III. El Guía a la salvación
1. La manera de reconocer a tu hermano es
reconociendo al Espíritu Santo en él. 2He dicho ya que el Espíritu
Santo es el puente para la transferencia de la percepción al conocimiento, de
modo que podemos usar los términos como si en verdad estuviesen relacionados,
pues en Su Mente lo están. 3Esta relación no puede por menos que
estar en Su Mente porque, de no ser así, la separación entre las dos formas de
pensar no se podría subsanar. 4El Espíritu Santo forma parte de la
Santísima Trinidad porque Su Mente es parcialmente tuya y también parcialmente
de Dios. 5Esto necesita aclararse, no con palabras sino
mediante la experiencia.
2. El Espíritu Santo es la idea de la curación. 2AI
ser un pensamiento, la idea se expande a medida que se comparte. 3Al
ser la Llamada a Dios, es asimismo la idea de
Dios.4Puesto que tú formas parte de Dios, es también la idea de
lo que tú eres, así como de lo que son todas Sus creaciones. 5La
idea del Espíritu Santo comparte la propiedad de otras ideas porque
obedece las leyes del Universo del que forma parte. 6Se refuerza al
compartirse. 7Se expande en ti a medida que se la ofreces a tu
hermano. 8Tu hermano no tiene que ser consciente del Espíritu Santo
en él o en ti para que se produzca este milagro. 9Puede que él se
haya desentendido de la Llamada a Dios, tal como tú lo hiciste. 10Este
desentendimiento se subsana en ambos a medida que tomas conciencia de la
Llamada a Dios en él, reconociendo de esta forma su existencia.
3. Existen dos formas diametralmente opuestas de ver
a tu hermano. 2Ambas tienen que encontrarse en tu mente porque tú
eres el perceptor. 3Tienen que encontrarse también en la suya,
puesto que lo estás percibiendo a él. 4Mira a tu hermano a través
del Espíritu Santo en su mente, y reconocerás al Espíritu Santo en la tuya. 5Lo
que reconoces en tu hermano lo reconoces en ti, y lo que compartes, lo
refuerzas.
4. La Voz del Espíritu Santo en ti es débil. 2Por
eso es por lo que debes compartirla. 3Tiene que hacerse más fuerte
antes de que puedas oírla. 4Es imposible que la oigas dentro de ti
mientras siga siendo tan débil en tu mente. 5No es que de por sí sea
débil, sino que está limitada por tu renuencia a oírla. 6Si cometes
el error de buscar al Espíritu Santo únicamente en ti, tus pensamientos te
asustarán, ya que al adoptar el punto de vista del ego, estarás emprendiendo un
viaje que le es ajeno al ego utilizándolo a él de guía. 7Esto no
puede sino producir miedo.
5. Las demoras pertenecen al ámbito del ego porque
el tiempo es un concepto suyo. 2En la eternidad, tanto el tiempo
como las demoras carecen de sentido. 3He dicho anteriormente que el
Espíritu Santo es la Respuesta de Dios al ego. 4Todo lo
que el Espíritu Santo te recuerda está en directa oposición a las nociones del
ego, pues las percepciones verdaderas y las falsas se oponen entre sí. 5La
tarea del Espíritu Santo es deshacer lo que el ego ha hecho. 6Lo
deshace en el mismo nivel en que el ego opera, pues, de otro modo, la mente
sería incapaz de comprender el cambio.
6. He subrayado repetidamente que uno de los niveles
de la mente no es comprensible para el otro. 2Lo mismo ocurre
con el ego y el Espíritu Santo, con el tiempo y la eternidad. 3La
eternidad es una idea de Dios, por lo tanto, el Espíritu Santo la comprende
perfectamente. 4El tiempo es una creencia del ego, por lo tanto, la
mente inferior -el dominio del ego- la acepta sin reservas. 5El
único aspecto del tiempo que es eterno es el ahora.
7. El Espíritu Santo es el mediador entre las
interpretaciones del ego y el conocimiento del espíritu. 2Su
capacidad para utilizar símbolos le permite actuar con las creencias del ego en
el propio lenguaje de éste. 3Su capacidad para mirar más allá de los
símbolos hacia la eternidad le permite entender las leyes de Dios, en nombre de
las cuales habla. 4Puede, por consiguiente, llevar a cabo la función
de reinterpretar lo que el ego forja, no mediante la destrucción, sino mediante
el entendimiento. 5El entendimiento es luz, y la luz conduce al
conocimiento. 6El Espíritu Santo se encuentra en la luz porque Él
está en ti que eres luz, pero tú desconoces esto. 7La tarea del
Espíritu Santo consiste, pues, en reinterpretarte a ti en nombre de Dios.
8. Tú no puedes comprenderte a ti mismo separado de
los demás. 2Ello se debe a que tú, separado del legítimo lugar que
ocupas en la Filiación, no significas nada, y el legítimo lugar de la Filiación
es Dios. 3Ésa es tu vida, tu eternidad y tu Ser. 4Esto es
lo que el Espíritu Santo te recuerda. 5Esto es lo que Él ve. 6Esta
visión atemoriza al ego por ser tan serena. 7La paz es el mayor
enemigo del ego porque, de acuerdo con su interpretación de la realidad, la
guerra es la garantía de su propia supervivencia. 8El ego se hace
más fuerte en la lucha. 9Si crees que hay lucha, reaccionarás con
saña porque la idea de peligro se habrá adentrado en tu mente. 10Dicha
idea es un llamamiento al ego. 11El Espíritu Santo está tan
pendiente como el ego de cualquier señal de peligro, oponiéndose a éste con
todas Sus fuerzas de la misma forma en que el ego le da la bienvenida. 12El Espíritu
Santo contrarresta esa acogida dándole la bienvenida a la paz. 13 La
eternidad y la paz están tan estrechamente relacionadas como lo están el
tiempo y la guerra.
9. La percepción deriva significado de las
relaciones. 2Aquellas que aceptas constituyen los cimientos de tus
creencias. 3La separación es simplemente otro término para
referirse a una mente dividida. 4El ego es el símbolo de la
separación, tal como el Espíritu Santo es el símbolo de la paz. 5Lo
que percibes en otros lo refuerzas en ti. 6Puedes permitir que tu
mente perciba falsamente, pero el Espíritu Santo le permite reinterpretar sus
propias percepciones falsas.
10. El Espíritu Santo es el maestro perfecto. 2Se
vale únicamente de lo que tu mente ya comprende para enseñarte que tú no lo
comprendes. 3El Espíritu Santo puede tratar con un alumno reacio
sin oponerse a su mente porque parte de ella está todavía de parte de Dios. 4A
pesar de los intentos del ego por ocultarla, esa parte es todavía mucho más
poderosa que el ego, si bien éste no la reconoce. 5El Espíritu Santo
la reconoce perfectamente porque se trata de Su Propia morada: el lugar de la
mente donde Él se siente a gusto. 6Tú también te sientes a gusto ahí
porque es un lugar de paz, y la paz es de Dios. 7Tú, que formas
parte de Dios, no te sientes a gusto salvo en Su paz. 8Si la paz es
eterna, sólo te puedes sentir a gusto en la eternidad.
11. El ego construyó el mundo tal como lo percibe,
pero el Espíritu Santo -el reintérprete de lo que el ego construyó- ve el mundo
como un recurso de enseñanza para llevarte a tu hogar. 2El Espíritu,
Santo tiene que percibir el tiempo y re-interpretarlo como eterno. 3Tiene
que llevar a cabo Su labor mediante el uso de opuestos porque tiene que operar
para una mente y con una mente que está en oposición. 4Haz todas las
correcciones que tengas que hacer, procura aprender y mantén una actitud
receptiva con respecto al aprendizaje. 5Tú no creaste la verdad,
pero la verdad puede todavía hacerte libre. 6 Contempla todo tal
como el Espíritu Santo lo contempla, y entiende todo tal como Él lo entiende. 7Su
entendimiento evoca a Dios en memoria mía. 8El Espíritu Santo está
siempre en comunión con Dios, y forma parte de ti. 9Él es tu Guía a
la salvación porque recuerda lo pasado y lo que ha de venir, y lo trae al
presente. 10Él mantiene ese regocijo en tu mente con gran ternura, y
sólo te pide que lo incrementes compartiéndolo en Nombre de Dios de modo que
Su júbilo se incremente en ti.
LECCIÓN 44
Dios
es la luz en la que veo.
1.
Hoy continuamos con la idea de ayer, agregándole
otra dimensión. 2No puedes ver en la oscuridad, y no puedes
fabricar luz. 3Puedes fabricar oscuridad y luego pensar que ves en
ella, pero la luz refleja vida, y es, por lo tanto, un aspecto de la creación. 4La
creación y la oscuridad no pueden coexistir, pero la luz y la vida son
inseparables, pues no son sino diferentes aspectos de la creación.
2.
Para poder ver, tienes que reconocer que la
luz se encuentra en tu interior y no afuera. 2No puedes ver fuera de
ti, ni tampoco se encuentra fuera de ti el equipo que necesitas para poder ver.
3Una parte esencial de ese equipo es la luz que hace posible el que
puedas ver. 4Esa luz está siempre contigo, haciendo que la visión
sea posible en toda circunstancia.
3.
Hoy vamos a intentar llegar hasta esa luz. 2Para
tal fin, utilizaremos una forma de ejercicio que ya se sugirió anteriormente,
y que vamos a utilizar cada vez más. 3Dicha forma de ejercicio es
especialmente difícil para la mente indisciplinada y representa uno de los
objetivos principales del entrenamiento mental. 4Requiere
precisamente lo que le falta a la mente sin entrenar. 5Con todo, si
has de ver, dicho entrenamiento tiene que tener lugar.
4.
Lleva a cabo como mínimo tres sesiones de
práctica hoy, cada una de tres a cinco minutos de duración. 2Recomendamos
enfáticamente que les dediques más tiempo, pero únicamente si notas que el
tiempo pasa sin que experimentes ninguna sensación de tensión o muy poca. 3La
forma de práctica que vamos a utilizar hoy es la más natural y fácil del mundo
para la mente entrenada, tal como parece ser la más antinatural y difícil para
la mente sin entrenar.
5.
Tu mente ya no está completamente sin
entrenar. 2Estás bastante listo para aprender la forma de ejercicio
que vamos a utilizar hoy, pero es posible que te topes con una gran
resistencia. 3La razón es muy simple. 4Al practicar de
esta manera, te desprendes de todo lo que ahora crees y de todos los
pensamientos que has inventado. 5Propiamente dicho, esto constituye
tu liberación del infierno. 6Sin embargo, si se percibe a través de
los ojos del ego, es una pérdida de identidad y un descenso al infierno.
6.
Si te puedes apartar del ego, aunque sólo sea
un poco, no tendrás dificultad alguna en reconocer que su oposición y sus miedos
no significan nada. 2Tal vez te resulte útil recordarte a ti mismo
de vez en cuando, que alcanzar la luz es escapar de la oscuridad,
independientemente de lo que creas al contrario. 3Dios es la luz en
la que ves. 4Estás intentando llegar a Él.
7.
Da comienzo a la sesión de práctica
repitiendo la idea de hoy con los ojos abiertos, luego ciérralos lentamente
mientras repites la idea varias veces más. 2Trata entonces de
sumergirte en tu mente, abandonando cualquier clase de interferencia e
intrusión a medida que te sumerges serenamente más allá de ellas. 3No
hay nada, excepto tú, que pueda impedirle a tu mente hacer esto. 4Tu
mente está sencillamente siguiendo su curso natural. 5Trata de
observar los pensamientos que te vengan sin involucrarte con ninguno de ellos,
y pásalos de largo tranquilamente.
8.
Si bien no se recomienda ningún enfoque en
particular para esta forma de ejercicio, sí es necesario que te des cuenta de
cuán importante es lo que estás haciendo, el inestimable valor que ello tiene
para ti, así como que seas consciente de que estás intentando hacer algo muy
sagrado. 2La salvación es el más feliz de todos tus logros. 3Es
asimismo el único que tiene sentido porque es el único que tiene verdadera
utilidad para ti.
9.
Si experimentas cualquier clase de
resistencia, haz una pausa lo suficientemente larga como para poder repetir la
idea de hoy con los ojos cerrados, a no ser que notes que tienes miedo. 2En
ese caso es probable que abrir los ojos brevemente te haga sentir más
tranquilo. 3Trata, sin embargo, de reanudar los ejercicios con los
ojos cerrados tan pronto como puedas.
10. Si
estás haciendo los ejercicios correctamente, deberías experimentar una cierta
sensación de relajación, e incluso sentir que te estás aproximando a la luz o
de hecho adentrándote en ella. 2Trata de pensar en la luz, sin forma
y sin límites, según pasas de largo los pensamientos de este mundo. 3Y
no te olvides de que no te pueden atar a él a no ser que tú les des el poder de
hacerlo.
11.
Durante el transcurso del día, repite la idea
a menudo con los ojos abiertos o cerrados, como mejor te parezca en su momento.
2Pero no te olvides de repetirla. 3Sobre todo, decídete
hoy a no olvidarte.
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