III. El acuerdo a unirse
1. Lo que espera en perfecta certeza más allá de la
salvación no nos concierne ahora, pues apenas has empezado a dejar que se te
guíe en tus primeros e inciertos pasos de ascenso por la escalera que la
separación te hizo descender. 2El milagro es lo único que debe
concernirte ahora. 3Éste es nuestro punto de partida. 4Y
habiendo comenzado, el camino de ascenso hacia el despertar y el final del
sueño quedará libre y despejado. 5Cuando aceptas un milagro, no
añades tu sueño de miedo a uno que ya está siendo soñado. 6Sin
apoyo, el sueño se desvanecerá junto con todos sus aparentes efectos, pues es
tu apoyo lo que lo refuerza.
2. Ninguna mente puede estar enferma a menos
que otra mente esté de acuerdo en que están separadas. 2Por lo
tanto, su decisión conjunta es estar enfermas. 3Si te niegas a dar
tu conformidad y aceptas el papel que juegas en hacer que la enfermedad sea
real, la otra mente no podrá proyectar su culpabilidad, ya que no has
colaborado en dejar que se perciba a sí misma como separada y aparte de ti. 4De
este modo, ninguna de las dos percibe el cuerpo como enfermo desde diferentes
puntos de vista. 5Unirte a la mente de un hermano bloquea la causa
de la enfermedad y sus percibidos efectos. 6La curación es el efecto
de mentes que se unen, tal como la enfermedad es la consecuencia de mentes que
se separan.
3. El milagro no hace nada precisamente porque
las mentes están unidas y no se pueden separar. 2En el sueño, no
obstante, esto se ha invertido, y las mentes separadas se ven como cuerpos, los
cuales están separados y no pueden unirse. 3No permitas que tu
hermano esté enfermo, pues si lo está, ello quiere decir que lo dejaste a
merced de su propio sueño al compartirlo con él. 4Él no ha visto
dónde reside la causa de su enfermedad, y tú has ignorado la brecha que os
separa, que es donde la enfermedad se ha incubado. 5De esta forma,
os unís en la enfermedad para dejar sin sanar la diminuta brecha donde se
protege celosamente a la enfermedad, donde se estima y donde se sustenta por
una firme creencia, no sea que Dios venga y la salve con un puente que conduzca
hasta Él. 6No te opongas a Su llegada combatiéndolo con ilusiones,
pues Su llegada es lo que deseas por encima de todas las cosas que parecen
titilar en el sueño.
4. El final del sueño es el fin del miedo, pues el
amor nunca formó parte del mundo de los sueños. 2La brecha es
pequeña. 3Sin embargo, contiene las semillas de la pestilencia y
toda suerte de males, puesto que es el deseo de perpetuar la separación y de
impedir la unión. 4Y así, parece conferirle a la enfermedad una
causa que no es su causa. 5El propósito de la brecha es la única
causa de la enfermedad. 6Pues se concibió a fin de mantenerte
separado y dentro de un cuerpo que tú ves como si fuese la causa del dolor.
5. La causa del dolor es la separación, no el
cuerpo, el cual es sólo su efecto. 2Sin embargo, la separación no es
más que un espacio vacío, que no contiene nada ni hace nada, y que es tan
insustancial como la estela que los barcos dejan entre las olas al pasar. 3Dicho
espacio vacío se llena con la misma rapidez con la que el agua se abalanza a
cerrar la estela según las olas se unen. 4¿Dónde está la estela que
había entre las olas una vez que éstas se han unido y han llenado el espacio
que por un momento parecía separarlas? 5¿Dónde está la base de la
enfermedad una vez que las mentes se han unido para cerrar la diminuta brecha
que había entre ellas y en la que las semillas de la enfermedad parecían
germinar?
6. Dios tiende el puente, pero sólo en el espacio
que el milagro ha dejado libre y despejado. 2Mas Él no puede tender
un puente sobre las semillas de la enfermedad y la vergüenza de la culpabilidad,
pues no puede destruir una voluntad ajena que Él no creó. 3 Deja que
los efectos de ésta desaparezcan y no te aferres a ellos desesperadamente,
tratando de conservarlos. 4El milagro los hará a un lado, haciendo
así sitio para Aquel Cuya Voluntad es venir y tender un puente para que Su Hijo
regrese a Él.
7. Considera, entonces, los plateados milagros y los
dorados sueños de felicidad como los únicos tesoros que quieres conservar
dentro del almacén del mundo. 2La puerta está abierta, no para que
entren ladrones, sino tus hermanos hambrientos, quienes confundieron el brillo
de una piedrecilla con oro y almacenaron un puñado de nieve reluciente creyendo
que era plata. 3Sin embargo, a este lado de la puerta abierta no
tienen nada. 4¿Qué es el mundo, sino una diminuta brecha que parece
desgarrar la eternidad y fragmentarla en días, meses y años? 5¿Y
qué sois vosotros que vivís en el mundo, sino una imagen fragmentada del Hijo
de Dios, donde cada uno de los fragmentos está oculto dentro de un trocito de
barro separado e inseguro?
8. No tengas miedo, hijo mío, sino deja más bien que
los milagros iluminen dulcemente tu mundo. 2Y allí donde la diminuta
brecha parecía interponerse entre tú y tu hermano, únete a él. 3Y de
este modo, será evidente que la enfermedad no tiene causa. 4El sueño
de curación reside en el perdón, que dulcemente te muestra que nunca pecaste. 5El
milagro no dejará ningún vestigio de culpabilidad que pueda traerte testigos
de lo que nunca fue. 6Y preparará en tu almacén un lugar de
bienvenida para tu Padre y tu Ser. 7La puerta está abierta para que
todos aquellos que no quieran seguir hambrientos y deseen gozar del festín de
abundancia que allí se les ha preparado puedan entrar. 8Y éstos se
reunirán con tus Invitados, a quienes el milagro invitó a venir a ti.
9. Este festín es muy distinto de los que se
acostumbran a dar en el sueño del mundo. 2Pues aquí, cuanto más
reciba cada uno, más habrá para ser compartido por todos los demás. 3Los
Invitados han traído Consigo provisiones ilimitadas. 4Y a nadie se
le priva de nada, ni nadie puede privar a otro de nada. 5He aquí el
festín que el Padre tiende ante Su Hijo y que comparte con él equitativamente.
6Y en ese compartir no puede haber una brecha en la que la
abundancia merme y disminuya. 7Aquí los años de escasez no se
presentarán, ya que el tiempo no forma parte de este festín, pues es eterno. 8El
Amor ha desplegado su mesa en el espacio que parecía mantener a tus Invitados
alejados de ti.
LECCIÓN 322
Tan sólo puedo renunciar a lo que nunca fue real.
1. Lo único que
sacrifico son las ilusiones, nada más. 2Y a medida que éstas
desaparecen, descubro los regalos que trataban de ocultar, los cuales me
aguardan en jubilosa espera, listos para entregarme los ancestrales mensajes
que me traen de Dios. 3En cada regalo Suyo que acepto yace Su
recuerdo. 4Y cada sueño sirve únicamente para ocultar el Ser que es el único Hijo de
Dios, el Ser que fue creado a Su Semejanza, el Santo Ser que aún mora en Él
para siempre, tal como Él aún mora en mí.
2.
Padre, para Ti
cualquier sacrificio sigue siendo algo por siempre inconcebible. 2Por
lo tanto, sólo en sueños puedo hacer sacrificios. 3Tal
como Tú me creaste, no puedo renunciar a nada que Tú me hayas dado. 4Lo
que Tú no has dado es irreal. 5¿Qué pérdida
podría esperar sino la pérdida del miedo y el regreso del amor a mi mente?
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