lunes, 27 de febrero de 2012

IV CÓMO MEJORAR LA AUTOESTIMA Basado en las Investigaciones de Nathaniel Branden




Vivir de un modo responsable

Las personas que gozan de una alta autoestima tienen una orientación hacia la vida activa, y no pasiva. Asumen plena responsabilidad en cuanto a la realización de sus deseos. No esperan que otros hagan realidad sus sueños.

Si surge un problema, se preguntan: "¿Qué puedo hacer para solucionarlo? ¿Qué posibilidades de acción tengo a mi alcance?" No exclaman: "¡Alguien tiene que hacer algo!" Si algo ha salido mal, se preguntan: "¿Qué es lo que pase por alto? ¿En qué equivoqué mi cálculo?" No se entregan a una apotesis de inculpaciones.

En conclusión, afrontan la responsabilidad de su propia existencia.

Y, según el principio de causalidad reciproca analizado antes (los actos que son causas de una buena autoestima son también expresiones de una buena autoestima), la gente que asume la responsabilidad de su propia existencia tiende, por lo tanto, a generar una saludable autoestima, hasta el punto de pasar de una orientación pasiva a una orientación activa, de gustarse más, de tener más confianza en sí misma, y de sentirse más apta para la vida y más merecedora de felicidad.

En mi trabajo psicoterapéutico veo con frecuencia que las transformaciones más radicales ocurren después de que el paciente se da cuenta de que nadie va a acudir en su rescate. "No acude nadie" es una frase que oigo mucho en mi trabajo, en todos los niveles. "Cuando al fin me permití asumir la plena responsabilidad de mi vida -me ha dicho más de un paciente-, comencé a crecer. Empecé a cambiar. Y mi autoestima empezó a aumentar."

La autorresponsabilidad comprende realizaciones como las siguientes:

Soy responsable de mis elecciones y acciones.

Soy responsable del modo en que utilizo mi tiempo.

Soy responsable del nivel de conciencia que aplico a mi trabajo.

Soy responsable del cuidado o la falta de cuidado con que trato a mi cuerpo.

Soy responsable de mantener las relaciones que decido entablar o en las que elijo continuar.

Soy responsable del modo en que trato a los demás: mi cónyuge, mis hijos, mis padres, mis amigos, mis socios, mi jefe, mis subordinados, el vendedor de una tienda.

Soy responsable del significado que doy o dejo de dar a mi existencia.

Soy responsable de mi felicidad.

Soy responsable de mi vida en lo material, lo emocional, lo intelectual y lo espiritual.

Cuando hablo de "ser responsable" en este contexto, no quiero decir ser receptor de acusaciones o culpas morales, sino ser el principal agente causal de la propia vida y conducta. Esto es muy importante.

Al analizar algunas de las aplicaciones de la autorresponsabilidad en Honoring the Self, escribí:

.un paciente, en la terapia, aprende la pregunta: "¿Por qué y cómo me estoy volviendo tan pasivo?", en lugar de quejarse: "¿Por qué soy tan pasivo?" En vez de afirmar que no puede ocuparse de nada, aprende a explorar cómo y por qué se niega a experimentar sentimientos intensos con respecto a cualquier cosa. "¿Por qué?" en este contexto significa: "¿Con qué propósito?" En vez de decir: "¿Por qué siento este tenso dolor en la nuca?", aprende a decir: "¿Qué sentimientos estoy tratando de evitar al experimentar la tensión de los músculos de mi nuca?" En lugar de lamentarse de que la gente se aproveche de él con tanta frecuencia, aprende a preguntar: "¿Por qué y como invito o aliento a la gente a que se aproveche de mí?" En lugar de quejarse: "Nadie me comprende", pregunta: "¿Por qué y cómo hago difícil que la gente me entienda?" No dice: "¿Por qué las mujeres no se fijan en mi?", sino: "¿Qué hago para que las mujeres no se fijen en mi?" En vez de lloriquear: "Siempre fracaso en todo lo que intento", comienza a considerar: "¿Por qué y cómo busco el fracaso en todo lo que intento?"

No es mi intención sugerir que una persona nunca sufre a causa de un hecho accidental o por los fallos de los demás, o que es responsable de todo cuanto pueda sucederle. No somos omnipotentes. No apoyo la grandilocuente noción de que "Soy responsable de todos los aspectos de mi existencia y de todo lo que me acontece".

Sobre algunas cosas tenemos control, sobre otras no. Si me hago responsable de asuntos que están mas allá de mi control, pondré en peligro mi autoestima, ya que, inevitablemente, no lograré alcanzar mis propios objetivos. Si niego mi responsabilidad en cuanto a cosas que sí están bajo mi control, nuevamente pongo en peligro mi autoestima. Necesito saber la diferencia entre lo que depende de mí y lo que no. También necesito saber que soy responsable de mi actitud y mis acciones relacionadas con las cosas sobre las que no tengo control, como la conducta de otras personas.

La autorresponsabilidad, racionalmente concebida, es indispensable para una buena autoestima. Evitar la autorresponsabilidad nos hace victimas de nuestra propia vida. Nos vuelve indefensos. Otorgamos poder a todos, menos a nosotros mismos. Pero cuando nos sentimos frustrados buscamos echarle la culpa a alguien; son otros los que tienen la culpa de nuestra desdicha. En contraste, la apreciación de la autorresponsabilidad puede resultar una experiencia vigorizadora y tonificante. Vuelve a poner nuestra vida en nuestras manos.

La técnica de completar oraciones ayuda a poner de relieve este punto con rapidez y claridad:

"Si tuviera que dejar de culpar a mi mujer por mi desdicha -confesaba un agente inmobiliario de mediana edad-, me enfrentaría a mi propia pasividad; tendría que afrontar el hecho de que casi toda mi vida me he sentido triste; tendría que reconocer que elegí permanecer con ella sin que nadie me obligara; tendría que admitir que necesito alguien a quien echar la culpa; renunciaría al control que tengo sobre ella; debería considerar las opciones que están a mi alcance; tendría que hacer otra cosa, en lugar de sufrir."

"Si debiera aceptar que soy responsable del estado de mi cuerpo -decía una joven que comía y bebía demasiado-, tendría que dejar de sentir lastima de mí misma; tendría que dejar de culpar de todo a mis padres; quizás tendría que empezar a hacer gimnasia; no creo que pudiera seguir abusando de mi cuerpo como lo hago ahora; me gustaría más a mí misma; dejaría de compadecerme; saldría de mi apatía y me pondría a hacer algo; tendría que admitir que a menudo utilizo las emociones para manipular a mi familia y conseguir que hagan lo que yo quiero; tendría que aceptar que los demás también tienen sentimientos; pensaría antes de hablar; no me vería como una victima del universo."

"Si asumiera la responsabilidad de obtener lo que deseo -declaraba un hombre de unos treinta años que nunca había conservado un empleo por más de ocho meses-, tendría que reconocer que el tiempo pasa, y que no me vuelvo más joven, sino más viejo; no soñaría despierto ni fantasearía tanto; tendría que admitir que no he hecho otra cosa que perder el tiempo; tendría que admitir cuánto me asusta comprometerme de verdad con cualquier cosa; no envidiaría tanto el éxito de otras personas; no podría seguir culpando al sistema; tomaría un rumbo y continuaría en él; dejaría de presentar excusas; reconocería que nada va a mejorar si yo no cambio."

"Mientras pueda seguir culpando a mis padres de mi desdicha -manifestaba un maestro que cambiaba de terapeuta varias veces al año-, nunca tendré que crecer; puedo hacer que la gente sienta lastima de mí; puedo hacer que mis padres se sientan culpables; puedo hacer que los otros se sientan que tienen que recompensarme por lo que me pasa; puedo decirme a mí mismo que no es culpa mía; puedo derrotar a mis terapeutas; puedo sentirme trágico; puedo ser una victima; tengo una excusa para todo; no tengo que hacerme cargo de mi vida."

"Si debiera asumir plena responsabilidad por mi propia vida -decía un psiquiatra que respondía a las necesidades de todos menos a las suyas y las de su familia-, dejaría de decirme a mí mismo que estoy demasiado ocupado como para ser feliz; dejaría de tratar de impresionar a mis pacientes con mi amabilidad y mi comprensión; dejaría de sentirme un mártir; dejaría de insistir en que mi esposa me haga concesiones ilimitadas; sabría dónde termina mi responsabilidad para con lo demás; sería más amable conmigo mismo y con mi esposa y mis hijos; reconocería que el autosacrificio es una claudicación; empezaría a aplicar en mí mismo lo que enseño a mis pacientes; admitiría que nadie puede vivir para los otros, y si pudiera, no debería hacerlo; viviría con mayor integridad; yo mismo me respetaría más, y también lo haría mi familia; tendría que pensar qué es lo que realmente pretendo de la vida."

Si usted aún no ha hecho los ejercicios de completar oraciones, se asombrará de la ingenuidad con que la gente reconoce lo que persigue evitando hacerse responsable de sí misma. Pero si usted en verdad desea aumentar su autoestima, le propongo algunos principios de oraciones con los cuales trabajar antes de seguir adelante:

A veces, cuando las cosas no van bien, me convierto en un ser indefenso mediante.

Lo bueno de volverse una criatura indefensa es.

A veces trato de evitar la responsabilidad culpando a.

A veces utilizo la autorecriminación para.

Si actuara con más responsabilidad en el trabajo.

Si actuara con más responsabilidad para obtener éxito en mis relaciones.

Si me hiciera responsable de cada palabra que pronuncio.

Si me hiciera responsable de mis sentimientos.

Si me hiciera responsable de mis acciones en todo momento.

Si me hiciera responsable de mi felicidad.

Si el único significado de mi vida es el significado que yo estoy dispuesto a darle.

Si estuviera dispuesto a respirar profundamente y experimentar plenamente mi propia energía.

Si estuviera dispuesto a ver lo que veo y saber lo que es.

En este momento está muy claro que.

Tal vez usted no se percate de que en algunas áreas de su vida es más autorresponsable que en otras. Quizás sea muy activo y responsable en el trabajo y muy pasivo en su casa, con su familia. Quizás sea muy irresponsable con el dinero. Quizás sea activo en su desarrollo intelectual y pasivo en el plano emocional.

Considere las siguientes áreas:

su salud

sus emociones

la elección de sus parejas

la elección de su cónyuge

la elección de sus amigos

su bienestar económico

el nivel de conciencia y responsabilidad que
aplica en su trabajo

el nivel de conciencia y responsabilidad que
aplica en sus relaciones

su manera de tratar a la gente en general

su desarrollo intelectual

su carácter

su felicidad

su autoestima

Ahora imagine una escala de uno a diez, en la que 10 equivale a lo que usted consideraría una autorresponsabilidad óptima y 1 al nivel más bajo de autorresponsabilidad imaginable. Califíquese en cada ítem anotando al lado la puntuación correspondiente. Puede diferenciar las áreas en que es necesaria una mayor elaboración.

Llegados a este punto, si piensa en una u otra de las áreas en las que no es muy responsable, tal vez se descubra protestando: "Pero no sé que hacer, no sé cómo ser más responsable".

Por supuesto, muy rara vez esto es cierto.

En los primeros años de ejercicio de mi profesión, cuando los pacientes planteaban esta objeción, yo les mostraba qué era lo que podían hacer para participar de manera más activa en sus propias vidas. La experiencia me ha enseñado la falacia de este enfoque. Hoy, cuando los pacientes ya saben cómo completar las oraciones que les doy, por lo general les propongo el principio Una de las formas en que puedo ser más responsable con respecto a (rellenar con el área adecuada) es., y les pido que lo completen a toda velocidad. Enseguida descubren lo bien informados que en realidad están.

He escuchado a muchas personas, de todas las extracciones sociales, completar este principio de oración con finales asombrosamente perspicaces, y he aprendido a escuchar con benévolo escepticismo las protestas de ignorancia e incapacidad. Si usted se oye protestar, le sugiero que haga lo mismo.

Desde luego, a veces los demás nos aclaran ciertas posibilidades de acción, pero siempre hay algunas cosas que ya sabemos que podemos hacer. Empiece por éstas.

Aceptar la responsabilidad de la propia existencia es reconocer la necesidad de vivir productivamente. Ésta es una aplicación básica y muy importante de la idea de poseer una orientación activa hacia la vida.

No es el grado de nuestra capacidad productiva lo que está en discusión aquí, sino más bien nuestra decisión de ejercitar cualquier capacidad que tengamos. El trabajo productivo es el acto humano por excelencia. Los animales deben adaptarse a su ambiente físico: los seres humanos adaptan el ambiente físico a si mismos. Tenemos la capacidad de conceder unidad psicológica y existencial a nuestra vida, integrando nuestras acciones con metas proyectadas a lo largo de ella.

No es la clase de trabajo que escojamos lo que incide en nuestra autoestima (siempre que, desde luego, ese trabajo no sea opuesto a la vida humana), sino la búsqueda de un trabajo que exija y exprese el empleo más cabal y consciente de nuestra mente y nuestros valores (suponiendo que tengamos la oportunidad de hacerlo).

Vivir productivamente es proporcionarnos una de las dichas y recompensas mayores que pueda experimentar el ser humano.

Vivir con responsabilidad (y con ello desarrollar una saludable autoestima) está íntimamente relacionado con vivir activamente. Mediante las acciones se expresa y realiza una actitud de autorresponsabilidad. ¿Qué acciones puedo realizar para acercarme a la obtención de mis objetivos? ¿Qué acciones puedo realizar para avanzar en mi carrera? ¿Para mejorar mi vida amorosa? ¿Para que los otros me traten bien? ¿Para aumentar mis ingresos? ¿Para ser más feliz? ¿Para cultivar mi desarrollo intelectual o espiritual?

Así como, si deseamos aumentar nuestra autoestima, es necesario que pensemos en términos de conductas, si deseamos vivir mas responsablemente es necesario que pensemos en términos de acciones muy especificas. Por ejemplo, no basta con decirse: "debería ser mas concienzudo". ¿Qué haré para ser más concienzudo? No basta con decir: "debería adoptar una mejor actitud hacia mi familia". ¿Cómo se manifestara esa mejor actitud en una conducta especifica?

La conducta puede ser mental o física. Pensar es una acción; concentrarse en una tarea es una acción; hacer una lista es una acción; y también lo es acariciar un rostro, transmitir el aprecio por medio de palabras, escribir una carta, reconocer un error, prepara un informe, revisar un libro de contabilidad o solicitar un empleo. La pregunta es siempre: ¿es esa conducta apropiada con referencia al contexto? Ser autorreponsable es preocuparse por esa respuesta.

Por lo tanto, si deseamos practicar una mayor autorresponsabilidad en algún aspecto de nuestras vidas, es necesario que nos preguntemos: ¿Qué acciones puedo realizar en este ámbito? ¿Cuáles son mis opciones? Si no estoy esperando un milagro, o que alguien haga algo, entonces; ¿Qué puedo hacer yo? Si elijo no hacer nada, aceptar el statu quo, ¿estoy dispuesto a hacerme responsable de esa decisión?

Observe lo siguiente: si hay áreas de su vida en las que practica un nivel más alto de autorresponsabilidad que en otras, presumo que esas serán las áreas en las cuales usted se gusta más. Las áreas en la que evita la responsabilidad son aquellas en las que usted se gusta menos.

Una vez más, le recomiendo que emplee la técnica de completar oraciones para verificarlo. Por ejemplo:
Practico una mayor autorresponsabilidad cuando................:

Evito lo más posible la autorresponsabilidad cuando................;

Cuando soy autorresponsable siento.................;

Cuando evito la autorresponsabilidad siento.................;

Si algo de lo que estoy escribiendo es cierto.................;

Comienzo a darme cuenta de.................

Piense en ello durante los próximos siete días. Si practicara una mayor autorresponsabilidad, ¿qué cosas podría hacer de manera diferente? Escriba su respuesta en un cuaderno.

Después contemple la posibilidad de traducir en acción lo que ha escrito. No piense en comprometerse para toda la vida, sino sólo para la semana próxima, como un experimento. Descubra el efecto de esto en su sentido de sí-mismo. Descubra el efecto que produce en su vida.

Si le gusta lo que descubre inténtelo siete días más. Y luego otros siete.


FUENTE: Inteligencia emocional.


Ramon Gamero. Terapeuta holistico (cita previa 650 91 73 64)

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