V. La ilusión del ego-cuerpo
1. Todas las cosas obran conjuntamente para el bien. 2En esto no
hay excepciones, salvo a juicio del ego. 3El ego se mantiene extremadamente
alerta con respecto a lo que permite llegar hasta la conciencia, y ésa no es la
manera en que una mente equilibrada se mantiene ecuánime. 4El
desequilibrio del ego se acentúa aún más porque mantiene su motivación principal
oculta de tu conciencia, y hace que el control predomine sobre la cordura. 5El
ego tiene todas las razones del mundo para hacer esto, de acuerdo con el
sistema de pensamiento que le dio origen y al que sirve. 6Puesto que
el sano juicio juzgaría irrevocablemente contra él, el ego lo tiene que
eliminar en aras de su propia supervivencia.
2. Una de las causas principales del estado de desequilibrio del ego es su
falta de discernimiento entre lo que es el cuerpo y lo que son los Pensamientos
de Dios. 2Los Pensamientos de Dios son inaceptables para el ego
porque apuntan claramente al hecho de que él no existe. 3El ego, por
lo tanto, los distorsiona o se niega a aceptarlos. 4Pero no puede
hacer que dejen de existir. 5El ego, por consiguiente, trata de
ocultar no sólo los impulsos "inaceptables" del cuerpo, sino también
los Pensamientos de Dios, ya que ambos suponen una amenaza para él. 6Dado
que lo que básicamente le preocupa es su propia supervivencia ante cualquier
amenaza, el ego los percibe a ambos como si fueran lo mismo. 7Y al
percibirlos así, evita ser aniquilado, como de seguro lo sería en presencia del
conocimiento.
3. Cualquier sistema de pensamiento que confunda
a Dios con el cuerpo no puede por menos que ser demente. 2Sin
embargo, esa confusión es esencial para el ego, que juzga únicamente en función
de lo que supone o no una amenaza para él. 3En cierto sentido su
temor a Dios es cuando menos lógico, puesto que la idea de Dios hace que el ego
se desvanezca. 4Pero que le tenga miedo al cuerpo, con el que se
identifica tan íntimamente, no tiene ningún sentido.
4. El cuerpo es el hogar que el ego ha elegido
para sí. 2Ésta es la única identificación con la que se siente seguro, ya que la vulnerabilidad del cuerpo es su mejor argumento
de que tú no puedes proceder de Dios. 3Ésta es la creencia que el
ego apoya fervientemente. 4Sin embargo, odia al cuerpo porque no lo
considera lo suficientemente bueno como para ser su hogar. 5En este
punto es donde la mente queda definitivamente. aturdida. 6Habiéndole
dicho el ego que ella es realmente parte del cuerpo y que el cuerpo es su
protector, también le dice que el cuerpo no puede protegerla. 7Por
consiguiente, la mente inquiere: "¿Dónde puedo encontrar
protección?", a lo que el ego responde: "En mí". 8La
mente, y no sin razón, le recuerda al ego que él mismo ha insistido que con lo
que ella se tiene que identificar es con el cuerpo, de modo que no tiene objeto
recurrir a él para obtener protección. 9El ego no dispone de una
respuesta plausible para esto, puesto que no la hay, pero sí dispone de una
solución típica: 10eliminar la pregunta de la conciencia. 11Una
vez fuera de la conciencia la pregunta puede producir desasosiego, y de hecho
lo produce, pero no puede ser contestada porque no puede ser planteada.
5. Ésta es la pregunta que debes hacerte:
"¿Adónde debo acudir en busca de protección?" 2”Busca y
hallarás" no significa que tengas que buscar ciega y desesperadamente algo
que no podrías reconocer. 3La búsqueda que tiene sentido se emprende
conscientemente, se organiza conscientemente y se dirige conscientemente. 4El
objetivo debe formularse claramente y luego tenerse siempre presente. 5Aprender
y querer aprender son inseparables. 6Te resulta más fácil aprender
cuando crees que lo que estás tratando de aprender tiene valor para ti. 7Ahora
bien, no todo lo que tal vez quieras aprender tiene valor duradero. 8En
realidad, muchas de las cosas que quieres aprender tal vez las hayas escogido precisamente porque su valor es efímero
6. El ego cree que es una
ventaja no comprometerse con nada que sea eterno, ya que lo eterno sólo puede
proceder de Dios. 2La eternalidad es la única función que el ego ha
tratado de desarrollar, si bien ha fracasado repetidamente. 3El ego
transige con la cuestión de lo eterno, al igual que con todas las cuestiones
que de algún modo tienen que ver con la verdadera pregunta, la cual espera
encubrir y mantener fuera de la conciencia ocupándose de asuntos marginales. 4La
tendencia típica del ego de estar continuamente ocupado con nimiedades tiene
como objeto apoyar ese propósito. 5Uno de sus ardides favoritos para
obstaculizar el aprendizaje es embarcarse en problemas diseñados de tal manera
que su resolución sea imposible. 6La pregunta que nunca formulan
quienes se embarcan en tales maniobras dilatorias es: "¿Para qué?" 7Esa
es la pregunta que tú tienes que aprender a plantear en relación con todo. 8¿Qué
propósito tiene esto? 9Sea cual fuere, dirigirá tus esfuerzos
automáticamente. 10Cuando tomas una decisión con respecto a un propósito,
tomas una decisión con respecto a los esfuerzos que vas a llevar a cabo en el
futuro. 11Y esta decisión permanecerá en vigor a menos que cambies
de parecer.
LECCIÓN
37
Mi
santidad bendice al mundo.
1. Esta
idea contiene los primeros destellos de tu verdadera función en el mundo, o en
otras palabras, la razón por la que estás aquí. 2Tu propósito
es ver el mundo a través de tu propia santidad. 3De este modo, tú y
el mundo sois bendecidos juntos. 4Nadie pierde; a nadie se le despoja de nada; todo el mundo se
beneficia a través de tu santa visión. 5Tu santa visión significa el
fin del sacrificio porque les ofrece a todos
su justo merecido. 6Y él
tiene derecho a todo, ya que ése es su sagrado derecho como Hijo de Dios.
2. No hay ninguna otra manera de poder eliminar
la idea de sacrificio del pensamiento del mundo. 2Cualquier otra
manera de ver inevitablemente exige el que algo o alguien pague. 3Como
resultado de ello, el que percibe sale perdiendo. 4Y no tiene ni
idea de por qué está perdiendo. 5Su plenitud, sin embargo, le es
restaurada a su conciencia a través de tu visión. 6Tu santidad le
bendice al no exigir nada de él. 7Los que se consideran a sí mismos
completos no exigen nada.
3. Tu santidad es la salvación del mundo. 2Te
permite enseñarle al mundo que es uno contigo, sin predicarle ni decirle nada,
sino simplemente mediante tu sereno reconocimiento de que en tu santidad todas
las cosas son bendecidas junto contigo.
4. Hoy debes dar comienzo a las cuatro sesiones
de práctica más largas -las cuales han de tener una duración de tres a cinco
minutos cada una- repitiendo la idea de hoy, a lo cual ha de seguir un minuto
más o menos en el que debes mirar a tu alrededor a medida que aplicas la idea a
cualquier cosa que veas:
2Mi santidad bendice esta silla.
3Mi santidad bendice esa ventana.
4Mi santidad bendice este cuerpo.
5Luego cierra los ojos y aplica la idea a
cualquier persona que te venga a la mente, usando su nombre y diciendo:
6Mi santidad te bendice, [nombre].
5. Puedes continuar la sesión de práctica con los
ojos cerrados, o bien abrirlos de nuevo y aplicar la idea a tu mundo exterior
si así lo deseas; puedes alternar entre aplicar la idea a cualquier cosa que
veas a tu alrededor o a aquellas personas que aparezcan en tus pensamientos, o
bien puedes usar cualquier combinación que prefieras de estas dos clases de
aplicación. 2La sesión de práctica debe concluir con una repetición
de la idea con los ojos cerrados, seguida inmediatamente por otra repetición
con los ojos abiertos.
6. Los ejercicios más cortos consisten en repetir
la idea tan a menudo como puedas. 2Resulta particularmente útil
aplicarla en silencio a todas las personas con las que te encuentres, usando su
nombre al hacerlo. 3Es esencial que uses la idea si alguien parece
causar una reacción adversa en ti. 4Ofrécele la bendición de tu
santidad de inmediato, para que así puedas aprender a conservarla en tu
conciencia.
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