VIII. El "héroe" del sueño
1. El cuerpo es el personaje central en el sueño del
mundo. 2Sin él no hay sueño, ni él existe sin el sueño en el que
actúa como si fuese una persona digna de ser vista y creída. 3Ocupa
el lugar central de cada sueño en el que se narra la historia de cómo fue
concebido por otros cuerpos, cómo vino al mundo externo al cuerpo, cómo vive
por un corto tiempo hasta que muere, para luego convertirse en polvo junto con
otros cuerpos que, al igual que él, también mueren. 4En el breve
lapso de vida que se le ha concedido busca otros cuerpos para que sean sus
amigos o sus enemigos. 5Su seguridad es su mayor preocupación; 6su
comodidad, la ley por la que se rige. 7Trata de buscar placer y de
evitar todo lo que le pueda ocasionar dolor. 8Pero por encima de
todo, trata de enseñarse a sí mismo que sus dolores y placeres son dos cosas
diferentes, y que es posible distinguir entre ellos.
2. El sueño del mundo adopta innumerables formas
porque el cuerpo intenta probar de muchas maneras que es autónomo y real. 2Se
engalana a sí mismo con objetos que ha comprado con discos de metal o con tiras
de papel moneda que el mundo considera reales y de gran valor. 3Trabaja
para adquirirlos, haciendo cosas que no tienen sentido, y luego los despilfarra
intercambiándolos por cosas que ni necesita ni quiere. 4Contrata a
otros cuerpos para que lo protejan y para que coleccionen más cosas sin
sentido que él pueda llamar suyas. 5Busca otros cuerpos especiales
que puedan compartir su sueño. 6A veces sueña que es un conquistador
de cuerpos más débiles que él. 7Pero en algunas fases del sueño, él
es el esclavo de otros cuerpos que quieren hacerle sufrir y torturarlo.
3. Las aventuras del cuerpo, desde que nace hasta que
muere, son el tema de todo sueño que el mundo jamás haya tenido. 2 El
"héroe" de este sueño jamás cambiará, ni su propósito tampoco. 3Y
aunque el sueño en sí adopta muchas formas y parece presentar una gran
variedad de lugares y situaciones en los que su "héroe" cree
encontrarse, el sueño no tiene más que un propósito, el cual se enseña de
muchas maneras. 4Ésta es la lección que trata de enseñar una y otra
vez: que el cuerpo es causa y no efecto. 5Y que tú que eres su
efecto, no puedes ser su causa.
4. De esta manera, tú no eres el soñador, sino el
sueño. 2Y, por lo tanto, deambulas fútilmente entrando y saliendo de
lugares y situaciones que él maquina. 3Que esto es todo lo que el
cuerpo hace, es cierto, pues no es más que una figura en un sueño. 4 Mas
¿quién reaccionaría ante las figuras de un sueño a no ser que las considerase
reales? 5En el instante en que las reconoce como lo que
verdaderamente son, éstas dejan de tener efectos sobre él porque entiende que
fue él quien les dio los efectos que tienen, al causarlas y hacer que
pareciesen reales.
5. ¿Cuán dispuesto estás a escaparte de los efectos
de todos los sueños que el mundo jamás haya tenido? 2¿Es tu deseo no
permitir que ningún sueño parezca ser la causa de lo que haces? 3Examinemos,
pues, el comienzo del sueño, ya que la parte que ves no es sino la segunda
parte, cuya causa se encuentra en la primera. 4Nadie que esté
dormido y soñando en el mundo recuerda el ataque que se infligió a sí mismo. 5Nadie
cree que realmente hubo un tiempo en el que no sabía nada de cuerpos y en el
que no habría podido concebir que este mundo fuese real. 6De otro
modo, se habría dado cuenta de inmediato de que estas ideas son una mera
ilusión, tan ridículas que no sirven para nada, excepto para reírse de ellas. 7¡Cuán
serias parecen ser ahora! 8Y nadie puede recordar aquel entonces
cuando habrían sido motivo de risa e incredulidad. 9Pero lo podemos
recordar, sólo con que contemplemos directamente su causa. 10Y al
hacerlo, veremos que son motivo de risa, no de temor.
6. Devolvámosle al soñador el sueño del que se
desprendió, el cual él percibe como algo que le es ajeno y que se le está
haciendo a él. 2Una diminuta y alocada idea, de la que el Hijo de
Dios olvidó reírse, se adentró en la eternidad, donde todo es uno. 3A
causa de su olvido ese pensamiento se convirtió en una idea seria, capaz de
lograr algo, así como de tener efectos reales. 4Juntos podemos
hacer desaparecer ambas cosas riéndonos de ellas, y darnos cuenta de que el
tiempo no puede afectar a la eternidad. 5Es motivo de risa pensar
que el tiempo pudiese llegar a circunscribir a la eternidad, cuando lo que
ésta significa es que el tiempo no existe.
7. Una intemporalidad en la que se otorga realidad
al tiempo; una parte de Dios que puede atacarse a sí misma; un hermano separado
al que se considera un enemigo y una mente dentro de un cuerpo son todos
diferentes aspectos de un círculo vicioso, cuyo final empieza en su comienzo y
concluye en su causa. 2El mundo que ves te muestra exactamente lo
que creíste haber hecho. 3Excepto que ahora crees que lo que hiciste
se te está haciendo a ti. 4La culpabilidad que sentiste por lo que
habías pensado la proyectaste fuera de ti mismo sobre un mundo culpable que es
el que entonces sueña tus sueños y piensa tus pensamientos por ti. 5Es
su venganza la que recae sobre ti, no la tuya propia. 6Te mantiene
estrechamente confinado a un cuerpo, al que castiga por todos los actos
pecaminosos que éste comete en su sueño. 7Y no puedes hacer que el
cuerpo deje de cometer sus actos depravados porque tú no eres su hacedor y, por
lo tanto, no puedes controlar sus acciones, su propósito o su destino.
8. El mundo no hace sino demostrar una verdad
ancestral: creerás que otros te hacen a ti exactamente lo que tú crees haberles
hecho a ellos. 2Y una vez que te hayas engañado a ti mismo
culpándolos, no verás la causa de sus actos porque desearás que la
culpabilidad recaiga sobre ellos. 3¡Cuán infantil es la insolente
maniobra de querer defender tu inocencia descargando tu culpabilidad fuera de
ti mismo, aunque sin deshacerte de ella! 4No es fácil percibir tal
ironía cuando lo que tus ojos ven a tu alrededor son sus graves consecuencias,
mas no su frívola causa. 5Sin causa, sus efectos parecen ciertamente
ser tristes y graves. 6Sin embargo, no son más que consecuencias. 7Su
causa, en cambio, es lo que no es consecuencia de nada, al no ser más que una
farsa.
9. El Espíritu Santo, sonriendo dulcemente, percibe
la causa y no presta atención a los efectos. 2¿De qué otra manera
podría corregir tu error, cuando has pasado por alto la causa enteramente? 3Él
te exhorta a que lleves todo efecto temible ante Él para que juntos miréis su
descabellada causa y os riáis juntos por un rato. 4Tú juzgas los
efectos, pero Él ha juzgado su causa. 5Y mediante Su juicio se
eliminan los efectos. 6Tal vez vengas con los ojos arrasados en
lágrimas, 7mas óyele decir: "Hermano mío, santo Hijo de Dios,
contempla tu sueño fútil en el que sólo algo así podría ocurrir". 8Y
saldrás del instante santo riendo, con tu risa y la de tu hermano unida a la de
Él.
10. El secreto de la salvación no es sino éste: que
eres tú el que se está haciendo todo esto a sí mismo. 2No importa
cuál sea la forma del ataque, eso sigue siendo verdad. 3No importa
quién desempeñe el papel de enemigo y quién el de agresor, eso sigue siendo
verdad. 4No importa cuál parezca ser la causa de cualquier dolor o
sufrimiento que sientas, eso sigue siendo verdad. 5Pues no reaccionarías
en absoluto ante las figuras de un sueño si supieses que eres tú el que lo está
soñando. 6No importa cuán odiosas y cuán depravadas sean, no podrían
tener efectos sobre ti a no ser que no te dieses cuenta de que se trata tan
sólo de tu propio sueño.
11. Basta con que aprendas esta lección para que te
libres de todo sufrimiento, no importa la forma en que éste se manifieste. 2El
Espíritu Santo repetirá esta lección inclusiva de liberación hasta que la
aprendas, independientemente de la forma de sufrimiento que te esté ocasionando
dolor. 3Esta simple verdad será Su respuesta, sea cual sea el dolor
que lleves ante Él. 4Pues esta respuesta elimina la causa de
cualquier forma de pesar o dolor. 5La forma no afecta Su respuesta
en absoluto, pues Él quiere mostrarte la única causa de todo sufrimiento, no
importa cuál sea su forma. 6Y comprenderás que los milagros reflejan
esta simple afirmación: "Yo mismo fabriqué esto, y es esto lo que quiero
deshacer".
12. Lleva, pues, toda forma de sufrimiento ante
Aquel que sabe que cada una de ellas es como las demás. 2Él no ve
diferencias donde no las hay, y te enseñará cuál es la causa de todas ellas. 3Ninguna
tiene una causa diferente de las demás, y todas se deshacen fácilmente con una
sola lección que realmente se haya aprendido. 4La salvación es un
secreto que sólo tú has ocultado de ti mismo. 5Así lo proclama el
universo. 6Pero haces caso omiso de sus testigos 7porque
de lo que ellos dan testimonio es algo que prefieres no saber. 8Parecen
mantenerla oculta de ti. 9Sin embargo, no necesitas sino darte
cuenta de que fuiste tú quien eligió no escuchar ni ver.
13. ¡Qué diferente te parecerá el mundo cuando
reconozcas esto! 2Cuando le perdones al mundo tu culpabilidad, te
liberarás de ella. 3Su inocencia no exige que tú seas culpable, ni
tu inocencia se basa en sus pecados. 4Esto es obvio, y es un secreto
que no le has ocultado a nadie salvo a ti mismo. 5Y es esto lo que
te ha mantenido separado del mundo y lo que ha mantenido a tu hermano separado
de ti. 6Ahora sólo necesitas reconocer que los dos sois o inocentes
o culpables. 7Lo que es imposible es que seáis diferentes el uno del
otro; o que seáis ambas cosas. 8Este es el único secreto que aún te
queda por aprender. 9Mas no será un secreto que has sanado.
LECCIÓN 316
Todos los regalos que les hago a mis hermanos
me pertenecen.
1. Del mismo modo en que cada uno de los regalos que
mis hermanos hacen me pertenece, así también cada regalo que yo hago me
pertenece a mí. 2Cada uno de ellos permite que un error pasado
desaparezca sin dejar sombra alguna en la
santa mente que mi Padre ama. 3Su
gracia se me concede con cada regalo que cualquier hermano haya recibido desde
los orígenes del tiempo, y más allá del tiempo también. 4Mis arcas
están llenas, y los ángeles vigilan sus puertas abiertas para que ni un solo
regalo se pierda, y sólo se puedan añadir más. 5Déjame llegar allí
donde se encuentran mis tesoros, y entrar a donde en verdad soy bienvenido y
donde estoy en mi casa, rodeado de los regalos que Dios me ha dado.
2. Padre,
hoy quiero aceptar Tus regalos. 2No los reconozco. 3Mas
confío en que Tú que me los diste, me proporcionarás los medios para poder
contemplarlos, ver su valor y estimarlos como lo único que deseo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario