni algo con lo que se juega,
por un rato para luego dejarse de lado. 6Presta gran atención a
esto, y no creas que es sólo un sueño, una idea pueril con la que entretenerte
por un rato, o un juguete con el que juegas de vez en cuando y del que luego te
olvidas. 7Pues si eso es lo que crees, eso es lo que será para ti.
7. Gozas ya de la visión que te permite ver más allá
de las ilusiones. 2Se te ha concedido para que no veas espinas, ni
extraños, ni ningún obstáculo a la paz. 3El temor a Dios ya no
significa nada para ti. 4¿Quién temería enfrentarse a las ilusiones,
sabiendo que su salvador está a su lado? 5Con él a tú lado tú visión
se ha convertido en el poder más grande que Dios Mismo puede conceder para
desvanecer las ilusiones, 6pues lo que Dios le dio al Espíritu
Santo, tú lo has recibido. 7El Hijo de Dios cuenta contigo para su
liberación. 8Pues tú has pedido -y se te ha concedido- la fortaleza
para poder enfrentarte a este último obstáculo, y no ver clavos ni espinas que
crucifiquen al Hijo de Dios y lo coronen como rey de la muerte.
8. El hogar que has elegido está al otro lado, más
allá del velo. 2Ha sido cuidadosamente preparado para ti y ahora
está listo para recibirte. 3No lo verás con los ojos del cuerpo. 4Sin
embargo, ya dispones de todo cuanto puedas necesitar. 5Tu hogar te
ha estado llamando desde los orígenes del tiempo y nunca has sido completamente
sordo a su llamada. 6Oías, pero no sabías cómo mirar, ni hacia
dónde. 7Pero ahora sabes. 8El conocimiento se encuentra
en ti, presto a ser revelado y liberado de todo el terror que lo mantenía
oculto. 9En el amor no hay cabida para el miedo. 10El
himno de la Pascua es el grato estribillo que dice que al Hijo de Dios nunca se
le crucificó. 11Alcemos juntos la mirada, no con miedo, sino con fe.
12Y no tendremos miedo, pues no veremos ninguna ilusión, sino una
senda que conduce a las puertas del Cielo, el hogar que compartimos en un
estado de quietud y donde moramos dulcemente y en paz como uno solo.
9. ¿No te gustaría que tu santo hermano te condujese
hasta allí? 2Su inocencia alumbrará tú camino, ofreciéndote su luz
guiadora y absoluta protección, y refulgiendo desde el santo altar en su
interior donde tú depositaste las azucenas del perdón. 3Permite que
sea él quien te salve de tus ilusiones, y contémplalo con la nueva visión que
ve las azucenas y te brinda felicidad. 4Iremos más allá del velo del
temor, alumbrándonos mutuamente el camino. 5La santidad que nos guía
se encuentra dentro de nosotros, al igual que nuestro hogar. 6De
este modo hallaremos lo que Aquel que nos guía dispuso que hallásemos.
10. Este es el camino que conduce al Cielo y a la
paz de la Pascua, donde nos unimos en gozosa conciencia de que el Hijo de Dios
se ha liberado del pasado y ha despertado al presente. 2Ahora es
libre, y su comunión con todo lo que se encuentra dentro de él es ilimitada. 3Ahora
las azucenas de su inocencia no se ven mancilladas por la culpabilidad, pues
están perfectamente resguardadas del frío estremecimiento del miedo, así como
de la perniciosa influencia del pecado. 4Tu regalo lo ha salvado de
las espinas y de los clavos, y su vigoroso brazo está ahora libre para conducirte
a salvo a través de ellos hasta el otro lado. 5Camina con él ahora
lleno de regocijo, pues el que te salva de las ilusiones ha venido a tu
encuentro para llevarte consigo a casa.
11. He aquí tu salvador y amigo, a quien tu visión
ha liberado de la crucifixión, libre ahora para conducirte allí donde él anhela
estar. 2Él no te abandonará, ni dejará a su salvador a merced del
dolor. 3Y gustosamente caminaréis juntos por la senda de la inocencia,
cantando según contempláis las puertas del Cielo abiertas de par en par y
reconocéis el hogar que os llamó. 4Concédele a tu hermano libertad y
fortaleza para que pueda llegar hasta allí. 5Y ven ante su santo
altar, donde la fortaleza y la libertad te aguardan para que ofrezcas y
recibas la radiante conciencia que te conduce a tu hogar. 6La
lámpara está encendida en ti para que le des luz a tu hermano. 7Y
las mismas manos que se la dieron a tu hermano, te conducirán más allá del
miedo al amor.
LECCIÓN 233
Hoy le doy mi vida a Dios para que Él la guíe.
1. Padre, hoy te
entrego todos mis pensamientos. 2No quiero quedarme con ninguno de
ellos. 3En su lugar, dame los Tuyos. 4Te
entrego asimismo todos mis actos, de manera que pueda hacer Tu Voluntad en
lugar de ir en pos de metas inalcanzables y perder el tiempo en vanas
imaginaciones. 5Hoy vengo a Ti. 6Me
haré a un lado y simplemente Te seguiré. 7Sé Tú el Guía hoy, y yo el seguidor que
no duda de la sabiduría de lo Infinito, ni del Amor cuya ternura no puedo
comprender, pero que es, sin embargo, el perfecto regalo que Tú me haces.
2. Hoy
nos dirige un solo Guía. 2Y mientras caminamos juntos le entregamos este día
sin reserva alguna. 3Éste es Su día. 4Y por eso es un día de incontables dones y de
infinitas mercedes para nosotros
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