VI. Los testigos del pecado
1. El dolor demuestra que el cuerpo no puede sino
ser real. 2Es una voz estridente y ensordecedora, cuyos alaridos
tratan de ahogar lo que el Espíritu Santo dice e impedir que Sus palabras
lleguen hasta tu conciencia. 3El dolor exige atención, quitándosela
así al Espíritu Santo y centrándola en sí mismo. 4Su propósito es
el mismo que el del placer, pues ambos son medios de otorgar realidad al
cuerpo. 5Lo que comparte un mismo propósito es lo mismo. 6Esto
es lo que estipula la ley que rige todo propósito, el cual une dentro de sí a
todos aquellos que lo comparten. 7El placer y el dolor son
igualmente ilusorios, ya que su propósito es inalcanzable. 8Por lo
tanto, son medios que no llevan a ninguna parte, pues su objetivo no tiene
sentido. 9Y comparten la falta de sentido de que adolece su
propósito.
2. El pecado oscila entre el dolor y el placer, y de
nuevo al dolor. 2Pues cualquiera de esos testigos es el mismo, y
sólo tienen un mensaje: "Te encuentras dentro de este cuerpo, y se te
puede hacer daño. 3 También puedes tener placer, pero el costo de
éste es el dolor". 4A estos testigos se unen muchos más. 5Cada
uno de ellos parece diferente porque tiene un nombre distinto, y así, parece
responder a un sonido diferente. 6A excepción de esto, los testigos
del pecado son todos iguales. 7Llámale dolor al placer, y dolerá. 8Llámale
placer al dolor, y no sentirás el dolor que se oculta tras el placer. 9Los
testigos del pecado no hacen sino cambiar de un término a otro, según uno de
ellos ocupa el primer plano y el otro retrocede al segundo. 10Es
irrelevante, no obstante, cuál de ellos tenga primacía en cualquier momento
dado. 11Los testigos del pecado sólo oyen la llamada de la muerte.
3. El cuerpo, que de por sí carece de propósito,
contiene todas tus memorias y esperanzas. 2Te vales de sus ojos para
ver y de sus oídos para oír, y dejas que te diga lo que siente. 3Mas
él no lo sabe. 4Cuando invocas los testigos de su realidad,
te repiten únicamente los términos que les proporcionaste para que él los
usara. 5No puedes elegir cuál de entre ellos es real, pues
cualquiera que elijas es igual que los demás. 6Lo único que puedes
hacer es decidir llamarlo por un nombre o por otro, pero eso es todo. 7No
puedes hacer que un testigo sea verdadero sólo porque lo llames con el nombre
de la verdad. 8La verdad se encuentra en él si lo que representa es
la verdad. 9De lo contrario, miente, aunque lo invoques con el santo
Nombre de Dios Mismo.
4. El Testigo de Dios no ve testigos contra el
cuerpo. 2Tampoco presta atención a los testigos que con otros nombres
hablan de manera diferente en favor de la realidad del cuerpo. 3Él
sabe que no es real. 4Pues nada podría contener lo que tú crees que
el cuerpo contiene dentro de sí. 5El cuerpo no puede decirle a una
parte de Dios cómo debe sentirse o cuál es su función. 6El Espíritu
Santo, sin embargo, no puede sino amar aquello que tú tienes en gran estima. 7Y
por cada testigo de la muerte del cuerpo, Él te envía un testigo de la vida que
tienes en Aquel que no conoce la muerte. 8Cada milagro que Él trae
es un testigo de la irrealidad del cuerpo. 9Él cura a éste de sus
dolores y placeres por igual, pues todos los testigos del pecado son
reemplazados por los Suyos.
5. El milagro no hace distinciones entre los nombres
con los que se convocan a los testigos del pecado. 2Demuestra
simplemente que lo que ellos representan no tiene efectos. 3Y puede
demostrar esto porque sus propios efectos han venido a sustituirlos. 4Sea
cual sea el término que hayas utilizado para referirte a tu sufrimiento, 5éste
ya no existe. 6Aquel que es portador del milagro percibe que todos
ellos son uno y lo mismo, y los llama miedo. 7De la misma manera en
que el miedo es el testigo de la muerte, el milagro es el testigo de la vida. 8Es
un testigo que nadie puede refutar, pues los efectos que trae consigo son los
de la vida. 9Gracias a él los moribundos se recuperan, los muertos
resucitan y todo dolor desaparece. 10Un milagro, no obstante, no
habla en nombre propio, sino sólo en nombre de lo que representa.
6. El amor, asimismo, tiene símbolos en el mundo del
pecado. 2El milagro perdona porque representa lo que yace más allá
del perdón, lo cual es verdad. 3¡Cuán absurdo y demente es pensar
que un milagro pueda estar limitado por las mismas leyes que vino
exclusivamente a abolir! 4Las leyes del pecado tienen diferentes
testigos, y cada uno de ellos tiene diferentes puntos fuertes. 5Y
estos testigos dan testimonio de diferentes clases de sufrimiento. 6No
obstante, para Aquel que envía los milagros a fin de bendecir el mundo, una
leve punzada de dolor, un pequeño placer mundano o la agonía de la muerte, no
son sino el mismo estribillo: una petición de curación, una llamada de socorro
en un mundo de sufrimiento. 7De esa similitud es de lo que el
milagro da testimonio. 8Esta similitud es lo que prueba. 9Las
leyes que consideraban que todas esas cosas eran diferentes, son abolidas, lo
cual demuestra su impotencia. 10El propósito del milagro es lograr
esto. 11Y Dios Mismo ha garantizado el poder de los milagros por
razón de lo que atestiguan.
7. Sé, pues, un testigo del milagro, y no de las
leyes del pecado. 2No hay necesidad de que sigas sufriendo. 3Pero
sí de que sanes, ya que el sufrimiento y la angustia del mundo han hecho que
éste sea sordo a su propia necesidad de salvación y liberación.
8. La resurrección del mundo aguarda hasta que sanes
y seas feliz, para que puedas demostrar que el mundo ha sanado. 2El
instante santo sustituirá todo pecado sólo con que lleves sus efectos contigo. 3Y
nadie elegirá sufrir más. 4¿Qué mejor función que ésta podrías
servir? 5Sana para que así puedas sanar, y evítate el sufrimiento
que conllevan las leyes del pecado. 6Y la verdad te será revelada,
por haber elegido que los símbolos del amor ocupen el lugar del pecado.
10. ¿Qué es el juicio Final?
1. El Segundo Advenimiento de Cristo le confiere al
Hijo de Dios este regalo: poder oír a la Voz que habla por Dios proclamar que
lo falso es falso y que lo que es verdad jamás ha cambiado. 2Y éste
es el juicio con el que a la percepción le llega su fin. 3Lo primero
que verás será un mundo que ha aceptado que esto es verdad, al haber sido
proyectado desde una mente que ya ha sido corregida. 4Y con este panorama santo, la percepción imparte una
silenciosa bendición y luego desaparece, al haber alcanzado su objetivo y
cumplido su misión.
2.
El juicio Final sobre el mundo no encierra
condena alguna. 2Pues ve a éste completamente perdonado, libre de
pecado y sin propósito alguno. 3Y al no tener causa ni función ante
los ojos de Cristo, simplemente se disuelve en la nada. 4Ahí nació y
ahí ha de terminar. 5Y todas las figuras del sueño con el que el
mundo comenzó desaparecen con él. 6Los cuerpos no tienen ahora ninguna
utilidad, por lo tanto,
desaparecen también, pues el Hijo de Dios
es ilimitado.
3. Tú que creías que el juicio
Final de Dios condenaría al mundo al infierno junto contigo, acepta esta santa
verdad: el juicio de Dios es el regalo de la Corrección que le concedió a todos
tus errores. aDicha Corrección te libera de ellos y de todos los
efectos que parecían tener. 2Tener miedo de la gracia redentora de
Dios es tener miedo de liberarte totalmente del sufrimiento, del retorno a la
paz, de la seguridad y la felicidad, así como de tu unión con tu propia
Identidad.
4. El Juicio Final de Dios es tan
misericordioso como cada uno de los pasos de Su plan para bendecir a Su Hijo y
exhortarlo a regresar a la paz eterna que comparte con él. 2No tengas
miedo del amor, 3pues sólo él puede sanar todo pesar,
enjugar todas las lágrimas, y despertar tiernamente de su sueño de dolor al
Hijo que Dios reconoce como Suyo. 4No tengas miedo de eso.
5La salvación te pide que le des la bienvenida. 6Y el mundo
espera tu grata aceptación de ella, gracias a lo cual él se liberará.
5. Este es el juicio Final de Dios: "Tú sigues
siendo Mi santo Hijo, por siempre inocente, por siempre amoroso y por siempre
amado, tan ilimitado como tu Creador, absolutamente inmutable y por siempre
inmaculado. 2Despierta, pues, y regresa a Mí. 3Yo soy tu
Padre y tú eres Mi Hijo"
LECCIÓN 311
Juzgo todas las cosas como quiero que sean.
1. Los juicios se inventaron para usarse como un arma
contra la verdad. 2Separan aquello contra lo que se utilizan, y
hacen que se vea como si fuese algo aparte y separado. 3Luego hacen
de ello lo que tú quieres que sea. 4Juzgan lo que no pueden
comprender, ya que no pueden ver la totalidad, y, por lo tanto, juzgan
falsamente. 5No nos valgamos de ellos hoy, antes bien,
ofrezcámoselos de regalo a Aquel que puede utilizarlos de manera diferente. 6Él
nos salvará de la agonía de todos los juicios que hemos emitido contra
nosotros mismos y re-establecerá nuestra paz mental al ofrecernos el juicio de
Dios con respecto a Su Hijo.
2. Padre, estamos esperando hoy con mentes
receptivas a oír Tu juicio con respecto al Hijo que Tú amas. 2No
lo conocemos, y así, no lo podemos juzgar. 3Por lo tanto, dejamos
que Tu Amor decida qué es lo que no puede sino ser aquel a quien Tú creaste
como Tu Hijo.
Muy bueno! Gracias!
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