III. Los testigos de Dios
1. No condenes a tu salvador porque él crea ser un
cuerpo. 2Pues más allá de sus sueños se encuentra su realidad. 3Pero
antes de que él pueda recordar lo que es, tiene que aprender que es un
salvador. 4Y tiene que salvar a todo aquel que quiera ser salvado. 5Su
felicidad depende de que te salve a ti. 6Pues, ¿quién puede ser un
salvador sino aquel que brinda salvación? 7De este modo aprende que
la salvación es algo que él tiene que ofrecer. 8Pues a menos que se
la conceda a otro no sabrá que dispone de ella, ya que dar es la prueba de que
se tiene. 9Esto no lo pueden entender aquellos que creen que con su
fuerza pueden menoscabar a Dios. 10Pues, ¿quién podría dar lo que no
tiene? a¿Y quién podría perder al dar aquello que, por el hecho de
darlo, no puede sino aumentar?
2. ¿Crees acaso que el Padre perdió Su Ser cuando te
creó? 2¿Crees que se debilitó por haber compartido Su Amor? 3¿Se
vio acaso menoscabada Su plenitud debido a tu perfección? 4¿O eres
tú la prueba de Su plenitud y perfección? 5No niegues Su testigo en
el sueño que Su Hijo prefiere a su propia realidad. 6Su Hijo tiene
que ser el salvador del sueño al que dio lugar, para poder así liberarse de él.
7Tiene que ver a otro no como un cuerpo, sino como uno con él, sin
la muralla que el mundo ha construido para mantener separadas todas las cosas
vivientes que no saben que viven.
3. En el sueño de cuerpos y muerte aún puede
vislumbrarse un atisbo de verdad que tal vez no es más que una pequeña chispa,
un espacio de luz creado en la oscuridad donde Dios refulge todavía. 2Tú
no puedes despertarte a ti mismo. 3No obstante, puedes permitir que
se te despierte. 4Puedes pasar por alto los sueños de tu hermano. 5Puedes
perdonarle sus ilusiones tan perfectamente, que él se convierte en el que te
salva de tus sueños. 6Y al verlo brillar en el espacio de luz donde
Dios mora dentro de la oscuridad, verás que Dios Mismo se encuentra allí donde
está su cuerpo. 7Ante esta luz el cuerpo desaparece, de la misma
manera en que las sombras densas ceden ante la luz. 8La oscuridad no
puede decidir que el cuerpo siga presente. 9La llegada de la luz
supone su desaparición. 10Verás entonces a tu hermano en la gloria,
y entenderás qué es lo que realmente llena la brecha que por tanto tiempo
pensaste que os mantenía separados. 11Ahí, en lugar de ella, el
testigo de Dios ha trazado el dulce camino de la bondad para que el Hijo de
Dios lo recorra. 12ª todo aquel que perdonas se le concede el poder
de perdonarte a ti tus ilusiones. 13Mediante tu regalo de libertad
te liberas tú.
4. Hazte a un lado y deja pasar al amor, el cual tú
no creaste, pero sí puedes extender. 2En la tierra eso quiere decir
perdonar a tu hermano, para que las tinieblas desaparezcan de tu mente. 3Una
vez que la luz haya llegado hasta tu hermano a través de tu perdón, él no se
olvidará de su salvador ni lo dejará sin absolver. 4Pues fue en tu
rostro donde vio la luz que quiere mantener a su lado, a medida que camina a
través de las tinieblas hacia la Luz eterna.
5. ¡Cuán santo debes ser tú para que el Hijo de Dios
pueda ser tu salvador en medio de sueños de desolación y de desastres! 2Observa
cuán deseoso llega, apartando las densas sombras que lo mantenían oculto, para
poder brillar sobre ti lleno de gratitud y amor. 3Él es él mismo,
pero no él mismo solo. 4Y de la misma manera en que su Padre no
perdió parte de él al crearte a ti, así la luz en él es aún más brillante por
tú haberle dado tu luz para salvarlo de las tinieblas. 5Y ahora la
luz en ti tiene que ser tan brillante como la que refulge en él. 6Ésta
es la chispa que brilla en el sueño: que tú puedes ayudarle a despertar, y
estar seguro de que sus ojos despiertos se posarán sobre ti. 7Y con
su feliz salvación, te salvas tú.
LECCIÓN 330
Hoy no volveré a hacerme daño.
1. Aceptemos hoy que el perdón es nuestra única
función. z¿Por qué atacar nuestras mentes y ofrecerles imágenes de
dolor? 3¿Por qué enseñarles que son impotentes, cuando Dios les
ofrece Su poder y Su Amor y las invita a servirse de lo que ya es suyo? 4La
mente que ha llegado a estar dispuesta a aceptar los regalos de Dios ha sido
reinstaurada al espíritu, y extiende su libertad y su dicha tal como dispone la
Voluntad de Dios unida a la suya propia. 5El Ser que Dios creó no
puede pecar, por lo tanto, no puede sufrir. 6Elijamos hoy que Él sea
nuestra Identidad, para poder así escapar para siempre de todas las cosas que
el sueño de miedo parece ofrecernos.
2. Padre, es imposible hacerle daño a Tu Hijo. 2Y
si creemos sufrir, es sólo porque no reconocemos la única Identidad que
compartimos Contigo. 3Hoy queremos retornar a Ella, a fin de
librarnos para siempre de todos nuestros errores y salvarnos de lo que creíamos
ser.
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